ISRAEL
EL PUEBLO ELEGIDO


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La Carta a los Gálatas

La epístola de Shaul a los Gálatas es la preferida de los cristianos anti-Torah, porque creen que en ella encuentran la excusa perfecta para fundamentar su falsa doctrina sobre la presunta abolición de la Ley Eterna de Elohim. Nada más lejos de la verdad, puesto que esta epístola es quizás la más malentendida de todas las Escrituras y en realidad dice exactamente lo contrario de lo que ellos pretenden que diga. Antes de entrar en el contenido de la carta, veamos brevemente quiénes eran los destinatarios: los Gálatas. A diferencia de los Romanos –muchos de los cuales podían tener probabilidades de ser descendientes de Avraham, aunque no necesariamente de Israel– los Gálatas eran puramente gentiles. De hecho, Shaul los trata siempre como tales. Eran un pueblo establecido en Anatolia, de origen celta, es decir, de la misma estirpe que los europeos centro-occidentales de aquél tiempo. Galacia era una provincia romana, y su mismo nombre evidencia la composición céltica de su población, así como Galia, Galicia, etc. Carecen de fundamento histórico las especulaciones que circulan en algunos ambientes denominados mesiánicos, que sugieren, o afirman, que los Gálatas fuesen de origen Israelita. No lo eran. Estos se basan en falsas etimologías y cronologías ficticias. Por ejemplo, atribuyen como origen del nombre Galacia al término hebreo ‘galut’, que significa “diáspora”, cuando el hebreo no tiene absolutamente nada que ver, sino que Galatia es en latín y proviene del griego ‘galatai’/‘keltoi’, que significa “Celtas”. Y los Celtas no son Semitas, sino todo lo contrario. Estas teorías absurdas provienen de sectas que han abrazado la falacia del “israelismo británico”. Aclarado este punto, pasemos ahora al contenido de la carta.

1:6 Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis traspasado del que os llamó a la gracia del Mesías, a otro evangelio: 7 No que hay otro, sino que hay algunos que os inquietan, y quieren pervertir el Evangelio del Mesías. 8 Mas aun si nosotros o un ángel del cielo os anunciare otro evangelio del que os hemos anunciado, sea anatema. 9 Como antes hemos dicho, también ahora decimos otra vez: Si alguno os anunciare otro evangelio del que habéis recibido, sea anatema.

Después de una breve introducción, Shaul pasa directamente “al ataque”, es decir, va al grano sobre lo que le preocupa concerniente a esa congregación. Había surgido un problema –que últimamente se ha presentado de nuevo a causa del auge de los movimientos neo-mesiánicos que reclaman una pertenencia física a Israel– que era un mensaje diferente del que él les había anunciado. Sabemos ya que se trataba del mensaje de los que llamaríamos “judaizantes”, los cuales no son quienes enseñan la observancia de la Torah, sino la adopción de ritos no vinculados a la observancia de la Torah.

1:13 Porque ya habéis oído acerca de mi conducta otro tiempo en el Judaísmo, que perseguía sobremanera la asamblea de Elohim, y la destruía; 14 Y aprovechaba en el Judaismo sobre muchos de mis iguales en mi nación, siendo mucho más celador que todos de las tradiciones de mis padres. 15 Mas cuando plugo a Elohim, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, 16 Revelar a su Hijo en mí, para que le predicase entre los Gentiles, luego no conferí con carne y sangre; 22 Y no era conocido de vista a las asambleas de Judea, que eran en el Mesías; 23 Solamente habían oído decir: Aquél que en otro tiempo nos perseguía, ahora anuncia la fe que en otro tiempo destruía. 24 Y glorificaban a Elohim en mí.

Shaul comienza presentando sus credenciales – la epístola a los Gálatas fue una de las primeras de sus cartas en orden cronológico, si no la primera. Era ya conocido porque había sido perseguidor de los que entre los Judíos predicaban a Yeshua, los cuales eran aceptados libremente en las Sinagogas, hasta que él mismo entendió que este mensaje no era contrario al judaísmo. De hecho, Shaul siempre recalcó su pertenencia al judaísmo y jamás la renegó, como podemos ver en los siguientes pasajes:

• Era no sólo Judío, y orgulloso de serlo, sino también fariseo:

Shaul, alzó la voz en el concilio: «Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos». – Hechos 23:6
«Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno parece que tiene de qué confiar en la carne, yo más: Circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, Hebreo de Hebreos; cuanto a la ley, Fariseo; en cuanto al celo, perseguidor de la asamblea; cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible». – Filipenses 3:4-6

• Asistía puntualmente a la Sinagoga todos los Shabat (no iba al culto los domingos), incluso para alcanzar con el mensaje a los gentiles:

Y Shaul, como acostumbraba, entró a ellos, y por tres sábados disputó con ellos de las Escrituras. Y disputaba en la sinagoga todos los sábados, y persuadía a Judíos y a Griegos. – Hechos 17:2; 18:4

• Observaba todas las solemnidades prescriptas en la Torah:

Sino que se despidió de ellos, diciendo: Es menester que en todo caso tenga la solemnidad que viene, en Jerusalem; mas otra vez volveré a vosotros, queriendo Elohim. – Hechos 18:21
Y nosotros, pasados los días de los panes sin levadura, navegamos de Filipos y vinimos a ellos a Troas. – Hechos 20:6

• Hacía votos de nazareato y pagaba las expensas correspondientes en el Templo:

Mas Shaul habiéndose detenido aún allí muchos días, … habiéndose trasquilado la cabeza en Cencreas, porque tenía voto. – Hechos 18:18
Haz pues esto que te decimos: Hay entre nosotros cuatro hombres que tienen voto sobre sí: Tomando a éstos contigo, purifícate con ellos, y gasta con ellos, para que rasuren sus cabezas, y todos entiendan que no hay nada de lo que fueron informados acerca de ti; sino que tú también andas guardando la ley. Entonces Shaul tomó consigo aquellos hombres, y al día siguiente, habiéndose purificado con ellos, entró en el Templo, para anunciar el cumplimiento de los días de la purificación, hasta ser ofrecida ofrenda por cada uno de ellos. – Hechos 21:23,24,26
(este tipo de voto requería también un sacrificio animal en el Templo)

• Ofrecía oblaciones en el Templo por su nación:

Mas pasados muchos años, vine a hacer limosnas y ofrendas a mi nación, cuando me hallaron purificado en el Templo. – Hechos 24:17,18

O sea que, lejos de ser alguien que predicara contra la vigencia de la Torah, era un Judío observante. Y seguramente, el Evangelio que él les había anunciado era el mismo que proclamaban los demás apóstoles, y las Escrituras que él les había enseñado, eran las únicas que existían, es decir, la Torah, los Profetas y los Escritos (el TaNaKh). ¿Y entonces cuál era el “otro evangelio” que les estaban predicando a los Gálatas? Veamos.

2:2 Empero fuí por revelación, y comuniquéles el evangelio que predico entre los Gentiles; mas particularmente a los que parecían ser algo, por no correr en vano, o haber corrido. 3 Mas ni aun Tito, que estaba conmigo, siendo Griego, fue compelido a circuncidarse.

