ISRAEL
EL PUEBLO ELEGIDO


... de la página anterior

 

¿Dos Mesías?

La traducción de la palabra hebrea “mashiaj” es simplemente “ungido”. Este adjetivo es aplicado a diversos personajes, los cuales recibieron una unción, como los reyes, los kohanim, y los Profetas; incluso un rey gentil, Ciro, es llamado “mashiaj” , o sea, “Mesías” (Isaías 45:1). Por lo tanto, quién era “el Mesías”? Fuera del ambiente judaico, pocos saben que en realidad se debería más bien preguntar quiénes son “los Mesías”. En el Evangelio encontramos que en efecto, los Hebreos no esperaban solo un Mesías.

Yohanan 1:19 Este es el testimonio de Yohanan, cuando los Judíos enviaron de Jerusalem kohanim y levitas para que le preguntasen: «¿Tú, quién eres?» 20 Él confesó y no negó; declaró: «Yo no soy el Mesías». 21 Y le preguntaron: «¿Qué pues? ¿Eres tú Eliyahu?» Él respondió: «No lo soy»; «¿Eres tú el Profeta?» Él respondió: «No». 22 Le dijeron: «¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?». 24 Y los que habían sido enviados eran de los fariseos; 25 Y le preguntaron, y le dijeron: «¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Eliyahu, ni el Profeta

Está claro que aquí a Yohanan se le pregunta si él es uno de tres personajes: el Mesías, Eliyahu o “el Profeta”. Sabemos quien es Eliyahu, por lo tanto nos falta descubrir quiénes son el Mesías y el Profeta. La venida de Eliyahu fue anunciada por Malakhi:

“He aquí, yo os envío el profeta Eliyahu, antes que venga el día de HaShem, grande y terrible” (Malakhi 4:5).

Eliyahu entonces, no es el Mesías, el cual ha sido anunciado por los Profetas, como ya hemos visto en este estudio. Nos falta aún saber quién es aquél definido simplemente como “el Profeta”:

“Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará HaShem tu Elohim; a él oiréis! Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré Mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que Yo le mandare” (Devarim / Deuteronomio 18:15,18).

Bien, este es “el Profeta” como Mosheh, cuya venida había sido anunciada a Mosheh. Esta promesa es particular, porque este Profeta debía surgir, no directamente de en medio de ellos, sino de en medio a sus hermanos... ¿cuáles hermanos? – En el tiempo de Mosheh probablemente esto no resultaba claro, pero cuando Yeshua fue manifestado, en efecto había dos pueblos que esperaban un Mesías: los Judíos, y la Casa de Israel, sus hermanos. Mosheh era un Levita, por lo tanto este Profeta debía tener alguna relación con el ministerio levítico, el de los kohanim.
Efectivamente, en tiempos de Yeshua ya sea los Judíos que los otros Israelitas esperaban a dos Mesías, en el ambiente judaico y también esenio. No nos detendremos aquí en la presentación de los dos Mesías según el concepto esenio, porque como hemos dicho ya, sus doctrinas no se fundaban solamente en las Escrituras sino también en los libros apócrifos, además del Libro de Henoc; el Elohim de ellos no era HaShem de las Escrituras sino que se parecía mucho más al Señor de la Luz zoroástrico, AhuraMazda, y sus dos Mesías eran emanaciones angélicas, encarnaciones de Elohim.
En los rollos de Qumran se definen estos dos como el Mesías de Aharon y el Mesías de Israel.
Lo que nos interesa es la identificación bíblica de los Mesías. Hemos entrevisto que de las Escrituras inspiradas emergen dos Redentores, identificados como “Mashiaj ben-David”, el Rey, Mesías de la Casa de Judá y Soberano que establecerá el Reino Davídico, y “Mashiaj ben-Yosef”, el Mesías sufriente, aquél que rescatará la Casa de Israel, o sea “el Profeta”, que precede al Mesías ben-David. Esta es todavía la interpretación rabínica. También en Zekharyah 4:14 está escrito: “Entonces él dijo: «Estos son los dos ungidos que están delante del Elohim de toda la tierra»” ‒ dos ungidos, dos Mesías. Documentos de la época atestiguan que la idea de los dos Mesías era difusa ya en el periodo precedente a Yeshua, como resulta en los Targummim y los Midrashim.
Estos dos Mesías son identificables en las Escrituras, por ejemplo en los siguientes pasajes:

1)
Daniel 7:13-14 Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.

2)
Zekharyah 9:9-11 Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalem; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna. Y de Efraím destruiré los carros, y los caballos de Jerusalem, y los arcos de guerra serán quebrados; y hablará paz a las naciones, y su señorío será de mar a mar, y desde el río hasta los fines de la tierra. Y tú, Israel, por la sangre de tu pacto serás salva; yo he sacado tus presos de la cisterna en que no hay agua.

Aquél descrito por el Profeta Daniel es el Mesías de la Casa de Judá, que vendrá sobre las nubes del cielo (no montado sobre un animal); en cambio aquél descrito por el Profeta Zekharyah es el Mesías de la Casa de Israel; como hemos ya especificado, “Israel, por la sangre de tu Pacto” es el Pacto al cual se refiere Yeshua cuando dice: «Esta copa es el nuevo Pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama» (Lucas 22:20). Este no es el Pacto de Judá, sino de Israel. El Pacto de rescate del cual la Casa de Israel, excluida del Pacto Mosaico, tiene necesidad. Por lo tanto, Yeshua se identifica con el Mesías ben-Yosef, el “Mesías sufriente”, “el Profeta”.


En el Midrash Rabbah está escrito:
“Así como Mosheh, el Mesías será revelado, luego escondido, y después revelado de nuevo”
(Bemidbar Rabbah 11:2).


En efecto, Yeshua ha sido revelado a la Casa de Israel como el “Mesías ben-Yosef”, y fue escondido hasta cuando se revelará a la Casa de Judá como “Mesías ben-David”. Entonces serán cumplidas todas las profecías. Las profecías mesiánicas no cumplidas por Yeshua son aquellas que corresponden justamente al Mesías de la Casa de Judá, o sea, el Mesías que los Judíos esperan, según las profecías de las Escrituras.

En este contexto encuentra explicación la enigmática pregunta de Yohanan el bautizador:

Lucas 7:19 Y llamó Yohanan a dos de sus discípulos, y los envió a Yeshua, para preguntarle: «¿Eres tú el que había de venir, o esperaremos a otro?» 20 Cuando, pues, los hombres vinieron a Yeshua, le dijeron: «Yohanan el bautizador nos ha enviado a ti, para preguntarte: “¿Eres tú el que había de venir, o esperaremos a otro?”» 21 En esa misma hora sanó a muchos de enfermedades y plagas, y de espíritus malos, y a muchos ciegos les dio la vista. 22 Y respondiendo Yeshua, les dijo: «Id, haced saber a Yohanan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el Evangelio».

Después que Yohanan lo ha anunciado y testificado de él, diciendo: «He aquí el Cordero de Elohim, que quita el pecado del mundo»... y mirando a Yeshua, que andaba por allí, dijo: «He aquí el Cordero de Elohim!» (Yohanan 1:29,36), y luego: «Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego»; ¿Qué extraña pregunta es esta? ¿Por qué Yohanan pregunta si se debía esperar a otro? A esta insólita pregunta muchos han tratado de dar las más variadas explicaciones. Yohanan estaba en prisión, y si Yeshua era el Mesías ben-David, habría debido establecer el Reino, por lo tanto, hacer libres a los prisioneros de su pueblo. También la respuesta de Yeshua es muy clara: su ministerio no era aquél del Mesías de Judá, sino el de aquél de Israel...
La expectativa que Yeshua cumpliera todas le profecías mesiánicas, o sea, aquellas que conciernen justamente al Reino Davídico ‒misión del Mesías de la Casa de Judá‒ se evidencia en la última pregunta que le dirigieron los discípulos:

“Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: «Maestro, ¿restaurarás el Reino a Israel en este tiempo?»” (Hechos 1:6).

Estos mismos discípulos tenían claro cual de los “dos” Mesías era Yeshua. Entonces no existía ninguna entidad llamada “Israel”, si no en modo virtual; existían la Judea, la Samaria y la Galilea. Por lo tanto, Israel no podía tener ningún rey, mientras la Judea sí. Sin embargo, él no ha sido nunca llamado “Rey de Judea” – han sido los Romanos que, no conociendo algún pueblo llamado “Israel”, en efecto, escribieron “Rey de los Judíos”, pero este título no le ha sido dado ni por sus discípulos ni por el pueblo:

“Natanael le respondió diciendo: «Rabbì, tú eres el Hijo di Elohim, tú eres el Rey de Israel»” (Yohanan 1:49)
"... grandes multitudes... tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle, y clamaban:«¡Hoshianna! ¡Bendito el que viene en el nombre de Adonay, el Rey de Israel!»" (Yohanan 12:13).
«El Mesías, Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, para que veamos y creamos!» (Marcos 15:32)

El Rey de Israel, por lo tanto, el Mesías de la Casa de Israel, como él mismo afirmó:

“Mas él respondiendo, dijo: «No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la Casa de Israel»” (Mateo 15:24).

«Porque como el relámpago que al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro, así también será el Hijo del Hombre en su día. Pero primero es necesario que padezca mucho, y sea desechado por esta generación» (Lucas 17:24-25).

¿De dónde proviene esta última declaración de Yeshua, que “primero es necesario que padezca mucho, y sea desechado por esta generación”? ... de otros documentos judaicos de la época, que confirman que la venida del Mesías de la Casa de Israel habría precedido a aquella del Mesías Davídico:

“«Sus pecados serán cargados sobre tí como un yugo de hierro; y te sofocarán tu espíritu. Por causa de sus pecados, tu lengua se pegará a tu paladar. ¿Aceptarás ésto? De otra manera, Yo quitaré este decreto sobre tí». El Mesías respondió: «Soberano del universo, ¿cuánto durará esto?»; Elohim le dijo: «Efrayim, Mi ungido en verdad, hace ya desde los seis días de la Creación que tú has tomado este peso sobre tí. Ahora, tu dolor es Mi dolor». El Mesías respondió: «Soberano del universo, yo acepto ésto con gozo en mi alma y gozo en mi corazón, para que ni siquiera uno de la Casa de Israel perezca; no sólo aquellos vivientes, sino también aquellos que ya han muerto. Basta al siervo ser como su maestro»” (Midrash Pesqitah Rabbah, 36).

El Targum Yehonatan, escrito por un discípulo de Rav Hillel, explica que el “traspasado” de Zekharyah 12:10 es el Mesías ben-Efrayim; otras autoridades rabínicas afirman que la causa del lamento en Zekharayh 12:12 es la muerte violenta del Mesías ben-Yosef. Estos son conceptos que tenían muy claros, ya sea Yeshua, que los fariseos y todos los Judíos. Hasta que las profecías que conciernen al Mesías de la Casa de Judá no serán cumplidas, los Judíos no pueden reconocer algún Mesías!


Yeshua, “el Fariseo”

La enseñanza de Yeshua y su estilo de vida eran típicos de un fariseo; se puede decir sin temor a equivocarse que él era virtualmente o quizás efectivamente uno de ellos. Veremos a continuación algunos de los hechos que confirman esta tesis:
Yeshua observaba no sólo la Torah escrita, sino también la Torah oral; por ejemplo, respetando la prohibición rabínica de pronunciar el Nombre del Eterno, escrito en hebreo “YHVH”, el cual era substituido por otras palabras como “HaShem”, el Nombre; “Adonay”, el Soberano; “HaKadosh”, el Santo; “HaShamayim”, el Cielo; “HaGevurah”, la Potencia, etc. Yeshua a menudo usaba el término “Cielo” en referencia a Elohim (Mateo 21:25; Lucas 15:18), “Potencia” (Marcos 14:62) y otros vocablos. Este mandamiento no se encuentra en la Torah escrita, sino que forma parte de la Torah oral, como también el uso de decir una bendición antes de comer, y otros preceptos que él practicaba. Él más bien ha criticado el exceso de celo en el aplicar la Torah oral, cuando esta prevalecía sobre la misma Torah escrita.
Yeshua llevaba ciertamente los “tzitziot”, o sea los flecos colocados en los cuatro ángulos del manto o de otra prenda que los Judíos observantes llevan; el Evangelio nos dice que una mujer aferró justamente uno de los flecos de su manto (Mateo 9:20). Como buen Rabí, él llevaba también las filacterias, porque nunca le ha sido reclamado por los fariseos el no haber usado estos tan esenciales elementos. Yeshua en efecto no ha censurado el uso de los flecos y las filacterias, sino la ostentación de algunos al hacerlo en modo que fuese muy notorio a todos. También hoy se puede criticar a alguien en el modo de llevar la ropa, no la ropa por sí misma; en el reprochar a alguien porque lleva una camisa de lujo en el lugar de culto o cualquier lugar no idóneo no significa que se deba presentar a torso desnudo.
Otro ejemplo de su observancia de la Torah oral era el pago de la tasa para el Templo, que era un precepto de los fariseos. Los saduceos y los esenios se rehusaban a pagarla, pero Yeshua la pagó (Mateo 17:24-27).
El ministerio de Yeshua estaba en perfecta armonía con las reglas farisaicas; él en efecto les reconocía su autoridad en materia teológica:

“Entonces habló Yeshua a la gente y a sus discípulos, diciendo: «En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a aquellos que dicen, y no hacen»” (Mateo 23:1-3).

