ISRAEL
EL PUEBLO ELEGIDO
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Errores Históricos
en la Literatura Judaica
del Período del Segundo Templo
El retorno de los Judíos de Babilonia produjo algunos cambios significativos en la composición de las Escrituras y en su interpretación. En este periodo se escriben los últimos Libros de los que fueron admitidos en el TaNaJ: Abdías, Haggeo, Zacarías y Malaquías entre los Profetas; Esther, Esdras, Nehemías, y Crónicas entre los Escritos. Además, hay una prolífica producción de pseudoepigráficos y apócrifos – algunos de ellos incluidos en la Septuaginta, otros muy estimados entre los esenios, la Comunidad de Qumran y demás círculos místicos judíos. Surgen los Targummim y comienza a desarrollarse la llamada “Torah Oral”, la cual sin embargo no se define sino hasta algunos siglos más tarde, en plena Diáspora. Este periodo del Segundo Templo es el comprendido dentro de las Setenta Semanas de Daniel, tiempo que Elohim había dado al pueblo de Judá para acabar la prevaricación, terminar el pecado, expiar la iniquidad, traer justicia perpetua, sellar la visión y la profecía y finalmente ungir el Lugar Santísimo, objetivos que el pueblo no logró cumplir y por lo tanto sobrevino el mal anunciado al final de la semana 70.
En este momento crucial para la historia surge el concepto de “judío” como identidad nacional y religiosa, que comprendía varias corrientes interpretativas de las Escrituras. Se fortalece particularmente la esperanza mesiánica. Entre la abundante literatura judaica que se escribió destaca la apocalíptica, y también hay un importante desarrollo del mito y por consiguiente, notables errores históricos.
En esta sección mencionaremos algunas de estas imprecisiones en los Libros que componen el TaNaJ – para los escritos que pertenecen a la literatura considerada apócrifa dedicamos un estudio aparte.
Crónicas
El autor de Crónicas (Divrei HaYamim) narra hechos ya registrados en los Profetas Anteriores (Libros "Históricos") pero sólo tiene en cuenta a los reyes de Judá porque ya no consideraba al Reino de Israel como parte de su pueblo, ni de su historia, sino sólo al Reino de Judá. Es en el Libro de las Crónicas donde hallamos discrepancias con la historia ya escrita precedentemente. En el primer caso que consideraremos se trata sólo de una diferencia conceptual, en los sucesivos se trata de errores.
¿Quién instó a David a censar a Israel y a Judá?
2Samuel 24:1 Y volvió el furor de YHVH a encenderse contra Israel, e incitó a David contra ellos a que dijese: Ve, cuenta a Israel y a Judá. 2 Y dijo el rey a Joab, general del ejército que tenía consigo: Rodea todas las tribus de Israel, desde Dan hasta Beer-sheba, y contad el pueblo, para que yo sepa el número.
1Crónicas 21:1 Mas Satanás se levantó contra Israel, e incitó a David a que contase a Israel. 2 Y dijo David a Joab y a los príncipes del pueblo: Id, contad a Israel desde Beer-sheba hasta Dan, y traedme el número de ellos para que yo lo sepa.
Este pasaje es uno de los más citados por los escépticos, puesto que Samuel dice que fue el Eterno quien incitó a David a censar al pueblo, y el Cronista dice que fue el Adversario. Esta aparente contradicción nos es muy útil para entender la diferencia conceptual que surgió en el periodo del Segundo Templo, debido en parte a posibles contactos en Babilonia y Persia entre Judíos y seguidores de Zardusht –Zoroastro–. En la Torah y los Libros anteriores al exilio en Babilonia se concebía a Elohim como único Origen de todas las cosas, incluidos el bien y el mal – los cuales en el Principio estaban en un mismo fruto de un mismo árbol. Esta idea ha sido recuperada por el judaísmo rabínico por oposición al cristianismo, pero todas las evidencias literarias demuestran claramente que en todo el periodo del Segundo Templo se había desligado a Elohim de esta característica y se atribuía el origen del mal a Satán, considerando a Elohim solamente como Creador del bien y no del mal –concepto que fue heredado por el cristianismo, hasta hoy–.
Las pocas menciones de Satanás o de fuerzas del mal anteriores al exilio nos muestran al Adversario como sometido a la voluntad del Altísimo (Job 1:6-12; 2:1-6), o enviado por Él (1Reyes 22:20-22; citado textualmente en 2Crónicas 18:19-21). El concepto que surgió en el exilio se acerca más al del dualismo, y el Cronista probablemente interpretaba que si bien es Elohim quien tiene la decisión final sobre todas las cosas, fue a través del Adversario y no Él directamente que incitó a David a hacer algo contrario a Su propia voluntad. Por lo tanto en este caso, considerando el contexto cultural del Cronista, entendemos que no se trata de un error sino de una reinterpretación del texto.