Aquí Shaul nos introduce en el argumento principal, alrededor del cual gira el propósito de esta carta: la circuncisión de los gentiles. Relata que en su viaje a Jerusalem llevó consigo a Tito, que era gentil y por lo tanto no le fue exigido por los apóstoles que se circuncidase. En otra ocasión, fue el mismo Shaul que circuncidó a Timoteo, porque siendo gentil era de madre judía (y esto ocurrió en Licaonia, una región al sur de Galacia):

Este quiso Shaul que fuese con él; y tomándole, le circuncidó por causa de los Judíos que estaban en aquellos lugares; porque todos sabían que su padre era Griego. – Hechos 16:3

Esto sucedió después de los hechos relatados por Shaul en este capítulo:

2:9 Y como vieron la gracia que me era dada, Jacobo y Kefa y Yohanan, que parecían ser las columnas, nos dieron las diestras de compañía a mí y a Barnabas, para que nosotros fuésemos a los Gentiles, y ellos a la circuncisión.

Es en Hechos 15 donde se relata este acuerdo por el cual se encarga a Shaul y a Barnabas la predicación entre los gentiles, o sea, antes de que el mismo Shaul circuncidara a Timoteo. Y leyendo la introducción a este capítulo, ya tenemos una idea del problema que Shaul está considerando en esta epístola, que es acerca del debate sobre la circuncisión de los gentiles.

Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Que si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos. – Hechos 15:1

Es sobre esto, y no sobre la observancia de la Torah, que trata el argumento de la epístola. En resumen, había un grupo de Judíos creyentes en Yeshua que consideraban que las condiciones para la conversión de los gentiles a Yeshua eran las mismas que existían para la conversión al judaísmo. O bien, debían primero convertirse al judaísmo, para tener acceso a Yeshua. Esto nos confirma que los primeros creyentes no se consideraban una religión separada del judaísmo tradicional, ni mucho menos habían reemplazado la Torah o la habían dejado de observar. Fue la entrada de los gentiles la que les planteó un problema, no la observancia de la Torah. Y la conditio sine qua non para un hombre gentil que quisiera convertirse al judaísmo era –y sigue siendo– la circuncisión.

2:11 Empero viniendo Shimon a Antioquía, le resistí en la cara, porque era de condenar. 12 Porque antes que viniesen unos de parte de Jacobo, comía con los Gentiles; mas después que vinieron, se retraía y apartaba, teniendo miedo de los que eran de la circuncisión. 13 Y a su disimulación consentían también los otros Judíos; de tal manera que aun Barnabas fue también llevado de ellos en su simulación. 14 Mas cuando vi que no andaban derechamente conforme a la verdad del Evangelio, dije a Shimon delante de todos: Si tú, siendo Judío, vives como los Gentiles y no como Judío, ¿por qué constriñes a los Gentiles a judaizar?

Shimon, el cual había recibido la primera visión acerca de los gentiles y fue enviado a casa de Cornelio, fue el primero de los apóstoles que entró en la casa de un gentil. Esto lo constituía, en aquella realidad socio-cultural, en alguien que “vivía como los gentiles”. Ahora bien, hay quienes argumentan que Shimon ya no vivía como Judío, ni observaba la Torah, porque como dice aquí, “vivía como los gentiles”. Es necesario entonces aclarar el significado de esta sentencia, y comencemos por el término “gentil”: si bien el vocablo en sí –ethnos en griego y goy en hebreo– es neutro, en realidad era usado en modo peyorativo e implícitamente se entendía que un gentil era un pagano, como veremos en 2:15. Entonces, ¿qué quiso decir Shaul con esto? que Shimon adoraba ídolos? que festejaba la Saturnalia? que comía comida impura? que ya no observaba el Shabat, ni los demás mandamientos? ¡Por supuesto que no es eso a lo que se refiere Shaul con esa frase! Para entenderlo, hay que sumergirse en el ambiente judío del primer siglo: un Judío no podía absolutamente relacionarse con gentiles, ni entrar en las casas de los gentiles, ni en otros espacios sociales frecuentados por gentiles, ni mucho menos comer con ellos, aunque la comida fuera kosher. Tales acciones lo constituían en alguien que “vivía como los gentiles”. También era inconcebible que gentiles incircuncisos entraran en una Sinagoga, y de esto surgió el problema que se planteó en el concilio de Jerusalem: si permitir o no la entrada de los gentiles que habían creído en Yeshua dentro del espacio de los Judíos. Entre los de la Diáspora había más flexibilidad, pues estaban obligados a convivir en un ambiente de gentiles, pero para los de Judea esta era la regla. Entonces Shimon, encontrándose fuera de Judea, en Antioquía, él se permitía de compartir con los creyentes gentiles no sólo el culto, sino también momentos más reservados como la mesa – esto no implica que comiera cosas impuras, los creyentes gentiles tampoco las comían si ya habían sido adecuadamente instruidos. Cuando vinieron los de Judea, él disimuló mantenerse separado de los gentiles, y esto es lo que le reclama Shaul, esa falta de sinceridad. No que Shimon estuviera faltando a algún precepto de la Torah mientras estaba con los gentiles, sino que se estaba comportando con hipocresía religiosa delante de los de Judea. Por otra parte, al parecer Shimon era de los que opinaban que los gentiles debían circuncidarse, por cuanto dice Shaul, que exigía a los gentiles de judaizarse.

2:15 Nosotros Judíos naturales, y no pecadores de los Gentiles.

Esta declaración ilustra el concepto que los Judíos, incluso Shaul, tenían de los gentiles: así como el Judío por naturaleza debía ser justo –que obra justicia, es decir, que observa los mandamientos–, el gentil era considerado por naturaleza pecador, o sea, violador de la Torah.

2:16 Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Yeshua Mesías, nosotros también hemos creído en Yeshua Mesías, para que fuésemos justificados por la fe del Mesías, y no por las obras de la ley; por cuanto por las obras de la ley ninguna carne será justificada. 17 Y si buscando nosotros ser justificados en el Mesías, también nosotros somos hallados pecadores, ¿es por eso el Mesías ministro de pecado? En ninguna manera. 18 Porque si las cosas que destruí, las mismas vuelvo a edificar, transgresor me hago.

