ISRAEL
EL PUEBLO ELEGIDO


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La última semana en Jerusalem

El mensaje del Evangelio de Yeshua indudablemente alcanza su máxima dimensión con los sucesos de su última semana transcurrida en Jerusalem, particularmente con la última cena, la crucifixión y la resurrección del Mesías. También en estos sucesos, sobre los cuales se funda el entero edificio cristiano, hay particulares interesantes que a menudo no son examinados con precisión. De hecho, se dá por sabido que Yeshua fue crucificado en el día anterior al Shabat y que la noche de ese mismo día se celebraba Pesaj; sin embargo, no se explica el motivo por el cual Yeshua celebró Pesaj la noche anterior, o qué es lo que realmente celebró, visto que Pesaj debía conmemorarse la noche sucesiva, cuando él ya habría sido crucificado... La sucesión de los días de esta última semana y la colocación del Shabat (o mejor, de los Shabatot) son fundamentales para entender la entera secuencia de los sucesos narrados en los Evangelios. Si los exegetas se informasen acerca del calendario hebraico antes de buscar improbables explicaciones, se ahorrarían muchos errores de interpretación y se podría entender el texto evangélico en modo claro y natural.

Antes de entrar en el análisis de la secuencia de los sucesos ocurridos en la semana en causa, presentamos los pasajes bíblicos que hablan específicamente de los días en que tales sucesos se desarrollaron, en relación con el Shabat y Pesaj, en secuencia cronológica:


1) La última cena:

El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, vinieron los discípulos a Yeshua, diciéndole: «¿Dónde quieres que preparemos para que comas Pesaj?» Y él dijo: «Id a la ciudad a cierto hombre, y decidle:”El Rabí dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa celebraré Pesaj con mis discípulos”». Y los discípulos hicieron como Yeshua les mandó, y prepararon Pesaj. Cuando llegó la noche, se sentó a la mesa con los doce. (Mateo 26:17-20)

El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, cuando sacrificaban el cordero de Pesaj, sus discípulos le dijeron: «¿Dónde quieres que vayamos a preparar para que comas Pesaj?» Y envió dos de sus discípulos, y les dijo: «Id a la ciudad, y os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle, y donde entrare, decid al señor de la casa: “El Rabí dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer Pesaj con mis discípulos?”». Fueron sus discípulos y entraron en la ciudad, y hallaron como les había dicho; y prepararon Pesaj. (Marcos 14:12-16)

Llegó el día de los panes sin levadura, en el cual era necesario sacrificar el cordero de Pesaj. Y Yeshua envió a Shimon y a Yohanan, diciendo: «Id, preparadnos Pesaj, para que la comamos. y decid al padre de familia de esa casa: “El Rabí te dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer Pesaj con mis discípulos?”» (Lucas 22:7, 8, 11)

Fueron, pues, y hallaron como les había dicho; y prepararon Pesaj. Cuando era la hora, se sentó a la mesa, y con él los apóstoles. Y les dijo: «¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta Pesaj antes que padezca! Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el Reino de Elohim». (Lucas 22:13-16)

2) La crucifixión:

Llevaron a Yeshua de casa de Kayafa, al pretorio. Era de mañana, y ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse, y así poder comer Pesaj. (Yohanan 18:28)

Era la Preparación de Pesaj, y como la hora sexta. Entonces dijo a los Judíos: «¡He aquí vuestro Rey!» (Yohanan 19:14)

Entonces los Judíos, por cuanto era el Shabat (porque era la Preparación, y aquél día del Shabat era un gran día), a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de Shabat. (Yohanan 19:31)

Cuando llegó la noche, porque era la Preparación, es decir, la víspera del Shabat, Yosef de Ramatayim, miembro noble del Sanhedrin, que también esperaba el Reino de Elohim; vino y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Yeshua. (Marcos 15:42-43)

Y quitándolo, lo envolvió en una sábana, y lo puso en un sepulcro abierto en una peña, en el cual aún no se había puesto a nadie. Era el día de la Preparación, y estaba para comenzar el Shabat. Y las mujeres que habían venido con él desde Galilea, siguieron también, y vieron el sepulcro, y cómo fue puesto el cuerpo de Yeshua. (Lucas 23:53-55)

3) La resurrección:

Cuando pasó el Shabat, Miryam de Magdala y Miryam madre de Yakov y Shalomit compraron especias aromáticas para ir a ungirle. Y muy de mañana, el primer día de la semana, vinieron al sepulcro, al salir el sol. (Marcos 16:1-2)

Vueltas, prepararon especias aromáticas y ungüentos; y descansaron el Shabat conforme al mandamiento. El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas. hallaron removida la piedra del sepulcro. (Lucas 23:56-24:2)

En la noche del Shabat, al amanecer del primer día de la semana, vinieron Miryam de Magdala y la otra Miryam vinieron a ver el sepulcro. (Mateo 28:1)

La secuencia en la que los pasajes bíblicos han sido presentados corresponde al orden cronológico de los sucesos. Una primera lectura de los textos nos pone delante de problemas que no son fáciles de resolver si no se conoce el contexto hebraico en el cual estos hechos se desarrollan:
1) La última cena aparentemente tuvo lugar la noche en que se sacrificaba Pesaj: (Mateo 26:17-20 y paralelos), sin embargo, el día siguiente, aquél en el cual Yeshua fue crucificado, era el día de la Preparación (Yohanan 18:28; 19:14), porque Pesaj habría sido celebrada sucesivamente en la noche inmediata! ¿Cuál era entonces el día de Pesaj? ¿Aquél en el cual se celebró la última cena, o el día sucesivo, en que él fue crucificado?
2) Aquél día de Pesaj era también Shabat (Yohanan 19:31, Marcos 15:42-43; Lucas 23:53-55), y aparentemente, habiendo sido la crucifixión el día precedente al Shabat, la matemática occidental y cristiana interpreta que haya sido el sexto día de la semana (una matemática que después debe hacer malabarismos para explicar cómo se hace para contar tres días y tres noches desde el viernes hasta el domingo)... ¿Será realmente así?
3) La resurrección tuvo lugar durante la noche sucesiva al Shabat, en el primer día de la semana. De hecho, las mujeres se presentaron en aquél día a la tumba, llevando las especias aromáticas que habían comprado el día siguiente al Shabat! (Marcos 16:1-2) ¿Cuándo han comprado estas especias aromáticas, si llegaron a la tumba cuando era todavía de noche? Sin embargo, el otro evangelista narra que ellas primero fueron a comprar las especias aromáticas, y después se reposaron durante el Shabat (Lucas 23:56, 24:1)... ¿Es posible que uno de los autores se haya equivocado, o hay otra explicación?

Nuestro conocimiento de las Escrituras nos confirma que no puede haber dos días de Pesaj, ni dos séptimos días de la misma semana ‒ lo que de todos modos no significa que no pueda haber dos Shabatot hebraicos en una misma semana. Para encontrar la solución a este aparente problema es necesario sumergirse en el momento histórico-geográfico en que estos sucesos ocurrieron, considerando la existencia de dos calendarios entonces en uso en el ambiente judaico, los cuales coincidían exactamente en la correspondencia de los días de la semana, pero no en el número de días del mes y por consiguiente en la fecha, de la cual dependen las festividades. Por lo tanto, en base al calendario bíblico, es posible que hayan dos Shabatot en una semana, aquél sábado natural, o sea el séptimo día de la misma, y uno festivo, o sea, un día de reposo (Shabat en hebreo) debido a una celebración solemne. En cuanto al día de Pesaj, en cambio, en el calendario bíblico es posible solamente uno, el 14 de Aviv. Sin embargo, dos días distintos para la celebración de Pesaj eran posibles, depende de quién la conmemorase. Para un examen más comprensible de la secuencia de los sucesos y de los días exactos en que estos ocurrieron, es necesario invertir el orden: analizaremos primero los hechos relativos a la crucifixión y resurrección de Yeshua, y después las circunstancias de la última cena.


