El Anticristo

 

Este tema es siempre muy actual en los ambientes cristianos, principalmente evangélicos, y uno de los que más especulación suscitan, no sólo en lo que se refiere al personaje en sí como es concebido en el imaginario colectivo, sino también en cuanto a su presunta identidad. El “Anticristo” de la escatología cristiana (o más bien mitología cristiana) es frecuentemente asociado al obispo romano o a líderes políticos generalmente europeos. Aquí veremos qué dicen las Escrituras, y sólo las Escrituras, acerca del anticristo.

Veamos en primer lugar todos los textos bíblicos en los que encontramos el término “anticristo”:

1Juan 2:18 Hijitos, es la última hora, y así como oísteis que anticristo* viene, también ahora han surgido muchos anticristos; por eso sabemos que es la última hora.
2:19 Salieron de nosotros, pero en realidad no eran de nosotros, porque si hubieran sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros.

* Reina-Valera y la Biblia de las Américas traducen: “así como oísteis que [el] anticristo viene”, pero en griego está sin artículo, por lo cual lo escribimos entre corchetes.

1Juan 2:22
¿Quién es mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este tal es anticristo, que niega al Padre y al Hijo. (RV)
¿Quién es [el] mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es [el] anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. (LBLA)

1Juan 4:2 En esto conoced el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios;
4:3 y todo espíritu que no confiesa que Jesús ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, del cual vosotros habéis oído que ha de venir, y que ahora ya está en el mundo.

2Juan 1:7 Pues muchos engañadores han salido al mundo que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Ese es [el] engañador y [el] anticristo.

Éstos son todos los pasajes bíblicos que mencionan al anticristo. No hay ninguno más. Examinemos qué es lo que dicen acerca del mismo.
• Son muchos, no uno;
• Salieron de entre los creyentes en Yeshua como Mesías, no vienen de afuera;
• Niegan al Padre y al Hijo;
• Niegan que Yeshua haya venido en carne, es decir, como hombre – éste es el punto principal que define al anticristo, la negación de la naturaleza humana de Yeshua.

Otro detalle interesante es que el apóstol dice que ya en su tiempo era “la última hora”, porque el anticristo (o los anticristos) ya se había(n) manifestado. Por lo tanto, vemos claramente que no se trata de un personaje futuro, que aparecerá “en los últimos tiempos”, porque según Yohanan (Juan), esos últimos tiempos ya habían comenzado y eran los que él mismo estaba viviendo. También Hebreos 1:2 dice “en estos últimos días nos ha hablado por su Hijo”, así como 1Pedro 1:20 dice: “se ha manifestado en estos últimos tiempos”. Es en este mismo sentido que Yohanan usa este término, y no se refiere a tiempos futuros.

Es evidente que este anticristo (o estos anticristos) ni establece(n) un reino mundial ni persigue(n) a nadie. La definición es clara e inequívoca: "el anticristo" es cualquiera que niegue que Yeshua ha venido en cuerpo humano. En los tiempos apostólicos habían surgido dentro de la comunidad cristiana gentil, influenciados por la filosofía platónica, aquellos que predicaban el docetismo, principalmente los gnósticos. Estos afirmaban que Yeshua sólo parecía ser humano, sólo fingía tener las mismas necesidades físicas de un hombre natural y sólo tenía apariencia humana, pero era un ser totalmente espiritual. A estos alude 1Juan, los cuales no negaban que Yeshua era Dios –todo lo contrario, afirmaban que era puramente divino– sino negaban que era realmente humano.

También existía una tradición pagana sobre la aparición de un antagonista – probablemente a través de la influencia del mazdeísmo en el cristianismo, que propone un rival de Dios, un “principio del mal”, o sea, enalteciendo de alguna manera la figura de Satanás, el cual no es ni puede ser rival de YHVH Elohim, sino que es rival de Adam, del ser humano – y en base a dicha tradición algunos especulaban ya en aquellos tiempos que debía venir un “anti-mesías”. Quizás el apóstol no se refiere a esta creencia, pero en todo caso, si así fuera, les explica a sus lectores que “así como oísteis que anticristo viene, también ahora han surgido muchos anticristos” (la ausencia del artículo indica que no se trata de un personaje en particular, sino de varios que comparten las mismas características), ese antagonista escatológico que esperaban ya se había manifestado, pero no en la forma que ellos lo imaginaban –y lo asombroso es que todavía los cristianos lo siguen esperando de la misma forma que aquellos!–, y les advierte que en lugar de perder tiempo en especulaciones apocalípticas, tengan en cuenta la realidad que los rodeaba, estando el “anticristo” ya presente entre ellos y sin embargo no lo advertían.
En definitiva, el “anticristo” no es un líder mundial, ni un político, ni siquiera un líder religioso, sino que es simplemente todo aquél que niegue la humanidad de Yeshua. En pocas palabras, el anticristo es un anti-encarnación del Mesías, nada más. En este mismo sentido entendían el término los primeros escritores sucesivos al Nuevo Testamento, los llamados padres apostólicos y los apologistas, y nunca en referencia a otro concepto.