En este pasaje ¿nos está diciendo Shaul que no hay que observar la Torah? ¿o está más bien corrigiendo algunos conceptos que no corresponden al propósito y objetivos de la Torah? En efecto, la Ley no ha sido dada para justificar, sino para instruir en justicia. Si observar la Torah en sí no produce justificación, cuánto menos la produce el no observarla! Si hemos pecado, la Torah no nos justifica, ni hay manera de enmendar el error a través de ella. Si violamos un mandamiento, no nos justifica observar los otros nueve, sino que seguiremos en falta. Son dos cosas separadas: la salvación, la justificación, el perdón por un lado, y la obediencia, la justicia, la rectitud por el otro. Si obtenemos la primera, no estamos exentos de practicar la segunda, ¿o sí? Una vez que somos justificados –porque se nos ha perdonado una deuda–, debemos proseguir nuestro camino en la justicia o en la injusticia? Está claro que no quedamos exentos de seguir obedeciendo a los mandamientos, porque Yeshua no es ministro de pecado. No nos ha perdonado las culpas pasadas para que sigamos cometiendo infracción de la Ley, porque esa es la definición bíblica de pecado: Cualquiera que hace pecado, traspasa también la Ley; pues el pecado es transgresión de la Ley (1Juan 3:4).
Cuando obtenemos la justificación, es decir, el perdón, es porque nos hemos arrepentido del pecado cometido. Y hemos destruido esa transgresión. Pero si vuelvo a hacer lo mismo, soy nuevamente transgresor, para nada sirve ese arrepentimiento, la situación vuelve a ser la misma de antes, porque Yeshua no es ministro de pecado, no nos perdona para que sigamos pecando, sino para que podamos vivir sin el peso de la culpa de los errores cometidos anteriormente y dejarlos definitivamente, no para que los sigamos haciendo. Cuando él había sanado y perdonado a alguna persona, luego les decía: “no peques más” (cf. Yohanan 5:14; 8:11).

2:19 Porque yo por la ley soy muerto a la ley, a fin de vivir para Elohim. 21 No desecho la gracia de Elohim: porque si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió el Mesías.

Muy interesante para los empedernidos anti-Torah, porque fuera del contexto y de la realidad, pueden construir sobre esto un castillo teológico. Pero un buen exégeta, y cualquier persona seria y sincera, analizará estas palabras en el contexto. ¿Qué significa “muerto a la ley”? ¿Y a qué ley? Y luego, ¿qué es vivir para Elohim?
Este pasaje está conceptualmente relacionado con lo que ya hemos leído en la carta a los Romanos. Veamos: “Porque la retribución del pecado –de la transgresión de la Ley– es muerte” (Romanos 6:23), entonces, por lo que la Ley establece, yo siendo pecador tengo como consecuencia la muerte. ¿Pero cuál es la ley que me lleva a la muerte? ¿Hay una sola ley? Ya lo hemos visto en Romanos, y es lo mismo que tenemos aquí: porque nos dice que somos “muertos a la ley” con un propósito, el de “vivir para Elohim”, y en la otra carta el mismo apóstol nos dice: “yo mismo con la mente sirvo a la Ley de Elohim, mas con la carne a la ley del pecado” (Romanos 7:25). Entonces podemos cerrar el círculo: “Porque yo por la Ley (la Torah) soy muerto a la ley (del pecado), a fin de vivir para Elohim (es decir, servir a la Ley de Elohim)”. Y el verso siguiente: “porque si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió el Mesías” continúa el paralelismo con el ya citado: Porque la retribución del pecado es muerte, pero la dádiva de Elohim es vida eterna en el Mesías Yeshua Señor nuestro (Romanos 6:23). Como ya lo hemos dicho, la justificación sólo se obtiene a través del perdón, y esa es la gracia concedida por medio del Mesías, y no la libertad de pecar y de infringir la Torah!

Ahora bien, es necesario también tener claro el significado concreto del concepto de “obras de la Ley” en cuanto a la relación de éstas con el perdón de pecados, que es la cuestión que había confundido a los Gálatas (y no sólo a ellos). Siendo que la Torah establece los mandamientos que se deben observar, también provee una manera de enmendar, o de resarcir, cuando estos mandamientos son quebrantados. A cada falta corresponde una forma de expiación, que en algunos casos requería un sacrificio animal, en otros era suficiente una ofrenda vegetal, o incluso monetaria. Estos sacrificios u ofrendas no implicaban una cancelación del registro de faltas cometidas, sólo servían a pagar el daño causado. Estas eran “obras de la Ley”, es decir, establecidas por la Torah, para la expiación cuando se violaban los mandamientos de la Torah. Pero no producían una justificación en cuanto a limpiar completamente el prontuario con los antecedentes penales, para decirlo en lenguaje actual. O sea, no había ningún sacrificio que produjera indulto – la condena debía ser cumplida. Esto nos introduce en el próximo capítulo:

3:1 Oh Gálatas insensatos! ¿quién os fascinó, para no obedecer a la verdad, ante cuyos ojos Yeshua Mesías fué ya descrito como crucificado entre vosotros? 2 Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír de la fe? 3 ¿Tan necios sois? ¿habiendo comenzado por el Espíritu, ahora os perfeccionáis por la carne? 4 ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si empero en vano. 5 Aquel, pues, que os daba el Espíritu, y obraba maravillas entre vosotros ¿hacíalo por las obras de la ley, o por el oír de la fe?

Como ya hemos esclarecido el significado del concepto de obras de la Ley en cuanto a la remisión de pecados, podemos entonces entender cuáles implicaciones comprendía el rito de circuncisión que estaba atribulando a los Gálatas: el regreso a los sacrificios por el pecado. De esto también advierte a los Colosenses, y les dice:

Y cuando estabais muertos en vuestros delitos y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con Él, habiéndonos perdonado todos los delitos, y cancelado el documento de deuda que consistía en decretos contra nosotros y que nos era adverso, y lo ha quitado de en medio, clavándolo en la cruz. – Colosenses 2:13,14

Cuando los gentiles se reconocen pecadores delante de la Justicia de Elohim, conforme a todas las faltas cometidas por las violaciones de la Torah, existe contra ellos un “documento de deuda”, un prontuario de antecedentes penales, el cual no puede ser cancelado –y muchos de esos pecados no admitían sacrificio alguno, sino que eran penados con la muerte o la expulsión de la nación de Israel–, a menos que acepten el sacrificio de Yeshua. Entonces reciben el indulto, como ya hemos dicho, para que desde ese momento en adelante comiencen a caminar en justicia, y no para que sigan violando libremente la Ley del Eterno, porque Yeshua no es ministro de pecado.
Volvamos al problema de los Gálatas, que era el de hacerse prosélitos del judaísmo para luego llegar, según el criterio de ellos, a Yeshua. Esta conversión implicaba el regreso a los sacrificios, es decir, a las “obras de la Ley” previstas para la expiación de pecados, los cuales ya no son necesarios una vez que se ha cancelado la deuda y eliminado los antecedentes penales a través del sacrificio final y definitivo. Como gentiles que ignoraban la Torah, eran culpables y no había manera de ser justificados, sino a través de ese sacrificio. Pero ellos no llegaron a entenderlo y recibirlo a través de “las obras de la Ley”, o sea, expiando los propios pecados sacrificando en el Templo como establecido por la Torah, sino a través del haber creído y aceptado el sacrificio de Yeshua como expiación definitiva y cancelación del prontuario penal que les era contrario. Y si ellos recibieron ya la justificación y fueron bendecidos con el Espíritu de Santidad siendo incircuncisos, en vano buscan ahora una segunda conversión, la cual les exigirá rituales que son innecesarios.
Hemos dicho que los Gálatas eran Celtas, y como tales en su cultura el adulterio era una práctica común, extensamente difundida. Imaginemos por un momento qué clase de expiación se preveía para ellos si volvían a caer en esa falta: “Y el hombre que adulterare con la mujer de otro, el que cometiere adulterio con la mujer de su prójimo, indefectiblemente se hará morir al adúltero y a la adúltera” (Levítico 20:10). Ciertamente la conversión al judaísmo no les era favorable. No había sacrificio posible para enmendar esa falta. Sólo podían ser indultados, pero no por la Torah, sino por sentencia de un juez.

