ISRAEL
EL PUEBLO ELEGIDO
Las Tribus Perdidas de Israel
¿Realidad o Leyenda?
En esta página continuamos con el argumento iniciado en el capítulo “¿Regresaron alguna vez las Tribus Perdidas?”. Además de la abrumadora evidencia bíblica que demuestra que la Casa de Israel –es decir, los Israelitas que fueron exiliados por los Asirios cuando fue decretado el fin del Reino de Israel– jamás retornó a su Tierra ni se reunió con sus hermanos que sí conservaron su identidad y que hoy se conocen como judíos, existe un continuo testimonio a través de la historia, de eminencias como Rashi, Maimónides y muchos otros que confirman que aquellos Israelitas nunca regresaron, y se los considera “Tribus Perdidas” hasta hoy.
Veremos aquí los pasajes bíblicos referentes al exilio de la Casa de Israel sólo brevemente porque este tema ya se ha expuesto con mayor amplitud en otras secciones de este estudio. Más bien citaremos en esta página los testimonios de los Tannaim y otras autoridades del judaísmo, y posteriormente consideraremos los intereses de aquellos que prefieren ignorar o disfrazar este argumento.
Referencias Bíblicas
La separación de Judá del resto de Israel ya tiene su antecedente profético en el mismo patriarca de esa Tribu:
Génesis 38:1 Sucedió por aquel tiempo que Judá se separó de sus hermanos.
A partir del Éxodo ya existía la distinción entre Judá e Israel, y como especifican claramente las Escrituras, aún cuando había un solo rey sobre todo Israel (1Samuel 11:8; 17:52; 18:16; 2Samuel 2:10-11; 3:10; 5:3,5; 11:11; 17:24,26; 18:6-7; 1Reyes 2:32). Sucesivamente, la separación efectiva en dos reinos fue por mandato profético de parte de Elohim:
1Reyes 11:29 Aconteció pues en aquel tiempo, que saliendo Jeroboam de Jerusalem, topóle en el camino el profeta Ahías Shilonita; y él estaba cubierto con una capa nueva; y estaban ellos dos solos en el campo. 30 Y trabando Ahías de la capa nueva que tenía sobre sí, rompióla en doce pedazos, 31 Y dijo a Jeroboam: Toma para ti los diez pedazos; porque así dijo YHVH Elohim de Israel: He aquí que yo rompo el reino de la mano de Salomón, y a ti daré diez tribus; 32 Y él tendrá una tribu, por amor de David mi siervo, y por amor de Jerusalem, ciudad que yo he elegido de todas las tribus de Israel:
Y desde entonces, ya nunca más se reunieron. El relato bíblico del fin del Reino de Israel como nación independiente afirma que el exilio de la Casa de Israel fue definitivo:
2Reyes 17:23 Hasta tanto que YHVH quitó a Israel de delante de su rostro, como lo había él dicho por mano de todos los profetas sus siervos: é Israel fue trasportado de su tierra a Asiria, hasta hoy.
Antes de que este hecho sucediera, había sido anunciado por el Profeta Hoshea, que la Casa de Israel se perdería entre los gentiles y dejarían de ser considerados “Su pueblo”, pero cuando fueran gentiles, entonces serían llamados de nuevo, pero separados de Judá:
Oseas 1:9 Y dijo Elohim: Ponle por nombre Lo-ammi: porque vosotros no sois mi pueblo, ni yo seré vuestro Elohim. 10 Con todo será el número de los hijos de Israel como la arena de la mar, que ni se puede medir ni contar. Y será, que donde se les ha dicho: Vosotros no sois mi pueblo, les será dicho: Sois hijos del Elohim viviente.
Y son una gran multitud, como la arena del mar, así como le fue prometido a Avraham (Génesis 22:17). Los judíos no son una gran multitud, sino un pueblo pequeño, que se puede contar.