¿Hay referencias indirectas al “anticristo” en otros pasajes bíblicos?

Visto que el término “anticristo” no se encuentra en ninguna otra parte de la Biblia fuera de de los pasajes ya citados de 1 y 2 Juan, y que en estas no hay ningún indicio de la figura escatológica/mitológica concebida en el cristianismo, los teólogos argumentan que habría referencias indirectas en el Apocalipsis y en 2Tesalonicenses. Los dispensacionalistas y otros teólogos cristianos insisten en llamar “anticristo” a la bestia descripta en Apocalipsis 13 y al “inicuo” de 2Tesalonicenses 2. ¿Fundamentos para tales asociaciones? Ninguno. Veamos:

En primer lugar, observamos que tal título no es adecuado a ninguno de esos dos personajes: el único anticristo que presenta el Nuevo Testamento (o sea, aquél que niega la naturaleza humana de Yeshua) no establece un reino mundial ni persigue a la iglesia, mientras que ni la bestia ni el inicuo niegan la humanidad de Yeshua.

En Apocalipsis hay cuatro personajes maléficos que protagonizan la escatología: ellos son el dragón, la bestia, el falso profeta y la meretriz. Analicemos las características de estos cuatro, y consideremos si se puede aplicar a alguno de ellos el título de “anticristo”:

• el dragón:
Apocalipsis 12:9 Y fue arrojado el gran dragón, la serpiente antigua que se llama el diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero.
Éste produce una bestia que sube del mar:
• la bestia:
Apocalipsis 13:1 El dragón se paró sobre la arena del mar. Y vi que subía del mar una bestia que tenía diez cuernos y siete cabezas; en sus cuernos había diez diademas, y en sus cabezas había nombres blasfemos.
13:2 La bestia que vi era semejante a un leopardo, sus pies eran como los de un oso y su boca como la boca de un león. Y el dragón le dio su poder, su trono y gran autoridad.

Ésta recibe la autoridad del dragón (y es generalmente la que los teólogos identifican como “el Anticristo”, la encarnación de Satanás).
Luego el dragón produce una segunda bestia:
• la segunda bestia, el falso profeta:
Apocalipsis 13:11 Y vi otra bestia que subía de la tierra; tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero y hablaba como un dragón.
13:12 Ejerce toda la autoridad de la primera bestia en su presencia, y hace que la tierra y los que moran en ella adoren a la primera bestia.

Éste tiene como misión engañar y promover el culto a la primera bestia.
• la gran meretriz:
Apocalipsis 17:1 Y uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, vino y habló conmigo, diciendo: Ven; te mostraré el juicio de la gran ramera que está sentada sobre muchas aguas;
17:2 con ella los reyes de la tierra cometieron actos inmorales, y los moradores de la tierra fueron embriagados con el vino de su inmoralidad.
17:3 Y me llevó en el Espíritu a un desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata, llena de nombres blasfemos, y que tenía siete cabezas y diez cuernos.

Ésta está sentada sobre la primera bestia.

Ahora bien, siendo que el famoso “anticristo” de la teología cristiana es considerado como una persona, un gobernante mundial que se hace adorar como un dios, veamos si alguno de estos cuatro personajes del Apocalipsis coincide con esta descripción, y eventualmente, con el título de “anticristo”:

- No puede ser el dragón, porque éste es identificado como Satanás mismo, el diablo, la serpiente antigua (12:9).
- La primera bestia, con sus siete cabezas, que son siete montes y siete reyes, no es una persona, es un sistema, un reino o gobierno en el cual se suceden distintos reyes en el tiempo.
- La segunda bestia, que es el falso profeta, tiene algunas características del “Anticristo” de la escatología cristiana (hace milagros, engaña y oprime), pero él no se cree Dios ni se hace adorar como un dios, sino que promueve la adoración a la primera bestia (o sea, a un sistema, no a una persona).
- Por último, la ramera, que reina sobre el sistema constituido por la primera bestia, no puede ser el “Anticristo” porque es una ciudad (17:5,18).

