Profetas y Profetisas
En las Escrituras hay tres palabras hebreas distintas que se traducen como profeta: navi, ro’eh y jozeh. Aunque todas ellas tienen femenino –neviah, ro’ah y jazah–, en las Escrituras el único título que encontramos para mujeres profetisas es neviah.
Mientras navi es el profeta propiamente dicho, los otros dos términos se traducen a veces también –y más apropiadamente– como “vidente”. En algunos casos se aplican dos de estos títulos a una misma persona, aún así, profeta y vidente son diferentes. A pesar del concepto más difundido entre los gentiles, un profeta no es una persona que predice, sino que predica. El profeta amonesta, pronuncia bendición o maldición, y puede o no hacer prodigios y milagros, así como puede o no predecir advenimientos futuros. El vidente por su parte, es quien tiene revelaciones generalmente a través de visiones y sueños, pero no es un predicador como lo es el profeta.
El pasaje bíblico donde encontramos estos tres términos juntos es:
1Crónicas 29:29 “Y los hechos del rey David, primeros y postreros, están escritos en el libro de las crónicas de Samuel vidente [ro’eh], y en las crónicas de Nathán el profeta [navi], y en las crónicas de Gad vidente [jozeh]”.
Definamos brevemente el significado de cada una de estas palabras:
• Navi: literalmente, profeta. Del verbo navá, hablar o cantar con inspiración, el profeta bíblico es quien amonesta al pueblo, transmitiendo mensajes de parte de Elohim, con el fin principal de corregir, llamar al arrepentimiento, y anunciar las consecuencias de la desobediencia.
• Ro’eh: literalmente, vidente. Del verbo ra’ah, ver. (No confundir con “ro’eh”, que significa pastor, se transcribe igual pero en hebreo se escribe distinto – ro’eh vidente es ראה y ro’eh pastor es רעה). En sentido estricto, aquí el término “vidente” se presta a confusión, no se refiere a una persona que tiene visiones, sino que tiene visión, y a los fines prácticos, es similar al profeta, como en 1Samuel 9:9 indica que era el nombre con el cual se llamaba al principio a los profetas.
• Jozeh: literalmente, vidente. Del verbo jazah, ver con atención, contemplar, observar, mirar. Como los que observan las estrellas, es lo más parecido a lo que comúnmente definimos como vidente, una persona que ve acontecimientos futuros a través de sueños, visiones o estados de éxtasis.
El primer hombre llamado profeta –navi– en las Escrituras es Abraham (Génesis 20:7), y en este caso, no fue él quien haya anunciado algún mensaje, sino quien los recibió directamente del Altísimo. También se le llama profeta a Aarón (Éxodo 7:1), y aquí como quien transmite un mensaje de parte de alguien que a su vez habla en nombre de Elohim. Pero al primero que podemos considerar profeta en cuanto a su ministerio es Moisés – Deuteronomio 34:10-12 “Y nunca más se levantó profeta [navi] en Israel como Moisés, a quien haya conocido YHVH cara a cara; por todas las señales y prodigios que YHVH le mandó hacer en la tierra de Egipto, contra Faraón, contra todos sus siervos y contra toda su tierra, y por la mano poderosa y por todos los hechos grandiosos y terribles que Moisés realizó ante los ojos de todo Israel”. Moisés amonestaba al pueblo, y hacía prodigios para demostrar a los incrédulos como Faraón y los Egipcios quién es el verdadero Elohim.
Quienes son llamados tanto profeta como vidente son Samuel y Gad, si bien en distinta manera en cuanto al término “vidente”.
Samuel es profeta –navi–, 1Samuel 3:20 “Y conoció todo Israel desde Dan hasta Beer-Shebah, que Samuel era fiel profeta [navi] de YHVH”,
y vidente –ro’eh–, 1Samuel 9:19 “Y Samuel respondió a Saúl, y dijo: Yo soy el vidente [ro’eh]”;
Gad es profeta –navi– y vidente –jozeh–; 2Samuel 24:11 “Y por la mañana, cuando David se hubo levantado, fué palabra de YHVH a Gad profeta [navi], vidente [jozeh] de David”.