Lo que reunía a todas las tribus de Israel era el tabernáculo (Shemot/Éxodo 30:36; 31:7; 39:32,40; 40:2-35; Vayikrá/Levítico 17:4; Bemidbar/Números 3:7-38; 4:25,31; 1Crónicas 6:32), y posteriormente el Templo. Sin ellos, no hay ningún elemento que justifique su reunificación. Por este motivo, la Casa de Israel y la de Judá permanecerán separadas mientras no haya un nuevo tabernáculo, un nuevo Templo, y sabemos por la Palabra Profética que será el Mesías quien cumplirá esta misión:
Ezequiel 37:15 Y fue a mí palabra de YHVH, diciendo: 16 Tú, hijo del hombre, tómate ahora un palo, y escribe en él: A Judá, y a los hijos de Israel sus compañeros. Toma después otro palo, y escribe en él: A José, palo de Ephraim, y a toda la casa de Israel sus compañeros. 17 Júntalos luego el uno con el otro, para que sean en uno, y serán uno en tu mano. ... 21 Y les dirás: Así ha dicho el Señor YHVH: He aquí, yo tomo a los hijos de Israel de entre las gentes a las cuales fueron, y los juntaré de todas partes, y los traeré a su tierra: 22 Y los haré una nación en la tierra, en los montes de Israel; y un rey será a todos ellos por rey: y nunca más serán dos naciones, ni nunca más serán divididos en dos reinos: 24 Y mi siervo David será rey sobre ellos, y a todos ellos será un pastor: y andarán en mis derechos, y mis ordenanzas guardarán, y las pondrán por obra. 26 ... y pondré Mi santuario entre ellos para siempre. 27 Y estará en ellos Mi tabernáculo, y seré a ellos por Elohim, y ellos me serán por pueblo. 28 Y sabrán las gentes que yo YHVH santifico a Israel, estando Mi santuario entre ellos para siempre.
¿Cuándo volverán a ser un solo pueblo? Cuando el Eterno los reunirá, Él pondrá nuevamente Su tabernáculo entre ellos. Por lo tanto, todo intento de restauración de todo Israel antes de la venida del Mesías es un esfuerzo humano completamente infructuoso.
Sin embargo, hay agencias judías que se empeñan en buscar las Tribus Perdidas, porque existe la conciencia en Israel de que todo ese pueblo existe y está entre los gentiles.
Los judíos erran al querer convertir al judaísmo a las tribus que logren encontrar, porque no son judíos, sino israelitas. Además, la Profecía dice claramente que permanecerán separadas hasta que el Mesías las reúna.
El judaísmo surgió con posterioridad al exilio en Babilonia, a partir de Esdras y Nehemías, y es una realidad que tiene que ver exclusivamente con la Casa de Judá, por lo tanto ha sido totalmente desconocido para el antiguo Israel. De hecho, el escritor de Crónicas (Divrei HaYamim) no tiene en cuenta a los reyes de Israel porque ya no consideraba al Reino de Israel como parte de su pueblo, ni de su historia, sino sólo al Reino de Judá. Ésta particularidad del último libro del TaNaJ debería ser un indicio importante para entender que el actual Israel, es decir, el Pueblo Judío, no es todo Israel, sino sólo la descendencia de los que fueron exiliados en Babilonia por Nabucodonosor, y los que se agregaron a ellos a partir de entonces. El resto de Israel, que es la mayoría, sigue sin identificar, perdido entre los gentiles, y no son ni serán judíos, porque nunca lo fueron, son israelitas, pero no judíos. En el TaNaJ no se menciona el término “yehudi” (judío) sino sólo para aquellos que pertenecían a la Tribu de Judá, a excepción de Mordejai, el único que es llamado “judío” según el concepto de ese adjetivo que encontramos luego en el Nuevo Testamento, porque pertenece al periodo posterior al exilio.
Referencias documentales extra-bíblicas y rabínicas
El escrito pseudo-epigráfico 2Baruj, en 78:1 dice: “A las nueve tribus y media, que se encuentran más allá del Éufrates” – Este es un escrito del siglo I de la era corriente, el cual si bien no tiene valor como Escritura inspirada, desde el punto de vista histórico nos indica que en ese periodo existía una plena conciencia de que las tribus del Reino de Israel continuaban en el exilio y no se habían reunido con los judíos.
En el mismo periodo el eminente historiador judío Josefo –por cuanto pueda ser cuestionado en otros aspectos su autoridad como historiador no puede ser ofuscada– afirma lo siguiente: "Las diez tribus están más allá del Éufrates hasta hoy, y son una inmensa multitud que no puede ser estimada en número" (Antigüedades XI, V, 2).