El caso de Baasha
1Reyes 16:6 Y durmió Baasa con sus padres, y fue sepultado en Thirsa; y reinó en su lugar Ela su hijo. 8 En el año veintiséis de Asa rey de Judá, comenzó a reinar Ela hijo de Baasa sobre Israel.
2Crónicas 16:1 En el año treinta y seis del reinado de Asa, subió Baasa rey de Israel contra Judá, y edificó a Rama, para no dejar salir ni entrar a ninguno al rey Asa, rey de Judá.
Este es un caso muy discutido al cual se han tratado de dar varias explicaciones, pero ninguna de ellas plausible. Evidentemente Baasha no resucitó después de diez años para atacar a Asa. Desde los rabinos más respetados hasta los apologistas cristianos más destacados han inventado presuntas y absurdas interpretaciones del texto. Entre las teorías propuestas podemos mencionar las siguientes:
• El Cronista contaría los años no a partir del inicio del reinado de Asa sino desde la división del reino, y se trataría del año dieciséis de Asa, al cual se le suman los veinte años de los reyes anteriores, Rehavam y Aviyam. Supuestamente el término usado por el Cronista traducido “reinado”, que es “malkut”, debería ser interpretado como “reino” (en verdad, la palabra admite ambos significados) en referencia al Reino de Judá y no al reinado de Asa. Tal interpretación no es admisible por el contexto, además constituiría una excepción sin motivo a la fórmula usada por el escritor para la cuenta de los años de todos los demás reyes.
Una versión más descabellada de esta misma interpretación propone que 36 años es el tiempo en que Judá e Israel permanecerían separadas, como consecuencia del error de Salomón al haber tomado por mujer a la hija del Faraón, equivalente al número de años que duró ese matrimonio. Cuando el Profeta Ahíyah anunció la ruptura del reino, expresó claramente que no fue a causa del matrimonio de Salomón con la hija de Faraón, sino por haber permitido la idolatría (1Reyes 11:33), y no estableció un tiempo limitado, sino que prometió a Yarovam “una casa firme” como la de David (11:38), si observaba los mandamientos.
• El Cronista incluiría en los años del reinado de Asa una supuesta co-regencia de más de diez años con su madre Ma’akah, durante la cual ella habría sido reina después de Aviyam, mientras el autor del Libro de los Reyes sólo contaría los años en que Asa reinó solo, después de haber destituido a su madre (1Reyes 15:13). Esta interpretación carece de fundamento, en primer lugar porque desfasaría toda la cronología de los Reyes de Judá y de Israel y también porque el relato del Libro de Reyes indica con suficiente claridad que Asa despojó a Ma’akah del título de reina madre al principio de su reinado.
• El rey de Israel en 2Crónicas 16:1 sería un supuesto “Baasha II”. Esta propuesta no merece ser tenida en consideración. En el año 36 de Asa reinaba Omri en Israel.
• Otra interpretación propone que todo el párrafo entre 2Crónicas 16:1, exceptuando la primera frase, y 16:6 es parentético, es decir, que se debería leer: “En el año treinta y seis del reinado de Asa (Baasha subió, etc.), en aquél tiempo vino Hanani, vidente”, o sea que el año 36 en realidad sería cuando Hanani se presentó ante Asa, y lo que está escrito entre la primera frase de 16:1 y 16:7 sería un resumen de lo que había sucedido anteriormente durante su reinado. Es muy rebuscada esta interpretación y muy poco convincente.
Lo más razonable es admitir que hubo un error –no sabemos si del autor o de algún copista– y que los copistas sucesivos no tienen autoridad para corregir errores en el texto por mucho que sean evidentes. No tiene sentido tratar de justificar el conflicto textual inventando interpretaciones. Ni los Judíos perderán el favor de Elohim ni los cristianos la gracia por considerar que este pasaje no ha sido transmitido correctamente.
Sin embargo, dando por cierto que hay un error textual, la mayoría de los exégetas han focalizado el problema en los números y debieron llegar a la conclusión que la expresión “el año treinta y seis” no puede ser error de un copista, puesto que en la frase anterior dice: “Y no hubo guerra hasta los treinta y cinco años del reinado de Asa” (2Crónicas 15:19), y debido a la meticulosidad de los escribas, es imposible que hubiera dos errores simultáneos. Si 36 hubiera sido transcripto erróneamente en lugar de 16, también debería haberlo sido 35 en lugar de 15, y cualquier copista habría notado la irregularidad – considerando que además los escribas eran varios, y no uno solo, sobre un mismo texto. Lo más plausible es que el error esté en el nombre, y que en lugar de Baasha deba decir Omri, que era rey de Israel en el año 36 de Asa.