Este verso ha sido traducido aquí del texto arameo; notar que en las versiones traducidas desde el griego, el sentido de la frase cambia! En efecto, literalmente en el arameo se lee “Haced ... lo que ellos hacen, pero no como aquellos que dicen y no hacen”, más bien que las versiones occidentales, que traducen “Haced ... todas las cosas que os dirán, mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen”. Yeshua no se permitía condenar a todos los fariseos, habría sido injusto porque había muchos de ellos que eran sinceros – como por ejemplo, de Yosef, un fariseo, el Evangelio afirma que era un hombre “justo” (Lucas 23:50); Yeshua hace un enunciado en el cual precisa que hay excepciones. Él reconoce que los fariseos tienen la autoridad de sentarse sobre la cátedra de Mosheh y de emanar preceptos y reglamentos (en práctica, de sancionar la Torah oral), criticando a aquellos de ellos que luego no ponen en práctica estas cosas (¡no todos ellos!). Creemos en la buena fé de los traductores del texto griego, pero no podemos no sospechar del texto griego mismo, que es una traducción del arameo hecha probablemente por esenios – teniendo como precedente la Septuaginta, que contiene evidentes distorsiones que alteran el sentido original del texto hebreo, y considerando la coherencia de Yeshua con sus orígenes y con las Escrituras, podemos afirmar que el texto arameo transmite más fielmente el sentido correcto de su mensaje. Los esenios en cambio, buscaban en cualquier modo de mostrar a los fariseos como malvados. Las críticas de Yeshua hacia los fariseos se explican justamente por el hecho que é mismo era de la parte de ellos, no contra ellos, y se deben entender como críticas en casa propia. Yeshua en cambio no parece que haya censurado directamente a los romanos, o a los griegos, esto no significa que fuese de acuerdo con la religión de estos. En efecto, veremos aún cómo Yeshua mismo se comportaba de “verdadero” fariseo, por lo tanto, tenía autoridad para criticar a aquellos de ellos que eran hipócritas. Yeshua enseñaba en público, en las Sinagogas y en el Templo, estas eran características de los rabinos fariseos de la época; también sus enseñanzas son idénticas a aquellas de los Sabios (rabinos reconocidos como autoridades en materia de doctrina judaica). Su “sermón del monte” (Mateo 5, 6 y 7) es una predicación en línea con aquellas de los rabinos que hoy se definirían como “ortodoxos”. En efecto, en su discurso presenta posiciones teológicas concordes con las escuelas rabínicas de Hillel y Shammai. Lejos de predicar una “gracia” por encima de la Torah, Yeshua agrega severidad al la observancia de los preceptos de la Ley Mosaica! Yeshua declaró en modo explícito:

«No penséis que he venido para abrogar la Torah o los Profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una yod ni una tilde pasará de la Torah, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el Reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el Reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los cielos» (Mateo 5:17-20).

Generalmente, los predicadores de la “gracia” se detienen en la primera frase, la cual luego es interpretada en modo errado. Cuando Yeshua afirmó que él vino a “cumplir” la Torah, no significa absolutamente que esto exima a sus discípulos de continuar a observarla! Yeshua era un Judío, pensaba y hablaba como Judío, su auditorio era compuesto por personas que profesaban el judaísmo. Según el pensamiento judaico, y también escritural, dos conceptos opuestos no se excluyen mutuamente, sino que se completan. Este es el sentido de “llevar a cumplimiento”, agregar algo, no substituir una cosa con otra. El concepto de justificación por fé es hebraico, ha sido uno de los Profetas que ha escrito “el justo vivirá por su fé” (Havakuk 2:4); por lo tanto no es una idea neo-testamentaria. En el judaísmo, Torah y fé se completan. La gracia es también un concepto judaico: ha sido Elohim que ha elegido a Israel, no Israel que escogió a Elohim, y esto por pura gracia, porque así Él quiso. Paradójicamente, en el cristianismo que predica la gracia, es el hombre que debe elegir si seguir la voluntad de Elohim, no Él que ya ha elegido a los Suyos... Lamentablemente, en el pensamiento occidental se ha impuesto el dualismo del cual hemos ya hablado, en el cual los dos opuestos se excluyen: la idea que la gracia haya substituido a la Ley es mazdeísta/maniquea/mitraísta, la cual ha ejercido una influencia indeleble sobre el cristianismo; no es una idea bíblica. La gracia es un elemento que se completa con la Torah, no la substituye. Como confirmación de esto, Yeshua continúa su explicación (esta parte es siempre ignorada por los sostenedores de la doctrina de la substitución), y dice: “de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una yod ni una tilde pasará de la Torah, hasta que todo se haya cumplido” – ¿Han ya pasado el cielo y la tierra? ¿Ha sido ya todo cumplido? ¿Vivimos quizás en la Era Mesiánica, en la cual la Torah será cumplida?... La exhortación de Yeshua debería al menos preocupar a los predicadores de la “sola gracia”: “cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el Reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el Reino de los cielos”... ¿Cómo pueden ellos no sólo violar la Torah, sino incluso enseñar a violarla, y después pretender también “reinar” en la Era Mesiánica? En efecto, entonces se hallarán diez de ellos a tomar por los flecos de un Judío para pedirle que les enseñe a conocer a Elohim (Zekharyah 8:23)! Este Judío, que habrá puesto en práctica la Torah y habrá enseñado a hacerlo, en efecto, será más grande que ellos. Yeshua insiste aún, para no dejar dudas, diciendo: “si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los cielos”. ¿Cómo se podía superar en justicia a los escribas y fariseos? ¿Qué era para Yeshua y para su auditorio la “justicia”? ¿Qué significa en las Escrituras el término “justicia”? Significa precisamente esto: ¡Observar la Torah! Cierto, será en efecto por pura gracia que aquellos que creen que no deben observarla serán admitidos en el Reino, pero no ciertamente para reinar.
“No hay nada nuevo bajo el sol”, dice el Qohélet (Ecclesiastés 1:9), Torah, fé, gracia, son conceptos hebraicos; un Pacto completa al precedente, no lo substituye, como la Torah no anuló el Pacto del Eterno con Noé, sino que permanece válido para toda la humanidad, igualmente el Nuevo Pacto no anula ni uno ni otro. En las Escrituras los opuestos se completan, como macho y hembra (sin los cuales la humanidad habría dejados de existir), día y noche, verano e invierno (sin los cuales sería imposible que hubiera siembra y cosecha), etc. La naturaleza misma nos demuestra esta realidad. En el mazdeísmo/maniqueísmo/esenismo, los opuestos son inconciliables. Hay que preguntarse por lo tanto, en cuál teología se inspira el cristianismo, en la de la Biblia o en el Zend Avesta y los apócrifos? ¿Quién es el verdadero Elohim, HaShem, Creador del universo y Soberano de todo, o AhuraMazda, señor de la luz? ¿Quién es el Mesías, el Rabí Hebreo Yeshua de Nazaret, o Mitra?...

En el sermón del monte encontramos una serie de preceptos de la “Torah oral” enseñada por Yeshua, que tendían a agregar dificultad a la Ley más bien que a librarnos de ella. Sus dichos y sus parábolas tienen paralelismos con muchos dichos y enseñanzas de los Sabios de su tiempo y también precedentes -más adelante citaremos algunos-; esto nos indica que él ha tomado también de fuentes comunes a las cuales hacían referencia los rabinos de la época y que eran de público dominio. La misma oración enseñada por Yeshua, comúnmente conocida como el Padre Nuestro, es una paráfrasis de una oración judaica, el Avinu Malkeynu. Algunas expresiones usadas por él son de difícil comprensión si no se conoce bien la jerga hebraica, y se prestan a interpretaciones erradas, otras contienen referencias precisas que en la traducción son menos claras – por ejemplo, en la cuestión del adulterio, “cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5:28); ya sea en hebreo que en arameo, la palabra “mujer” se usa solamente para indicar una mujer casada -no una soltera!-, y el sentido es aún esclarecido por el tipo de pecado que se imputa al transgresor: adulterio – en hebreo es unívoco, y es claro también en nuestra lengua que el adulterio se puede cometer solamente con una mujer casada. Sería irracional que él pusiera un peso que ninguno puede llevar (Lucas 11:46) prohibiendo mirar a una señorita que no tiene marido – y además, ¿cómo se la podría pretender sin haberla visto antes? El énfasis puesto por muchos cristianos acerca del modo de conducir la relación hombre-mujer es también una reminiscencia del esenismo/maniqueísmo, no teniendo en cuenta el plan original de Elohim. Esto ha causado la discriminación de la mujer durante siglos... El discurso continúa con el consejo de cavarse el ojo; naturalmente, sin conocer lo que esta frase significa en hebreo, sería bastante difícil ponerla en práctica. Yeshua no era ni siquiera un pacifista: “Pero yo les digo: No resistan al malo; antes, a cualquiera que te golpea en la mejilla derecha, vuélvele también la otra” – ¿Cómo se hace para golpear a alguien en la mejilla derecha? Hay dos posibilidades: o se es zurdo, o bien se golpea con el dorso de la mano. Ser zurdo no es una cosa muy común, y no tendría sentido poner la otra mejilla sólo si quien te golpea es zurdo, por lo tanto, la única interpretación lógica considera la otra posibilidad. Golpear a uno en la mejilla con el dorso de la mano significaba desafiarlo, no atacarlo – Yeshua aconseja no aceptar los desafíos, no está diciendo que no hay que defenderse. Examinemos ahora algunos de los paralelismos entre las enseñanzas de Yeshua y aquellas de los Sabios Judíos:

* “Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal” (Mateo 6:34);
“Aquél que ha creado el día, ha también creado su sustentamiento” (Tanhuma, Beshalah); “Basta un problema en su hora” (Berakhot 9).

* “El Shabat ha sido hecho para el hombre, no el hombre para el Shabat” (Marcos 2:27);
“El Shabat ha sido hecho para el hombre, no el hombre para el Shabat” (Shim’on ben-Menasya, Melkita Ki Tissa 5).
Ya sea Yeshua que Rabbi Shim’on han confirmado la exégesis farisaica de Éxodo 31:14, expuesta para contrastar a los saduceos.

* “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina“ (Mateo 7:24-27);
“¿A qué se puede comparar una persona cuyo conocimiento supera a sus obras? A un árbol de muchas ramas, pero con pocas raíces. Vendrá el viento y lo arrancará, y este caerá. ¿Entonces, a qué se puede comparar una persona cuyas obras son mayores que su conocimiento? A un árbol con pocas ramas, pero con muchas raíces. Aunque soplen contra él todos los vientos, no será arrancado” (Rav Eliezer ben-Azaryah, Pirké Avot 3:18).

* “Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces podrás ver bien para sacar la astilla del ojo de tu hermano” (Mateo 7:5);
“«Quita la astilla de tus dientes». Y él respondió: «Quita la viga de tus ojos»” (Bava Batra 15).

* “Cuando fueres convidado por alguno a bodas, no te sientes en el primer lugar, no sea que otro más distinguido que tú esté convidado por él, y viniendo el que te convidó a ti y a él, te diga: «Dá lugar a éste»; y entonces comiences con vergüenza a ocupar el último lugar. Mas cuando fueres convidado, ve y siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te convidó, te diga:«Amigo, sube más arriba»; entonces tendrás gloria delante de los que se sientan contigo a la mesa” (Lucas 14:8-10);
“Muévete dos o tres lugares más abajo y siéntate allí; baja, de modo que después te digan «Sube», más bien que sentarte en un lugar alto y te digan «Bájate»” (Rabbi Akiva, a nombre di Rabbi Shim’on ben-Azzai, Vayyikra Rabbah 1:5).

* “Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido” (Lucas 14:11);
“Mi humillación es mi exaltación, y mi exaltación es mi humillación” (Rabban Hillel, Vayyikra Rabbah 1:5).