Ninguno de estos cuatro niega la humanidad de Yeshua. Más bien, pueden negar su divinidad. En conclusión, el “Anticristo” como es concebido por la teología cristiana, no existe en el Libro de Apocalipsis.


En cuanto al “inicuo” de 2Tesalonicenses 2, este también es llamado “el Anticristo” por los teólogos cristianos. Leamos lo que dice Saulo de Tarso acerca de la identidad de este inicuo:

2Tesalonicenses 2:1 Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo y a nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos,
2:2 que no seáis sacudidos fácilmente en vuestro modo de pensar, ni os alarméis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera de nosotros, en el sentido de que el día del Señor ha llegado.
2:3 Que nadie os engañe en ninguna manera, porque no vendrá sin que primero venga la apostasía y sea revelado el hombre de pecado [ho anthrôpos tês anomias], el hijo de perdición [ho huios tês apôleias],
2:4 el cual se opone y se exalta sobre todo lo que se llama Dios o es objeto de culto, de manera que se sienta en el templo de Dios, presentándose como si fuera Dios.
2:5 ¿No os acordáis de que cuando yo estaba todavía con vosotros os decía esto?
2:6 Y vosotros sabéis lo que lo detiene por ahora, para ser revelado a su debido tiempo.
2:7 Porque el misterio de la iniquidad ya está en acción, sólo que aquel que por ahora lo detiene, lo hará hasta que él mismo sea quitado de en medio.
2:8 Y entonces será revelado ese inicuo [ho anomos], a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida [epifaneia tês parousias autou];
2:9 inicuo cuya venida [parousia] es conforme a la actividad de Satanás, con todo poder y señales y prodigios mentirosos,
2:10 y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, porque no recibieron el amor de la verdad para ser salvos.
2:11 Por esto Dios les enviará un poder engañoso, para que crean en la mentira,
2:12 a fin de que sean juzgados todos los que no creyeron en la verdad sino que se complacieron en la iniquidad.

Aquí el apóstol también exhorta, al igual que Yohanan en sus cartas, a que sus lectores no se alarmen por los acontecimientos del tiempo del fin, sino que les explica que la venida del Señor sólo ocurrirá DESPUÉS de la apostasía (de la iglesia) y DESPUÉS de la manifestación del “inicuo” – y ésta es una herida mortal para la teología dispensacionalista y pre-tribulacionista en general. En este caso, a diferencia de los anticristos de 1 y 2 Juan y de los cuatro personajes del Apocalipsis, se trata efectivamente de un hombre. ¿Cuáles son sus características?
En primer lugar, tiene tres títulos, pero ninguno de ellos es “anticristo”, sino:

1- el hombre de pecado - ho anthrôpos tês anomias
2- el hijo de perdición - ho huios tês apôleias
3- el inicuo - ho anomos, literalmente, "sin-Ley", es decir, “sin Torah”.

Este inicuo es en primer lugar enemigo de Elohim y de la Torah. En ninguna parte se nos dice que niegue la humanidad de Yeshua, o sea que no entra en la descripción que Yohanan hace del anticristo. Por el contrario, podría llamárselo más bien “antitheos”, pues a quien se opone no es al Mesías, sino a Elohim. Éste inicuo además pretende ocupar el lugar de Elohim (como Satanás) y “se sienta en el templo de Dios, presentándose como si fuera Dios” (2:4) – atención al verbo: “se sienta”, tiempo presente, no dice “se sentará”, en futuro. ¿Y dónde se sienta? “en el templo de Dios”. Aquí los teólogos cristianos inventan lo más absurdo de su mitología sobre el anticristo: que este supuesto “Anticristo” se sentará (en el futuro) en el Templo Judío en Jerusalem –que naturalmente debería ser reconstruido, y además de reconstruido, modificado, agregándole un trono o por lo menos una silla donde este pobre diablo pueda sentarse–. ¿Pero, cuál es el “templo de Dios” en todo el Nuevo Testamento?

1Corintios 3:16 ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?
3:17 Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el templo de Dios es santo, y eso es lo que vosotros sois.

1Corintios 6:19 ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?

2Corintios 6:16 ¿O qué acuerdo tiene el templo de Dios con los ídolos? Porque nosotros somos el templo del Dios vivo.