Otra posibilidad es que el Cronista haya tomado esta información a partir de algún documento incompleto que mencionara efectivamente a un rey Baasha interviniendo en este ataque contra Judá: podría tratarse de Baasha ben-Ruhubi, rey de Ammón, con quien se habría aliado Omri, rey de Israel. Históricamente esto es factible, puesto que algunos años más tarde encontramos a Baasha de Ammón aliado con Ajav de Israel en la Batalla de Qarqar.
Así, una posible reconstrucción de la fuente reportada por el Cronista podría ser: “En el año treinta y seis del reinado de Asa, subió Baasa [rey de Ammón, y Omri] rey de Israel contra Judá, y edificó a Rama, para no dejar salir ni entrar a ninguno al rey Asa, rey de Judá”.
Sin embargo, Baasha vuelve a ser mencionado otras tres veces en relación a este episodio (16:3,5,6) y en una de ellas nuevamente como “rey de Israel”, por lo cual, manteniendo la hipótesis de que se trate en realidad del rey de Ammón, sería verosímil que Omri haya sido vasallo de Baasha de Ammón y en este sentido le haya concedido territorio al sur del Reino de Israel, y Baasha de Ammón sea llamado “rey de Israel” por ejercer la soberanía efectiva. Esta hegemonía de Ammón habría terminado cuando Ajav selló su alianza con Yehoshafat de Judá (2Crónicas 18:1). Posteriormente el Cronista narra una guerra de los ammonitas contra Yehoshafat (2Crónicas 20:1-30) de la cual el escritor de Reyes no hace mención.
El caso de Ajaziah
De este caso tratamos más ampliamente en otro estudio –Ajaziah de Judá– en el cual vemos más de un problema con los acontecimientos relativos a este rey, y uno de ellos imposible de conciliar con cualquier explicación que se haya dado, que es la edad de 42 años que se le atribuye en 2Crónicas 22:2, cuando sucedió en el trono a su padre, quien sólo tenía 40 años. Es indudable que hubo un error del Cronista o del copista. Para el análisis de este caso, ver el estudio sugerido.
Otros errores numéricos y diferencias conceptuales en el Libro de Crónicas
En Divrey HaYamim (Crónicas) el problema en la transmisión números ocurre más de una vez. Además del caso de la edad de Ajazías también hay otras discordancias con los registros del Libro de Samuel:
2Samuel 8:4 Y tomó David de ellos mil y setecientos de a caballo, y veinte mil hombres de a pie; y desjarretó David los caballos de todos los carros, excepto cien carros de ellos que dejó.
1Crónicas18:4 Y tomóles David mil carros, y siete mil de a caballo, y veinte mil hombres de a pie: y desjarretó David los caballos de todos los carros, excepto los de cien carros que dejó.
2Samuel 10:18 Mas los Arameos huyeron delante de Israel: e hirió David de los Arameos setecientos hombres de los carros, y cuarenta mil hombres de a caballo: hirió también a Shobach general del ejército, y murió allí.
1Crónicas 19:18 Mas el Arameo huyó delante de Israel; y mató David de los Arameos siete mil hombres de los carros, y cuarenta mil hombres de a pie: asimismo mató a Shophach, general del ejército.
En el primer caso, Samuel reporta 1700 hombres de a caballo, el Cronista divide esta cifra en mil carros y 7000 hombres de a caballo. En el segundo caso, Samuel habla de 700 combatientes en carros y el Cronista una vez más aumenta esta cifra a 7000 – además de la diferencia entre “hombres de a pié” que en Samuel son jinetes. Evidentemente ambos textos provienen de una misma fuente, vista la similitud en la redacción, y en ambos casos los números están expresados en palabras –no existían los numerales–. Sin embargo, es posible que ambos escritores hayan traducido en palabras las cifras que en el registro original estaban escritas en caracteres con valor numérico, que entonces eran letras. El alefato usado en tiempos de Samuel y sus sucesores que escribieron el libro intitulado al Profeta, y hasta la deportación de Judá, era el cananeo. El Cronista por el contrario, ya usaba el alefato hebreo actual, que provino de Babilonia, y no es desestimable la posibilidad de que algún carácter haya cambiado valor numérico de un alefato a otro. Esta factibilidad no es inverosímil, si consideramos por ejemplo en la actualidad un caso que puede ser comparable, en la lengua inglesa el término “billion” representa dos valores distintos en el Reino Unido y en Estados Unidos, y un lector británico interpretaría esa cifra en un valor multiplicado por mil con respecto a lo que un lector americano entendería (últimamente se han unificado los criterios, pero esta diferencia subsistió hasta fines del siglo XX).