Ambos, Samuel y Gad, eran profetas –neviim– porque, como vemos en las Escrituras, no sólo tenían visiones sino que también amonestaban al rey y al pueblo, y probablemente su ministerio original fue el de videntes antes de ser profetas.
Con la división del Reino en Israel y Judá, vemos también una distinción entre los profetas –neviim– de una y otra Casa: sea unos que otros amonestaban al pueblo y anunciaban juicios por la desobediencia, pero mientras los profetas de Judá no hacían milagros, los de Israel sí, como Elías y Eliseo. Tampoco los profetas de Israel tenían autoridad para profetizar en Judá, mientras los de Judá sí profetizaban en Israel. Entre los profetas cuyos libros están en las Escrituras, algunos de ellos también tenían visiones, especialmente Ezequiel y Zacarías, pero no es por esto que eran profetas, sino porque recibían “Palabra de YHVH, diciendo” y se dirigían al pueblo. Por ese motivo Daniel no está entre los profetas, al no cumplir con estas características: él recibía visiones y sueños, y revelación de sueños del rey, pero nunca transmitió palabra de YHVH para su pueblo en su generación, sino que su mensaje fue para tiempos sucesivos. Es similar a Yosef, que recibía sueños y revelaba los sueños al rey, pero no predicó a su pueblo, por lo tanto no era profeta. Ambos, Yosef y Daniel, eran “videntes” –jozeh–. Ambos fueron puestos como “jefe de los magos y adivinos” en reinos paganos, porque tenían visiones y revelaciones y anunciaban eventos futuros, pero en las Escrituras no se los llama profetas.
Sin embargo, Daniel era considerado profeta por la Comunidad de Qumran, según el rollo 4Q174 (4QFlorilegium) y también por Josefo.
Otro es el caso de Balaam, “el profeta gentil” –aunque era Hebreo de la descendencia de Avraham–, el cual si bien tenía revelación por parte del Eterno y anunció eventos que se cumplieron, en la Biblia no es llamado profeta ni vidente, y en el texto hebreo no se le aplica ninguno de los tres términos mencionados arriba, sino que es definido como adivino -qosem- (Josué 13:22), y por lo tanto es impropio definirlo profeta.
Según el judaísmo rabínico, el ministerio de profeta –navi– terminó poco después del regreso de los Judíos de Babilonia, aduciendo que el mismo consiste en predicar a todo el pueblo y para ello es necesario que la gran mayoría de los Israelitas –o de los Judíos– estén en su tierra, cosa que no se verificó y por lo tanto se daría por concluido el profetismo en tiempos de Esdras. Sin embargo, en el judaísmo del período del Segundo Templo no se tenía este concepto, como lo confirman los Manuscritos de Qumran y todos los demás documentos de la época, y los Judíos consideraban que había profetas activos en esos tiempos. La idea de que sea necesario que la mayoría de Israel esté en su tierra para que pueda haber profetas es una invención tardía, posterior al inicio de la Diáspora –cuando verdaderamente ya no hubo más profetas en el judaísmo– en cuanto el rabinismo se apartó notablemente de lo que había sido el judaísmo tradicional hasta la destrucción de Jerusalem en el año 70 EC (ver: “Literatura Judaica del Período del Segundo Templo”).
El judaísmo rabínico también establece, arbitrariamente, el número de profetas varones en 48, algunos de los cuales no son definidos tales en las Escrituras. No nos ocuparemos aquí en presentar las objeciones sobre los pocos que bíblicamente no satisfacen todos los requisitos para ser considerados profetas – tampoco hay una total unanimidad entre los rabinos sobre la cualidad profética de algunos de ellos.