Aunque en el ambiente rabínico moderno el tema de las Tribus Perdidas es voluntariamente ignorado o en algunos casos considerado sólo una leyenda, entre los sabios del judaísmo existía un total conocimiento de que es una realidad histórica, y el debate entre ellos consistía en opinar si volverían o no, pero no se cuestionaba su existencia. Por ejemplo, Rabbi Akiva dijo: “Las diez tribus no retornarán, así como está escrito: Fueron dispersados en otras tierras, hasta hoy; así como el día se va para no volver, también ellos se van y no regresarán”. Por su parte, Rabbi Eliezer dijo: “Así como el día se oscurece e ilumina, también las diez tribus que están en las tinieblas volverán a tener luz en el día por venir” (Maséjet Sanhedrín 110b – cf. Toseftá 13; Yalkut Sh'moni 1:960; Shabbat 147b; TB Vayyikrá Rabbah 9:7; TJ Sanhedrin 10:5; Bemidbar Rabbah 1:6; Eikhah Rabbah 2:9). Una tercera posición es expresada por Rabbi Shimón ben-Yehuda de Kfar Ako, que dijo: “Si las obras de ellos son como hasta hoy, no retornarán, pero si se arrepienten, sí volverán”.
La opinión de Rabbi Akiva parece ser una voz aislada, pues el resto de los Tannaim -y Amoraim-, o la mayoría de ellos, tenían esperanza en el regreso de las Tribus. Así por ejemplo Rabbi David ben-Zimra -Radbaz-, el citado Rabbi Shimón ben-Yehuda de Kfar Ako, en nombre de Rabbi Shimon, Rabbi Shmuel bar-Najmani, Rabbi Nissim Gaon ben-Yakov, Rabbi Avraham ben-Moshe ben-Maimon -hijo de Maimónides-, Rabbi Avraham ben-Yitzhak Av Beit-Din -Raavad II-, y otros.
Es claro que Rabbi Akiva no creía que las Tribus volverían alguna vez, sin embargo algunos comentaristas como Rabbi Shlomo Yitzhaki -Rashi- trataron de justificarlo, opinando que él se refería sólo a la generación que fue exiliada, pero no a sus descendientes – evidentemente esta explicación no tiene lugar, puesto que en tiempos de Akiva la generación que había sido deportada ya había pasado hacía siglos y sólo estaban presentes los descendientes, que es a quienes Akiva debía referirse. De todas maneras, lo que nos interesa en este momento es que también Rashi aceptaba la existencia de las Tribus Perdidas de Israel como una realidad histórica, y que todavía no habían regresado en su tiempo.
Rabbi Moshe ben-Maimon Abū Imran -Rambam-, más conocido como Maimónides, también estaba completamente seguro de la existencia de las Tribus Perdidas, y dijo: “En cuanto a las tribus de Israel, sepáis que se trata de una realidad y que esperamos su retorno. Están ocultos detrás de las montañas tenebrosas, el río Gozen y el río Sambatyón”. (Ciertamente estos lugares son legendarios, pero con ello se da a entender que han sido dispersas en países lejanos y no se puede saber con certeza dónde se encuentran, así como la “tierra de Artzereth”, citada en 4Esdras 13:44,45 “A través de aquella región hay un largo camino, un viaje de un año y medio; y ese país se llama Artzereth”).
Más coherente con las profecías es la posición de Rabbi Yehudah Loew ben-Betzale'el -Maharal de Praga-, que enseñó que nunca se encontrarán las Tribus por más que se las busque, porque el exilio de las mismas es un decreto divino que no será terminado hasta la Era Mesiánica. Aún conociendo dónde estén, hay condiciones para su reunificación, y ha sido decretado por Elohim que ésta no ocurrirá hasta el tiempo de la redención final. En otras palabras, él afirma que es por decreto divino que los judíos no puedan encontrar a las Tribus Perdidas.
También Rabbi Meir Leibush ben-Yehiel Mijal -Malbim- afirma lo siguiente: “En el fin de los días se reunirán las diez tribus perdidas y dispersas bajo la bandera de Yosef, porque el Mesías Ben-Yosef reunirá a los dispersos”.
El aventurero judío Benjamín de Tudela también reconocía la existencia de las Tribus Perdidas, algunas de las cuales él ubicó en la India (Séfer Masaot -Libro de Viajes- de Benjamín de Tudela).
El mucho más reciente Israel Joseph Benjamin, llamado “Benjamin II” en honor al anterior, también fue movido a viajar en búsqueda de las Tribus Perdidas, de cuya realidad estaba absolutamente convencido.
También habló de ellas Hasdai Abū Yusuf ben-Yitzhak ben-Ezra ibn-Shaprut, científico y estadista.
Hay muchos otros testimonios rabínicos y de historiadores que confirman la existencia de una gran parte del pueblo de Israel, las “Tribus Perdidas”, que está dispersa entre las naciones y que corresponde a los deportados del Reino de Israel, o lo que en el TaNaJ es llamada la Casa de Israel.