En el relato de la guerra entre Aviyam de Judá y Yarovam de Israel (2Crónicas 13:3) también hay una interpretación decuplicada de los números reales de ambos ejércitos, ya que comparados con otros registros de la época no es posible que hubiera 400 mil y 800 mil soldados, sino más bien 40 mil y 80 mil, confirmando la hipótesis mencionada arriba, de que los valores numéricos del alefato antiguo no correspondan exactamente a los del usado por el Cronista.
¿Por cuánto compró David la era de Aravna?
En los casos contemplados anteriormente, el problema de las diferencias cuantitativas entre los relatos de Samuel/Reyes por una parte y Crónicas por la otra son explicables siendo cifras que sólo varían en la cantidad de ceros y se refieren a ejércitos, las cuales, como hemos expuesto, pueden justificarse considerando los valores numéricos de diferentes sistemas de escritura, pero en el caso que citamos a continuación se trata de números distintos y en referencia a materiales de valor diverso:
2Samuel 24:24 Y el rey dijo a Arauna: No, sino por precio te lo compraré; porque no ofreceré a YHVH mi Elohim holocaustos sin pagar nada. Entonces David compró la era y los bueyes por cincuenta siclos de plata.
1Crónicas 21:23 Y Ornán respondió a David: Tómalo para ti, y haga mi señor el rey lo que bien le pareciere: y aun los bueyes daré para el holocausto, y los trillos para leña, y trigo para el presente: yo lo doy todo. 24 Entonces el rey David dijo a Ornán: No, sino que efectivamente la compraré por su justo precio: porque no tomaré para YHVH lo que es tuyo, ni sacrificaré holocausto que nada me cueste. 25 Y dió David a Ornán por el lugar seiscientos siclos de oro por peso.
Evidentemente, entre 50 shekalim de plata y 600 shekalim de oro la diferencia es inestimable. Si hubiese sido el contrario, 50 shekalim de oro y 600 shekalim de plata, podríamos admitirlo como dos medidas que en su tiempo pueden haber sido equivalentes, pero no es este el caso. Tampoco podemos especular aludiendo que el Cronista hizo una actualización en base a la inflación, ya que el peso en oro o en plata es siempre el mismo: una onza de oro siempre pesará una onza de oro, independientemente del precio del oro, y el shekel –siclo– es una medida de peso y no una moneda como el dólar, el euro, el franco o cualquier otro valor fluctuante. Un shekel de oro siempre será un shekel de oro, un shekel de plata siempre será un shekel de plata (en cuanto medida de peso, no estamos hablando de la moneda corriente en el Estado de Israel, con el mismo nombre). Veamos algunos precios establecidos en shekalim en distintas épocas:
Génesis 23:16 Entonces Abraham se convino con Ephrón, y pesó Abraham a Ephrón el dinero que dijo, oyéndolo los hijos de Heth, cuatrocientos siclos de plata, de buena ley entre mercaderes. 17 Y quedó la heredad de Ephrón que estaba en Macpela enfrente de Mamre, la heredad y la cueva que estaba en ella, y todos los árboles que había en la heredad, y en todo su término al derredor.
En base a lo que pagó Avraham por la heredad de Macpela, pareciera que David hubiera pagado un valor simbólico por la era de Aravna, aunque en general se estima que Avraham pagó un precio elevado por su adquisición –si bien los árboles eran importantes en la valoración de un terreno–.
Sin embargo, en tiempos del Éxodo, 50 shekalim de plata era el precio por la redención de un varón adulto, y 30 shekalim por la de una mujer (Levítico 27:2-4). También valía 50 shekalim la tierra que produjera un omer de siembra (Levítico 27:16).
La ofrenda de los príncipes en la consagración del Tabernáculo era de 200 shekalim de plata y 10 shekalim de oro (Números 7:13-86), totalizando 2400 shekalim de plata y 120 shekalim de oro por las doce Tribus.
El precio que ofrecieron a Dalilah por Samsón, 1100 shekalim de plata de cada uno de los príncipes de los filisteos (Jueces 16:5), parece haber sido exorbitante, pues en el capítulo sucesivo diez shekalim de plata eran suficientes como salario neto de un año entero para que un Levita oficiara como kohen privado (Jueces 17:10), aparte de alojamiento y alimentos.