3:6 Como Abraham creyó a Elohim, y le fue contado como justicia. 7 Sabéis por tanto, que los que son de fe, los tales son hijos de Abraham. 8 Y viendo antes la Escritura que Elohim por la fe había de justificar a los Gentiles, lo anunció antes a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. 9 Luego los de la fe son benditos con el creyente Abraham. 14 Para que la bendición de Abraham fuese sobre los Gentiles en el Mesías Yeshua; para que por la fe recibamos la promesa del Espíritu. 17 Esto pues digo: Que el contrato confirmado de Elohim para con el Mesías, la Ley que fue hecha cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa. 18 Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la promesa: empero Elohim por la promesa hizo la donación a Abraham.

Este pasaje se complementa, o se explica, con el que ya hemos leído en la carta a los Romanos:

Romanos 4:9 Porque decimos que a Abraham fue contada la fe por justicia. 10 ¿Cómo pues le fue contada? ¿en la circuncisión, o en la incircuncisión? No en la circuncisión, sino en la incircuncisión. 11 Y recibió la circuncisión por señal, por sello de la justicia de la fe que tuvo en la incircuncisión: para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados, para que también a ellos les sea contado por justicia; 12 Y padre de la circuncisión, no solamente a los que son de la circuncisión, más también a los que siguen las pisadas de la fe que fue en nuestro padre Abraham antes de ser circuncidado.

Shaul les está enseñando con las Escrituras que Avraham recibió el pacto por su fé, siendo incircunciso, y no después de haberse circuncidado, como señal de la extensión de ese pacto a los gentiles, los cuales no están en la circuncisión. Y esa entrada en el pacto para los gentiles se concreta en Yeshua, y no a través de los sacrificios que fueron instituidos 430 años después de que Avraham fuera justificado por su fé, sacrificios a los cuales sólo se accede por medio de la circuncisión.

3:10 Porque todos los que son de las obras de la ley, están bajo maldición. Porque escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas que están escritas en el libro de la ley, para hacerlas. 11 Mas por cuanto por la ley ninguno se justifica para con Elohim, queda manifiesto: Que el justo por la fe vivirá. 12 La ley también no es de la fe; sino, el hombre que los hiciere, vivirá en ellos. 13 El Mesías nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición; (porque está escrito: Maldito cualquiera que es colgado en madero).

Como es natural entre los que odian la Torah, también usan este pasaje para decir que estar bajo la Torah trae maldición. Pero vayamos como es correcto, al contexto, a la fuente:

He aquí yo pongo hoy delante de vosotros la bendición y la maldición: La bendición, si oyereis los mandamientos de YHVH vuestro Elohim, que yo os prescribo hoy; Y la maldición, si no oyereis los mandamientos de YHVH vuestro Elohim, y os apartareis del camino que yo os ordeno hoy, para ir en pos de dioses ajenos que no habéis conocido. – Deuteronomio 11:26-28

Entonces, qué es lo que trae maldición, ¿la Torah, o la desobediencia a la Torah? Porque la obediencia a la misma trae bendición. Y los Gálatas, siendo gentiles, antes de haber creído en Yeshua eran adoradores de ídolos, como dice más adelante:

4:8 Antes, en otro tiempo, no conociendo a Elohim, servíais a los que por naturaleza no son dioses.

Ahora bien, esta condición que ellos tenían, de idólatras, los colocaba bajo la maldición de la Torah. Pero por la fé habían sido justificados, y esta palabra no es del Nuevo Testamento, sino de los Profetas:

Mas el justo por su fe vivirá. – Habacuc 2:4

Entonces, el haber creído les quitó la maldición –porque se arrepintieron de sus pecados y aceptaron el sacrificio–, lo cual implica que desde ese momento ya no seguirán a los ídolos, y pondrán en práctica los mandamientos, lo cual les trae bendición y no maldición.

3:15 Hermanos, hablo como hombre: Aunque un pacto sea de hombre, con todo, siendo confirmado, nadie lo cancela, o le añade.

Y esto es válido para todos los pactos: nadie los puede cancelar. Tampoco el pacto hecho en Sinaí puede ser cancelado.

3:19 ¿Pues de qué sirve la ley? Fue puesta por causa de las rebeliones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa, ordenada aquélla por los ángeles en la mano de un mediador. 20 Y el mediador no es de una parte, pero Elohim es uno. 21 ¿Luego la ley es contra las promesas de Elohim? En ninguna manera: porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la ley. 22 Mas encerró la Escritura todo bajo pecado, para que la promesa fuese dada a los creyentes por la fe de Yeshua Mesías. 23 Empero antes que viniese la fe, estábamos guardados bajo la ley, encerrados para aquella fe que había de ser descubierta. 24 De manera que la ley nuestro ayo fue para llevarnos al Mesías, para que fuésemos justificados por la fe. 25 Mas venida la fe, ya no estamos bajo ayo.

Otra vez, los enemigos de la Torah prontos a calificarla enteramente como el “ayo”, el “tutor”, porque esto es lo que pareciera decir Shaul si lo sacamos fuera del contexto. Pero ya hemos visto que en todo este capítulo, él está hablando de la ley de los sacrificios, es decir, de las obras de la ley que tienen relación con la expiación de los pecados, y no de los mandamientos! ¿O acaso “no matarás”, o “no cometerás adulterio” son sólo “tutores” que ya caducaron porque vino el Mesías? ¿Abolió Yeshua la Torah? El aceptar su sacrificio, ¿nos dá libertad de violar los mandamientos? Por supuesto que no. La ley que fue puesta “por causa de las rebeliones” es la ley de los sacrificios, porque de otra manera, ¿cómo podrían existir las rebeliones, si no hubiera ya mandamientos que determinan que tales actos son rebeliones? Entonces la Torah es precedente a la ley de los sacrificios, los cuales fueron instituidos para enmendar las faltas contra la Torah, hasta que viniera aquél que habría cumplido el sacrificio definitivo. Por lo tanto, el ayo, el tutor, era la ley de los sacrificios, y no la Torah.
Aquí encontramos también un dato interesante, y es lo siguiente: “ordenada aquélla [ley] por los ángeles en la mano de un mediador”: lo mismo dice en Hechos 7:53 “Que recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis” (cf. Hechos 7:38). No existe en el TaNaKh algún pasaje que nos diga que la Torah fue dada por medio de los ángeles, sino directamente por Elohim a Moisés, el mediador. Se trata de una tradición del judaísmo de aquella época, la cual asimismo encontramos en el Sefer Hekalot (llamado también 3º Henoc), que dice en 48d:3-4 “Todos esos tesoros fueron abiertos por él a Moisés en el Sinaí… la Torah en los setenta aspectos de las setenta lenguas… Llamó el Santo, bendito sea, a Yefifyah, el príncipe de la Torah, y por medio de él todo fue entregado a Moisés”. Vemos que Shaul no sólo recurre a las Escrituras, sino también a la tradición oral de los Judíos, para enseñar en sus cartas. Los creyentes de Berea quizás le hubieran preguntado de dónde tomó él esta información (Hechos 17:11).