En cuanto a las profetisas, sin embargo, no hay fundamento para la inclusión de algunas y la exclusión de otras en el número, también arbitrario, de siete. Veremos entonces cuáles de ellas no cumplen con los requerimientos y quién debería estar entre las calificadas aún no siendo llamada explícitamente profetisa.
Profetisas
Aquellas que el judaísmo rabínico ha designado son: Sarah, Miryam, Deborah, Annah, Abigail, Hulda y Esther. Sólo tres de ellas indudablemente lo son, porque así son llamadas en las Escrituras:
Éxodo 15:20 Y Miryam la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas.
Jueces 4:4 Y gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Deborah, profetisa, mujer de Lapidoth.
2Reyes 22:14 Entonces fué Hilcías el sacerdote, y Ahicam y Achbor y Shaphán y Asaía, a Hulda profetisa, mujer de Sallum hijo de Ticvah hijo de Jarjas, guarda de las vestiduras, la cual moraba en Jerusalem en la segunda parte de la ciudad, y hablaron con ella.
En el TaNaJ sólo se les llama explícitamente profetisas a cinco mujeres: aparte de Miryam, Deborah y Hulda, ya citadas, también a Noadía (Nehemías 6:14) y a la mujer de Isaías (Isaías 8:3) – ésta última probablemente con el significado de “mujer de profeta” más bien que profetisa propiamente dicha. Noadía no es contada por ser una falsa profetisa, por lo cual sólo las tres primeras, que también están entre las siete, lo son seguramente. Consideremos las otras cuatro:
Sarah:El argumento rabínico para designarla como tal se fundamenta en el siguiente pasaje:
Génesis 21:10 Por tanto dijo a Abraham: Echa a esta sierva y a su hijo; que el hijo de esta sierva no ha de heredar con mi hijo, con Isaac. 11 Este dicho pareció grave en gran manera a Abraham a causa de su hijo. 12 Entonces dijo Elohim a Abraham: No te parezca grave a causa del muchacho y de tu sierva; en todo lo que te dijere Sara, oye su voz, porque en Isaac te será llamada descendencia.
Este fundamento es muy débil. La decisión de Sara de expulsar a Hagar e Ismael no se debe a una capacidad profética, sino evidentemente a celos de madre, si bien Elohim usó estos celos como instrumento para llevar a cumplimiento Su propósito. Por otra parte, Elohim ya había previamente anunciado que sería Isaac el heredero de la promesa, y en esta ocasión Sara dudó, lo que demuestra que no tenía discernimiento profético:
Génesis 18:9 Y le dijeron: ¿Dónde está Sara tu mujer? Y él respondió: Aquí en la tienda. 10 Entonces dijo: De cierto volveré a ti según el tiempo de la vida, y he aquí, tendrá un hijo Sara tu mujer. Y Sara escuchaba a la puerta de la tienda, que estaba detrás de él. 12 Rióse, pues, Sara entre sí, diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo? 13 Entonces YHVH dijo a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara diciendo: Será cierto que he de parir siendo ya vieja? 14 ¿Hay para Elohim alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, según el tiempo de la vida, y Sara tendrá un hijo. 15 Entonces Sara negó diciendo: No me reí; porque tuve miedo. Y él dijo: No es así, sino que te has reído.
En una situación anterior, Sara dio una sugerencia a Avraham, sugerencia que fue totalmente inconveniente, y esto por faltarle la fé necesaria para creer en las promesas de Elohim:
Génesis 16:2 Dijo, pues, Sarai a Abram: Ya ves que YHVH me ha hecho estéril: ruégote que entres a mi sierva; quizá tendré hijos de ella. Y atendió Abram al dicho de Sarai. 3 Y Sarai, mujer de Abram, tomó a Hagar su sierva egipcia, al cabo de diez años que había habitado Abram en la tierra de Canaán, y dióla a Abram su marido por mujer.