Ya en tiempos de David, Yoav habría ofrecido diez shekalim de plata a quien matara a Abshalom (2Samuel 18:10-11).
En base a todos estos datos, se deduce que David pagó un precio bajo por la era de Aravna. No obstante, en tiempos de Jeremías, el Profeta compró una heredad por sólo diecisiete shekalim de plata (Jeremías 32:9), por lo cual es posible que en aquellos tiempos la propiedad costara muy poco en relación a otros bienes. De todas maneras, 600 shekalim de oro como reporta el Cronista resulta una exageración.
Los hijos de Sarvia y el caso de Amasa
Sarvia, o Tzervia, debió ser una mujer muy importante, por cuanto es siempre mencionada en lugar de su marido, siendo cada uno de sus hijos, Yoav, Avishai y Asahel, llamados con la inusual fórmula “hijo de Sarvia” – “Yoav ben-Tzervia”, escrito trece veces en la Biblia (2Samuel 2:13; 8:16; 14:1; 23:18,37; 1Reyes 1:7; 2:5,22; 1Crónicas 11:6,39; 18:15; 26:28; 27:24), y “Avishai ben-Tzervia”, su hermano, llamado así seis veces en los mismos libros (1Samuel 26:6; 2Samuel 16:9; 18:2; 19:21; 21:17; 1Crónicas 18:12), y también junto a Asahel, hermano de ambos, se les identifica como “hijos de Tzervia” (2Samuel 2:18; 3:39; 16:10; 19:22; 1Crónicas 2:16) y nunca se menciona el nombre del padre de ellos. Esta particularidad es casi única en las Escrituras, puesto que las pocas y excepcionales veces en que algún varón es conocido por su madre y no por su padre es cuando ella es también una persona de especial importancia, pero nada se nos dice acerca de Tzervia. Sus hijos pertenecían al círculo de hombres de confianza de David, particularmente Yoav, pero también le eran incómodos. Debido a este enigma que presentan los libros de Samuel y Reyes entorno a la persona de Tzervia, de cuya familia no indican alguna filiación, el Cronista trata de resolver esta incógnita mencionándola como hermana de David:
1Crónicas 2:13 E Isaí engendró a Eliab, su primogénito, y el segundo Abinadab, y Shim’a el tercero; 14 El cuarto Nethane’el, el quinto Raddai; 15 El sexto Otzem, el séptimo David: 16 De los cuales Sarvia y Abigail fueron hermanas. Los hijos de Sarvia fueron tres: Abisai, Joab, y Asael. 17 Abigail engendró a Amasa, cuyo padre fué Jether Ismaelita.
Sin embargo, Samuel nos dice otra cosa:
2Samuel 17:25 Y Absalom constituyó a Amasa, sobre el ejército en lugar de Joab, el cual Amasa fué hijo de un varón de Israel llamado Itra, el cual se había llegado a Abigail hija de Nahas, hermana de Sarvia, madre de Joab.
Es decir, Tzervia era hermana de Abigail (no la mujer de David, sino la madre de Amasa), y por consiguiente, debía ser también ella hija de Najash.
En estos pasajes hay dos divergencias, pero concluyamos con la que ya estamos tratando: Tzervia sería hija de un tal Najash, por lo tanto no es hija de Yishai, padre de David. Esta discordancia entre el Libro de Samuel y el de Crónicas ha generado la usual especulación interpretativa tratando de conciliar ambos relatos, y entre las distintas explicaciones se postulan las siguientes: que Najash sería otro nombre dado a Yishai, o bien, sería el nombre de la mujer de Yishai y madre de David –que en el Talmud es llamada Nitzéveth–, o bien que Najash haya sido el primer marido de la mujer de Yishai, que también algunos identifican con el homónimo rey de Ammón. Ninguna de estas opciones parecería plausible, sino más bien que el Cronista haya querido atribuir algún noble linaje a Tzervia haciéndola hermana de David, en cuanto su verdadero origen es oculto en los libros de los Profetas.
Siendo Yoav, Avishai y Asahel generales de David y por consiguiente coetáneos o poco menores que él, Tzervia debía ser mucho mayor que David y por lo tanto es poco probable que haya sido su hermana, aunque no imposible. Sin embargo, el hecho de que sea indirectamente llamada hija de Najash –a través de su hermana–, deja pocas probabilidades a la versión del Cronista, de que haya sido hermana de David.