Se preguntó a Rabbi Hillel (que fue maestro de la Torah en el periodo de la infancia de Yeshua) cómo se podía resumir la observancia de los mandamientos de la Torah, y Rabbi Hillel respondió: «Ama a Elohim con todo tu corazón, con toda tu mente, con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y ama a tu prójimo como a tí mismo. Todo el resto es Midrash». Yeshua no enseñó alguna nueva doctrina, sino simplemente la correcta interpretación de la Torah, en armonía con los rabinos de su tiempo.

Así como éstas, hay otras enseñanzas de Yeshua que son idénticas en el contenido a aquellas de los Sabios y rabinos fariseos.
En el lenguaje utilizado por Yeshua, también algunos términos en apariencia simples tienen un significado profundo que solamente los Hebreos podían saber. Por ejemplo, cuando él dice «Buscad primero el Reino de Elohim y Su Justicia, y todas estas cosas serán añadidas» (Mateo 6:33), él está hablando de conceptos que los kabalistas conocen perfectamente: ¿qué es el “Reino”, y qué relación tiene con la “Justicia”? ¿Por qué él ha asociado estas dos cosas? El Reino, “Malkut”, es la esfera inferior del “Árbol de la vida”, que representa el recorrido espiritual del hombre en su búsqueda del conocimiento de Elohim. Malkut está en estrecha relación con la Shekhinah, por lo tanto concierne a la Presencia de Elohim sobre la tierra, el Espíritu Santo que habita en medio de Su pueblo, y es símbolo también de la esposa y de la Asamblea de Israel. Siendo la esfera espiritual más lejana de Eyn-Sof, o sea del Altísimo, es a su vez el punto de inicio en la relación con Él. Esta relación se establece de parte del hombre a través de una de las columnas que conducen al conocimiento (Binah) de Elohim, esta columna es la Justicia (Tzedakah), por medio de la cual el hombre sube hacia el Eterno, mientras las otras dos columnas son la Misericordia y la Gracia, por medio de las cuales es Elohim que se acerca al hombre. Yeshua reitera la complementariedad de la observancia de la Torah -la Justicia- con la acción de Elohim; al hombre toca buscar la justicia, porque la gracia pertenece al Eterno.
Yeshua en efecto, ha enseñado siempre la observancia de los mandamientos como requisito indispensable del creyente. Los mandamientos son, naturalmente, aquellos sancionados en la Torah, los únicos mandamientos reconocidos en las Escrituras como tales.

Una corriente farisaica un poco particular eran los “hasidim” (denominación original de todos los fariseos, y probablemente también de los primeros esenios), los cuales se encontraban en Galilea, no en Judea. Ellos eran renombrados por sus obras potentes, sanidades, liberación espiritual, etc., de las que atestigua la literatura rabínica de la época. Algunas historias de hasidim, como Rabbi Hanina ben-Dosa y otros, son muy similares a los relatos bíblicos de los milagros de Yeshua. Era usual en Galilea dirigirse a los hasidim para pedirles oraciones por los enfermos y todo tipo de milagros; testimonios análogos a aquellas que leemos en el Evangelio podemos encontrar también en la Mishnah. Los hasidim prefería apartarse para orar en soledad, como hacía también Yeshua, y usaban dirigirse a Elohim llamándolo “Abba”, o sea, “Padre”, cosa que no era muy bien vista por los otros fariseos. Estas y otras características nos indican que Yeshua, en el ámbito farisaico, podía ser considerado uno de los hasidim.
Es muy importante el hecho que los hasidim fuesen presentes en Galilea –y lógicamente también en Jerusalem, que era su centro de culto porque los Galileos profesaban el judaísmo–, donde Yeshua desempeñó su ministerio y obró sus milagros. En efecto, no hay en el Evangelio relatos de milagros realizados en Judea, lo que armoniza con todas las Escrituras: ninguno de los Profetas de Israel ha hecho obras potentes en Judá, como ni siquiera los mismos Profetas de Judá habían hecho milagros. Yohanan el bautizador, Profeta de Judá, no había hecho algún milagro (Yohanan 10:41); Yeshua, Mesías de Israel, no sólo no hizo milagros en Judea, sino que ni siquiera predicó en esa tierra – a excepción de Jerusalem, que se encuentra sí en territorio de Judea, pero según el concepto escritural, es la capital de todo Israel. Nunca descendió más al sur de Jerusalem, ni siquiera a su Bethlehem natal! Yerico, el punto más cercano a Jerusalem en el cual él ministró, era ya una ciudad de Efraím. Los milagros en efecto servían para demostrar a la Casa de Israel Quién es el verdadero Elohim –como es necesario demostrarlo también a los gentiles–, pero los Judíos no tienen necesidad de obras sobrenaturales para reconocer su Soberano. Yeshua se comporta como el “Profeta”, Mesías de la Casa de Israel. Él es llamado “Yeshua de Natzaret”, no Yeshua de Bethlehem.


La misión de Yeshua

“Yeshua vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de Shabat entró en la Sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: «El Espíritu de Adonay está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; y a proclamar el año agradable de Adonay». Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la Sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros»” (Lucas 4:16-21)

Yeshua ha explicado varias veces la naturaleza de su misión. En este pasaje del Evangelio de Lucas se cita a Isaías 61:1 y la primera frase de 61:2, que Yeshua leyó interrumpiendo la lectura en un punto determinado, para describir con precisión lo que él había venido a cumplir:

Isaías 61:1-2 “El Espíritu de Adonay Elohim está sobre mí, porque me ungió HaShem; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Adonay”.

Si seguimos leyendo, encontraremos el punto en el cual él cerró el pergamino, indicando lo que él no vino a cumplir en aquél momento:

Isaías 61:2-3 y [para proclamar] el día de venganza de nuestro Elohim; a consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de HaShem, para gloria Suya. 4 Reedificarán las ruinas antiguas, y levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones. 5 Y extranjeros apacentarán vuestras ovejas, y los extraños serán vuestros labradores y vuestros viñadores. 6 Y vosotros seréis llamados kohanim de HaShem, ministros de nuestro Elohim seréis llamados; comeréis las riquezas de las naciones, y con su gloria seréis sublimes. 7 En lugar de vuestra doble confusión y de vuestra deshonra, os alabarán en sus heredades; por lo cual en sus tierras poseerán doble honra, y tendrán perpetuo gozo. 8 Porque Yo, HaShem, soy amante del derecho, aborrecedor del latrocinio para holocausto; por tanto, afirmaré en verdad su obra, y haré con ellos Pacto perpetuo. 9 Y la descendencia de ellos será conocida entre las naciones, y sus renuevos en medio de los pueblos; todos los que los vieren, reconocerán que son linaje bendito del Eterno.

El “día de venganza de Elohim” es justamente el día de la venida del Mesías! Aquél Mesías que concierne a los Judíos, no a aquellos que Yeshua vino a rescatar. El Profeta en este capítulo recalca el concepto que Elohim juzgará a las naciones, no a los Judíos, los cuales han sido afligidos, perseguidos, odiados durante siglos, y serán plenamente restablecidos. Evidentemente, esta es una descripción de la Era Mesiánica, pero también de momentos que la preceden, los cuales se están cumpliendo ya en este tiempo, como leemos en la frase “Reedificarán las ruinas antiguas, y levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones”; esto ha sucedido desde que los primeros pioneros sionistas han iniciado a hacer renacer aquella tierra desolada que hoy en cambio es próspera y moderna, el Estado de Israel, el cual es el fundamento del futuro Reino Mesiánico. Cuando Yeshua dijo “consumado es”, se refiere claramente a su misión de rescatar aquellos que no tenían más esperanza porque estaban sin Elohim y sin el Pacto.
Por lo tanto, si Yeshua no ha venido por los Judíos, ¿por quiénes vino? Él mismo nos lo dice:

Él respondiendo, dijo: «Yo no soy enviado sino a las ovejas perdidas de la Casa de Israel». (Mateo 15:24)

«Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido». (Lucas 19:10)

Respondiendo Yeshua les dijo: «Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento». (Lucas 5:31-32)

«Porque no he venido para llamar a justos, sino a pecadores». (Mateo 9:13)

De las mismas declaraciones de Yeshua, sabemos que su misión consistía en: “rescatar las ovejas perdidas de la Casa de Israel”, “salvar lo que se había perdido”, “llamar a los pecadores, no a los justos, y sanar a los enfermos, no a los sanos”. En base a estos elementos, podemos hacer las siguientes consideraciones:

Él vino para “rescatar lo que estaba perdido”, más específicamente, la Casa de Israel: ¿Quiénes son las “ovejas perdidas de la Casa de Israel”? ¿Qué es “lo que estaba perdido”? Naturalmente, éstos términos resultaban claros a los Judíos y a la audiencia a la cual se dirigía Yeshua: aquellos que una vez fueron partícipes de las bendiciones del Pacto, del pueblo elegido, y luego pasaron a ser “no pueblo Mío”, en efecto, se han “perdido” porque una vez no lo estaban. No se puede perder lo que no se tiene. El haberse perdido, extraviado, implica que antes en cambio se estaba en el camino justo. Yeshua mismo ha afirmado este concepto, en la parábola de la oveja perdida, y particularmente en la del hijo pródigo, la cual proponemos examinar a continuación:

Lucas 15:11 Un hombre tenía dos hijos; 12 y el menor de ellos dijo a su padre: «Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde»; y les repartió los bienes. 13 No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente... 15 Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos... 18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti... 22 Pero el padre dijo a sus siervos: «Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies; 23 y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta, porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado». Y comenzaron a regocijarse. 25 Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; 26 y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello... 31 El padre le dijo: «Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas; 32 mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado».

Pocos buscan de considerar la identidad de estos dos hijos y de su Padre: Elohim tenía efectivamente dos pueblos: Judá, el hijo mayor, al cual fue dada la heredad del Reino, e Israel, el hijo pródigo que se fue a “apacentar los cerdos”, o sea, a vivir con los gentiles y mezclarse con ellos, en países lejanos, donde todavía la Casa de Israel se encuentra. Esto representaba para el Padre la pérdida de uno de sus hijos, aquél que pasó a ser “no pueblo Mío”, como escribió el Profeta Hoshea. Para rescatarlo hubo necesidad de hacer un sacrificio, y de aceptarlo así como él se encontraba en el momento de su arrepentimiento. Un tal sacrificio no era necesario para el otro hijo, aquél que estuvo siempre con el Padre, conservando todo lo que es Suyo, es decir, Sus mandamientos y Su Palabra. De hecho, los Judíos no han sido nunca un pueblo sin Elohim, sin Su Palabra, mientras que todos los gentiles, y la Casa de Israel en medio de ellos, sí. Yeshua de hecho, limita la necesidad de hacer un sacrificio expiatorio sólo por aquél que se había perdido, no por ambos. Efectivamente, Él dijo que los sanos no tienen necesidad del médico, sino los enfermos, así como los justos no tienen necesidad de “convertirse” (término muy querido y esencial para los cristianos), sino los pecadores:

“Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento”. (Lucas 15:7)

Ah, pero los cristianos sostienen que no existen los justos! En cambio Yeshua dice que efectivamente sí existen, sino, no habría dicho “yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”. Yeshua no estaba hablando en modo irónico, no era su estilo. Estaba diciendo las cosas según la realidad de los hechos.
Es verdad que está escrito: “no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno”, y esto originalmente lo dice el Salmista, no el Nuevo Testamento (que simplemente cita las palabras del Salmista); también el Predicador dijo: “Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque” (Ecclesiastés 7:20), por lo tanto, la idea de la injusticia universal no es cristiana, sino judaica. Muchas veces los cristianos aman fundar sus doctrinas sobre un solo versículo bíblico, descuidando todo el contexto general de las Escrituras. A continuación demostraremos con la Biblia que los justos existen, según el concepto de Elohim. De hecho, si leemos con atención todo el Salmo 14 del cual proviene la frase “no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno”, dice así:

Tehilim 14:1 Dice el necio en su corazón: «No hay Elohim». Se han corrompido, hacen obras abominables; no hay quien haga el bien. 2 HaShem miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres, para ver si había algún entendido, que buscara a Elohim. 3 Todos se desviaron, a una se han corrompido; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. 4 ¿No tienen discernimiento todos los que hacen iniquidad, que devoran a Mi pueblo como si comiesen pan, y no invocan a Adonay? 5 Ellos temblaron de espanto; porque Elohim está en medio de los justos. 6 Del consejo del pobre se han burlado, pero HaShem es su esperanza. 7 ¡Oh, que de Sion saliera la salvación de Israel! Cuando HaShem hiciere volver a los cautivos de Su pueblo, se gozará Jacob, y se alegrará Israel.