Sara no tenía discernimiento profético, no creyó firmemente en la promesa. Sara era, ante todo, madre, y de haber sido profetisa habría entendido cuál era el propósito de Avraham cuando partió con su hijo Yitzhak para sacrificarlo, y seguramente se lo habría impedido. En el relato bíblico ella está al margen de toda esta situación, de lo que podemos inferir que ella no sabía de la prueba que Elohim había impuesto a Avraham. De hecho, no sabemos si Sarah volvió a ver a su hijo, ya que Yitzhak no regresó con su padre sino que se fue a habitar donde vivía Hagar, madre de su hermano Ismael, y no volvió a Hevron sino hasta después de la muerte de Sarah (ver “Aqedat Yitzhak”).
Por lo tanto, podemos conocer según las evidencias escriturales que Sara no era profetisa. Sólo podría atribuírsele este título como mujer de profeta, pues Avraham sí lo era (Génesis 20:7), en el mismo sentido en que probablemente Isaías llama profetisa a su mujer (Isaías 8:3), pero en este caso también lo serían todas las mujeres de todos los profetas, y son obviamente más de siete.
Annah:Aunque el hecho de predecir eventos no constituye una característica fundamental para ser considerado profeta o profetisa, sino otras cualidades que ya hemos definido, en el judaísmo rabínico Anna está entre las siete profetisas porque ella declaró que su hijo Samuel sería dedicado al Eterno y así fue:
1Samuel 1:27 Por este niño oraba, y YHVH me dió lo que le pedí. 28 Yo pues le vuelvo también a YHVH: todos los días que viviere, será de YHVH. Y adoró allí a YHVH.
Esta mujer se expresa como madre, en agradecimiento al Eterno por haberle concedido un hijo, y como madre desea que ese hijo sea dedicado al servicio del Eterno. Más que una profecía es un deseo natural.
Además de ella, en la lista rabínica de los profetas están su marido Elqanah, del cual las Escrituras no dan indicio alguno de que haya sido profeta, y el kohen Eli, que no sabía discernir la angustia de Anna y pensaba que estaba borracha. Elohim anunció un juicio sobre toda la casa de Eli por indisciplina – no hay razón para que este hombre, quizás el único justo de su familia, sea considerado profeta.
En cuanto a Annah, una buena mujer, que verdaderamente servía a Elohim y nada hay que ponga en tela de juicio su conducta, asimismo no hay fundamento suficiente para incluirla entre las profetisas.
Abigail:Sin duda fue una mujer inteligente y también bella, pues a David no es que le gustaba cualquiera. Más allá de esto, ha sido clasificada en la literatura rabínica como una de las cuatro mujeres más hermosas de la historia (Meghiláh 15a) – sin ningún fundamento, obviamente, ya que nadie puede juzgar semejante cosa, ni siquiera definir quién fue la más bella en su generación, puesto que este concepto es de por sí relativo. Varias otras cosas se le atribuyen en la fantasía de los comentaristas que no es el caso de presentar aquí. La cualidad de profetisa le es concedida porque en su discurso –el más largo dicho por una mujer en el TaNaJ después del cántico de Deborah– predice la gloria de David como futuro rey de Israel y lo amonesta a no derramar sangre en vano:
1Samuel 25:28 «YHVH de cierto hará casa firme a mi señor, por cuanto mi señor hace las guerras de YHVH, y mal no se ha hallado en ti en tus días. 29 Bien que alguien se haya levantado a perseguirte y atentar a tu vida, con todo, el alma de mi señor será ligada en el haz de los que viven con YHVH Elohim tuyo, y él arrojará el alma de tus enemigos como de en medio de la palma de una honda. 30 Y acontecerá que cuando YHVH hiciere con mi señor conforme a todo el bien que ha hablado de ti, y te mandare que seas príncipe sobre Israel, 31 Entonces, señor mío, no te será esto en tropiezo y turbación de corazón, el que hayas derramado sangre sin causa, o que mi señor se haya vengado por sí mismo. Guárdese pues mi señor, y cuando YHVH hiciere bien a mi señor, acuérdate de tu sierva».