La segunda divergencia se refiere al cuñado de Tzervia, el marido de Avigail y padre de Amasa, que presenta una dificultad en cuanto a su nacionalidad. En el Libro de Samuel es llamado Yithrá, Israelita, mientras que en Crónicas es Yether, Ismaelita. El nombre es el mismo, ambos son variaciones de Yithro, Jethro (en 1Reyes 2:5,32 es llamado Jether), pero entre “Israelita” e “Ismaelita” la diferencia no es irrelevante. No se trata de una sola letra como en castellano, sino de reemplazar una y agregar otra. Algunos apologistas alegan que una persona puede tener dos nacionalidades, y es verdad, pero también es una explicación poco convincente. Siendo que Amasa se unió a Avshalom en su rebelión contra David, el Cronista en su celo por defender el prestigio de Israel puede haber usado un eufemismo llamando “Ismaelita” a Amasa por haber sido como un hijo desheredado.
En base a un indicio que menciona a Najash dos veces en un mismo pasaje, quizás podamos llegar a una deducción:
2Samuel 17:25 Y Absalom constituyó a Amasa, sobre el ejército en lugar de Joab, el cual Amasa fué hijo de un varón de Israel llamado Itra, el cual se había llegado a Abigail hija de Nahas, hermana de Sarvia, madre de Joab. 26 Y asentó campo Israel con Absalom en tierra de Galaad. 27 Y luego que David llegó a Mahanaim, Shobi hijo de Nahas de Rabba de los hijos de Ammon, y Machîr hijo de Ammiel de Lodebar, y Barzillai Galaadita de Rogelim, etc.
Puede ser sólo una coincidencia, que Shobi ben-Najash, ammonita y favorable a David sea hijo del mismo Najash que era el padre de Abigail – en este caso, ella sería hermana de Shobi, y tendría sentido especificar que su marido era un “Israelita”, puesto que ella sería de origen ammonita. Pero es interesante que sólo Abigail, y no Tzervia específicamente, es llamada “hija de Najash”, por lo cual podrían ser sólo hermanas por línea materna, puesto que Tzervia, aparentemente, es más importante.
En conclusión, es sólo una frase escrita en 1Crónicas 2:16 que ha suscitado la idea de que Tzervia fuese hermana de David y por consiguiente, Yoav, Avishai, Asahel y también Amasa, sus sobrinos. Samuel no habría omitido un detalle tan significativo, por lo cual es razonable considerar que el Cronista quiso dar una filiación a Tzervia, de quien los Profetas no dan alguna genealogía, ni siquiera indican quién fue su marido. Quizás Tzervia era una mujer como Rahav, conocida en la ciudad donde vivía, y por eso no se menciona al padre (o a los padres) de sus hijos, los cuales eran solamente “hijos de Tzervia”.
Narración selectiva de la historia de los Reyes
El autor de Crónicas muestra un propósito de reivindicación en el transmitir dentro de lo posible sólo los aspectos positivos de los reinados de los reyes de Judá, omitiendo las circunstancias desfavorables al prestigio de los mismos. Es así que en varias ocasiones el Cronista presenta una versión más “kosher” de la historia de Judá. Veamos los siguientes ejemplos:
• David:
El Libro de Crónicas no menciona el período en que David huía de Shaul (1Samuel 18:9-30:31), ni la sucesiva contienda por el trono con Ishboshet (2Samuel 2:8-4:12), sino que pasa por alto los hechos de David antes de ser coronado rey de todo Israel. Veamos los relatos comparados:
2Samuel 5:1 Y vinieron todas las tribus de Israel a David en Hebrón, y hablaron, diciendo: He aquí nosotros somos tus huesos y tu carne. 2 Y aun ayer y antes, cuando Saúl reinaba sobre nosotros, tú sacabas y volvías a Israel. Además YHVH te ha dicho: Tú apacentarás a mi pueblo Israel, y tú serás sobre Israel príncipe. 3 Vinieron pues todos los ancianos de Israel al rey en Hebrón, y el rey David hizo con ellos alianza en Hebrón delante de YHVH; y ungieron a David por rey sobre Israel. 4 Era David de treinta años cuando comenzó a reinar, y reinó cuarenta años. 5 En Hebrón reinó sobre Judá siete años y seis meses: y en Jerusalem reinó treinta y tres años sobre todo Israel y Judá.