Dos días de Shabat en una semana

El concepto de Shabat comúnmente conocido por todos los cristianos que leen la Biblia es que este es el día de reposo hebraico, que coincide con el sábado cristiano y que es según el Orden Divino, el séptimo día de la semana. Lo que en cambio no es de conocimiento público es que no sólo el sábado es Shabat, sino que también puede serlo cualquier otro día de la semana, si corresponde con una festividad judaica. De hecho, “Shabat” para los Judíos no significa “el séptimo día”, sino “día de reposo”, o sea, aquél que sería el equivalente de un día festivo. Por lo tanto, en una semana como la de Pesaj, es normal que haya dos Shabat, uno de reposo semanal y otro de festividad. Para disipar toda duda, veamos en las Escrituras cuál es el concepto de Shabat:

«Habla a los hijos de Israel y diles: En el mes séptimo, al primero del mes tendréis día de Shabaton, una conmemoración al son de trompetas, y una santa convocación. Ningún trabajo de siervos haréis; y ofreceréis ofrenda encendida a HaShem». También habló HaShem a Mosheh, diciendo: «A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a HaShem. Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de HaShem vuestro Elohim»... «Ningún trabajo haréis; estatuto perpetuo es por vuestras generaciones en dondequiera que habitéis. Shabat será a vosotros, y afligiréis vuestras almas, comenzando a los nueve días del mes en la tarde; de tarde a tarde guardaréis vuestro Shabat». Y habló HaShem a Mosheh, diciendo: «Habla a los hijos de Israel y diles: A los quince días de este mes séptimo será la fiesta solemne de Sukkot, durante siete días, en honor de HaShem. El primer día habrá santa convocación; ningún trabajo de siervos haréis. Siete días ofreceréis ofrenda encendida a HaShem; el octavo día tendréis santa convocación, y ofreceréis ofrenda encendida a HaShem; es fiesta, ningún trabajo de siervos haréis».
(Wayyiqra/Levítico 23:24-28, 31-36)

Este pasaje de la Escritura habla de la institución de las festividades de Yom Teruah (Rosh ha-Shanáh), Yom Kippur y Sukkot, que se celebran respectivamente en los días 1, 10 y 15 del mes de Ethanim (Tishri). Aquí podemos ver que todos estos días son definidos “Shabat/Shabaton”, independientemente del día semanal en que puedan ocurrir. De hecho, no todos los años el primer día del mes coincide con el mismo día semanal, ni en nuestro calendario ni en el hebraico. Si per coincidencia el primer día del mes es un sábado semanal, seguramente el décimo no lo será, aunque el decimoquinto sí lo es. Si en cambio, es el décimo día que es un sábado, ni el primero ni el decimoquinto podrán serlo. Puede suceder que ninguno de estos días sea sábado semanal, por ejemplo, si el primero y el decimoquinto del mes son martes, el décimo es jueves; sin embargo, para el calendario hebraico, todos estos son Shabat porque son festivos. Otro ejemplo de este tipo concierne justamente los días relativos a Pesaj y Hag ha-Matzah (Festividad de los Panes Ácimos):

Siete días comeréis panes sin levadura; y así el primer día haréis que no haya levadura en vuestras casas; porque cualquiera que comiere leudado desde el primer día hasta el séptimo, será cortado de Israel. El primer día habrá santa convocación, y asimismo en el séptimo día tendréis una santa convocación; ninguna obra se hará en ellos, excepto solamente que preparéis lo que cada cual haya de comer. (Éxodo 12:15-16)

El primer día tendréis santa convocación; ningún trabajo de siervos haréis; y ofreceréis a HaShem siete días ofrenda encendida; el séptimo día será santa convocación; ningún trabajo de siervo haréis.
(Levítico 23:7-8)

La festividad de los panes ácimos se celebra durante una entera sucesión de siete días, de los cuales el primero y el último día son Shabat, nombre hebreo que se puede traducir como “día de reposo”, porque en estos no se puede desempeñar ningún trabajo o actividad fuera de aquellas estrictamente necesarias. Si existe un pueblo para el cual los días festivos son realmente tales, al punto de ser una obligación reposarse, este es el pueblo de los Judíos. El Shabat debe absolutamente ser observado. El primer día de esta festividad es el 15 de Nisán, y el séptimo es el 21 de Nisán (Nisán es el mes de Aviv): es obvio que no pueden ambos, el primero y el séptimo, ocurrir en el mismo día semanal, y si uno por coincidencia es sábado, el otro no lo será. Sin embargo, para los Judíos, ambos son Shabat.

Por lo tanto, en la última semana de Yeshua en Jerusalem, había dos Shabat! Uno era el Shabat semanal, el otro era el Shabat de Pesaj. De hecho, en Yohanan 19:31 nos dice claramente que “aquel día del Shabat era un gran día”, o sea, un día especial, porque era Pesaj. ¿Pero qué día era? Sábado, viernes, jueves...?
Teniendo presente que el comienzo del día en la Biblia no es a medianoche sino al crepúsculo ‒ entonces cuando decimos por ejemplo “lunes” nos referimos en realidad a las 24 horas que transcurren desde el domingo al atardecer (cerca de las seis de la tarde) hasta la misma hora del lunes ‒, tratemos de transcribir algunos sucesos relativos a esta semana en una especie de versión unificada del Evangelio en secuencia cronológica, desde el día de la crucifixión hasta aquél de la resurrección:

Llevaron a Yeshua de casa de Kayafa al pretorio. Era de mañana, y ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse, y así poder comer Pesaj... Era la Preparación de Pesaj, y como la hora sexta. Entonces dijo a los Judíos: «¡He aquí vuestro Rey!»... Y él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota, y allí le crucificaron... Entonces los Judíos, por cuanto era la Preparación de Pesaj, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de Shabat (pues aquel Shabat era de gran solemnidad [Pesaj]), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí... Cuando llegó la noche, porque era la Preparación, es decir, la víspera del Shabat [de Pesaj], Yosef de Ramatayim, miembro noble del concilio, que también esperaba el Reino de Elohim; vino y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Yeshua. Y quitándolo, lo envolvió en una sábana, y lo puso en un sepulcro abierto en una peña, en el cual aún no se había puesto a nadie. Era el día de la Preparación, y estaba para comenzar el Shabat [de Pesaj]. Y las mujeres que habían venido con él desde Galilea, siguieron también, y vieron el sepulcro, y cómo fue puesto el cuerpo de Yeshua... Cuando pasó el Shabat [de Pesaj], Miryam de Magdala y Miryam madre de Yakov y Shalomit compraron especias aromáticas para ir a ungirle. Y vueltas, prepararon especias aromáticas y ungüentos; y descansaron el Shabat [séptimo día] conforme al mandamiento. En la noche del Shabat, al amanecer del primer día de la semana, Miryam de Magdala y la otra Miryam vinieron a ver el sepulcro.

(Yohanan 18:28; 19:14, 17-18, 31; Marcos 15:42-43; Lucas 23:53-55; Marcos 16:1; Lucas 23:56-24:1; Mateo 28:1)

De este resumen podemos entender, según el calendario bíblico, la fecha en que Yeshua fue crucificado y sepultado, el día de la semana en el cual esto ocurrió, y el día en que las mujeres fueron a comprar las especias aromáticas y las prepararon:
La crucifixión, muerte y sepultura de Yeshua fue en el día de la Preparación, el cual es inmediatamente precedente a la celebración de Pesaj, que comienza al crepúsculo, según se lee en la Torah:

El animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las cabras. Y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes. (Éxodo 12:5-6)
En el mes primero, a los catorce del mes, entre las dos tardes, Pesaj será de HaShem; y a los quince días de este mes es la fiesta solemne de los panes sin levadura. (Levítico 23:5-6)
De Ramsés salieron en el mes primero, a los quince días del mes primero; el segundo día de Pesaj salieron los hijos de Israel con mano poderosa, a vista de todos los egipcios. (Bemidbar/Números 33:3)

Este día de la Preparación era el 14 de Nisán; aquél mismo día, al atardecer, habría comenzado el 15 de Nisán, día de Pesaj, por lo tanto Shabat. Aquél día de Pesaj es el primer Shabat en esta secuencia. El día sucesivo es aquél en que las mujeres fueron a comprar las especias aromáticas y las prepararon, el cual es el día precedente al segundo Shabat, que era el día de reposo semanal.
En otras palabras, el día de la crucifixión era un miércoles (14 de Nisán); al crepúsculo se celebraba Pesaj, y todo el jueves hasta el crepúsculo era el primer Shabat, Shabat de Pesaj (15 de Nisán). Luego hay un día intermedio, laboral, en el cual las mujeres fueron a comprar las especias aromáticas y las prepararon, y este fue el viernes (16 de Nisán), porque al crepúsculo del mismo comenzaba ya el segundo Shabat, aquél en el cual se reposa según el mandamiento (sábado, 17 de Nisán). A la noche del sábado comienza el primer día de la semana.