Aparte que en las Escrituras no es llamada profetisa, que David habría llegado a ser rey de Israel era de público dominio a pesar de que en ese momento era un fugitivo, y quienquiera que creyese a las palabras del Profeta Samuel no podía dudar de que esto sería cumplido por designio del Eterno. El profeta era Samuel.
Más que una profetisa vemos en Abigail una mujer admirable y muy inteligente, que sabe usar la astucia femenina para lograr un propósito. Las lisonjas de una bella mujer hacen desistir al mejor de los guerreros de llevar a cabo su intención de exterminar una multitud, y para eso no es necesario ser profetisa. Por otra parte, es inexplicable por qué una mujer tan sagaz y con visión profética se habría casado con un necio como Nabal.
Esther:Que Esther haya sido considerada profetisa es un delirio. Por una parte, los rabinos establecen reglas estrictas para definir quién es profeta, y por otra ellos mismos desacreditan esas reglas: un profeta o profetisa debe ser un portavoz de Elohim que habla a su pueblo de parte del Altísimo, debe ser un modelo de santidad y de comunión con el Eterno y fijar los parámetros de conducta para la entera comunidad, de la cual debe ser ejemplo. Para llegar a ser profeta o profetisa, una persona debe alcanzar una perfección espiritual y ética a través de un desarrollo en el conocimiento y en la devoción en el cumplimiento de la Torah. Ninguna de estas cosas es aplicable a Esther. Por el contrario, el Talmud le atribuye actos de inmoralidad totalmente obscenos, tales como el adulterio (al que de alguna manera el mismo Talmud trata de justificar o desmentir) y otras contradicciones. Dejando de lado la dificultad en probar la historicidad misma de Esther, veamos cuáles son sus características:
Esther no muestra alguna cualidad que la identifique como observante de la Torah. De hecho, su comportamiento es más bien contrario: casamiento con un gentil, no hay objeciones a participar en banquetes con gentiles, ni se mencionan oraciones dirigidas a Elohim. Esther oculta su identidad judía a su propio marido y a toda la corte. Sólo cuando ella lo declara en el momento crucial se conoce su origen – lo que demuestra claramente que no llevaba una vida que la distinguiera de los gentiles. Esther sólo actúa bajo la dirección de Mordejai, y él la incita a exponerse para salvar al pueblo, mientras una profetisa actuaría por la dirección de Elohim y no por consejo humano.
Esther, lejos de ser profetisa, es la antítesis de una profetisa. No fue un modelo de santidad, ni de comunión con el Eterno, ni fijó los parámetros de conducta para la congregación, casándose con un gentil y viviendo como tal.
También Mordejai está en la lista de los 48 profetas del judaísmo rabínico, sin alguna razón válida: él tampoco se demuestra observante de la Torah, sino más bien es el modelo del judío secular que no ha cumplido con su deber de realizar aliyah siendo que había ya sido emanado el edicto que permitía regresar a Jerusalem, ni se lo menciona transmitiendo algún mensaje recibido directamente de parte del Eterno.
Definitivamente, ni Esther ni Mordejai han sido profetas.
Hasta aquí la breve reflexión acerca de las siete profetisas del judaísmo rabínico, de las cuales sólo tres son avaladas por las Escrituras –Miryam, Deborah y Hulda–, y de las cuatro restantes dos son de excluir absolutamente –Sarah y Esther– mientras de las otras dos –Annah y Abigail– no hay pruebas suficientes para que puedan ser reconocidas como tales. Esto no significa que no haya más mujeres que, sin ser llamadas explícitamente profetisas, lo hayan sido. Una de ellas, que cumple con los requerimientos bíblicos, es Rivkah.