En el contexto del Salmo el sentido de la frase se entiende perfectamente: en primer lugar, es el necio que niega la existencia de Elohim; son siempre estos necios y corruptos que no hacen el bien y no buscan a Elohim. Estos son de hecho los pueblos gentiles, no los Judíos, porque resulta evidente que son siempre estos “hijos de los hombres” que “devoran a Mi pueblo” y “no invocan a Adonay”, o sea, no son los de Su pueblo aquellos indicados como malvados que no hacen el bien y no buscan a Elohim, sino los otros pueblos. De otra manera, si no existieran los justos, cómo haría Elohim para “estar en medio de los justos”? ¿Quiénes son los justos? Aquellos cuya esperanza es Elohim, Israel, que espera la liberación. Sería útil que muchos teólogos examinasen cuidadosamente todo el contexto antes de emitir dogmas basados sobre una frase aislada. De hecho, cuando los cristianos afirman que la Biblia dice que “no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno”, se les puede responder que la Biblia dice también, sólo dos versos antes, que “no existe Dios”! Ambas afirmaciones, quitadas de su contexto, cambian completamente significado.
En mérito a esto, ya sea las Escrituras Hebraicas que el Nuevo Testamento afirman que hay justos, los cuales lo son en base a su fidelidad hacia Elohim (por lo tanto, hacia Sus mandamientos). Tomemos en consideración sólo el Nuevo Testamento para demostrar que el término “justo” es aplicado a diversas personas, y que no fue absolutamente usado por Yeshua en forma simplemente simbólica o irónica como algunos dicen:

Para que sean hijos de su Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. (Mateo 5:45)

Si Él hace salir el sol sobre los justos, significa que los justos existen. ¡Y también hay buenos!

El que recibe a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de profeta recibirá; y el que recibe a un justo por cuanto es justo, recompensa de justo recibirá. (Mateo 10:41)

Para recibir un justo, es necesario que este justo exista de verdad. ¿Pero quiénes son los justos? ¿En base a qué cosa se los define tales?

Entonces los justos le responderán diciendo: «Maestro, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber?». (Mateo 25:37)

Evidentemente, estos son justos en base a sus obras de justicia, no en base a una “conversión” para entrar en una hipotética “gracia”...

Ambos eran justos delante de Elohim, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas de Adonay. (Lucas 1:6)

Estos eran justos porque “observaban la Torah”.

Para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el Templo y el altar. (Mateo 23:35)

Y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados - porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos. (2Shimon 2:7)

¡Incluso Lot era justo! Aquél que no sólo habitaba en Sodoma, sino que se sentaba a las puertas de la ciudad (Génesis 19:1), lo que significa que él en Sodoma era un juez, uno que formaba parte del sistema imperante en aquella perversa ciudad. Recordemos que Lot eligió Sodoma por su inclinación a las cosas materiales, no por motivos espirituales. Parece también que era proclive a la bebida. Y sin embargo, también él era un justo.

Y he aquí había en Jerusalem un hombre llamado Shim’on; y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. (Lucas 2:25)

Yosef, su marido, como era justo y no quería difamarla, se propuso dejarla secretamente. (Mateo 1:19)

Había un varón llamado Yosef, de Ramatayim, ciudad de Judea, el cual era miembro del Sanhedrin, hombre justo y bueno. (Lucas 23:50)

Justo y bueno! ¿Cómo es posible, si bueno es sólo Uno, que es Elohim? Y para colmo, este justo y bueno es un fariseo! Inconcebible para la mente de los teólogos cristianos! Sin embargo, otros versos afirman que hay no sólo justos, sino también buenos:

Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. (Romanos 5:7)

Para concluir con esta serie, indicamos aún un modo para poder definir quién es un justo:

Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como Él es justo. (1Yohanan 3:7)

Practicar la justicia implica algo más que simplemente creer y ser salvado por gracia... Un pasaje muy conocido acerca de este argumento es el del “joven rico”:

Entonces vino uno y le dijo: «Maestro [bueno], ¿qué bien haré para tener la vida eterna?» Yeshua le respondió: «¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino Uno: Elohim. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos». Le dijo: «¿Cuáles?» Y Yeshua le respondió: «No matarás; no adulterarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre; y amarás a tu prójimo como a ti mismo.» El jóven le dijo: «Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?» Yeshua le respondió: «Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme». (Mateo 19:16-21)

La primera consideración que normalmente se hace sobre este pasaje concierne al hecho que “ninguno es bueno, sino sólo Elohim” - por lo tanto, tampoco Yeshua, que aparentemente reprocha al joven por haberlo llamado “bueno”! El sentido de esta palabra “bueno” es después explicado en la respuesta final de Yeshua: si quieres ser “perfecto”... sin embargo, el argumento principal de este pasaje bíblico trata sobre la pregunta del joven: “¿qué bien haré para tener la vida eterna?” Si Yeshua hubiera sido un pastor evangélico, naturalmente le habría respondido: “no debes hacer nada, porque las obras no tienen ningún valor, debes más bien sólo tener fé, porque ya no estamos más bajo la ley, sino que somos salvados por gracia”... Pero Yeshua era un Rabino, y por lo tanto le dijo claramente “si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos”! Quién sabe por qué, los cristianos no dan jamás una respuesta como esta, a pesar de ser aquella dada por aquél que ellos consideran su Salvador y Maestro, y su ejemplo. Yeshua de hecho no sugirió absolutamente algo diverso del “deber hacer”, al contrario, agregó aún otra obra: “vende lo que tienes y dálo a los pobres”... y esta es otra respuesta que los pastores no dan jamás (más bien sugieren de poner el diezmo en las cajas de la iglesia... pero decir a un hermano rico que distribuya sus bienes, no es “polítically correct”). Ciertamente, la salvación no se obtiene sólo a través de las obras, pero éstas deben seguir de hecho a la observancia de los mandamientos y a un comportamiento espiritual, que es lo que Yeshua quiere enfatizar aquí: si verdaderamente amas, no tendrás dificultad en dar de lo que posees. Observancia de la Torah más amor hacia el prójimo, es la fórmula que Yeshua sugiere aquí para obtener la salvación - completamente diversa de la fórmula anunciada por los predicadores de la “gracia”.

De hecho, los cristianos tienen un dogma por el cual creen que Yeshua haya venido a abolir los mandamientos de la Ley, los cuales ellos son libres de no observar. Esto sin embargo, no se encuentra escrito en ninguna parte. Cuando se trata el argumento de la observancia de la Torah, él ha siempre afirmado que es fundamental para ser un discípulo suyo, y la única demostración auténtica de la voluntad de seguirlo, como veremos en los versos siguientes:

Y uno de ellos, intérprete de la Torah, preguntó por tentarle, diciendo: «Rabbi, ¿cuál es el gran mandamiento en la Torah?» Yeshua le dijo: «“Amarás a Adonay tu Elohim con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente”. Este es el primero y el grande mandamiento. Y el segundo es semejante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”; en estos dos mandamientos se resumen la Torah y los Profetas». (Mateo 22:35-40)

Esta pregunta sería para hacer justamente a los cristianos, que aunque no lo declaran abiertamente, de hecho han degradado algunos mandamientos, porque “son de la Ley”. Sin embargo, en lugar de preguntarles “¿cuál es el mandamiento más importante?” sería más oportuno preguntarles “¿cuál es el mandamiento menos importante?” ¿Hay alguno de los Diez que haya sido abolido? La Biblia no lo dice, las tradiciones de los paganos adoptadas por la iglesia, sí. Aquí Yeshua explica que en estos dos principios se resume la Torah; de hecho, “Amarás a Adonay tu Elohim” corresponde a los primeros cuatro, los cuales son nuestros deberes hacia Él: quien Le ama, 1. no puede tener otros dioses, 2. no hará ningún tipo de imágenes para el culto, 3. no usará Su Nombre en vano, y 4. observará el día que Él ha santificado y bendecido desde el principio, no lo reemplazará con otro día, porque eso es lo que han hecho los paganos. Este mandamiento es incluso aquél que contiene una explicación más detallada de todos los otros − Todos estos mandamientos tienen el mismo valor y deben ser respetados en la misma manera, ninguno es superior y ninguno es inferior. Igualmente, los otros seis se refieren al comportamiento que se debe tener hacia el prójimo, y quien ama al prójimo 5. honra a sus padres; 6. no mata; 7. no comete adulterio; 8. no roba; 9. no calumnia, y 10. no codicia ni la mujer ni las cosas que pertenecen al prójimo. Si existe un modo de poner en práctica los dos mandamientos enunciados por Yeshua sin obedecer a los Diez de Mosheh, quisiera que se me explicase cómo. Es así que nos lo explica también Shaul de Tarso (alias Pablo):

Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la Torah es el amor. (Romanos 13:9,10)

Sin embargo, la observancia de los mandamientos parece ser un problema insuperable para los cristianos: los católicos han abolido el segundo y han dividido el décimo en dos, en modo tal que parezcan ser siempre diez, así pueden libremente erigirse todos los ídolos que quieran adorar, lo que está absolutamente prohibido; además, han reemplazado el cuarto con un mandamiento pagano: en lugar de observar el día establecido por Elohim, ellos observan el día del dios sol, del “dominus” romano, el “sun-day” anglosajón, y todas las fiestas babilonias, egipcias, griego-romanas y las de los bárbaros, de los visigodos y de los ostrogodos, de los teutones y de los celtas, porque según ellos, el cuarto mandamiento ordena santificar “las fiestas”! Los protestantes no tienen grandes problemas con el segundo, pero el cuarto... lo tienen sólo escrito en sus Biblias, pero lo han abolido, y son muy celantes en la observancia de las mismas festividades paganas de los católicos. Siguen fielmente los dictámenes del concilio de LAODICEA! Más adelante en este estudio hablaremos de esto.

«De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre... Si me amáis, guardad mis mandamientos». (Yohanan 14:12,15)

La doctrina cristiana evangélica se funda sobre todo en el hecho de creer en Yeshua; lo que no es claro es en qué consiste este “creer”... De las palabras de Yeshua mismo, consiste en el hacer sus obras. Es de notar que estos versos han sido escritos por el “apóstol del amor”, porque, según los cristianos, ahora estamos no más bajo la Ley de Mosheh, sino bajo la Ley del Amor... ¿cuál es esta “Ley del Amor”? Nadie mejor que Yohanan es indicado para decírnoslo, y nos transmita en modo claro las palabras de Yeshua: “si me amáis, guardad mis mandamientos”. Está claro: quien ama a Yeshua y desea seguirlo, debe observar sus mandamientos! los mandamientos de Yeshua, ¿cuáles son? ¿Ha él formulado mandamientos diversos de aquellos ya existentes? ¿Los ha reemplazado con otros nuevos? De la Biblia no nos resulta, al contrario:

«Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en Su amor». (Yohanan 15:10)

Yeshua es muy explícito: sus mandamientos, los que él mismo ha observado, son los del Padre. Los mandamientos del Padre, indudablemente son aquellos que están escritos en la Torah, no hay otros, en ningún texto escrito del cual podemos guiarnos sino las Escrituras Hebraicas. Del Evangelio sabemos que Yeshua observó todas las 613 mitzvot de la Torah. Por lo tanto, si Yeshua ha observado los mandamientos, y ha ordenado a los suyos de observarlos en el mismo modo que él los observó, ¿por qué motivo los cristianos se creen exentos de tal deber? ¿Por qué ellos insisten en decir que ya no son más válidos? Yohanan, el “apóstol del amor”, nos dice aún:

Y en esto sabemos que nosotros Le conocemos, si guardamos Sus mandamientos. El que dice «yo Le conozco» y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él. (1Yohanan 2:3,4)

En esto sabemos que amamos a los hijos de Elohim, cuando amamos a Elohim, y guardamos Sus mandamientos. Pues este es el amor a Elohim, que guardemos Sus mandamientos. (1Yohanan 5:2,3)

Y este es el amor, que andemos según Sus mandamientos. Este es el mandamiento: que andéis como vosotros habéis oído desde el principio. (2Yohanan, 6)

¿Puede por lo tanto alguno afirmar de conocer a Elohim y de seguir a Yeshua, y al mismo tiempo de no estar bajo la Torah? ¿Puede alguien especificar cuál es la diferencia entre la “Ley (llamada de Mosheh)” y la “Ley del Amor”? Aquí el apóstol explica que ambas son equivalentes: el amor de Elohim consiste en Su Torah. Recalca que Sus mandamientos son aquellos “que vosotros habéis oído desde el principio”, por lo tanto, aquellos que están escritos en los Libros de Mosheh, o sea, lo que los cristianos llaman “la Ley de Mosheh”. ¿Dónde se encuentran escritos los mandamientos de Elohim? ¿Existe algún otro libro en el cual se puedan hallar, y que sean diversos de aquellos registrados en las Escrituras Hebraicas? Quisiera preguntar a los cristianos dónde está escrita esta “Ley del amor” y en cuáles mandamientos consiste... Por último, quisiera preguntarles por qué insisten en reemplazar la Ley de Elohim con otras leyes humanas, las leyes de la iglesia (o de las iglesias, porque cada una tiene la suya propia, sobre todo entre los protestantes); por qué se rehúsan de obedecerLe y prefieren más bien someterse a los preceptos creados por los hombres, los concilios, los teólogos, los predicadores, los cuales ha impuesto reglas y reglamentos que no se encuentran en las Escrituras, y quien no les observa es considerado “fuera de la gracia”, y si alguien quiere realmente observar los mandamientos bíblicos es etiquetado como “judaizante”... Si algún hermano al cual alguien le pregunta como el joven rico, “qué debo hacer para tener la vida eterna?”, él responde como Yeshua “si quieres entrar en la vida, observa los mandamientos”, aquél hermano será inmediatamente amonestado por el pastor, que le dirá “hermano, estás fuera de doctrina!”...