3:28 No hay Judío, ni Griego; no hay siervo, ni libre; no hay varón, ni hembra: porque todos vosotros sois uno en Mesías Yeshua. 29 Y si vosotros sois del Mesías, ciertamente la simiente de Abraham sois, y conforme a la promesa los herederos.

Ya hemos explicado en el comentario a Romanos 10:12 lo que esto significa.
En cuanto al hecho de ser “simiente de Avraham” si se cree en el Mesías, tengamos presente que en toda la carta Shaul está usando alegorías (como lo dirá explícitamente en 4:24) y aquí mismo lo dice en manera clara, que los creyentes lo son “conforme a la promesa”, que en él, o en su simiente, serían benditas todas las naciones – las cuales ya existían cuando esta promesa fue dada. No se trata de pertenecer físicamente a la descendencia de Avraham, como algunos enseñan. Si la salvación fuera exclusivamente para la descendencia física de Avraham no alcanzaría a los gentiles, y sería falsa la premisa anterior, que para Elohim no hay Judío ni Griego.

4:8 Antes, en otro tiempo, no conociendo a Elohim, servíais a los que por naturaleza no son dioses: 9 Mas ahora, habiendo conocido a Elohim, o más bien, siendo conocidos de Elohim, ¿cómo os volvéis de nuevo a los flacos y pobres rudimentos, en los cuales queréis volver a servir? 10 Guardáis los días, y los meses, y los tiempos, y los años. 11 Temo de vosotros, que no haya trabajado en vano en vosotros.

Es una derivación natural y trágica en aquellos que habiendo una vez aprendido lo correcto, cuando desean otra cosa rechazan todo lo que habían aprendido, y vuelven a su condición anterior, de incrédulos o enemigos. Y aquí Shaul aborda esta situación: ellos, siendo gentiles, habían sido idólatras, y como gentiles tenían sus festividades paganas. En ese momento, y por influencia de aquellos que les inculcaban que debían circuncidarse para poder ser salvos, ellos no permanecían en la enseñanza que habían recibido, sino que volvían a ser paganos como antes, en vistas de iniciar un nuevo proceso de conversión. Porque está claro que, habiendo sido ellos paganos, los días, meses, tiempos y años que volvieron a guardar eran aquellos que observaban antes, como gentiles, y no las celebraciones y días bíblicos, pues para estos no se aplica el concepto de “volver”, ya que nunca les habían pertenecido.
También en este tiempo, muchos habiendo recibido la Palabra, siguen aferrados a los rudimentos de sus antiguas prácticas, y siguen festejando la navidad, y la pascua romana, y las fiestas paganas que el cristianismo ha adoptado.

4:16 ¿Heme pues hecho vuestro enemigo, diciéndoos la verdad? 17 Tienen celos de vosotros, pero no bien: antes os quieren echar fuera para que vosotros los celéis a ellos.

Y esto sucede cuando alguien se aparta de la verdad, considera a quien le enseñó la verdad un enemigo. Los Gálatas, a diferencia de los Romanos, eran neófitos en el conocimiento de las Escrituras, y se encontraban apremiados por dos ideas: por un lado, la salvación que se les había anunciado a través de la fé en el perdón de sus pecados por medio del sacrificio de Yeshua, y por el otro, los que les decían que esa salvación sólo se podía obtener si antes se circuncidaban, es decir, si se convertían en prosélitos del judaísmo. Y es a este punto que Shaul les ilustra la situación a través de una alegoría:

4:20 Querría cierto estar ahora con vosotros, y mudar mi voz; porque estoy perplejo en cuanto a vosotros. 21 Decidme, los que queréis estar debajo de la ley, ¿no habéis oído la ley? 22 Porque escrito está que Abraham tuvo dos hijos; uno de la sierva, el otro de la libre. 23 Mas el de la sierva nació según la carne; pero el de la libre nació por la promesa. 24 Las cuales cosas son dichas por alegoría: porque estas mujeres son los dos pactos; el uno ciertamente del monte Sinaí, el cual engendró para servidumbre, que es Hagar. 25 Porque Hagar o Sinaí es un monte de Arabia, el cual es conjunto a la que ahora es Jerusalem, la cual sirve con sus hijos. 26 Mas la Jerusalem de arriba libre es; la cual es la madre de todos nosotros. 27 Porque está escrito: Alégrate, estéril, que no pares: Prorrumpe y clama, la que no estás de parto; Porque más son los hijos de la dejada, que de la que tiene marido. 28 Así que, hermanos, nosotros como Isaac somos hijos de la promesa. 29 Empero como entonces el que era engendrado según la carne, perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora. 30 Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la sierva y a su hijo; porque no será heredero el hijo de la sierva con el hijo de la libre. 31 De manera, hermanos, que no somos hijos de la sierva, mas de la libre.