Rivkah, Profetisa¿Existe fundamento escritural suficiente para considerar que Rivkah haya sido profetisa? Seguramente más que cualquier otra mujer de la Biblia, aparte de las ya designadas explícitamente. Veamos por qué:
Génesis 25:22 Y los hijos se combatían dentro de ella; y dijo: Si es así ¿para qué vivo yo? Y fue a consultar a YHVH. 23 Y respondióle YHVH: Dos gentes hay en tu seno, y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas: Y el un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, y el mayor servirá al menor.
Rivkah es la primera persona de la cual leemos que fue a consultar al Eterno. Antes de ella, ni hombre ni mujer fue de propia iniciativa a preguntar a Elohim acerca de un asunto – Avraham lo hizo, pero sólo después que Elohim le habló a él, estando todavía en Su presencia (Génesis 18:22-33). El verbo usado aquí es darash –hebreo moderno ledaresh–, que se encuentra por primera vez en las Escrituras en este pasaje, y tiene el significado de inquirir, pedir consejo o revelación a Elohim, ya sea por parte del pueblo o de una persona a través de un profeta, o del profeta mismo directamente a Elohim (cf. Éxodo 18:15; 1Reyes 14:5; 22:8; 2Reyes 22:18; Ezequiel 14:7; 20:1; 1Crónicas 21:30; 2Crónicas 26:5) o en el caso de los paganos, consultar un oráculo. En otros pasajes, el mismo verbo se emplea para la expresión “buscar al Eterno” (2Crónicas 19:3; 22:9; 31:21).
Entre las interpretaciones rabínicas están aquellas que disminuyen este acto de consultar a Elohim aduciendo sin fundamento alguno que Rivkah lo hizo a través de los profetas –aún cuando el mayor de ellos sería el mismo Yitzhak– o de la presunta yeshivah de Shem y Heber. Es obvio que estas afirmaciones son producto de la fantasía, puesto que en ese tiempo no existía ninguna yeshivah, ni escuela judaica, en cuanto tampoco existía el judaísmo – que surgió muchos siglos después, con la construcción del Segundo Templo. Hablar de judaísmo o yeshivot antes de ese período es puro anacronismo.
Rivkah consultó personalmente a Elohim, como nos lo dicen con claridad las Escrituras. Ella entendió que lo que estaba sucediendo en su vientre era un presagio de una lucha mucho más transcendente que una simple rivalidad entre hermanos, y no dudó en dirigirse al Eterno y consultarle directamente, cosa que sólo podía hacer un profeta. Y Elohim le respondió.Génesis 25:28 Y amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza; mas Rebeca amaba a Jacob.
Yitzhak, considerado profeta por el judaísmo, no llegaba a tener el discernimiento de su mujer en cuanto a cuál de los dos hijos sería el elegido, y tenía preferencia por Esaú. Rivkah había recibido la revelación: “el mayor servirá al menor”, y ella inclinó su favor hacia aquél que el Eterno había designado.
Génesis 27:1 Y aconteció que cuando hubo Isaac envejecido, y sus ojos se ofuscaron quedando sin vista, llamó á Esaú, su hijo el mayor, y díjole: «Mi hijo... 4 hazme un guisado, como yo gusto, y tráeme lo, y comeré: para que te bendiga mi alma antes que muera». 5 Y Rebeca estaba oyendo, cuando hablaba Isaac a Esaú su hijo... 6 Entonces Rebeca habló a Jacob su hijo, diciendo: 8 «Ahora pues, hijo mío, obedece a mi voz en lo que te mando; 9 Ve ahora al ganado, y tráeme de allí dos buenos cabritos de las cabras, y haré de ellos viandas para tu padre, como él gusta; 10 Y tú las llevarás a tu padre, y comerá, para que te bendiga antes de su muerte».