Efesios 2:21 en quien todo el edificio, bien ajustado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor,

2Tesalonicenses 2:4 el cual se opone y se exalta sobre todo lo que se llama dios o es objeto de culto, de manera que se sienta en el templo de Dios, presentándose como si fuera Dios.

Ahora bien, en todo el Nuevo Testamento, el “templo de Dios” es LA IGLESIA. Nunca se refiere con el mismo término al Templo Judío. Además de esto, el Templo de Jerusalem nunca es llamado “templo de Dios”, sino “Casa de YHVH” (היכל יי - Hekal YHVH) o “Casa del Santuario” (בית המקדש - Beyt haMikdash) – cf: 1Samuel 1:9; 3:3; 2Reyes 18:16; 23:4; 24:13; 2Crónicas 26:16; 27:2; 29:16; Esdras 3:6,10; 4:1. Por lo tanto, cuando dice que este inicuo = “anti-Torah” se sentará en el templo de Dios, cuyo ministerio “ya está en acción” desde los tiempos del apóstol (2:7), se refiere a que la enseñanza que invalida la Torah ya estaba haciendo brecha en el seno de la comunidad de creyentes, y así la iniquidad (o sea, el cristianismo “sin Torah”) ya estaba presente, y con el propósito de llevar la iglesia a la apostasía, que se manifiesta en su plenitud antes de la venida del Señor en el día final.

Vemos entonces que este inicuo –o sea, “sin Torah”–:
• en tiempos del apóstol “se sienta en el templo de Dios” – es decir, está asentado dentro de la iglesia,
• y su actividad, “el misterio de la iniquidad ya está en acción” – la abolición de la Torah de Elohim, la Ley de Dios, ya estaba siendo puesta en marcha,
“sólo que aquel que por ahora lo detiene, lo hará hasta que él mismo sea quitado de en medio” – los apóstoles, que mientras vivieron, no permitieron la abolición de la Torah en la congregación, pero poco después de la muerte de ellos, los “padres de la iglesia” llevaron a cabo la iniquidad, y desde entonces comenzó la apostasía de la iglesia.

Las declaraciones finales del apóstol son estremecedoras: “el inicuo (sin Torah) cuya venida es conforme a la actividad de Satanás, con todo poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad (iniquidad = contrario a la Torah) para los que se pierden, porque no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les enviará un poder engañoso, para que crean en la mentira, a fin de que sean juzgados todos los que no creyeron en la verdad sino que se complacieron en la iniquidad” (2:9-12).
¿Cuántos engañadores y falsos profetas hay hoy en día en la iglesia? ¿Cuántos que hacen señales y prodigios y que incluso predican que somos dioses? Como ya advirtió Yeshua:
“Entonces, si alguno os dijere: He aquí está el Mesías, ó allí, no creáis. Porque se levantarán falsos cristos, y falsos profetas, y darán señales grandes y prodigios; de tal manera que engañarán, si es posible, aun á los escogidos" - Mateo 24:23-24.
Y también:
“Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre lanzamos demonios, y en tu nombre hicimos mucho milagros? Y entonces les protestaré: Nunca os conocí; apartaos de mí, obradores de iniquidad” - Mateo 7:22-23.
Los “hacedores de iniquidad” equivale a decir “los que hacen lo que la Torah prohíbe”, los “sin Torah”.

Para concluir, tampoco nos dice el apóstol que este inicuo haya organizado o esté presidiendo algún gobierno mundial, ni que persiga a nadie (ni a judíos ni a cristianos), sino que más bien es un engañador que en lugar de perseguir se ha introducido en el seno de la iglesia y la está pudriendo desde adentro, con sus falsas doctrinas y falsos milagros. Entonces, así como Yohanan advirtió a sus lectores que no estuvieran obsesionados con esa figura mitológica del anticristo, sino que más bien consideraran de no caer en los engaños de aquellos que enseñan falsas doctrinas dentro de la iglesia, y como también Saulo advirtió sobre la apostasía que es producida por la iniquidad (o sea, la abolición de la Torah y la usurpación del puesto de Dios), y el mismo Yeshua anunció que estos falsos profetas engañan a través de milagros y prodigios, hoy debemos estar atentos y rechazar a tantos “apóstoles”, “profetas” y otros similares que están haciendo estragos en la iglesia, y dejar de lado la escatología anti-bíblica que se predica en la mayoría de las congregaciones cristianas, la cual es también un método usado por el Adversario para distraer a los creyentes y hacerles bajar la guardia, ilusionándolos con falsas expectativas y presentando un personaje que no existe.


 

 

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