«He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra»... Bienaventurados los que guardan los mandamientos, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad. (Apocalipsis 22:12,14)

Al final, en el último Libro del Nuevo Testamento, en el último capítulo, se habla del destino final de los redimidos. Un detalle interesante es que aquellos que obtendrán el derecho al árbol de la vida y al ingreso en la Nueva Yerushalaym son aquellos que “guardan los mandamientos”! Tal afirmación debe haber puesto en singular embarazo a algunos traductores que han abiertamente cambiado las palabras escritas en el texto original, recurriendo a quién sabe qué regla lingüística y han traducido “bienaventurados los que lavan sus vestiduras” (?!), frase que no tiene ningún significado y está completamente fuera del contexto. Lamento desilusionar a aquellos que siempre han confiado en este versículo de dudosa interpretación (¿qué cosa significa “lavar las vestiduras”?), porque en los manuscritos más antiguos dice “guardan los mandamientos”, declaración que además está en plena armonía con el contexto del capítulo. De hecho, él viene a recompensar a cada uno según sea su obra (no habla de salvación por fé!).


Yeshua y la Torah
−La predicación de Yeshua−

¿Ha Yeshua realmente, como afirman los cristianos, “liberado” a sus discípulos de la Ley? ¿En qué modo? ¿Suprimiendo los mandamientos? Parece que no, al contrario, en su predicación más conocida, el Sermón del Monte, su comportamiento en relación a la Torah es más bien como el de los Judíos llamados ortodoxos, o más rígido aún. Después de las bienaventuranzas, su discurso sobre la Ley comienza con la siguiente declaración:

«No penséis que he venido para abrogar la Torah o los Profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Torah, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos». (Mateo 5:17-20)

Ya hemos comentado estas palabras en el capítulo precedente Yeshua, “el Fariseo”. Esta ha sido la introducción de su discurso sobre la Torah, que él presenta tocando distintos puntos los cuales inicia con las palabras “habéis oído que fue dicho” y luego expresa su posición diciendo “más yo os digo”. ¿Representa este “más” un contraste o más bien una reafirmación? De hecho, es una enseñanza común en el cristianismo sostener que Yeshua en el Sermón del Monte ha proclamado algunas antítesis. Indudablemente, una antítesis es una “anti-tesis”, es decir, enunciar lo contrario de lo que ha sido propuesto antes como tesis. En la filosofía cristiana, esta anti-tesis es sin suda anti-Torah (o sea, anti-Ley). Por lo tanto, para que este axioma del cristianismo sea cierto, debemos pensar que Yeshua haya dicho como sigue:
"Oísteis que fue dicho a los antiguos: ’no asesinarás’, más yo os digo: ’ahora podéis matar a cualquiera que os sea antipático!’"; o también: "Oísteis que fue dicho: ’no cometerás adulterio’"; y luego, este Rabino de Nazaret, en el papel de Jesus Christ Super Star, dice: "más yo os digo: ’Buenas noticias, muchachos! ahora hay libertad sexual! hagan el amor, no la guerra!’"... ¿Es realmente así? Estas ilustraciones apenas presentadas, son antítesis. En cambio, lo que Yeshua ha formulado en su predicación, no son de ninguna manera antítesis, sino más bien super-tesis, una confirmación de lo que ya había sido establecido, incluso con una mayor rigidez. Veamos:

«Oísteis que fue dicho a los antiguos: “no asesinarás” y “cualquiera que matare será culpable de juicio”; pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga “necio” a su hermano, será culpable ante el Sinedrio; y cualquiera que le diga “loco” quedará expuesto al infierno de fuego... De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último centésimo». (Mateo 5:21,22,26)

Evidentemente, Yeshua no ha absolutamente disminuido la condena del asesino, al contrario, ha elevado delitos aparentemente mucho menores que el homicidio a la gravedad de éste, considerándolos merecedores de la misma punición. No ha “liberado” a nadie da la Ley, sino más bien ha extendido su aplicación a otras circunstancias no contempladas por la misma.

«Oísteis que fue dicho: “no cometerás adulterio”; más yo os digo que cualquiera que mira a una mujer casada para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón». (Mateo 5:27,28)

¿Quizás Yeshua ha restringido la Ley sobre el adulterio? Ciertamente no, al contrario, la ha hecho más severa, aplicando la condena reservada a los adúlteros de hecho también a aquellos que lo son sólo virtualmente! Y anticipándose a los tiempos, a quienes se preguntan si establecer una relación puramente virtual a través de internet con otra persona que no es el propio cónyuge se considera adulterio, Yeshua ya les ha dado la respuesta. En los versos sucesivos ha afirmado que es un pecado que se debe evitar absolutamente, al punto de representarlo con la alegoría de cortarse los miembros que llevarían a hacerlo más bien que sufrir la punición eterna.
El episodio de la mujer adúltera a la que él no condenó no contrasta con esta posición: un juez tiene también la potestad de absolver al culpable, pero esto no autoriza a este último a continuar delinquiendo. De hecho, cada vez que Yeshua ha perdonado a alguien, le ha puntualmente ordenado “vete, y no peques más”. Por otra parte, él para poder condenarla debía tener por lo menos dos testigos que la acusaran, y ya no había ninguno.
Nota: el verso arriba está escrito correctamente, porque el término traducido simplemente “mujer”, en el texto original (ya sea arameo o griego) indica una mujer casada, por lo tanto es más correcto traducirlo en modo inequívoco − aparte el hecho que el adulterio se puede cometer sólo con la que es mujer del prójimo.

«También fue dicho: “cualquiera que repudie a su mujer, déle carta de divorcio”; más yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de inmoralidad sexual, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio». (Mateo 5:31,32)

Vaya liberación de la Ley! Si antes una pareja podía divorciarse y casarse ambos de nuevo, según Yeshua la pobre mujer no podrá más casarse, si lo hace será siempre una adúltera, aunque ella haya sido repudiada sin tener culpa! De hecho, la carta de divorcio servía justamente como garantía para la mujer que, habiendo sido casada, si luego era vista junto a otro hombre podía ser acusada de adulterio y condenada, pero si ella podía mostrar el acto de divorcio, entonces era lícito para ambos casarse. En este particular, Yeshua es mucho más rígido que Mosheh, como se lee en Marcos 10:2-12 y en el siguiente pasaje paralelo:

Y le preguntaron: «¿Por qué, pues, mandó Mosheh dar carta de divorcio, y repudiarla?» Yeshua respondió: «Mosheh, por la dureza de vuestro corazón os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así. Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de inmoralidad sexual, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera». Le dijeron sus discípulos: «Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse». (Mateo 19:7-10)

Como resulta evidente de la reacción de los discípulos, la Ley era mucho más blanda que la “gracia”... En esto los cristianos son generalmente más legalistas y rígidos; el misterio consiste en el hecho que, mientras la mayoría de ellos se opone al divorcio, creen de hecho en un Elohim “divorciado”, que ha dejado su primera esposa, Israel, para casarse con otra más joven, la iglesia... En cambio los Judíos, que aceptan el divorcio según las reglas mosaicas, tienen un Elohim fiel a Su primer amor... Una verdadera paradoja!

«¿No os dió Mosheh la Torah, y ninguno de vosotros cumple la Torah? ¿Por qué procuráis matarme?» (Yohanan 7:19)

¿Ha Yeshua reclamado la observancia de la Torah, o más bien su inobservancia? En sus discusiones con los fariseos, Yeshua les recriminaba lo que hoy él reclamaría a la mayoría de los cristianos: el haber invalidado los mandamientos de la Torah para reemplazarlos con sus tradiciones. ¿O quizás las instituciones humanas establecidas en el seno de la iglesia en dos milenios de historia del cristianismo no pesan más que las Escrituras? ¿Cuántos de los reglamentos y prácticas de las iglesias son verdaderamente bíblicos? De hecho, analizando puntualmente todos los encuentros en que él se enfrenta con los fariseos, en ningún caso pone en tela de juicio la observancia de la Torah, sino más bien el celo por las tradiciones, a las cuales ellos habían conferido de hecho una importancia superior a la Ley Mosaica. Tomemos como ejemplo el siguiente episodio:

Porque los fariseos y todos los Judíos, aferrándose a la tradición de los ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen. Y volviendo de la plaza, si no se lavan, no comen. Y otras muchas cosas hay que tomaron para guardar, como los lavamientos de los vasos de beber, y de los jarros, y de los utensilios de metal, y de los lechos. Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: «¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos impuras?» Yeshua les respondió: «Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: este pueblo de labios Me honra, más su corazón está lejos de Mí. Pues en vano Me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres”. Porque dejando el mandamiento de Elohim, os aferráis a la tradición de los hombres». Les decía también: «Bien invalidáis el mandamiento de Elohim para guardar vuestra tradición». (Marcos 7:3-9)

Hoy sería posible parafrasear este pasaje y adecuarlo a la situación presente, cambiando sólo los interlocutores de Yeshua y el tipo de costumbres impuestas por la tradición, pero la substancia sería la misma. No hay necesidad de enumerar las incontables prácticas católico-romanas o griego-ortodoxas que han anulado completamente los órdenes bíblicos, pero también entre los protestantes y los evangélicos existen muchas diversificadas tradiciones que no encuentran ninguna base en las Escrituras, y sin embargo son observadas meticulosamente. Todas estas prácticas son “justificadas” por una dogmática excusa: “no estamos más bajo la Ley”; sin embargo, inconscientemente o no, se han sometido a otras leyes, si no vivirían en la anarquía, cosa que no parece ser el caso de la mayoría de las iglesias. El hecho crucial es el no querer admitir que en realidad han reemplazado una Ley con otra ley, la cual, según su parecer, se llamaría “gracia”! No es simple ejemplificar en modo general en qué consisten las tradiciones de las diversas iglesias cristianas, porque varían de una comunidad a otra; sin embargo, la grandísima mayoría de éstas tienen como denominador común la excusa mencionada arriba, que nace del concepto que las Escrituras Hebraicas son “Antiguo Testamento”, ya no más en vigor y reemplazado por el Nuevo, que no hay más algún vínculo con la Torah, que quien observa los mandamientos es un judaizante, etc.
Estas tradiciones eclesiásticas no siempre se refieren a costumbres o prácticas, sino que conciernen también a doctrinas, dogmas, interpretaciones teológicas. En el ambiente evangélico, por ejemplo, la herejía más difundida es el dispensacionalismo. Las iglesias que sostienen esta falsa doctrina son la mayoría, y si alguien osa poner en discusión las posiciones tomadas en cuanto a la soteriología y escatología, esto le causará el alejamiento o la segregación. Muchas veces sucede también que las divergencias inconciliables entre una congregación y otra (no asombrarse si por estos motivos se excomulgan recíprocamente) se refieran a cosas de importancia menor como hablar o no hablar en lenguas, o incluso banales como llevar el velo o no llevarlo, cortarse el cabello según los parámetros establecidos (¿por quién?), llevar o no llevar tal o cual vestimenta, bailar o ir al estadio, etc., detalles de los cuales Yeshua no perdió tiempo en hablar y de los cuales no se ocupó absolutamente.