Estaba en los propósitos del Eterno que fuese Yakov quien recibiera la bendición, y no Esaú. Yitzhak no podía infringir la ley patriarcal y debía bendecir al primogénito. Sólo una intervención profética podía alterar ese orden establecido, y esa revelación había sido dada a Rivkah “dos pueblos serán divididos desde tus entrañas: y el mayor servirá al menor”. Ella tuvo que actuar con inteligencia para que se cumpliera la voluntad de Elohim y a su vez Yitzhak fuera libre de la culpa de quebrantar la ley, al haberlo hecho involuntariamente. Fue a través del entendimiento espiritual de Rivkah y su decisión que el curso de la historia de estos dos pueblos pudo ser dirigido según el anuncio profético.
Maestros de la interpretación rabínica, también en este caso, caen en contradicción. Entre ellos Rashi, diciendo que Esaú no era sincero y engañaba a su padre aparentando interesarse en cosas espirituales, y por eso Yitzhak lo amaba. ¿No era Yitzhak profeta? ¿Cómo podía entonces ser engañado durante tantos años, y no entender? ¿Por qué solamente Rivkah había recibido la revelación en cuanto a sus dos hijos? Porque era ella la profetisa, y es a ella a quien Elohim reveló estas cosas.
La cualidad profética de Rivkah se manifiesta en todos los momentos en que ella participa: desde su aparición en escena, cuando el siervo de Avraham va a buscar mujer para Yitzhak, ella corresponde con la señal qué él había demandado (Génesis 24:14-21). Luego, siendo ella una hija dentro de una sociedad patriarcal donde todas las decisiones eran tomadas por el padre y los hermanos varones, ellos le preguntan a ella y es ella quien decide de aceptar de ir a Canaán y casarse con Yitzhak (Génesis 24:57-58). Seguramente su capacidad de conocimiento debía ser reconocida por su familia, para que ellos dejaran la última palabra a ella, una mujer joven bajo autoridad de padre y hermano. Ella recibe la bendición que corresponde a un patriarca: “Y bendijeron a Rebeca, y dijéronle: «Nuestra hermana eres; seas en millares de millares, y tu generación posea la puerta de sus enemigos»” (Génesis 24:60). Rivkah es una de las pocas mujeres presentadas en las Escrituras como importante por sí misma y no en virtud de quien haya sido su esposo.
Rivkah supo decidir, pues el marido que ella aceptó fue el único de los patriarcas que sólo tuvo a ella como esposa, y no tuvo concubinas. Y fue ella quien decidió sabiamente para que Yakov siguiera el camino correcto:Génesis 27:43 «Ahora pues, hijo mío, obedece a mi voz; levántate, y húyete a Labán mi hermano, a Harán. 44 Y mora con él algunos días, hasta que el enojo de tu hermano se mitigue; 45 Hasta que se aplaque la ira de tu hermano contra ti, y se olvide de lo que le has hecho: yo enviaré entonces, y te traeré de allá: ¿por qué seré privada de vosotros ambos en un día?»
Y así luego convenció a Yitzhak para que enviara a Yakov a la casa de Najor a buscar mujer de su propia familia.
A diferencia de Sarah, que tomó decisiones apresuradas y le faltó convicción de la palabra profética que se le había dado, Rivkah siempre se mostró firme y sus decisiones fueron fundamentales para que se cumpliera el propósito del Eterno. Rivkah tuvo que aceptar una separación entre sus propios hijos, y favorecer la elección de Elohim sin reclamar a su marido y evitando que entre ellos se dañaran, sólo actuando con sabiduría. Es ella entre las mujeres de los patriarcas quien tuvo la visión más completa del plan de Elohim.
En conclusión, según las Escrituras podemos identificar a cuatro profetisas: Rivkah, Miryam, Deborah y Hulda. Seguramente hubo más, pero en base al testimonio del TaNaJ, son ellas las que conocemos por nombre.