14 de Nisán, miércoles

 

Preparación

 

proceso, crucifixión, muerte y sepultura de Yeshua

15 de Nisán, jueves

 

Pesaj (Shabat)

 

reposo festivo - primer día en la tumba

16 de Nisán, viernes

 

 

 

las mujeres compran especias aromáticas y los preparan

17 de Nisán, sábado

 

Shabat

 

reposo sabático - tercer día en la tumba

18 de Nisán, noche del sábado

 

 

 

resurrección - las mujeres visitan la tumba, que ya estaba vacía

De hecho, la resurrección no fue el domingo por la mañana, sino el sábado a la noche (según el calendario occidental actual; en el calendario hebreo el sábado a la noche es ya el primer día de la semana). A continuación trataremos este argumento, sin embargo, es oportuno considerar algunas objeciones presentadas por teólogos y estudiosos en el esfuerzo de conservar la tradición y no destruir siglos de convicciones sobre la resurrección dominical (que constituye también una falsa excusa para observar el domingo, argumento del que hemos apenas hablado).

1) La crucifixión no ocurrió el viernes:
Naturalmente, no daremos alguna importancia a aquellos que todavía tratan de dar crédito a la teoría de la crucifixión en viernes, que a este punto es insostenible. Sin embargo, aparte del hecho que contar tres días y tres noches desde el mediodía del viernes hasta el alba del domingo es matemáticamente imposible, deberían explicar en qué momento las mujeres fueron a comprar las especias para llevar a la tumba, visto que el sábado no podían haberlo hecho.

2) La crucifixión no ocurrió el jueves:
Como la teoría de la crucifixión el viernes ha sido desacreditada por los estudiosos más serios, prevalece la idea que haya sucedido el jueves ‒ y así, corriendo toda la secuencia de un día, es más fácil hacer resultar la resurrección el domingo. El jueves no es posible por diversos motivos, de los cuales señalaré el siguiente:
Si la crucifixión ocurrió el jueves, es sobreentendido que a la noche comenzaba el viernes, día que habría sido hipotéticamente el Shabat de Pesaj. Y después del viernes, según la lógica, viene el sábado, el cual es también Shabat, y por lo tanto tendríamos dos Shabat en sucesión inmediata, sin días intermedios. Dos días seguidos en los cuales estaba todo cerrado porque eran de reposo obligatorio. La pregunta es: ¿Cuándo fueron las mujeres a comprar las especias aromáticas, y cuándo las prepararon? Ellas podían haberlo hecho solamente durante un día laboral, pero si el viernes estaba cerrado por reposo de Pesaj, el sábado estaba también cerrado por reposo semanal, y el domingo era todavía la noche del sábado cuando fueron a la tumba, en qué momento han podido comprar y preparar? ¿Dónde está el día en que “pasado el Shabat”, como dice el evangelista, han comprado y preparado las especias aromáticas?

A este punto, la elección del miércoles es aquella más plausible, pero llegaremos a tal conclusión después de haber considerado también el día en que Yeshua consumió la última cena con sus apóstoles. He aquí, nuestra próxima pregunta:


¿En qué día ocurrió la Resurrección?

La respuesta a esta pregunta consiste fundamentalmente en la justa interpretación de cómo contar los tres días desde la muerte de Yeshua. Hay diversas explicaciones, más o menos forzadas o especulativas, para hacer resultar las cuentas según la teoría que se desea hacer prevalecer. La mayor parte de los versos bíblicos concernientes a este evento parecen indicar que la resurrección tuvo lugar durante el tercer día, contando el de la crucifixión como el primero, es decir dentro de los tres días incluso éste. Otros versos en cambio, parecen indicar que hayan transcurrido tres días enteros entre la sepultura y la resurrección. Antes de exponer este argumento, leamos los pasajes bíblicos pertinentes:

Y le matarán; mas al tercer día resucitará. Y ellos se entristecieron en gran manera. (Mateo 17:23)

Y le entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, le azoten, y le crucifiquen; mas al tercer día resucitará. (Mateo 20:19)

Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos de noche, y lo hurten, y digan al pueblo: Resucitó de entre los muertos. Y será el postrer error peor que el primero. (Mateo 27:64)

Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día. (Lucas 9:22)

Y después que le hayan azotado, le matarán; mas al tercer día resucitará. (Lucas 18:33)

Diciendo que es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día... Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido... Así está escrito, y así fue necesario que el Mesías padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día. (Lucas 24:7,21,46)

Según estos versos, parece que no existan dudas: la resurrección ocurrió en el tercer día a partir del momento de la muerte, o sea, si esta hubiese tenido lugar el jueves, al viernes habría transcurrido un día, al sábado dos, y el tercero sería efectivamente el domingo. Esta hipótesis sin embargo, deja sin respuesta el problema del día laboral intermedio, en que las mujeres fueron a comprar las especias aromáticas. La única posibilidad de conciliar este modo de efectuar el cómputo de los días con la evidencia del día intermedio entre los dos Shabat es comenzar a contar desde el miércoles, o sea que la resurrección inevitablemente debe haber ocurrido durante el sábado a la noche, apenas pasado el Shabat hebreo.
Sin embargo, otros versos del Evangelio parecen indicar de otra manera:

Señor, nos acordamos que aquel seductor dijo, viviendo aún: «Después de tres días, resucitaré». (Mateo 27:63)

Y comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días. (Marcos 8:31)

Y le escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas después del tercer día resucitará. (Marcos 10:34)

Porque como estuvo Yonah en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches. (Mateo 12:40)

En base a las expresiones “después de tres días” y “tres días y tres noches”, estos pasajes se prestan a interpretar que desde el momento de la muerte hasta el de la resurrección hayan transcurrido tres días enteros, o sea, 72 horas. Este modo de contar favorecería la tesis del miércoles como día de la crucifixión, pero también del domingo como aquél de la resurrección. De todos modos, en base al hecho que la sepultura fue efectuada impostergablemente antes de las 6 de la tarde del día de la Preparación, si este era el miércoles las 72 horas se habrían verificado no después de las 6 de la tarde del sábado, por lo tanto en todo caso, no habiendo aún comenzado el domingo o al máximo en la hora precisa del cambio de día. Esta posibilidad de contar los tres días como enteros, descalifica automáticamente la hipótesis de la crucifixión el jueves, porque en tal caso la resurrección debería haber ocurrido en plena jornada del domingo, o bien hacia el final de la misma, lo que es del todo improbable en base a cuanto está escrito en el Evangelio.

Por lo tanto, lo que nos resta aún definir en modo más preciso, y para hacerlo tomaremos referencia de cuanto está escrito en el Evangelio, es el día de la resurrección:

Habiendo, pues, resucitado Yeshua por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a Miryam de Magdala. (Marcos 16:9)

¿Parece que no haya dudas, verdad? Este verso, aparentemente diciendo que Yeshua fue “resucitado la mañana del primer día”, afirma que la resurrección ocurrió efectivamente el domingo por la mañana. Sin embargo, los traductores pueden haber sido influenciados por la tradición popular cuando insertaron las comas, porque, como todo estudioso de las Escrituras sabe, el texto original no contenía ninguna coma, ni punto, ni ningún otro signo gráfico, sino que era compuesto por letras solamente y tampoco había separación entre una palabra y otra. Por lo tanto, la inserción de las comas puede depender de factores puramente subjetivos de parte de los traductores. De hecho, en este verso es importante tomar como referencia el tiempo verbal, el cual nos indica dónde debe ser colocada correctamente la coma:

Habiendo pues resucitado Yeshua, por la mañana el primer día de la semana apareció primeramente a Miryam de Magdala. (Marcos 16:9)

Cambia. De hecho, interpretando correctamente el tiempo del verbo, se puede también cambiar la posición de la coma para darle la justa ubicación en la frase, que ahora tiene también un sentido lógico: Yeshua había ya resucitado cuando, la mañana del domingo, apareció a Miryam. Ella no lo vió resucitar, sino que lo vió ya resucitado, y era la mañana muy temprano, como nos indican otros pasajes del Evangelio:

En la noche del sábado, al amanecer del primer día de la semana, vinieron Miryam de Magdala y la otra Miryam a ver el sepulcro. (Mateo 28:1)

En este caso, también la aclaración “la noche del sábado”, como está escrito en el original (otros traducen “pasado el día de reposo”) no deja lugar a dudas.
Este verso nos ilustra claramente el momento en que estas mujeres fueron a visitar la tumba: la noche inmediata al Shabat!