Y es natural que Shaul haya quedado perplejo.
Y les pregunta: “los que queréis estar debajo de la ley, ¿no habéis oído la Ley?” Con esta pregunta, les está introduciendo a la enseñanza que él les presentará a continuación, según lo que está escrito en la Torah, pues él era maestro de la Ley.
Y entonces les presenta una alegoría. Antes de explicarla, veamos cuál es el significado de esta palabra, para que se entienda que no se debe interpretar literalmente:
Definición de la Real Academia Española:
  alegoría (del latín allegorĭa, y este del griego ἀλληγορία).
1. f. Ficción en virtud de la cual algo representa o significa otra cosa diferente.
2. f. Esc. y Pint. Representación simbólica de ideas abstractas por medio de figuras, grupos de estas o atributos.
3. f. Ret. Figura que consiste en hacer patentes en el discurso, por medio de varias metáforas consecutivas, un sentido recto y otro figurado, ambos completos, a fin de dar a entender una cosa expresando otra diferente.
Entonces, es esencialmente una figura retórica, una representación a través de metáforas, que no se entiende en sentido literal sino que sirve para ilustrar otra cosa distinta a la que se está expresando. Por lo tanto, siendo que el mismo autor de la carta nos dice claramente que se trata de una alegoría, no podemos interpretarla literalmente, sino comprender el significado de lo que nos quiere transmitir.
Y aquí Shaul está presentando las dos opciones que los Gálatas tenían que evaluar: la de aceptar lo que ya habían creído en cuanto a la salvación, o la de hacerse prosélitos del judaísmo, a través de la circuncisión. En el judaísmo sólo existe un modo para que un gentil sea considerado parte de Israel, y es la conversión, o sea, hacerse prosélito. Y muchos de los que han aceptado el perdón a través de Yeshua, quieren ser reconocidos como Judíos por los Judíos – éste era precisamente el problema de los Gálatas, ellos querían ser Israel según lo estipulado por las leyes rabínicas, y no según la promesa hecha a Avraham, que abarca a todas las naciones y no es limitada a un solo pueblo, porque en él serían benditas todas las naciones de la Tierra y no sólo Israel (Génesis 12:2; 18:18).
En aquél tiempo aún era posible hacerse prosélito y seguir reconociendo a Yeshua como Mesías, pues hemos visto que los mismos creyentes Judíos seguían reuniéndose en las Sinagogas y practicando todo el judaísmo como los demás Judíos, y eran considerados como seguidores de una de las corrientes internas al mismo. En la actualidad eso no es posible, al prosélito se le exige renunciar a su fé en Yeshua, o sea que su situación es peor que la de los Gálatas.
Y aquí Shaul les ilustra cuál es la condición de uno y otro tomando como ejemplo Ismael e Isaac: el primero era hijo de una esclava, y por lo tanto, no era heredero legítimo, y era el fruto de la voluntad del hombre y no de la promesa del Eterno – así es el prosélito, que entra en el pueblo como un esclavo comprado, pero no es hijo natural, ni lo será. De hecho, aunque la Halajáh declara que el prosélito debe ser considerado igual que el Judío de nacimiento, no se da en la realidad. Un prosélito que haya completado toda su carrera en la Yeshiváh, será rabino de prosélitos, no de Judíos naturales. No es políticamente correcto decirlo, pero es lo que sucede en el mundo real. Y aquí Shaul les está advirtiendo a los Gálatas, que si ellos acceden a la circuncisión para entrar a formar parte de Israel, perderán la calidad adquirida de hijos por medio de la promesa y no de la carne. Ismael entró en el pacto por la circuncisión no al octavo día, sino como los prosélitos, y fue excluido de la herencia, porque Elohim reservó las bendiciones del pacto al hijo de la promesa (Génesis 17:19-21).
Por otra parte, ¿qué tiene que ver Hagar con el pacto del Monte Sinaí, y con Jerusalem? Recordemos que Shaul está hablando en alegoría, y por lo tanto debemos discernir esta relación: hemos dicho que Ismael representa al prosélito, al hijo de la esclava que entra en la familia por voluntad humana, en contraposición al hijo de la promesa, que entra por voluntad de Elohim y es heredero natural. Entonces, ¿qué es lo que fue establecido en Sinaí, que tenga alguna relación con esto? Los sacrificios por la expiación. Y ahora podemos cerrar el círculo: porque los Judíos creyentes en Yeshua seguían, como Judíos, ligados al culto del Templo y al sistema levítico, el cual cesó pocos años después de la escritura de esta carta porque el Templo y la ciudad fueron destruidos. Y el prosélito quedaba obligado a los mismos rituales, por lo tanto, de nada les aprovechaba el haber aceptado el sacrificio de Yeshua. De esto se trata, y no de la observancia de la Torah, la alegoría que Shaul presenta a los Gálatas.
Además en la congregación de los Gálatas había otro problema relacionado con este: aparentemente ya había algunos que se habían hecho prosélitos, y como Ismael escarnecía a Isaac, éstos perseguían a los que todavía no se habían circuncidado (4:29), queriendo expulsarlos de la Sinagoga por celos (4:17).

5:2 He aquí yo Shaul os digo, que si os circuncidareis, el Mesías no os aprovechará nada. 3 Y otra vez vuelvo a protestar a todo hombre que se circuncidare, que está obligado a hacer toda la ley. 4 Vacíos sois del Mesías los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído. 5 Porque nosotros por el Espíritu esperamos la esperanza de la justicia por la fe. 6 Porque en el Mesías Yeshua ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión; sino la fe que obra por la caridad. 7 Vosotros corríais bien: ¿quién os impidió obedecer a la verdad?

Una vez más, Shaul está determinando en manera específica de qué se trata el argumento de su carta: no es sobre la validez de la Torah, la cual nunca se ha puesto en discusión, sino sobre el rito de la circuncisión, pero no en sí mismo, sino con el propósito de conversión al judaísmo rabínico, que prescribe “hacer toda la ley” relativa a los sacrificios por el pecado – y por lo tanto, ya no habría más justificación por la fé, sino por medio de los sacrificios, los cuales cesarían algunos años más tarde.
Shaul no se opone a la circuncisión en sí misma, puesto que él personalmente circuncidó a Timoteo, pero no la considera esencial para la salvación. Esa es la diferencia. Si un gentil quiere circuncidarse, puede hacerlo, pero no con el fin de ser justificado. No es necesario circuncidarse para observar la Torah, pues es un pacto que atañe a la descendencia física de Avraham, y no a la justificación.
Así hoy también hay, lamentablemente, quienes corrían bien, pero fueron distraídos por la pasión, o por el excesivo entusiasmo, y han caído. Aquellos gentiles que aman a Israel no necesitan hacerse prosélitos, de nada les aprovechará en cuanto a la salvación, puesto que el judaísmo actual mucho se ha distanciado del que era en tiempos bíblicos.

5:16 Digo pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis la concupiscencia de la carne. 17 Porque la carne codicia contra el Espíritu, y el Espíritu contra la carne: y estas cosas se oponen la una a la otra, para que no hagáis lo que quisieres. 18 Mas si sois guiados del Espíritu, no estáis bajo la ley. 19 Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, disolución, 20 idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, 21 envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a éstas: de las cuales os denuncio, como ya os he anunciado, que los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Elohim. 22 Mas el fruto del Espíritu es: caridad, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza: contra tales cosas no hay ley. 24 Porque los que son del Mesías, han crucificado la carne con los afectos y concupiscencias. 25 Si vivimos en el Espíritu, andemos también en el Espíritu.

Creo que no es necesario volver a explicar de qué habla Shaul cuando dice que “no estáis bajo la ley”, ya lo hemos visto en Romanos 7 y 8. Aquí expresa los mismos conceptos, la lucha entre la Torah, que es la ley del Espíritu, y la ley del pecado, que se manifiesta en la carne. Y efectivamente, luego enumera las obras de la carne, que son contrarias a los mandamientos de la Torah e impiden que los que practican tales cosas puedan ser salvos (o sea que no es sólo por fé, sino por obediencia también). Y por último, enumera los frutos del Espíritu, contra los cuales no hay ley, porque la Torah no se opone estas cosas, sino al contrario, son el objetivo mismo de los mandamientos. Y para andar en el Espíritu, hay que evitar el pecado, el cual es la transgresión de la Ley.


Las Epístolas Paulinas

Las demás cartas de Shaul tratan generalmente de consejos prácticos y no contienen muchos pasajes que sean de relevancia en cuanto al tema de este estudio, que es acerca de la Casa de Israel, la Casa de Judá, la Torah y la relación de los gentiles con estas tres. Por lo tanto, continuaremos con las Epístolas Generales y por último la Carta a los Hebreos.