Por su parte, el Cronista pasa directamente de la muerte de Shaul a la coronación de David como rey de Israel, obviando los siete años y medio de su reinado sobre Judá:
1Crónicas 10:13 Así murió Saúl por su rebelión con que prevaricó contra YHVH, contra la palabra de YHVH, la cual no guardó; y porque consultó al pythón, preguntándole, 14 Y no consultó a YHVH: por esta causa lo mató, y traspasó el reino a David, hijo de Isaí. 11:1 Entonces todo Israel se juntó a David en Hebrón, diciendo: He aquí nosotros somos tu hueso y tu carne. 2 Y además antes de ahora, aun mientras Saúl reinaba, eras tú el que sacabas y el que volvías a traer a Israel. También YHVH tu Elohim te ha dicho: Tú apacentarás mi pueblo Israel, y tú serás príncipe sobre Israel mi pueblo. 3 Y vinieron todos los ancianos de Israel al rey en Hebrón, y David hizo con ellos alianza delante de YHVH; y ungieron a David por rey sobre Israel, conforme a la palabra de YHVH por mano de Samuel.
Además de estas cosas, el Cronista omite:
· El adulterio de David con Batsheva y todas las consecuencias del mismo – el incesto de Amnón, la rebelión de Avshalom, etc.
· La ejecución de los siete descendientes de Shaul (2Samuel 21:1-9).
· David cansado en la batalla, ya en su vejez, asistido por Avishai (2Samuel 21:15-17). Esta es la única batalla de David como rey que Crónicas no menciona.
· La conspiración de Adoniyah (1Reyes 1:5-53) y su ejecución (1Reyes 2:13-25).
· Las recomendaciones de David a Salomón con respecto a Yoav y Shimei (1Reyes 2:5-9) y sus ejecuciones (1Reyes 2:28-34, 36-46).
• Salomón:
Todos los hechos de Salomón reportados en 1Reyes 11:1-40, relativos a sus mujeres extranjeras, la idolatría, y los adversarios que Elohim le suscitó, son omitidos por el Cronista, que concluye la historia de Salomón diciendo:
2Crónicas 9:29 Los demás hechos de Salomón, los primeros y los postreros, ¿no están escritos en las palabras del profeta Natán y en la profecía de Ahías silonita, en las visiones del vidente Iddo acerca de Jeroboam, hijo de Nabat?
• Aviyam:
En el caso de Aviyam/Aviyah, rey de Judá, el autor del Libro de los Reyes –probablemente, el Profeta Jeremías– dice: “Y anduvo en todos los pecados de su padre, que había éste hecho antes de él; y no fué su corazón perfecto con YHVH su Elohim, como el corazón de David su padre” (1Reyes 15:3). Nada más nos especifica en cuanto a su reinado, excepto que estuvo en guerra contra Yarovam, rey de Israel (1Reyes 15:7). El Cronista por su parte desarrolla los particulares de esa guerra, y presenta a Aviyah como observante de la Torah, reclamando a Yarovam el haberse apartado del Eterno y poniendo especial énfasis en el ministerio levítico que el rey de Israel había abolido (2Crónicas 13:4-12). Mientras el Profeta es sumamente severo en sus juicios sobre los reyes tanto de Israel como de Judá, el Cronista, muy probablemente un Levita del periodo del Segundo Templo, en cierta manera trata de reivindicar a los reyes de Judá.
El “libro de las crónicas de los reyes de Judá” (divrey hayamim lemaljei Yehuda) mencionado en 1Reyes 15:7 no tiene nada que ver con los libros de las Crónicas presentes en la Biblia –a los cuales estamos haciendo referencia en este capítulo–, sino que se trata de escritos precedentes, posiblemente los registros del reino llevados por los escribas. Este libro es mencionado quince veces a partir de 1Reyes 14:29, así como también el “libro de las crónicas de los reyes de Israel” (divrey hayamim lemaljei Yisrael) es citado dieciocho veces a partir de 1Reyes 14:19. Por su parte, el Cronista en el pasaje paralelo sobre Aviyah cita como fuente el “Midrash del Profeta Iddo”, es decir que toma una referencia distinta de la del relator del Libro de los Reyes.
• Manasés:
Crónicas menciona el arrepentimiento de Manasés (2Crónicas 33:11-19,24), del cual no hay indicio en el Libro de los Reyes, sino que fue el peor de todos los reyes de Judá (2Reyes 21:16-17; 24:3-4).
2Crónicas 33:11 por lo cual YHVH trajo contra ellos los generales del ejército del rey de los Asirios, los cuales aprisionaron con grillos a Manasés, y atado con cadenas lleváronlo a Babilonia.
De este incidente nada dicen las Crónicas Asirias, ni se ha encontrado algún documento histórico que lo sugiera. Resulta más bien de historicidad dudosa, en cuanto en los registros de Asarhadón y Ashurbanipal, reyes de Asiria, Manasés es mencionado como un fiel vasallo del Imperio, lo que contribuyó a la estabilidad de su reinado.