Y muy de mañana, el primer día de la semana, vinieron al sepulcro, al salir el sol. (Marcos 16:2)

El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas. (Lucas 24:1)

El primer día de la semana, Miryam de Magdala fue de mañana, siendo aún obscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro. (Yohanan 20:1)

Mientras Marcos y Lucas se limitan a decir que aquella mañana las mujeres fueron a la tumba muy temprano, Yohanan especifica, como Mateo, que era aún de noche.
Por lo tanto, se puede decir con certeza que las mujeres se presentaron en la tumba en horas nocturnas, antes del alba del domingo. Entonces, ¿qué es lo que vieron?
a) Yeshua que quitaba la piedra del sepulcro, ayudado por los ángeles que descendieron con este propósito;
b) Yeshua que ponía en orden el lienzo que le habían puesto sobre la cabeza, mientras dejaba desparramados los otros paños y se disponía a salir de la tumba, que mientras tanto había sido liberada de la piedra que obstruía la salida;
c) Yeshua que se despertaba de la muerte mientras los ángeles quitaban la piedra...
No. Llegaron tarde como para poder haber atestiguado un evento tan portentoso y único. Todo esto había ya sucedido. ¿Cuándo? Justamente apenas terminado el Shabat! De hecho, leamos lo que las mujeres han encontrado en el momento en que llegaron a la tumba:

Y hallaron removida la piedra del sepulcro; y entrando, no hallaron el cuerpo del Rabí Yeshua. Aconteció que estando ellas perplejas por esto, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes; y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? Él no está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea». (Lucas 24:2-6)

Y bien, las mujeres vieron a estos dos personajes que les comunicaron lo que había ocurrido: Yeshua había ya resucitado cuando ellas, en la noche del sábado, fueron a ungirlo. ¿Por qué no se tiene en cuenta el hecho que nadie en realidad fue testigo ocular de la resurrección, y por lo tanto no se puede determinar la hora en que esta se verificó? Del relato evangélico resulta evidente que de todos modos no ocurrió en las primeras horas de la mañana, sino durante la noche. Estas mujeres estaban ansiosas de poder rendir homenaje al cuerpo de Yeshua, y apenas pasado el Shabat fueron a hacerlo, pero él ya no estaba más... Como ya hemos explicado, la crucifixión no puede haber tenido lugar otro día que el miércoles, y como veremos ahora, la última cena fue el martes a la noche.


La última cena

Los particulares concernientes a la última cena son realmente interesantes y enigmáticos, ya sea porque parece una celebración anticipada de Pesaj (precedente al día de la Preparación!), que por otros detalles que escapan a quien no tiene un conocimiento profundo de las reglas acerca de las celebraciones judaicas. Estos elementos nos dan también una indicación sobre el día de la crucifixión en favor del miércoles.

Ya hemos dicho que el día de la Preparación es el 14 de Nisán, en el cual se predispone el sacrificio con el cual en esa misma noche, que es el 15 de Nisán, se conmemora Pesaj, la liberación de Egipto. También hemos verificado que Yeshua fue crucificado precisamente en el día de la Preparación, es decir el 14 de Nisán, y por lo tanto en la noche de Pesaj ya había sido sepultado. Por consiguiente, la última cena no puede haber tenido lugar en la noche de Pesaj, sino al comienzo del día de la Preparación, o sea, la noche precedente después del crepúsculo. De hecho, lo que Yeshua en realidad celebró era la Preparación y no Pesaj. Sin embargo, existen particulares desconcertantes acerca de esta cena; leamos los pasajes bíblicos relacionados con este evento, divididos en dos secciones para poder considerar los detalles en modo más comprensible:

1)

El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, cuando sacrificaban el cordero de Pesaj, sus discípulos le dijeron: «¿Dónde quieres que vayamos a preparar para que comas Pesaj?» Y envió dos de sus discípulos, y les dijo: «Id a la ciudad, y os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle, y donde entrare, decid al señor de la casa: “El Rabí dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer Pesaj con mis discípulos?”». Fueron sus discípulos y entraron en la ciudad, y hallaron como les había dicho; y prepararon Pesaj. (Marcos 14:12-16)

Y él les dijo: «He aquí, al entrar en la ciudad os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle hasta la casa donde entrare; y decid al padre de familia de esa casa: “El Rabí te dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos?” Entonces él os mostrará un gran aposento alto ya dispuesto; preparad allí». Fueron, pues, y hallaron como les había dicho; y prepararon Pesaj. (Lucas 22:10-13)

2)

Y él dijo: Id a la ciudad a cierto hombre, y decidle: «El Rabí dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa celebraré Pesaj con mis discípulos». Y los discípulos hicieron como Yeshua les mandó, y prepararon Pesaj. Cuando llegó la noche, se sentó a la mesa con los doce. (Mateo 26:18-20)

Fueron sus discípulos y entraron en la ciudad, y hallaron como les había dicho; y prepararon Pesaj cuando llegó la noche, vino Yeshua con los doce. (Marcos 14:16-17)

Cuando era la hora, se sentó a la mesa, y con él los apóstoles. Y les dijo: «¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta Pesaj antes que padezca! Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el Reino de Elohim». (Lucas 22:14-16)

En la primera sección encontramos un personaje misterioso, del cual no sabemos ni siquiera el nombre: un hombre que lleva un cántaro de agua. Esta figura puede parecer normal para los occidentales de la era post-revolución sexual de los años 60, pero ciertamente era una cosa insólita en el ambiente judío del primer siglo: el deber de recoger agua era reservado exclusivamente a las mujeres. O bien, este hombre podía ser un siervo, al cual el patrón había prácticamente humillado haciéndole hacer un trabajo femenino? ¡No!... ¡Era el patrón de casa! ¿Cómo es posible? Un hombre, patrón de casa, que va personalmente a hacer algo que debería haber hecho su mujer, o su hija, o una sierva, o al máximo un siervo... Una explicación hay: nuevamente se nos presentan aquellos hombres nunca mencionados pero a menudo insinuados en el Nuevo Testamento, los esenios. No es una casualidad que la tradición coloca la sala de la última cena en el distrito esenio de Jerusalem. De hecho, siendo la mayoría de los esenios hombres célibes, no tenían otra opción que ir a buscar el agua personalmente. ¿Por qué Yeshua ha decidido celebrar Pesaj en lo de los esenios? Aunque no parece que el patrón de casa haya participado, sino solamente concedido el uso de la sala, la cual estaba preparada en ocasión de la festividad.

En la segunda sección notamos que junto a Yeshua estaban los doce apóstoles, y no se menciona ninguna otra persona. ¿Cómo es posible que no hayan estado presentes las mujeres? ¿Dónde estaban Miryam de Magdala, Shelomit, Marta y Miryam de Beitanyah, y Shoshanah y las otras mujeres que servían a Yeshua con sus bienes, excluyendo las casadas que estarían con sus respectivas familias? ¿Y quizás también la suegra de Shimon Kefa, y las mujeres de los apóstoles? ‒porque algunos de ellos, si no todos, eran casados‒ (Mateo 8:14; 27:56; Marcos 15:40; Yohanan 11:1; 19:25; Lucas 8:3; 18:28). De hecho, la ausencia de las mujeres contrasta fuertemente con la tradición judaica, que establece que en todas las festividades, y principalmente en aquellas de júbilo como Pesaj, la presencia de las mujeres es requerida, es más, ellas deben absolutamente participar. ¿Volvemos sobre la “pista esenia”...? Hay algunos que sostienen que en realidad las mujeres estaban, pero no son mencionadas porque no era costumbre hacerlo. Puede ser. Sin embargo, del relato de los Evangelios parece que las mujeres no hayan sido invitadas.