Otro requisito indispensable para ser un buen cristiano es la fidelidad al Estado! Sí, más bien que a los mandamientos de Elohim, porque (dicen), la sumisión al Estado es ordenada por Elohim. Es necesario ser buenos ciudadanos, no importa si se quebrantan los mandamientos, se profana el Shabat, se juzga al prójimo, basta que se paguen puntualmente los impuestos. Aparentemente, Yeshua mismo ha establecido esto. Veamos:

Entonces se fueron los fariseos y consultaron cómo sorprenderle en alguna palabra. Y le enviaron los discípulos de ellos con los herodianos, diciendo: «Rabbi, sabemos que eres amante de la verdad, y que enseñas con verdad el camino de Elohim, y que no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres. Dinos, pues, qué te parece: ¿Es lícito dar tributo a César, o no?» Pero Yeshua, conociendo la malicia de ellos, les dijo: «¿Por qué me tentáis, hipócritas? Mostradme la moneda del tributo». Y ellos le presentaron un denario. Entonces les dijo: «¿De quién es esta imagen, y la inscripción?» Le dijeron: «De César». Y les dijo: «Restituíd por lo tanto al César lo que es del César, y dad a Elohim lo que es de Elohim». Oyendo esto, se maravillaron, y dejándole, se fueron. (Mateo 22:15-22)

Este es el pasaje clásico utilizado por los legalistas cristianos para establecer en modo taxativo e indiscutible el dogma del deber cívico del pago de los impuestos, el cual ha sido elevado a la categoría de doctrina y ponerlo en discusión ya no es una cuestión social sino teológica. Aunque podría decirlo con palabras mías, una vez más quisiera citar a Pinjas Lapide porque explica la situación en modo excelente:
“Estamos en el corazón de la Jerusalem judaica y en el patio del Templo. Por una parte los orgullosos saduceos, los cuales quieren comprometer al aguerrido predicador itinerante de Nazaret. Por la otra el Nazareno, el cual vé en los saduceos a perspicaces colaboradores de los tiranos paganos Romanos. Ahora, en esta contraposición intra-judaica, se abate como un martillazo una pregunta traicionera: «Rabbi, es lícito o no pagar el tributo al César?» Notar la intención provocadora! Era de hecho un inapelable deber cívico pagar el tributo a César. El temido impuesto concernía a todos los Judíos y justamente sobre ésto se basaba la explotación económica del país. Es de esta cobranza de los impuestos que se trata en la pregunta-trampa que se le hace a Yeshua en el patio del Templo, en una atmósfera extremamente tensa, que expresa formalmente un deseo de liberación y libertad y casi una invitación a sublevarse. Ahora Yeshua, ¿podía aceptar o avalar una sacrílega sumisión al poder romano? Sacrílega, porque Poncio Pilato había extendido su desprecio per la fé hebraica al punto de hacer cuñar monedas provocadoras, las cuales con la efigie del emperador violaban abiertamente el segundo mandamiento. La pregunta puesta a Yeshua parece no permitir escapatoria. Si Yeshua responde «Sí, es lícito pagar el tributo a César» se declara a los ojos de sus discípulos y simpatizantes como un vil colaborador. Si afirma «No, no es lícito pagar el tributo a César» es considerado un rebelde por los Romanos, tomado en flagrante violación de la ley y es por lo tanto jurídicamente y políticamente muerto. Pero Yeshua pide a su interlocutor de mostrarle una moneda, haciendo claramente ver a todos que él no posee ninguna moneda pagana con la odiada efigie. Y mostrando la moneda, el denario de Tiberio, pregunta: «¿De quién es esta imagen, y la inscripción?». «De César» es la respuesta general. Entonces responde en modo claro e inequívoco: «Restituid [devolved] por lo tanto a César lo que es de César y dad a Elohim lo que es de Elohim». Aquí tenemos uno de los errores de traducción más graves y ricos de consecuencias negativas de todo el Evangelio. Yeshua no dice «dad», sino «dad de vuelta, restituid» (en griego apodote), aconsejando en definitiva una rotura no violenta hacia el orden político existente. En otros términos, como según el derecho romano relativo a las monedas, todas aquellas en circulación que tenían la efigie del emperador le pertenecían como su propiedad privada, la respuesta de Yeshua era a primera vista justa y correcta. Pero no era así para los Judíos presentes. Ellos comprendieron claramente lo que Yeshua decía: «Restituid al emperador su pecaminoso denario y no lo uséis, como yo mismo os lo he demostrado, para que podáis dar a Elohim lo que es de Elohim, es decir el reconocimiento de Su exclusiva soberanía sobre la entera Creación, sin dominación pagana ni culto idolátrico». Los Judíos, que entonces eran oprimidos, comprendieron muy bien − sin el sucesivo error de traducción − el mensaje de Yeshua: un total rechazo hacia los ocupantes y sus colaboradores. Las palabras que Yeshua pronunció aquél día en Jerusalem para los Romanos eran incuestionables, pero para los Judíos eran una clara invitación a la revuelta. Lamentablemente para los lectores hispanos de la Biblia, éstas siguen siendo traducidas en un modo que se altera el sentido”.
A esta explicación de Pinjas Lapide hay poco que añadir. Sólo que por precisión, las monedas judaicas no tenían alguna imagen, y por lo tanto podían ser usadas para comprar y vender lo que hacía falta para vivir. De hecho, Yeshua no es a caso que pregunta específicamente acerca de la imagen y la inscripción, sino con una razón, y funda su respuesta sobre éste particular − tácitamente, pregunta a su auditorio: ¿la imagen de Quién sois vosotros? Dad por lo tanto a Aquél del cual sois imagen lo que Le pertenece, vosotros mismos, no den importancia a lo que es del Estado (en este caso del emperador). El “culto del Estado” promovido por los cristianos, por lo tanto, no encuentra alguna justificación en este pasaje, al contrario, es más bien refutado.

Sin embargo, alguien dirá que Yeshua pagaba los impuestos, basándose en Mateo 17:24-27; entonces tomemos en consideración también ese pasaje:

Cuando llegaron a Kefar-Nahum, vinieron a Shimon los que cobraban las dos dracmas, y le dijeron: «¿Vuestro Rabino no paga las dos dracmas?» Él respondió: «Sí». Y al entrar él en casa, Yeshua le habló primero, diciendo: «¿Qué te parece, Shim’on? Los reyes de la tierra, ¿de quiénes cobran los tributos o los impuestos? ¿de sus hijos, o de los extraños?» Y Shimon respondió: «De los extraños». Yeshua le dijo: «Los hijos, por lo tanto, están exentos. Sin embargo, para no ofenderles, ve al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que saques, tómalo, y al abrirle la boca, hallarás un estatero; tómalo, y dáselo por mí y por ti».

Aparte del hecho que resulta claro que el pago de esta tasa no era obligatorio, sino voluntario “para no ofender”, aquí se trata no de los impuestos de los Romanos − los cuales ciertamente no preguntaban si alguien tenía o no la voluntad o las ganas de pagar como en cambio han hecho estos que cobraban las didracmas − sino de la tasa para el mantenimiento del culto, uno de los reglamentos farisaicos. De hecho, la didracma era una moneda utilizada para tal fin y circulaba localmente, no tenía algún valor para los impuestos imperiales.

La evidencia che Yeshua al final es considerado un sedicioso por los Romanos se demuestra en el modo que fue determinada su ejecución: la crucifixión, de hecho, según la Lex Julia Majestatis, o sea la ley romana, era aplicable sólo a dos categorías de criminales: los esclavos fugitivos y los rebeldes antiimperialistas. Prácticamente todos aquellos que han sido crucificados durante la dominación romana en Judea eran revolucionarios zelotes − como lo eran también los “ladrones” condenados junto con Yeshua. De hecho, con este término denigratorio se indicaba a los combatientes independentistas, ya sean zelotes, sicarios u otros guerrilleros. Así el historiador Estrabón aplica este término a los Hasmoneos, y Flavio Josefo en la “Guerra Judaica” explica que los Romanos llamaban así a los revolucionarios. Los simples ladrones, en el verdadero sentido de la palabra, eran ajusticiados sin alguna ceremonia − crucificar a alguien comportaba complicaciones, y era hecho con el fin de intimidar al pueblo, exponiendo públicamente a los independentistas. Nadie se tomaba el trabajo de hacerlo por un simple delincuente común que no amenazaba al honor del imperio. El silencio de los Evangelios acerca del escenario político de la época y la reticencia en el nombrar a los zelotes (así como el misterioso silencio sobre los esenios, ya explicado) deriva del hecho que el texto griego fue terminado en pleno periodo de persecuciones neronianas contra los cristianos, por lo cual al menos sus textos sagrados debían evitar cualquier referencia que pudiera irritar a las autoridades romanas y darles una excusa más para encarnizarse contra la naciente asamblea de fieles nazarenos (como se llamaban originalmente los cristianos). Después de los atroces suplicios a que han sido sometidos los seguidores del Cristo, los traductores debían hacer en modo que el texto griego no dejara entrever que el Mesías y sus apóstoles hubieran cultivado ni siquiera la más pálida aversión hacia el imperio, así que la redacción final fue hecha en modo que no tuviese nada que ver con la política de liberación judaica. En cambio, en la sociedad hebraica de la época de Yeshua había una tripartición transversal, fuera de los partidos y corrientes de pensamiento teológico, basadas sobre las condiciones de vida: la masa popular que miraba a la supervivencia, los traidores que para mejorar su posición pasaban de la parte de los colaboracionistas de los potentes, y los “justos”, nombre que se daba a los Judíos que observaban la Torah en modo irreprensible, que no bajaban a compromiso ni siquiera por una yod o un tilde. Uno de estos puntos fundamentales de la observancia de la Torah que hacían de un Judío un justo, concernía justamente a la autoridad: “Cuando hayas entrado en la tierra que Adonay tu Elohim te da, y tomes posesión de ella y la habites, ciertamente pondrás por rey sobre ti al que Adonay tu Elohim escogiere; de entre tus hermanos pondrás rey sobre ti; no podrás poner sobre ti a hombre extranjero, que no sea tu hermano” (Devarim / Deuteronomio 17:14,15). Esta era una prohibición taxativa, así que ningún Judío fiel habría jamás aceptado la dominación de los paganos. ¿En cuál grupo social podía encontrarse Yeshua? No había mucho para elegir. De hecho, la imagen “pacifista” (o más bien, indolente en cuanto a la política) de Yeshua presentada por los cristianos no coincide con su consejo a los discípulos: «el que no tiene espada, venda su capa y compre una» (Lucas 22:36). No ha terminado la frase que ellos ya han sacado dos (¿o 24?, 2x12...). En las versiones hispanas de la Biblia, la respuesta de Yeshua al acto de sacar las espadas está mal expresada: “basta” (Lucas 22:38); es mucho más fiel al original la versión inglesa, que dice: “that is enough”, o sea “bastan”, o bien “son suficientes”. El dato importante es que, una, dos o las que hayan sido, constituía una grave infracción contra la ley romana, que prohibía taxativamente a todos los Hebreos de llevar espadas. Y no sólo las tenían, sino que las han también usado, como atesta Lucas 22:50. Recurriré una vez más al texto de Pinjas Lapide para concluir la descripción del extracto socio-político al cual pertenecían la mayoría de los apóstoles (quizás todos excepto Mateo, el exactor):
“Sin embargo, en la sistemática despolitización de la redacción griega final afloran aquí y allí fragmentos de la verdad histórica. Entre los Doce, Shim’on es audazmente llamado dos veces ’el Zelote’ (Lucas 6:15; Hechos 1:13); el significado aún mucho más evidente del sobrenombre ’Iscariote’ dado a Judas es sicarius, es decir ’hombre del puñal’. También ’bar-Yona’, el sobrenombre dado por Yeshua a Shimon (Mateo 16:17) sufre en la expresión ’hijo de Jonás’ una evidente deformación, porque en aramaico significa ’exiliado’, ’bandido’, en breve: un rebelde perseguido por los esbirros Romanos. Que bajo el apodo ’hijos del trueno’ dado a los hijos de Zavdai (Marcos 3:17) se esconda la inclinación de ellos hacia las acciones violentas lo demuestra su única entrada en escena, cuando proponen a Yeshua de castigar a los inhospitalarios Samaritanos con la máxima dureza (Lucas 9:54). Que los apóstoles formaran parte de los activistas militantes del tiempo no debería sorprender a nadie que tenga un poco de olfato histórico. Quien ha vivido como Hebreo en una tierra ocupada por el enemigo no tiene ninguna dificultad en ensimismarse en las condiciones políticas de la patria de Yeshua al tiempo de su vida”. (“Ist die Bibel richtig übersetzt?”, parte tercera, 1, 39).

Acerca del concepto que se tenía de los Romanos en aquella época haremos mención más adelante; volvamos ahora a las enseñanzas de Yeshua.