Los Asirios ya habían llevado en cautiverio a todo Israel, y no sólo a su rey, por haberse sustraído al pago de tributos (2Reyes 17:4-6). De la misma manera habrían hecho con Judá, y la razón por la cual los Asirios no deportaron a Judá es porque sus reyes pagaban puntualmente los tributos a Asiria, como lo hacía también Manasés.
2Crónicas 33:12 Mas luego que fué puesto en angustias, oró ante YHVH su Elohim, humillado grandemente en la presencia del Elohim de sus padres. 13 Y habiendo a Él orado, fué atendido; pues que oyó su oración, y volviólo a Jerusalem, a su reino. Entonces conoció Manasés que YHVH era Elohim.
La “oración de Manasés” pertenece a la narrativa del judaísmo del Segundo Templo, y tiene más el carácter de tradición que de acontecimiento histórico. Probablemente el Cronista haya introducido en su relato una alegoría sobre la Casa de Judá, con el objetivo de demostrar la compasión divina hacia aquellos que por haber desobedecido fueron llevados en cautiverio, pero si se arrepienten serán restaurados. La mención de Babilonia como tierra de exilio durante el Periodo Asirio sería un anacronismo, a menos que tomemos este relato como una metáfora referida al Reino de Judá. Las objeciones hacia la historicidad de este acontecimiento son consistentes.
En el Libro de los Reyes, el epílogo del reinado de Manasés es muy diferente:
2Reyes 21:16 Fuera de esto, derramó Manasés mucha sangre inocente en gran manera, hasta henchir a Jerusalem de cabo a cabo: además de su pecado con que hizo pecar a Judá, para que hiciese lo malo en ojos de YHVH. 17 Lo demás de los hechos de Manasés, y todas las cosas que hizo, y su pecado que cometió, ¿no está todo escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? 18 Y durmió Manasés con sus padres, y fué sepultado en el huerto de su casa, en el huerto de Uzza.
El hecho de que no haya sido sepultado con los Reyes de Judá sino en su propia casa es indicativo de haber sido indigno de estar entre ellos más que todos los reyes que lo precedieron.
El Cronista menciona también algunos resultados del presunto arrepentimiento de Manasés:
2Crónicas 33:5 Edificó asimismo altares a todo el ejército de los cielos en los dos atrios de la casa de YHVH.
15 Asimismo quitó los dioses ajenos, y el ídolo de la casa de YHVH, y todos los altares que había edificado en el monte de la casa de YHVH y en Jerusalem, y echólos fuera de la ciudad. 16 Reparó luego el altar de YHVH, y sacrificó sobre él sacrificios pacíficos y de alabanza; y mandó a Judá que sirviesen a YHVH Elohim de Israel.
Según el Cronista, Manasés se arrepintió y quitó los altares que él mismo había construido en los atrios del Templo, sin embargo, en el Libro de Reyes dice que fue Josías quien los derribó:
2Reyes 23:12 Derribó además el rey [Josías] los altares que estaban sobre la techumbre de la sala de Achâz, que los reyes de Judá habían hecho, y los altares que había hecho Manasés en los dos atrios de la casa de YHVH; y de allí corrió y arrojó el polvo en el torrente de Cedrón.
Por lo tanto, según la narración de Reyes, los altares permanecían en los atrios del Templo hasta el reinado de Josías, lo cual indica que Manasés no los quitó. Por el contrario, fueron los pecados de Manasés que trajeron la ira de Elohim sobre el Reino de Judá, que ni aún el reinado justo de Josías pudo aplacar:
2Reyes 23:26 Con todo eso, no se volvió YHVH del ardor de su grande ira, con que se había encendido su enojo contra Judá, por todas las provocaciones con que Manasés le había irritado.
24:3 Ciertamente vino esto contra Judá por dicho de YHVH, para quitarla de su presencia, por los pecados de Manasés, conforme a todo lo que hizo; 4 Asimismo por la sangre inocente que derramó, pues hinchió a Jerusalem de sangre inocente: YHVH por tanto, no quiso perdonar.
Si Manasés se hubiera realmente arrepentido, ¿por qué Elohim habría decidido no perdonar?
La conclusión más razonable es considerar que el Cronista quiso dar un mensaje al pueblo de Judá, equiparándolo a Manasés en cuanto al pecado, y luego cambiando la realidad histórica con un desenlace positivo que deriva del arrepentimiento sincero, que permite la restauración.