Un tercer factor implícitamente sugiere que lo que se celebraba aquella noche, a parte de la Preparación, era Pesaj según el calendario esenio! De hecho, ya sea Yeshua que sus discípulos llamaban a aquella ceremonia propiamente “Pesaj”. ¿Cómo es esto? Ya hemos explicado que los esenios observaban un calendario solar, en base al cual todos los años eran estructuralmente iguales porque cada día del mes correspondía siempre al mismo día de la semana, y por consiguiente, también todas las festividades. La celebración de Pesaj, el 15 de Aviv, era para los esenios siempre un miércoles. Y aquella misma noche era el 15 de Aviv en el calendario esenio, la noche que comenzó al crepúsculo del martes precedente a la crucifixión.
Los elementos coinciden: un hombre que lleva un cántaro de agua, una celebración de Pesaj en la noche de la Preparación, la ausencia de las mujeres. ¿Por qué Yeshua y sus apóstoles han decidido celebrar una festividad según las usanzas de los esenios? Probablemente porque era la última vez que él habría podido celebrar Pesaj, como él mismo declaró, hasta que se cumpla en el Reino de Elohim... O quizás porque su misión, como ya hemos explicado, era dirigida hacia la Casa de Israel y no hacia la Casa de Judá... O quizás, para dejarnos un indicio sobre el día en que fue crucificado, el miércoles...

No perderemos tiempo aquí en considerar algunas ridículas teorías que hay en circulación últimamente, tomadas de una novela de suceso que alguno pretende hacer pasar por descubrimiento científico, el llamado “Código Da Vinci”, que propone una serie de especulaciones a partir de la pintura de “La última cena” del famoso pintor toscano. Tales teorías no merecen ningún crédito.

No quisiera prolongarme tampoco sobre aspectos menos importantes acerca de la conmemoración de la “santa cena” o eucaristía, a parte del hecho que esta consiste en pan, que permanece siempre pan y no se trasforma en ninguna otra substancia, y vino, que no es jugo de uva, ni mosto sin alcohol (como algunos grupos insisten tenazmente), sino que es vino y permanece tal. No es verdad que se trata de un tipo de vino sin alcohol, como quieren hacer creer ciertas denominaciones, porque simplemente no existe un producto semejante, y en el lenguaje bíblico es demasiado claro que el término “vino” indica una bebida a base de fermento de uva, que si se bebe en modo exagerado produce embriaguez: “Para los que se detienen mucho en el vino, para los que van buscando la mistura. No mires al vino cuando rojea, cuando resplandece su color en la copa. Se entra suavemente; mas al fin como serpiente morderá, y como áspid dará dolor. Tus ojos mirarán cosas extrañas, y tu corazón hablará perversidades” ‒ Proverbios 23:30-33. El vino usado por Yeshua tiene precisamente estas características, como todo el buen vino de Israel y sobre todo aquél que se bebe en celebraciones como la Preparación o Pesaj, en que se requiere que el vino sea de la mejor calidad, lo que necesariamente depende de una alta graduación.
Sobre el significado de la santa cena, se debe precisar en modo categórico que esta no substituye en ningún modo a la celebración de Pesaj, y no es su continuación. Yeshua ha simplemente cumplido una conmemoración que forma parte de la ceremonia judaica. Sin embargo, es importante realizarla en el momento preestablecido: la gran mayoría de las instituciones cristianas y pseudo-cristianas celebran más bien un “santo desayuno” en lugar de una santa cena, siguiendo así inconscientemente o no, la tradición del culto solar. El mismo apóstol de los gentiles, cuando transmite la enseñanza recibida, especifica que “Yeshua, en la noche que fue entregado, tomó pan” (1Corintios 11:23). Ha sido otra vez más la tradición católico-romana que ha impuesto la eucaristía en las horas diurnas.


La sepultura

Hay aún un detalle particular acerca del modo en el cual Yeshua fue sepultado: ¿Por qué no fue enterrado, como exige la Ley Judía? Por qué fue puesto en una tumba a la cual una persona podía entrar (Yohanan 20:5-8), como en las tumbas egipcias? También ésto nos dá un indicio sobre la mesianicidad de Yeshua como Mashiaj ben-Yosef más bien que como ben-David, es decir, como Mesías de la Casa de Israel más bien que de la Casa de Judá:
El Rey David, y todos los reyes de Yehuda (o sea, los reyes de los “Judíos”) fueron sepultados como indica la Torah:

Y David durmió con sus padres, y fue sepultado en la ciudad de David. ‒ 1Reyes 2:10.

En el mismo modo también Salomón (Y durmió Salomón con sus padres, y fue sepultado en la ciudad de su padre David ‒ 1Reyes 11:43), Rehavam (Y durmió Roboam con sus padres, y fue sepultado con sus padres en la ciudad de David ‒ 1Reyes 14:31), y así todos los reyes de Yehuda. ¿Quién fue en cambio embalsamado según la usanza egipcia?

Y murió Yosef de edad de ciento diez años; y embalsamáronlo, y fue puesto en un ataúd en Egipto. ‒ Génesis 50:26.

Y así él había ordenado que se hiciese con su padre: Y mandó Yosef a sus médicos familiares que embalsamasen a su padre: y los médicos embalsamaron a Israel. ‒ Génesis 50:2.
Del modo en que Yeshua fue tratado después de su muerte, leemos:

Cuando pasó el Shabat, Miryam de Magdala y Miryam madre de Yakov y Shalomit compraron especias aromáticas para ir a ungirle. (Marcos 16:1)

En algunas versiones está escrito “embalsamar” en lugar de “ungir”, lo que semánticamente es correcto, pues ungir con bálsamo es embalsamar. Resta el hecho que no fue sepultado bajo tierra como exige el rito judaico, sino que fue puesto en una tumba accesible a las personas, como se usaba en el Antiguo Egipto y como es todavía común en Occidente. ¿Por qué Yeshua no fue sepultado como los reyes de Judá, sino como lo fue el progenitor de la Casa de Israel?
Sobre el ritual de llevar especias a alguien que ya estaba muerto, hay quienes, ignorando el judaísmo de aquella época, objetan que no es una práctica judía. De hecho, no lo es en la actualidad. Sin embargo –y aquí encontramos otra vez la influencia de los esenios en la espiritualidad de aquellos tiempos– era costumbre hacerlo cuando el fallecido era un maestro, una persona muy reverenciada, y se lo hacía durante la primera semana de haber muerto. Esta práctica fue abolida después de la destrucción del Templo en el año 70 EC, y desapareció totalmente con la extinción de los esenios.
Además de esto, también cuenta el hecho de que los discípulos del Nazareno esperaban en su resurrección.


La entrega

Uno de los hechos que se dan por descontados sin meditar verdaderamente sobre el sentido que este pueda tener es la llamada “traición” de Judas. Ciertamente, gran parte de la culpa es atribuible a las traducciones, que han sido realizadas con escasa responsabilidad y falta de respeto del texto original. El mal famado Iscariote es acusado de haber traicionado a su Maestro, indicando a los soldados quién era este revolucionario tan buscado. ¿No se ve una notable incoherencia en todo esto? Si para arrestar a Yeshua tenían necesidad de alguno que pudiese identificarlo, significa que Yeshua era un fugitivo, el cual se escondía y nadie sabía dónde encontrarlo, realizaba sus predicaciones en círculos exclusivos, en lugares secretos donde sólo algunos iniciados tenían acceso después de haber dicho correctamente la contraseña, y nadie conocía su rostro aparte de sus más íntimos colaboradores... En cambio no, era un predicador de la calle que había convulsionado a toda Jerusalem y a la entera nación, que cuando pasaba por las calles era inmediatamente reconocido hasta por los ciegos, que lo invocaban diciendo «Yeshua ben-David, ten piedad de nosotros!» (Mateo 20:30), y todo lo que nos narra el Evangelio. Por lo tanto, si es así, ¿para qué servía uno que lo traicionara? ¿Por qué pagar abundantemente a uno que señale a los soldados quién es este personaje que todo el mundo conoce? ¿No lo habían visto entrar en la ciudad montado sobre un asno pocos días antes? Evidentemente, lo que Judas ha hecho era algo diverso. Tomaré una vez más las palabras escritas por Pinjas Lapide en “Ist die Bibel richtig überstzt?” (parte tercera, 1, 38):