Las interpretaciones llenas de fantasía que muchos de los sabios judíos han dado acerca del paradero de estas Tribus, como el río Sambatyon y otras descripciones irreales, han desvirtuado el carácter histórico de este exilio de Israel hasta el punto de haberlo transformado en un mito. Sin embargo, aún en la actualidad hay quienes toman seriamente este asunto, como Rabbi Eliyahu Avichail de Jerusalem, fundador de Amishav, agencia que se dedica a la búsqueda de las Tribus, con algún tímido éxito en India, o el Dr. Avigdor Shachan, historiador e investigador.
Error de interpretación e intereses en conflicto
Como hemos anticipado, el error de los judíos que en la actualidad se esfuerzan por encontrar a sus hermanos israelitas de las Tribus Perdidas es que interpretan que deben “retornar al judaísmo”, al cual nunca pertenecieron. En el lenguaje actual, el concepto del judaísmo rabínico ha condicionado la historia a un revisionismo de carácter religioso, y llama “judíos” a los patriarcas y profetas: por ejemplo, Avraham, Yitzhak, Yakov, Moshe, Yehoshua ben-Nun, Shmuel, Eliyahu, Elisha, etc. no eran judíos. No existía el judaísmo en aquellos tiempos, ni lo que ellos practicaron se asemejaba al judaísmo post-exílico, y mucho menos al judaísmo actual. Las Escrituras son bien claras al respecto.
Sin embargo, muchos usan términos impropios como "tribus judías", lo cual es un anacronismo similar a llamarles franceses a los galos, tunecinos a los cartagineses o españoles a los tartesios. Las Tribus son israelitas, no judías. Como la misma lengua hebrea lo indica, “yehudi”, perteneciente a la Tribu de Yehudah, uno de los doce hijos de Yakov, y posteriormente, a los habitantes del Reino de Judá. Los demás descendientes de Yakov son israelitas y no judíos.
En este sentido, tanto los rabinos mencionados arriba como otros de nuestros tiempos que también se han interesado en la restauración de las Tribus Perdidas de Israel, requieren que aquellos que sean reconocidos como descendientes del antiguo Israel realicen su proceso de conversión al judaísmo. Así lo expresaron, por ejemplo, Rabbi Shimon Zvi Horowicz, Rabbi Kuk, Rabbi David Chelouche Shelita, Rabbi Mordejai Eliyahu Shelita, etc. y así lo exigen actualmente las agencias dedicadas a la búsqueda de las Tribus Perdidas.
El actual desinterés por parte de la mayoría de los judíos, o incluso la aserción de que todas las Tribus de Israel regresaron (afirmación que denota gran ignorancia de las Escrituras y de la historia por parte de quien la sostenga) responde al hecho de que el judaísmo no tiene una respuesta coherente hacia este problema.
La simiente prometida a Avraham, Yitzhak y Yakov es numerosa como las estrellas del cielo y como la arena del mar, y el Eterno cumple su promesa. También está escrito que Él reunirá de nuevo a Israel, cuando establezca Su tabernáculo en medio de ellos. Y conocemos por las Escrituras que la desobediencia trajo al pueblo la destrucción del Templo, y sólo se lo pudo reconstruir cuando hubo “teshuvah”, arrepentimiento. El Pueblo Judío actualmente todavía está sin Templo, y no es numeroso como la promesa hecha a los patriarcas, sino que se ha cumplido la Palabra dicha en Devarim/Deuteronomio 28:15,62 “Y será, si no oyeres la voz de YHVH tu Elohim, para cuidar de poner por obra todos sus mandamientos y sus estatutos, quedaréis en poca gente, en lugar de haber sido como las estrellas del cielo en multitud; por cuanto no obedeciste a la voz de YHVH tu Elohim”. Lamentablemente, todos los males descriptos en ese capítulo se han cumplido, porque si bien conservaron la Torah con celo, siguen mandamientos de hombres, la supuesta “Torah Oral” que consiste en gran parte en interpretaciones rabínicas y en rituales que el Eterno no ordenó. Por otra parte, aún cuando se reconozca la identidad de las Tribus Perdidas, que son un gran número de personas, es impensable que estarán dispuestas a convertirse al judaísmo, por mucho que se identifiquen con Israel, con el Pueblo Judío como sus hermanos y con el Estado de Israel como su nación. Por esta misma razón, será el Mesías que logrará unir a ambos pueblos, no el esfuerzo humano.