Veamos otro pasaje que los cristianos aman citar para prescindir de la Torah como de algo viejo e inútil:

«Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo romperá los odres y se derramará, y los odres se perderán. Mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar; y lo uno y lo otro se conservan. Y ninguno que beba del añejo, quiere luego el nuevo; porque dice: “el añejo es mejor!”». (Lucas 5:37-39)

Es interesante el hecho que los predicadores cristianos cuando hablan de este episodio normalmente no usan el texto de Lucas, sino el paralelo de Mateo 9:17 o el de Marcos 2:22 − ¿Por qué? Porque en estos dos Evangelios, la última frase no está. El otro particular es la interpretación que ellos dan a este pasaje −puntualmente sacado fuera del contexto−. Siguiendo los pasos de los famosos “padres de la iglesia”, notos fanáticos del anti-judaísmo, ponen en la boca de Yeshua cosas blasfemas que él no ha dicho jamás, o sea, que el “vino nuevo” es su nuevo, revolucionario mensaje, que es incompatible con el viejo y vetusto judaísmo y su Torah, representados por los odres viejos, los cuales no pueden comprender el Evangelio. Se trata justamente de una exégesis absolutamente errada y fuera del contexto. Más que todo, Yeshua no ha dicho jamás que su mensaje fuese nuevo, y mucho menos en contraposición con la Torah, de la que recalca la absoluta y eterna validez, y reclama la observancia hasta de la última yod. Se ruega a los señores exegetas y predicadores, de revisar el entero contexto, y de leer también el pasaje paralelo de Lucas. Gracias. En primer lugar, esta metáfora concierne al ayuno (otra cosa que la grandísima mayoría de los cristianos no ha entendido, y piensan que es una especie de “huelga de hambre” para apremiar a Elohim a que les conceda alguna petición); segundo, si esta alegoría representase realmente al “viejo judaísmo” versus el “nuevo cristianismo”, los mismos secuaces de esta teoría se dan con el martillo en los dedos, porque, efectivamente como escribe Lucas, “el vino añejo es mejor”!

Para concluir con esta parte, titulada “La predicación de Yeshua”, y volviendo también al sujeto principal de este estudio, o sea, la Casa de Israel y la Casa de Judá, presentaré uno de los milagros hechos por Yeshua:

Yendo Yeshua a Jerusalem, pasaba por los confines entre Samaria y Galilea. Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz, diciendo: «¡Yeshua, Rabbi, ten misericordia de nosotros!» Cuando él los vio, les dijo: «Id, mostráos a los kohanim». Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. (Lucas 17:11-14)

Este es uno de los milagros operados por Yeshua, el cual, como todos los otros, fue hecho fuera de la Judea − porque, como ya ha sido explicado, ningún Profeta ha hecho milagros en Judá, desde el momento que el objetivo principal de los milagros es el rescate del que los Judíos, teniendo la Torah, no tienen necesidad. Vemos de hecho, que estos leprosos no eran Judíos, sino de los pueblos resultantes de la mezcla entre los descendientes de las diez Tribus y pueblos gentiles, y en la condición de ellos eran literalmente cortados del pueblo, como la Casa de Israel fue cortada del olivo y exclusa de las bendiciones reservadas a los Judíos. La sanidad operada por Yeshua les permitió ser readmitidos, y representa la salvación recibida por gracia, sin embargo, Yeshua les ordenó de “presentarse a los kohanim”, lo que significa que la salvación de ellos tiene un objetivo: hacerles retornar a la observancia de la Torah. Por este motivo, estos diez hombres que entrarán en la Era Mesiánica porque fueron salvados a través de Yeshua, deberán cumplir con el objetivo de su salvación, y retornar a la observancia del Pacto, por eso tomarán por el manto a un Judío para que les guíe (Zekharyah 8:23).
En cuanto a aquél de ellos que regresó para agradecer a Yeshua por haber sido sanado (v. 15-16), el evangelista aclara que “era Samaritano”. Esto también es usado como pretexto por muchos que no entienden las Escrituras, ni la realidad de la época: siendo Samaritano, él no podía cumplir con lo que Yeshua le había mandado, de presentarse a los kohanim! No habría sido recibido.
Algunos ejemplos similares encontramos en las parábolas, como la de las diez vírgenes (Mateo 25:1-13) y de los diez siervos (Lucas 19:12-27). Son diez las vírgenes que esperan al esposo, y son diez las Tribus que esperan la redención; son diez los siervos a los cuales el patrón ha encargado de hacer producir sus bienes, y son diez las Tribus de los hijos de Israel que recibirán potestad de gobernar en el Reino a su retorno. Esto concuerda con su enigmática declaración: «Yo no soy enviado sino a las ovejas perdidas de la Casa de Israel» (Mateo 15:24). A propósito, esto dijo cuando se le pidió de escuchar la súplica de una mujer cananea, la cual, en cuanto gentil, es calificada por Yeshua en el mismo modo que generalmente los Judíos reputaban a los gentiles: perros. ¿Cómo pudo Yeshua tratar así a una pobre mujer? Él simplemente era en línea con los conceptos de los Judíos de la época, y por cuanto esto nos pueda sorprender, Yeshua no censuró este modo de considerar a los gentiles, sino que él mismo adhirió! Este mismo concepto lo encontramos en el último capítulo de la Biblia, en Apocalipsis 22:15 − “los perros estarán fuera, etc.”. Muchas hipótesis han sido propuestas tratando de explicar qué significa esto, quiénes son los “perros” que no pueden entrar en la Ciudad. Si se leyese la Escritura en forma más coherente, conectando los versos con el contexto general, quizás se lograría entenderla mejor. Lamentablemente, la falta de imparcialidad y de conocimiento de la sociedad de la época, lleva a los exégetas a perderse en especulaciones teológicas sin fin. Que la palabra “gentil” (goy, en hebreo) tenía implicaciones negativas resulta evidente también del hecho que era como un sinónimo de pecador, como en el siguiente pasaje:

«Si no los oyere a ellos, dilo a la asamblea; y si no oyere a la asamblea, tenle por gentil y publicano». (Mateo 18:17)

Es superfluo explicar que en este verso la palabra correcta es asamblea, y no “iglesia” como algunas versiones dicen. La iglesia como tal no existía aún, pero, traduciendo el término de este modo, tácitamente se acepta el hecho que la verdadera y única iglesia era aquella ya existente en tiempos de Yeshua, o sea, la Sinagoga! Retomando nuestro argumento, aquí el pecador impenitente y empedernido es comparado al gentil y al exactor (despreciado en cuanto siervo de los gentiles). En pocas palabras, el gentil es aquél que no entrará nunca en la asamblea de Israel, mientras que aquellos que son redimidos, deben ser injertados en el buen olivo (y no el buen olivo en la iglesia de los gentiles!). A ellos es comparada la persona materialista (Mateo 6:32), y sus oraciones repetitivas -como el rosario, introducido en el cristianismo del ambiente pagano- como estúpidas e intolerables (Mateo 6:7). La frecuencia de términos despreciativos hacia ellos de parte de Yeshua se repite en otras circunstancias, donde son llamados perros, y otros animales:

«No den lo santo a los perros, ni echen sus perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y después se vuelvan contra ustedes y los despedacen». (Mateo 7:6)

En esta exhortación no se habla literalmente ni de perros ni de cerdos, sino de los gentiles en general y de los Romanos en particular, por los cuales no se debe desperdiciar alguna explicación de la Torah. Esto podía incluso resultar contraproducente, al punto de poder transformarse en una excusa para organizar una represión (así de hecho actuaban los Romanos). Hay otro episodio singular en el que de nuevo son protagonistas ciertos “animales”:

Yeshua le preguntó: «¿Cómo te llamas?», y él respondió: «Legión me llamo; porque somos muchos»... Estaba allí cerca del monte un gran hato de cerdos paciendo. Y le rogaron todos los espíritus impuros, diciendo: «Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos». Y luego él les dio permiso. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los cerdos, los cuales eran como dos mil; y el hato se precipitó en el mar por un despeñadero, y en el mar se ahogaron. (Marcos 5:9-13)

Para comentar este episodio, non podría hacerlo mejor que Pinjas Lapide, por lo tanto, también esta vez, me permito de citar literalmente su explicación: “La sanidad milagrosa del endemoniado de Gerasa − una de las pericopas más amplias de la tradición sinóptica − muestra evidentes signos de repetidos arreglos. Esta ha sido objeto de interpretaciones muy diversas. Los más piensan que el episodio de los cerdos haya sido agregado en un segundo tiempo al relato originario. El hecho que en Marcos (5:12) y Lucas (8:26-39) se trata de un solo endemoniado y en Mateo (8:28-34) de dos; el hecho que la ciudad de Gerasa dista dos días de camino da Genezaret, por lo cual el traslado del mar (Marcos 5:1,13) sobre el lugar de la sanidad es con toda probabilidad narrativo, son incongruencias del relato que dan muchos problemas al exégeta. Pero absolutamente increíbles son los ‹como dos mil cerdos› en los cuales, según Marcos, Yeshua ha hecho entrar los demonios expulsados. Que este número supera en gran medida todas las plausibles dimensiones de un hato de cerdos −aparte el hecho que los cerdos no son animales que viven en hatos− es indiscutible. También Mateo y Lucas parecen haber sido de esta opinión, porque toman casi con las mismas palabras de Marcos la conclusión de la pericopa sobre la expulsión de los demonios, pero callan acerca del número de cerdos. También en este caso, restituyendo el relato al texto hebraico se podría resolver el problema: ba’alafim significa en hebreo ‹en grupos›, porque el término originario elef puede significar ya sea ‹ganados, bovinos›, que ‹mil›. Como en hebreo las letras bet y kaf son muy similares, sería quizás difícil distinguirlas en un pergamino usado con frecuencia y por lo tanto ajado. Así, ka’alafim puede ser fácilmente leído como ka’alpaim, que significa ‹casi dos mil›.
Pero nuestro relato puede esconder muy bien un significado profundo, que podemos descubrir sólo reflexionando sobre el significado del término ‹cerdos› en el Israel de aquél tiempo. Como es noto, la carne de cerdo no puede ser consumida (Levítico 11:7; Deuteronomio 14:8) y la crianza de suinos era severamente prohibida en todo Israel (BQ 7:7). ‹Maldito el hombre que cría cerdos› (M 64b e Sotah 49b) era considerado un principio básico absolutamente indiscutible. El ‹puerco› era también la imagen del odiado imperio romano. A esto se suma el hecho que la X legión Fretensis, que entonces aseguraba en Israel la famosa pax romana recurriendo brutalmente a la espada tenía como mascota un jabalí. Si a todo esto se agrega que los legionarios Romanos muchas veces enriquecían su pobre ración militar con carne de cerdo confiscada en los poblados griegos de la Decápolis, es claro que los términos ‹cerdos› y ‹legión› emanaban un odioso olor político, sobre todo entre todos aquellos que esperaban en la liberación de Israel, como se dice así elocuentemente en el Magnificat (Lucas 1:49-55), en el Benedictus (Lucas 1:68-71) y en la Profecía de Hanna (Lucas 2:38). Por eso, cuando Yeshua advierte a los suyos de ‹no echar las perlas delante de los cerdos›, ellos comprenden que no se debe desperdiciar la sabiduría de la Torah para los paganos y sobre todo para los Romanos.
Aquí, en la sanidad del endemoniado, las referencias al ‹espíritu inmundo›, que se presenta como ‹legión›, ‹porque somos muchos›, luego ‹ruega con insistencia a Yeshua de non echarlo fuera de aquella región›, sino de ‹mandarlo a aquellos cerdos›, son también evidentes alusiones a la indeseada potencia romana. Ésta ‹no quería dejar la región›; también ésta tenía un ‹espíritu inmundo› y era muy numerosa; también ésta era asociada inequívocamente a los cerdos en el lenguaje común. Por eso, es imposible no percibir la alegría del narrador cuando habla del fin de todos esos cerdos, por los cuales se ha literalmente rogado ‹al mar› de ir en socorro. Los Romanos habían llegado a Israel justamente ‹del mar›, contra la voluntad del pueblo Hebreo, por lo cual su retorno a casa sobre el mar, o mejor aún de cabeza ‹dentro del mar›, correspondía al deseo de todos los Hebreos del tiempo. En cuanto a esto, se puede aún recordar que Mateo indica como lugar de la sanidad Gadara, que, diversamente de Gerasa, se encontraba en proximidad del mar y había sido destruida dos veces en la guerra contra Roma y sus habitantes fueron masacrados, hechos prisioneros o crucificados. El nudo histórico de este relato puede expresar el deseo, absolutamente comprensible en los sobrevivientes de aquella masacre, que los ‹cerdos Romanos› se hundiesen, como un tiempo los jinetes del Faraón, entre las ondas del mar.
También Joachim Gnilka afirma justamente en su comentario: «El origen del relato podría ser zelote, y en la elección de aquel término se puede sospechar algo más, es decir, ver una alusión a la situación política de la región»”. (“Ist die Bibel richtig übersetzt?”, parte tercera, 1, 25).
El hecho que el texto griego de los Evangelios fue concluido en pleno periodo de persecución contra los seguidores de Yeshua por parte de los Romanos es un motivo más que válido para utilizar metáforas que no puedan ser comprendidas por éstos. Diversamente de las Escrituras Hebraicas, que narran la verdad histórica, el Nuevo Testamento está lleno de alegorías, justamente por este motivo. La misma ciudad de Roma es llamada "Babilonia" (ciudad que entonces se encontraba en territorio de los enemigos de los Romanos, el Imperio de los Partos) para no comprometer ni el autor ni los lectores y permitir que el texto sobreviviese. Que los gentiles sean representados por animales no es inusual, de hecho, en la visión del Profeta Daniel, los imperios mundiales son representados por diversas bestias, de las cuales la más terrible y abominable es justamente la bestia romana. A los cristianos les gusta mucho dar una interpretación simbólica a la Biblia, por lo tanto, no deberían tener dificultades en admitir que también este relato sea incluido en su lista de alegorías, visto que las pruebas contra la literalidad del mismo son aplastantes. No nos resulta que ni Gerasa ni Gadara fuesen ciudades prevalentemente habitadas por no-Hebreos, por lo cual la crianza de cerdos en aquella zona es altamente improbable, como es absurda la cantidad de dos mil − es en cambio realístico pensar que hubieran legiones romanas destacadas en esa área. Quisiera aclarar que con esto no tenemos ninguna intención de ofender a los ciudadanos de Roma, los cuales son como todos los seres humanos iguales delante de Elohim y tienen también ellos necesidad de misericordia divina y tienen la misma dignidad de los Judíos y de todos los pueblos. Esta reflexión es simplemente un análisis histórica de la situación social y política de aquel tiempo, en que el Imperio Romano se había ganado la mala fama por sus métodos atroces de conquista y dominación. Los soldados Romanos por otra parte, eran mayormente mercenarios de varios orígenes, no necesariamente Romanos en el sentido estricto del término.