Epístolas Generales

Jacobo

La epístola que en muchas versiones de la Biblia encontramos con el nombre de “Santiago” es la menos amada por los cristianos anti-Torah. Aquí llamaremos a su autor por su nombre real, Yakov, o la correcta traducción al castellano, que es Jacobo, ya que Santiago es una contracción de Sant Iakob y no corresponde al nombre con el cual era conocido el escritor.

1:1 Jacobo, siervo de Elohim y del Señor Yeshua Mesías, a las doce tribus que están esparcidas, salud.

Jacobo encabeza su carta presentándose simplemente como siervo del Señor, y la dirige “a las doce tribus que están esparcidas”. No podemos determinar con certeza el destino geográfico de esta carta, pero en base a quienes es enviada cabe pensar que debía ser Asiria y Media, donde la mayoría de las tribus de Israel se encontraban en aquél tiempo. También es evidente que ya existía allí una congregación, puesto que les habla como a quienes ya tienen conocimiento del mensaje y están suficientemente instruidos.

1:22 Mas sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. 23 Porque si alguno oye la palabra, y no la pone por obra, este tal es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. 24 Porque él se consideró a sí mismo, y se fue, y luego se olvidó qué tal era. 25 Mas el que hubiere mirado atentamente en la perfecta Ley, que es la de la libertad, y perseverado en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, este tal será bienaventurado en su hecho.

Y este es el motivo por el cual a los cristianos no les gusta esta carta: en efecto, el tema principal de la misma pone énfasis en las obras, la obediencia a los mandamientos de la Torah, la cual es perfecta, y es libertad, en la cual es necesario perseverar y no solamente oír o leer, y no hacer.

2:8 Si en verdad cumplís vosotros la Ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis: 9 Mas si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y sois reconvenidos de la Ley como transgresores. 10 Porque cualquiera que hubiere guardado toda la Ley, y ofendiere en un punto, es hecho culpado de todos. 11 Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si tú no cometes adulterio, pero matas, ya eres hecho transgresor de la Ley. 12 Así hablad, y así obrad, como los que habéis de ser juzgados por la Ley de libertad.

¿Está claro que no tiene ningún valor observar los mandamientos si se falta a uno de ellos? Es el mismo Elohim quien dió el primero, como el cuarto, como el décimo, no hay diferencia entre un mandamiento y otro en cuanto a importancia. Y esta Ley, que es la Torah, es la Ley de la libertad, como lo reitera el escritor, para que nadie pueda decir que la Torah esclaviza, como muchos enseñan erradamente.

2:14 Hermanos míos, ¿qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? 15 Y si el hermano ó la hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, 16 Y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y hartaos; pero no les diereis las cosas que son necesarias para el cuerpo: ¿qué aprovechará? 17 Así también la fe, si no tuviere obras, es muerta en sí misma.

Es como para echarlo de la iglesia, ¿no? ¡Qué está diciendo este hombre! ¿Que no somos salvos solamente por la fé? Así es, eso es lo que está diciendo.

2:18 Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras: muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. 19 Tú crees que Elohim es uno; bien haces: también los demonios creen, y tiemblan. 20 ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?

El calificativo que les dá a los que creen que la salvación se obtiene solamente por fé: hombre vano, es decir, vacío, hueco, sin substancia, sin contenido. La fé se demuestra con la acción, las obras, las cuales son la obediencia a los mandamientos de la Torah (y no a mandamientos de hombres).

2:21 ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? 22 ¿No ves que la fe obró con sus obras, y que la fe fue perfecta por las obras? 23 Y fue cumplida la Escritura que dice: Abraham creyó a Elohim, y le fue imputado a justicia, y fue llamado amigo de Elohim. 24 Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe.

Parece decir lo contrario de lo que dijo Shaul en Romanos 4:9 y Gálatas 3:6, pero en realidad ambos están diciendo lo mismo desde diferentes perspectivas: Shaul enfatiza que fue por su fé que Avraham obró, Jacobo que la fé se demostró cuando obró, como también está escrito en Génesis 22:12 “ahora sé que temes a Elohim, pues que no me rehusaste tu hijo, tu único”. Avraham tuvo que demostrar subiendo al monte y llevando a su hijo para sacrificarlo, que su fé era genuina, y por eso le había sido contada como justicia. Para que seamos justificados por la fé como lo fue él, debemos tener la misma determinación a poner por obra todos los mandamientos. Esa es la fé que justifica, la que se traduce en obras.

2:25 Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió los mensajeros, y los echó fuera por otro camino? 26 Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras es muerta.

En estos tiempos hay necesidad de predicadores como Jacobo en las iglesias cristianas, que enseñen la verdad y no engañen a la gente diciendo que una vez que creyeron ya son salvos, y que no están bajo la Torah, porque la gracia la ha anulado.

4:17 El pecado, pues, está en aquel que sabe hacer lo bueno, y no lo hace.

No es suficiente no hacer lo malo. También quien no hace buenas obras es pecador, es transgresor de la Ley.
Entonces, amigos cristianos, a arrepentirse de verdad, a estudiar la Torah y a poner por obra los mandamientos, ese es el camino de la salvación.


1 Yohanan
-Primera Carta de Juan-

El mensaje de Yohanan es similar al de Jacobo, poniendo énfasis en las buenas obras y en ayudar a los necesitados. Debe ser por este motivo que muy poco se lee en las iglesias.

1:5 Y este es el mensaje que oímos de él, y os anunciamos: Que Elohim es luz, y en él no hay ningunas tinieblas. 6 Si nosotros dijéremos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; 7 Mas si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión entre nosotros, y la sangre de Yeshua Mesías su Hijo nos limpia de todo pecado.

El lenguaje de Yohanan es más místico, pero sabemos qué es andar en luz o andar en tinieblas. La última frase del párrafo citado arriba es muy usada por los cristianos, aisladamente: “la sangre de Yeshua Mesías su Hijo nos limpia de todo pecado”, pero siempre olvidan que hay una condición para que esto se verifique: “si andamos en luz, como él está en luz”. No es incondicional, no es una garantía para aquellos que dicen haber creído, que su sangre los limpiará de todo pecado, sino que hay una condición: es para los que caminan en la luz, como él está en la luz.

1:8 Si dijéremos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y no hay verdad en nosotros. 9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para que nos perdone nuestros pecados, y nos limpie de toda maldad. 10 Si dijéremos que no hemos pecado, lo hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.
2:3 Y en esto sabemos que nosotros le hemos conocido, si guardamos sus mandamientos. 4 El que dice, yo le he conocido, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y no hay verdad en él.

Y ahora nos lo dice en modo más claro, qué es andar en la luz: guardar los mandamientos. El que no los guarda, peca, y si cree que no está obligado a observar los mandamientos, se engaña a sí mismo.

2:5 Mas el que guarda su palabra, el amor de Elohim se ha verdaderamente perfeccionado en él: por esto sabemos que estamos en él. 6 El que dice que está en él, debe andar como él anduvo. 7 Hermanos, no os escribo mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que habéis tenido desde el principio: el mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído desde el principio.

¿Y cuáles son los mandamientos que hay que observar? Los que fueron dados desde el principio, es decir, la Torah. No hay otros mandamientos sino esos.