Profetas
En cuanto a los profetas varones, distinguiremos a continuación todos aquellos nombrados en el TaNaJ como navi, ro’eh o jozeh, en orden cronológico. Otro título por el cual son llamados los profetas es: “varón de Elohim” (ish haElohim), que incluiremos. Hay profetas cuyos nombres no son revelados, y por lo tanto en la lista figuran como “Profeta de Israel”, “Profeta de Judá” o “Varón de Elohim”, cuando este último título se le aplica.
Profeta
Navi
Ro’eh
Jozeh
Ish haElohim
Avraham
Génesis 20:7
Aharon
Éxodo 7:1
Moisés
Deuteronomio 34:10
Deuteronomio 33:1
Profeta de Israel
Jueces 6:8
Varón de Elohim
1Samuel 2:27
Samuel
1Samuel 3:20
1Samuel 9:19
1Samuel 9:7
Gad
1Samuel 22:5
2Samuel 24:11
Nathan
2Samuel 7:2
David
2Crónicas 8:14
Tzadok
2Samuel 15:27
Asaf
2Crónicas 29:30
Hemán
1Crónicas 25:5
Yeduthun
2Crónicas 35:15
Ahiyah
1Reyes 11:29
Profeta de Judá
1Reyes 13:1,18
1Reyes 13:1
Profeta de Israel
1Reyes 13:11,18
Shemayah
2Crónicas 12:5
1Reyes 12:22
Iddo
2Crónicas 13:22
2Crónicas 9:29
Azaryah ben-Oded
2Crónicas 15:1,8
Hanani
2Crónicas 16:7
Yehu ben-Hanani
1Reyes 16:7
2Crónicas 19:2
Yahaziel ben-Zejariah
2Crónicas 20:14 *
Eliezer ben-Dodavah
2Crónicas 20:37 *
Elías
1Reyes 18:22
1Reyes 17:18
Eliseo
1Reyes 19:16
2Reyes 4:7
Profeta de Israel
1Reyes 20:13
Miqueas ben-Imlah
1Reyes 22:7-8
Jonás
2Reyes 14:25
Profeta de Judá
2Crónicas 25:15
2Crónicas 25:7
Joel
Joel 1:1 *
Amós
Amós 7:12
Oseas
Oseas 1:1 *
Isaías
2Reyes 19:2
Miqueas
Miqueas 1:1 *
Oded
2Crónicas 28:9
Uriah ben-Shemayah
Jeremías 26:20 *
Jeremías
2Crónicas 36:12
Hanán
Jeremías 35:4
Sofonías
Sofonías 1:1 *
Nahum
Nahum 1:1 *
Habacuc
Habacuc 1:1
Ezequiel
Ezequiel 2:4-5
Abdías
Abdías 1:1 *
Haggeo
Esdras 5:1
Zacarías
Esdras 5:1
Malaquías
Malaquías 1:1 *
En los casos señalados con asterisco no está escrito en manera específica el sustantivo que define a cada uno (navi, ro’eh, jozeh o ish haElohim), sino a través de otras expresiones, a saber:
* En la columna correspondiente a navi, aquellos varones de quienes se dice que “profetizaron” –navá–, o que descendió sobre ellos el Espíritu de YHVH, sin que se mencione específicamente el término “profeta” –navi–.
* En la columna correspondiente a jozeh, aquellos profetas cuyos libros se definen como “visión” –jazon–, lo que califica al escritor dentro de esta categoría.
* En la columna correspondiente a ish haElohim, aquellos profetas cuyos libros inician diciendo “Palabra del Señor” –davar YHVH–, con la cual se califica a quien la transmite como un varón de Elohim.
De todas maneras, los Profetas escritores son también considerados “Neviim”, en cuanto sus mensajes son de amonestación y predicación al pueblo.
Estos son todos los profetas mencionados en el TaNaJ, 46 varones – más las cuatro profetisas de quienes ya hemos hablado, son 50 en total según las Escrituras Hebreas.