“Es interesante sobre todo el hecho que el término ʹtraiciónʹ usado habitualmente por todos los cristianos en referencia a Judas no resulta como tal en el Evangelio. En el texto griego está escrito el verbo paradidonai, que significa literalmente ʹdarʹ o ʹentregarʹ y es exactamente el término que usa Pablo para indicar la muerte sacrificial de Yeshua como ʹauto-donación, auto-entregaʹ (Gálatas 2:20). En última análisis Judas ha hecho sólo lo que en el Nuevo Testamento Elohim mismo hace con Yeshua: «El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros...» (Romanos 8:32)” ‒ Notar que el verbo ʹha dadoʹ en griego es el mismo traducido como ʹentregarʹ en el caso de Judas Iscariote! Ha el Padre ʹtraicionadoʹ al propio Hijo? [ndr] “A partir de esta frase la entera pasión es una serie de seis sucesivas ʹentregasʹ. Bajo indicación de Yeshua, Judas lo entrega al Sinedrio, el cual lo entrega a Pilato; este lo entrega a Herodes, que luego se lo entrega de nuevo a él. Pilato entonces lo entrega a sus legionarios, los cuales lo clavan sobre la cruz romana, donde al final Yeshua entrega su alma al Creador. Todo esto se puede leer en el Nuevo Testamento, sin que se encuentre alguna ʹtraiciónʹ atribuida a Judas. Si todo esto no hubiese pasado y Yeshua hubiese muerto tranquilamente en el seno de la propia familia, ¿dónde estaría la iglesia y toda su salvación?! Para los escépticos queda al final esta simple y muy razonable pregunta: al fin de cuentas ¿qué cosa podía traicionar Judas? Yeshua pasaba enteras jornadas en público e Jerusalem circundado por sus discípulos y numerosos simpatizantes y seguidores. Tenía por costumbre enseñar también en el patio del Templo delante de miles de personas. Lo confirma él mismo sin lugar a dudas: «Cada día me sentaba con vosotros en el Templo a enseñar» (Mateo 26:55). Por lo tanto no había ninguna necesidad de un agente secreto para identificarlo. En una situación similar con la mejor buena voluntad no había nada ‒absolutamente nada‒ que Judas habría podido ʹtraicionarʹ en favor de las autoridades. «La noche en que fue entregado...», así se repite siempre en las celebraciones de la cena. Quien no está prevenido se pregunta con estupor: la salvación cristiana depende quizás de la presunta traición de Judas Iscariote? ¿Yeshua no ha anunciado muchas veces su muerte de expiación asumida libremente y voluntariamente? Como por ejemplo en el Evangelio de Yohanan: «Nadie me la quita [la vida], sino que yo la doy de mí mismo» (Yohanan 10:18)”.

De hecho, aquella presunta traición por parte de Judas es expresada en el texto original con los mismos verbos con los cuales Yeshua habla de lo que había determinado hacer por sí mismo. Por lo tanto, sería oportuna una revisión de las traducciones, que han seguido no la fidelidad al manuscrito apostólico sino al comentario patrístico. Quisiera citar una traducción correcta, en inglés, el Messianic Renewed Covenant:

And as they were eating, He said, «Truly I say to you, that one of you will deliver Me up». And being deeply distressed, each one of them began to say to Him, «Surely not I, Lord?» And He answered and said, «He who has dipped his hand with Me in the dish is the one who will deliver Me up». (Matthew 26:21-23)

And Yehudah from Keriot, who was one of the twelve, went away to the chief priests, in order to deliver Him up to them... And as they were reclining and eating, Yeshua said, «Truly I say to you that one of you will deliver Me up - one who is eating with Me». (Mark 14:10,18)

For I took alongside from the Lord that which I also delivered to you, that the Lord Yeshua on the night in which He was delivered up took bread. (1Corinthians 11:23)

Los versos citados arriba y aquellos paralelos y correlatos, conforme al texto original han dado la traducción correcta usando el verbo ʹdeliverʹ, que significa ʹconsignarʹ, ʹtransmitirʹ. Notar que en el pasaje que tradicionalmente se lee en la celebración de la santa cena, el mismo verbo se repite dos veces, la primera que en el texto español corresponde a ʹenseñarʹ y la segunda a ʹentregarʹ, como se lee: “Porque yo recibí del Señor lo que también os he transmitido: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan” (1Corintios 11:23). En cambio, una traducción correcta, conforme ya sea al original que a la versión inglesa citada, usaría en ambos casos el mismo verbo.

Otra cuestión controvertida concierne al ʹprecio de la traiciónʹ, treinta siclos de plata. El hecho es que tales monedas, en aquél tiempo no existían! Los siclos de plata habían desaparecido de la circulación tres siglos antes. Probablemente, el Evangelista ha simplemente escrito el equivalente de la suma que Judas habría recibido, en modo tal de relacionarlo con la profecía de Zekharyah 11:10-14 (ver comentario en la sección Profetas).


El proceso

La idea que los responsables de la muerte de Yeshua hayan sido los Judíos es todavía la más difundida entre los cristianos. Este concepto ha sido el caballo de batalla para legitimar dos mil años de atroces persecuciones y masacres de Judíos en occidente, porque ellos son acusados de ser “los asesinos de Cristo”. Incluso el nombre Yehudah, el más “judío” de los nombres, en sus versiones occidentales (Judá, Judas, etc.) es inmediatamente relacionado con el Iscariote, nunca con alguno de todos los otros Yehudah mencionados en la Biblia, desde el progenitor de la Tribu homónima al hermano de Yeshua y al otro apóstol. La imagen negativa del Judío está siempre ligada a la supuesta culpa de haber hecho matar al propio Mesías y de haberse causado la ira del Eterno sobre sí mismos por todas las generaciones. Incluso muchos de los cristianos más sinceros creen esto, porque, leyendo textos bíblicos fuera del contexto, como normalmente se hace para establecer la mayoría de las doctrinas cristianas, dicen que los Judíos mismos se han causado esta maldición, diciendo: «Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos» (Mateo 27:25). Naturalmente, para ellos esta presunta declaración de una parte de los habitantes de Jerusalem (¿quién sabe si eran realmente Judíos, o un poco de todo?) tiene más peso que las palabras de Yeshua mismo, que en la cruz dijo: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lucas 23:34). Todas las promesas de Elohim para Su Pueblo Israel barridas por una simple declaración irresponsable de cuatro gatos! Increíble! Cierto, si estos cristianos leyeran TODA la Biblia como se debe, sabrían también que una maldición, por terrible que sea, no dura más de cuatro generaciones: “Yo, HaShem, tu Elohim, soy un Elohim fuerte y celoso que castigo la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que Me aborrecen, y hago misericordia a mil generaciones de los que me aman y guardan Mis mandamientos (Éxodo 20:5-6). Entonces, si Aquél que ha hecho el Universo y las promesas es fiel y coherente consigo mismo, al máximo habrá castigado a los responsables del delito, quizás también a sus descendientes por no más de cuatro generaciones (las cuales se han cumplido seguramente cuanto más tarde con el inicio de la Diáspora). En cambio, Él usa misericordia hasta la milésima generación de aquellos que observan los mandamientos! En los tiempos de Yeshua alguno había que los observaba, Yeshua mismo dá testimonio y el Evangelio nos habla de muchos justos y observantes de la Torah. Estos eran Judíos, y no sólo ellos, sino también entre sus descendientes, y entre los descendientes de otros Judíos que pueden haber sido injustos entonces, hay quienes observan los mandamientos todavía. ¿Han ya pasado mil generaciones? Y en cuanto a aquellos que hoy observan los mandamientos, deben aún pasar otras mil, y habrá siempre alguno que observándoles hace reiniciar esta promesa de la generación sucesiva... ¿Cómo es que no se habla de esta bendición, sino que se enfatiza sólo el aspecto de la presunta maldición eterna? Probablemente hay un poco de antisemitismo en la esencia del cristianismo, que no permite a sus seguidores de ponderar con imparcialidad y honestidad todas las cosas. Veamos ahora si los responsables, o los “mandantes” de la crucifixión eran Judíos como comúnmente se cree. Para comenzar, la pena de muerte hebraica era la lapidación, no la crucifixión, que era una punición romana. Sin embargo, se atribuye a los Judíos el proceso por el cual Yeshua fue luego condenado por los Romanos. Veamos a continuación cuáles eran las leyes del Sanhedrin sobre los procesos:

· 1) No se podía hacer un arresto de parte de las autoridades religiosas por medio de una recompensa en dinero [Éxodo 23:8];
· 2) Los jueces y los miembros del Sanhedrin no podían tomar parte en el arresto;
· 3) Los procesos pedidos por el Sanhedrin podían celebrarse sólo en la Sala de Justicia en el interior del recinto del Templo;
· 4) Los procesos no podían ser secretos, sino sólo públicos;
· 5) Los cargos no podían surgir de los jueces; los jueces debían limitarse a examinar los cargos que otros les llevaban a ellos;
· 6) Los jueces debían ser humanos y corteses;
· 7) Ningún proceso era permitido a la vigilia de un Shabat (semanal o festivo);
· 8) No era permitido hacer ningún proceso o parte de un proceso después de la puesta del sol;
· 9) No se podían hacer procesos antes de la ofrenda sacrificial de la mañana;
· 10) El veredicto no podía ser pronunciado de noche, sólo en horas diurnas;
· 11) En caso de pena de muerte, proceso y veredicto de culpabilidad no podían ser contemporáneos sino que debían transcurrir al menos 24 horas entre uno y otro;
· 12) La sentencia podía ser pronunciada sólo tres días después del veredicto;
· 13) Debían haber al menos dos o tres testigos, y sus declaraciones debían corresponder hasta en los mínimos detalles [Deuteronomio 19:15];
· 14) No se debía interrogar al imputado con el fin de hacerlo auto-acusarse;
· 15) Nadie podía ser condenado sólo en base a sus propias palabras;
· 16) La acusación de blasfemia era válida sólo si el Nombre del Eterno había sido pronunciado;
· 17) En los procesos primero se pronunciaba la defensa y luego la fiscalía;
· 18) Todos podían expresarse en favor de la absolución, pero no todos podían pedir la condena;
· 19) El voto para la condena a muerte debía ser individual e iniciar desde el más joven, en modo tal de no ser influenciado por los ancianos;
· 20) La decisión de culpabilidad hecha a unanimidad demostraba inocencia, porque no es posible para 23 - 71 personas estar de acuerdo sin haber complotado;
· 21) El Sumo Sacerdote no podía absolutamente rasgarse las vestiduras [Levítico 21:10];
· 22) Una persona condenada a muerte no podía ser azotada o golpeada.

En base a estas leyes, resulta evidente que un proceso como éste era completamente ilegal. Los Judíos observantes no habrían consentido. Por lo tanto, ¿quién ha efectuado en realidad el proceso a Yeshua? ¿Quién tenía interés en quitarlo del medio? ¿Y por qué?

Entonces los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron en el patio del sumo sacerdote llamado Caifás, y tuvieron consejo para prender con engaño a Yeshua, y matarle... Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes... Mientras todavía hablaba, vino Judas, uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo... Y los principales sacerdotes y los ancianos y todo el concilio, buscaban falso testimonio contra Yeshua, para entregarle a la muerte... Venida la mañana, todos los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo entraron en consejo contra Yeshua, para entregarle a muerte... Y siendo acusado por los principales sacerdotes y por los ancianos, nada respondió. Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud que pidiese a Bar-abás, y que Yeshua fuese muerto. (Mateo 26:3-4,14,47,59; 27:1,12,20)

Y luego, muy de mañana, cuando los principales sacerdotes ya habían consultado con los ancianos, con los escribas y con todo el concilio, llevaron a Yeshua atado, y le entregaron a Pilato... Y los principales sacerdotes le acusaban mucho... Porque conocía que por envidia le habían entregado los principales sacerdotes. Mas los principales sacerdotes incitaron a la multitud para que les soltase más bien a Bar-abás. (Marcos 15:1,3,10,11)

Y enseñaba cada día en el Templo; pero los principales sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo procuraban matarle. Y no hallaban nada que pudieran hacerle, porque todo el pueblo estaba suspenso oyéndole... Y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron. (Lucas 19:47-48; 24:20)

Cuando le vieron los principales sacerdotes y los alguaciles, dieron voces, diciendo: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale!... Desde entonces procuraba Pilato soltarle; pero los jefes de los Judíos daban voces, diciendo: Si a éste sueltas, no eres amigo de César; todo el que se hace rey, a César se opone... Pero ellos gritaron: ¡Fuera, fuera, crucifícale! Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos más rey que César. (Yohanan 19:6,12,15)

Los evangelistas nos explican en modo más bien unánime quiénes eran los interesados en la muerte de Yeshua:
Mateo menciona en primer lugar los principales sacerdotes, los cuales eran saduceos y por lo tanto, como ya hemos expuesto, no eran Levitas y ni siquiera Judíos, sino que habían usurpado el sacerdocio y eran en complicidad con los Romanos. Luego nombra a los ancianos del pueblo, hombres puestos en el poder por los Romanos, que tenían la función de controlar y sofocar todo tentativo de revuelta; estos eran espías al servicio del invasor, y cualquiera que pudiese representar un potencial subversivo debía ser suprimido. En una ocasión Mateo nombra también el Sanhedrin, que estaba compuesto en mayoría por saduceos y algunos fariseos que de mala gana aceptaban el orden establecido. El Sanhedrin era presidido por el sumo sacerdote, saduceo.
Marcos coincide con Mateo poniendo en primer lugar los principales sacerdotes (saduceos), y luego también los ancianos ‒aquellos apenas descritos‒, los escribas, que podían ser fariseos pero también saduceos, y por último el Sanhedrin. Lucas confirma que la operación fue dirigida por los principales sacerdotes, o sea los saduceos, luego también los escribas y los ʹprincipales del puebloʹ, aquellos llamados ancianos por Mateo y Marcos, probablemente los mismos que después llama ʹgobernantesʹ.
Yohanan no se aparta de los otros tres evangelistas, mencionando en primer lugar los principales sacerdotes, luego los jefes de los Judíos, y los ʹalguacilesʹ, que eran Romanos.
La perfidia de los saduceos es manifiesta en su declaración de fidelidad a Roma, diciendo de no tener otro rey que el emperador, y este es el único motivo real por el cual Yeshua ha sido condenado a muerte: no porque su enseñanza fuese en algún modo en contraste con el judaísmo, sino porque él representaba un peligro desde el punto de vista político. De hecho, el pueblo, que eran Hebreos, ʹestaba atónito oyéndoleʹ... ¿cómo podía ese pueblo haberlo condenado a muerte? En Hechos 4:1,6,8, Shimon nos confirma que quienes procesaron a Yeshua fueron los saduceos y sus familias, a los cuales él llama ancianos y gobernantes del pueblo.
De una lectura atenta de los textos entendemos que en realidad los fariseos no han sido mencionados entre aquellos que han participado en el proceso contra Yeshua. La omisión no es casual, pues el evangelista Yohanan les menciona en una reunión precedente, en la que especifica también el motivo por el cual se quería procesar a Yeshua:

Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el Sinedrio, y dijeron: «¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchas señales. Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación». Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: «Vosotros no sabéis nada; ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca». Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Yeshua había de morir por la nación; y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Elohim que estaban dispersos. (Yohanan 11:47-52)

Este pasaje del Evangelio es muy interesante, porque contiene detalles no siempre examinados cuidadosamente. Aquí Yohanan nos explica la verdadera razón por la que todos estaban preocupados: que el pueblo considerase a Yeshua como el Mesías que debía liberarles y lo nominasen Rey, lo que habría desencadenado inmediatamente la represión de parte de los Romanos. Como ya hemos explicado antes, el mensaje de Yeshua no era para nada benévolo hacia los Romanos, pero, cuando los Evangelios fueron escritos se debía tratar de involucrarlos lo menos posible en la narración de los hechos para que los discípulos del Nazareno no se hiciesen aún más odiosos para el poder, visto que las persecuciones contra ellos ya habían iniciado.
Este verso es el único relativo a las instancias precedentes al proceso en que los fariseos son mencionados. Ellos concuerdan con los saduceos en el hecho que Yeshua representa un peligro político y que es necesario hacer algo para evitar que su predicación pueda resultar en una revuelta con la consiguiente represión. Sin embargo, siendo los fariseos fieles a las leyes, probablemente querían que Yeshua fuese procesado según las reglas descritas arriba. De hecho, en el proceso mismo no son explícitamente mencionados, y no están presentes todos los miembros del Sanhedrin, de otra manera no se habría alcanzado la unanimidad. Miembros fariseos del Sanhedrin eran seguramente ausentes, como Yosef de Ramatayim y Nicodemo, los cuales en una reunión precedente ya habían expresado su desacuerdo con aquellos que querían procesar a Yeshua:

Había un varón llamado Yosef, de Ramatayim, ciudad de Judea, el cual era miembro del Sanhedrin, hombre justo y bueno, que también esperaba el reino de Elohim, y no había consentido en el acuerdo ni en los hechos de ellos. (Lucas 23:50-51)

Les dijo Nicodemo, el que vino a él de noche, el cual era uno de ellos: «¿Juzga acaso nuestra Torah a un hombre si primero no le oye, y sabe lo que ha hecho?» Respondieron y le dijeron: «¿Eres tú también galileo? Escudriña y ve que de Galilea nunca se ha levantado Profeta».
(Yohanan 7:50-52)

Retornando a Yohanan 11:47-52, es interesante lo que el sumo sacerdote dijo: aunque era un falso profeta, en sus palabras hay coherencia con lo que era el plan divino ‒ no olvidemos que también Bilâm ha profetizado lo que era justo (Números 24). Kayafa de hecho, ha definido cuál era la misión de Yeshua: “congregaren uno a los hijos dispersos de Elohim”. ¿A qué se refería con esto? ¿Quiénes son los hijos dispersos que deben ser congregados en uno? ¿El sumo sacerdote había entendido que Yeshua habría sido aquél que había venido para rescatar a la Casa de Israel? Probablemente sí, sino, ¿por qué motivo habría dicho semejante cosa?

En aquél tiempo el pueblo esperaba la liberación a través del Mesías. Los discípulos de Yeshua también estaban convencidos de su misión política de liberar a Israel (Lucas 24:21; Hechos 1:6). El pueblo esperaba que Yeshua diese el paso decisivo que habría derrocado al poder de Roma. Si esto se lograba, se perfilaban tiempos duros para los saduceos y para los caudillos populares asalariados por los Romanos. Sin duda, la cosa no les habría gustado tampoco a los Romanos. Los fariseos en cambio, habrían incluso visto con favor a un Mesías que fuese capaz de concluir con la victoria cierta y definitiva, pero el problema era que no veían a Yeshua como aquél que habría llevado a cabo tal misión; de hecho, ellos “no creían en él” (Yohanan 12:37). El no creer de ellos no se refería a la enseñanza de Yeshua, sino a su misión redentora. Entonces, si él no era aquél que habría efectuado la liberación de la nación y el pueblo lo proclamaba Rey, esto habría provocado la ira de los Romanos y la consiguiente destrucción de la Judea. Ese era el motivo por el cual los fariseos querían en algún modo hacerlo callar, pero seguramente con un proceso regular, según la Ley. Por este motivo, ellos no figuran entre los participantes en el proceso-farsa que condenó a muerte a Yeshua. Un proceso farisaico podría haberlo sentenciado a muerte por lapidación, como casi había sucedido antes, en cambio la condena a la cruz evidencia la participación activa de los Romanos, casi no mencionados, en todo el caso. El hecho que inmediatamente después comenzó la persecución de los discípulos de parte de las autoridades imperiales demuestra que en realidad los Romanos estaban involucrados en el proceso contra Yeshua mucho más de cuanto parece, y por último fueron los Romanos que lo han crucificado. Sin embargo, la culpa fue atribuida a los Judíos...


“Elohi, Elohi, lama shavakhtani”

Las palabras de Yeshua citadas en Marcos 15:34 y en Mateo 27:46 como “Eli, Eli, lama shavakhtani” nos dan una prueba indiscutible:

Y cerca de la hora de nona, Yeshua exclamó con grande voz, diciendo: «Eli, Eli, lamá shavachtani?» Esto es: «Mi Elohim, mi Elohim, por qué me has desamparado?» Y algunos de los que estaban allí, oyéndolo, decían: «A Eliyahu llama éste». Y luego, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la hinchió de vinagre, y poniéndola en una caña, dábale de beber. Y los otros decían: «Deja, veamos si Eliyahu viene a salvarlo». (Mateo 27:46-49)

La ignorancia de los que estaban allí es atribuible exclusivamente a personas que no eran Judíos. Ningún Judío, ni el más analfabeto, podía no entender perfectamente estas palabras, ya sea que las haya dicho en hebreo o arameo. Los términos “Eli” y “Elohi” son absolutamente inconfundibles, y ninguno allí habría interpretado como el nombre del Profeta Eliyahu. Todo Hebreo podía reconocer en las palabras de Yeshua una invocación al Creador. Evidentemente, aquellos que han dado una tan absurda interpretación eran Romanos, o Griegos, pero ciertamente no eran Judíos.


El Evangelio de Yeshua de Nazaret

El Evangelio constituye la primera parte del Nuevo Testamento, aquella que contiene la enseñanza directa de Yeshua de Nazaret, y es el fundamento sobre el cual se debe construir la Asamblea de los creyentes en Yeshua. Este nos ha sido transmitido a través de cuatro autores, de los cuales dos ‒Mattai y Yohanan‒ eran de los doce apóstoles. Como hemos podido verificar, no existe en todo el Evangelio ningún indicio de un nuevo orden en el cual el judaísmo haya sido reemplazado por alguna otra doctrina, y ni siquiera reformado. Tampoco la Torah ha sido reemplazada por el Evangelio, ni reformada por éste. Tampoco Israel ha sido reemplazado por otra comunidad de personas que hayan tomado su puesto como pueblo elegido, ni ha sido desclasado a una posición secundaria en favor de una nueva asamblea de creyentes. Ninguno de los Pactos precedentes ha caducado: al Pacto Noájico han seguido el Pacto Abrahámico, el Pacto de Beyth-El (Génesis 35:10-15), el Pacto Sinaítico o Mosaico, y el Pacto Davídico. El primero concierne a la humanidad entera, los siguientes al pueblo de Israel en particular. A estos, el “Nuevo Pacto”, o más correctamente “Pacto Renovado”, se suma como una extensión hacia aquellos que estaban excluidos: esa parte del Pueblo Elegido que pasaron a ser “Lo-Ammi” (Hoshea 1:9), las “ovejas perdidas” de la Casa de Israel, y también los gentiles que se unirán a ellos para entrar en el Reino Mesiánico.
No hay en el mensaje evangélico ni la más mínima insinuación de que una hipotética “gracia” haya reemplazado a la Torah, ni se encuentra en el texto bíblico ninguna base de apoyo para ninguna de las herejías dispensacionalistas. Simplemente, con este Pacto Renovado la gracia que existía desde la Creación como medio de salvación es revelada a toda la humanidad a través del Rabino de Nazaret, predicador de justicia según la Torah. La Torah permanece como la expresión máxima de la Voluntad del Eterno Elohim, Aquél que juzgará a todos según Su orden. En práctica, lo que él requiere a los gentiles es de ser discípulos de un Rabino Judío, de cumplir un ritual hebraico llamado ʹt’bilahʹ, que consiste en la inmersión en agua del nuevo discípulo, y de observar todos los mandamientos (las cosas que Yeshua ha mandado, como hemos ampliamente considerado, son exactamente la observancia puntual de todos los mandamientos de la Torah) ‒ en otras palabras, Yeshua recomienda a sus discípulos de convertir la entera humanidad al judaísmo (al de aquél tiempo, que difiere del actual)!

Lamentablemente, en el ambiente romano se desarrolló otra religión que usurpó el puesto de la naciente asamblea de creyentes en el Mesías Yeshua de Nazaret: el cristianismo, que es la única religión cuyo presunto fundador nació, vivió toda su vida y dejó esta tierra perteneciendo a otra religión! Los creyentes en Yeshua no habían creado un nuevo movimiento separado, sino que eran una corriente al interno del judaísmo. Los “nazarenos” ‒como eran llamados los primeros discípulos‒ eran considerados Judíos en todo aspecto, observantes de la Torah en su totalidad, que reconocían en Yeshua el Mesías prometido a la Casa de Israel. Los acontecimientos históricos sucesivos a la destrucción de Jerusalem en el 70 EC contribuyeron a acentuar las diferencias con los Judíos; luego la influencia del paganismo greco-romano introducida en la Asamblea, sobre todo por los “padres de la iglesia”, marcaron definitivamente la extinción de la comunidad original que fue progresivamente reemplazada por la nueva corriente neo-platónica que ha dictado las leyes de la iglesia, en oposición a la Ley del Eterno.