2:17 Y el mundo se pasa, y su concupiscencia; mas el que hace la voluntad de Elohim, permanece para siempre. 29 Si sabéis que él es justo, sabed también que cualquiera que hace justicia, es nacido de él.

Sólo el que hace la voluntad de Elohim permanece. Entonces no es sólo por fé. Aquellos que creen ser salvos por la fé, sin observar los mandamientos, que expresan la voluntad del Eterno, no permanecerán, o sea, no tienen vida eterna. La justicia se hace, no es sólo creer.

3:4 Cualquiera que hace pecado, traspasa también la Ley; pues el pecado es transgresión de la Ley.

Y esta es la única definición que encontramos en la Biblia sobre qué es el pecado, y lo dice claramente: transgresión de la Ley, es decir, de la Torah.
Aquellos que dicen que ya no están bajo la Torah, son los mismos que dicen no tener pecado (1:8), puesto que no pueden infringir ninguna ley, y por lo tanto son mentirosos.

3:5 Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él. 6 Cualquiera que permanece en él, no peca; cualquiera que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. 7 Hijitos, no os engañe ninguno: el que hace justicia, es justo, como él también es justo.

Parece repetitivo, pero es necesario porque aún después de dos milenios, a la mayoría de los cristianos no les ha quedado claro: el que permanece en Elohim, no peca, o sea, no quebranta la Torah (ver definición arriba en 3:4). El que quebranta la Torah, no le ha visto ni le ha conocido. Ha sido engañado por los predicadores de la gracia.
Para ser justo, hay que hacer justicia, es decir, obras de justicia. No basta tener fé.

3:8 El que hace pecado, es del adversario; porque el adversario peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Elohim, para deshacer las obras del adversario. 9 Cualquiera que es nacido de Elohim, no hace pecado, porque su simiente está en él; y no puede pecar, porque es nacido de Elohim. 10 En esto son manifiestos los hijos de Elohim, y los hijos del adversario: cualquiera que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Elohim.

Insiste Yohanan, previendo que muchos no lo entenderían, y lo vuelve a repetir: el que es nacido de Elohim, no quebranta la Torah; el que no hace obras de justicia, no es de Elohim.

3:18 Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de obra y en verdad. 22 Y cualquier cosa que pidiéremos, la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él. 24 Y el que guarda sus mandamientos, está en él, y él en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.
5:2 En esto conocemos que amamos a los hijos de Elohim, cuando amamos a Elohim, y guardamos sus mandamientos. 3 Porque este es el amor de Elohim, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son penosos.

Por si no quedó claro… Y también en su segunda carta lo repite, por las dudas aún haya quienes no lograron entender el mensaje:

2Yohanan 1:6 Y este es amor, que andemos según sus mandamientos. Este es el mandamiento: Que andéis en él, como vosotros habéis oído desde el principio.

Lo que Yohanan nos quiere decir es sumamente claro y lo reitera para que no quepan dudas. No menciona la salvación sólo por fé, debe ser por eso que casi nunca se leen sus cartas.


1 Shimon Kefa
-Primera Carta de Pedro-

1:1 Kefa, apóstol de Yeshua Mesías: A los elegidos expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia.

Shimon dirige su carta a los “elegidos expatriados de la dispersión”, es decir, de la Diáspora, en las provincias de Anatolia. En un principio podría tratarse de Judíos, pero en 2:10 nos da a entender que se trata de los Israelitas de las Tribus del Norte, que todavía en aquél tiempo residían no muy lejos de Asiria, donde fueron deportados.

2:9 Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido, para que anunciéis las virtudes de aquel que os ha llamado de las tinieblas a su luz admirable. 10 Vosotros, que en el tiempo pasado no erais pueblo, mas ahora sois pueblo de Elohim; que en el tiempo pasado no habíais alcanzado misericordia.

A los cristianos les gusta aplicar a sí mismos esta declaración: “vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido”, pero no tienen en cuenta a quiénes el escritor se dirige, o sea, a los Israelitas.
Shaul nunca usa estos términos en referencia a sus destinatarios gentiles. Una vez usa la misma palabra traducida aquí “linaje” (en griego: genos) aplicándola a sí mismo, en Filipenses 3:5 “circuncidado el octavo día, del linaje de Israel”, y otras dos veces a los de su propia nación, en 2Corintios 11:26 y Gálatas 1:14. En cuanto al sacerdocio, Shaul nunca lo menciona. Tampoco llama “nación santa” a ninguna de las congregaciones a las cuales escribe – habla de santos individualmente, pero nunca en forma colectiva, étnica, como en este caso lo hace Shimon. ¿Por qué? Está claro, porque estos términos sólo se aplican a Israel: “y vosotros seréis para mí un reino de kohanim y una nación santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel” (Éxodo 19:6).
Si los cristianos están de acuerdo en que Shimon Kefa fue enviado “a los de la circuncisión” y no a los gentiles, ¿por qué se atribuyen a sí mismo estas palabras, sacándolas del contexto?
Shimon luego cita Hoshea 1:6,9,10 “porque no tendré más misericordia de la casa de Israel; porque vosotros no sois mi pueblo, ni yo seré vuestro Elohim… Y será, que donde se les ha dicho: Vosotros no sois mi pueblo, les será dicho: Sois hijos del Elohim viviente”, haciendo clara referencia a la Casa de Israel, es decir, a las Tribus del Norte que nunca regresaron, pero les había llegado el momento en que el mensaje del Mesías les alcanzaría para salvación.

1:17 Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conversad en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación: 22 Habiendo purificado vuestras almas en la obediencia de la verdad, por el Espíritu, en amor fraternal sin fingimiento, amaos unos a otros entrañablemente de corazón puro:

El apóstol no menciona aquí la fé de cada uno, sino que el juicio será según la obra… y la purificación del alma a través de la obediencia a la verdad, y la verdad es la Torah (Salmos 119:142; Romanos 7:12). No se aparta de la línea de pensamiento de los escritores que hemos considerado anteriormente, sino que afirma la necesidad de obedecer a los mandamientos para ser juzgados favorablemente por el Eterno.

2:12 Teniendo vuestra conversación honesta entre los Gentiles; para que, en lo que ellos murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Elohim en el día de la visitación, estimándoos por las buenas obras.

Aquí les recuerda que la misión de Israel es bendecir a las naciones (los gentiles), pero estableciendo una diferencia entre ambos.

3:11 Apártese del mal, y haga bien; busque la paz, y sígala. 12 Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones: Pero el rostro del Señor está sobre aquellos que hacen mal.
4:17 Porque es tiempo de que el juicio comience de la casa de Elohim: y si primero comienza por nosotros, ¿qué será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Elohim? 18 Y si el justo con dificultad se salva; ¿a dónde aparecerá el infiel y el pecador?

Nuevamente enfatiza sobre el hacer buenas obras, la justicia, la obediencia, y asimismo todas estas cosas son difíciles para un justo, imaginemos cuál es el destino de los que creen que son salvos sólo por la fé, y no se preocupan por guardar los mandamientos!