Yeshua y el Shabat

Antes de comenzar con este capítulo, quisiera satisfacer la curiosidad de aquellos que probablemente se pregunten cuál es mi afiliación teológica. Les digo categóricamente que no soy un adventista, no, a mí me gusta mucho el vino y lo bebo con gusto, visto que no es de ninguna manera prohibido en las Escrituras, sino más bien recomendado. Cierto, no es concedido el exceso como en todas las cosas que son buenas en esencia, pero pueden ser mal administradas o utilizadas, y por lo tanto pasan a ser nocivas o pecaminosas − el sexo, por ejemplo, es algo sublime, que el hombre ha degradado al nivel de mercancía en el comercio más bajo. Pero usado como se debe, es maravilloso. El vino, por lo tanto (y quede claro que aquél sin alcohol no ha existido jamás en Israel, como nos quieren hacer creer los adventistas), no sólo es permitido, sino “alegra el corazón” (Salmo 104:15) y es una imagen de la Torah. Recuerden que el primer milagro de Yeshua fue justamente hacer vino, y no poco, incluso después que se había terminado (por lo tanto, habían bebido los muchachos), y además lo hizo de la mejor calidad, lo que significa, de alta graduación...
Después de este breve excursus y dejando claro que no pertenezco a ningún movimiento u organización de las varias en circulación con los más variados nombres, como sabatistas, mesiánicos o cosas similares, entramos en este argumento.

Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día domingo entró en la iglesia, conforme a su costumbre... (Lucas? 4:16...)

¿Cómo? ¿No han encontrado este versículo? Ah, ya, disculpen, me equivoqué, debo haber leído un evangelio apócrifo... Entonces les escribo de nuevo el versículo, como es justo:

Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de Shabat entró en la Sinagoga, conforme a su costumbre. (Lucas 4:16)

Bien, ahora sí. ¿Han encontrado el versículo esta vez? Cierto! Es el que está en vuestras Biblias, también en las de ustedes, los "Sunday Boys".
Una de las principales tradiciones paganas con que los cristianos han invalidado los mandamientos de la Torah, para colmo uno de los Diez −aquellos que son considerados absolutamente invariables y fundamentales−, concierne al día que Elohim ha ordenado desde el principio como día para observar particularmente, el cual los cristianos han reemplazado con un día establecido por los hombres, en base a antiguas tradiciones paganas relacionadas con el culto del sol, o sea de Baal/Osiris/Mitra. Los defensores del culto dominical han inventado y siguen inventando todo tipo de excusas para justificarse, excusas que lamentablemente para ellos, no pueden encontrar fundamento en la Biblia. La institución del domingo está íntimamente ligada a todas las fiestas paganas introducidas en el cristianismo, las cuales tienen profundas raíces en la religión de los antiguos Egipcios, en Babilonia y en el abominable culto cananeo de Baal. Estas fiestas execrables a los ojos de Elohim han sido “cristianizadas” en los concilios de la iglesia, principalmente aquellos de Nicea y Laodicea, para conquistar el favor de los jefes religiosos paganos y reemplazar a la “vieja guardia” de fieles nazarenos que hasta aquél momento observaban las Escrituras − e inició también la persecución contra ellos. Así también los reformadores se cargaron la heredad pagana de la romana iglesia, la cual precisamente, como dice la palabra, ellos han simplemente “reformado”, pero no han despaganizado completamente, manteniendo muchas tradiciones peores que aquellas contra las cuales el Rabino de Nazaret se batió para purificar el culto.
Los cristianos llaman al domingo “día del Señor”. Tal definición no tiene ningún fundamento bíblico; en las Escrituras, el “día de Adonay” se refiere siempre al día de la rendición de cuentas, llamado también el “día de la ira de Adonay” (cf. Apocalipsis 1:10; Tzefanyah 2:2,3). Por otra parte, si hay un día de la semana que pueda ser llamado “día del Señor”, nos lo dice Yeshua mismo:

«El Hijo del Hombre es Señor del día de Shabat» (Mateo 12:8; cf. Marcos 2:28; Lucas 6:5)

Sin embargo, los defensores del día consagrado al sol, creen encontrar una justificación bíblica y acusar a Yeshua, como la facción más fanática de los fariseos, de haber sido un violador del Shabat, porque él cumplía actos necesarios durante ese día. Es un hecho que en el judaísmo auténtico, ya sea en la interpretación de la Torah que en el Talmud, las sanidades y otros actos de misericordia realizados por Yeshua son perfectamente legítimos. En caso de necesidad, ya sea en Shabat que en los otros días solemnes de las festividades judaicas, las sanidades y otros actos definidos de servicio a la vida, no sólo son permitidos, sino expresamente comandados! Ejemplos de este tipo se encuentran escritos también en el Talmud, el libro del judaísmo considerado por los cristianos como la respuesta hebraica al Nuevo Testamento. Por lo tanto, aquellos que acusaban a Yeshua de profanar el Shabat porque hacía cosas debidas y ordenadas como legítimas, eran fanáticos en el mismo modo que lo son hoy aquellos que sostienen sobre esta base la presunta justificación para consagrar su día romano del sol como substituto de aquél ordenado por el Eterno desde el principio y observado puntualmente ya sea por Yeshua que por sus apóstoles.
Los cristianos sostienen que el Shabat es el día que Elohim ha ordenado a los Hebreos, pero no a toda la humanidad (y los Judíos también son complacientes con esta falacia, porque alguien debe trabajar mientras ellos estudian la Torah): es muy fácil refutar esta afirmación, la cual no tiene ningún fundamento bíblico. En realidad, el Shabat es la primera cosa de la cual las Escrituras nos dicen que Elohim bendijo y santificó:

“Y acabó Elohim en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Elohim al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación”. (Génesis 2:2,3)

Evidentemente, no existía todavía ningún pueblo Hebreo cuando Elohim declaró que el séptimo día es Shabat, o sea, el día de reposo, lo bendijo y santificó. Luego, algunos siglos más tarde, Elohim escribió con Su dedo, no sirviéndose de hombre alguno, los Diez mandamientos.

“Y dio Elohim a Mosheh, cuando acabó de hablar con él en el monte de Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Elohim”. (Éxodo 31:18)

Para que Elohim haya escrito Personalmente, con Su propio dedo, debía ser algo importante, transcendente, inmutable, visto que todas las Escrituras han sido por Él inspiradas, pero escritas a través de Sus Profetas, en cambio estas palabras Él las escribió personalmente. ¿Qué escribió de tan fundamental? Sus mandamientos, entre los cuales Él ordenó también esto:

“Acuérdate del día de Shabat para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es Shabat, santo al Eterno, tu Elohim. No hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo HaShem los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, HaShem bendijo el día de Shabat y lo santificó”. (Éxodo 20:8-11)

¿Eran estos mandamientos sólo para Israel? Si es así, entonces los cristianos pueden adorar otros dioses, erigirse ídolos, usar el Nombre de Elohim en vano, despreciar a los padres, asesinar, cometer adulterio, robar, calumniar, codiciar las cosas del prójimo? Si no son obligados a respetar el Shabat, no lo son tampoco para los otros nueve mandamientos! No es una casualidad que la Torah fue dada a Mosheh no en la Tierra Prometida, Eretz Yisrael, sino en Sinai, o sea, en un territorio asignado a los gentiles!
Este mandamiento, el cuarto, contiene particularidades que aparentemente no son tomadas en consideración en el modo che deberían serlo:
En primer lugar, es el único de los Diez que inicia con la palabra “acuérdate”: esto significa que es algo que existía ya desde antes, que había sido establecido en el principio. De hecho, para acordarse de una cosa, es necesario que esta haya sido ordenada anteriormente.
Este es uno de los cuatro Mandamientos que regulan el comportamiento del hombre hacia Elohim, mientras los otros seis se refieren a las relaciones del hombre hacia su prójimo. Notar que en ninguno de estos, el prójimo es determinado. En cambio, este es el único de los mandamientos que menciona específicamente también a los gentiles: “No hagas en él obra alguna, tú,... ni tu extranjero...”; evidentemente, el Shabat debía ser respetado también por los gerim, es decir, los no-Hebreos. El Shabat no fue instituido sólo para los Hebreos, sino para toda la humanidad, y no sólo, porque tenemos aún otro elemento más: “No hagas en él obra alguna, tú,... ni tu bestia...”: ¿quizás los animales son también hebreos? Estos son en cambio parte de la Creación, y por este motivo deben también ellos ser dejados en paz en el día que Elohim determinó que sea de reposo. Resulta evidente que el Shabat es el único Mandamiento válido para la entera Creación! Estos versos citados arriba se encuentran en las Escrituras Hebraicas, las cuales los cristianos consideran invalidadas (por la tradición). Veamos entonces cuáles son las indicaciones que nos da el Nuevo Testamento acerca del día para consagrar especialmente al culto:

Y entraron en Kefar-Nahum, y los días de Shabat, Yeshua, entrando en la Sinagoga, enseñaba. (Marcos 1:21)

Y llegando el día de Shabat, [Yeshua] comenzó a enseñar en la Sinagoga. (Marcos 6:2)

Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de Shabat entró en la Sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del Profeta Yeshayahu. (Lucas 4:16,17)

Descendió Yeshua a Kefar-Nahum, ciudad de Galilea, ; y les enseñaba en los días de Shabat. (Lucas 4:31)

Aconteció también en otro día de Shabat, que él entró en la Sinagoga y enseñaba. (Lucas 6:6)

Enseñaba Yeshua en una Sinagoga en día de Shabat. (Lucas 13:10)

En el Nuevo Testamento podemos sólo encontrar confirmación que el Shabat es el día dedicado al culto, el cual Yeshua mismo observó, como ha sido ordenado por el Padre desde la Creación. Yeshua no nos ha dado ninguna indicación de transferir la solemnidad del Shabat a otro día. Después se su resurrección −que es la excusa principal que presentan los cristianos para consagrar el culto en el primer día de la semana, argumento que veremos más adelante− verifiquemos si los apóstoles han hecho de otra manera:

Ellos, pasando de Perge, llegaron a Antioquía de Pisidia; y entraron en la Sinagoga un día de Shabat y se sentaron. Y después de la lectura de la Torah y de los Profetas, los principales de la Sinagoga mandaron a decirles: «Varones hermanos, si tenéis alguna palabra de exhortación para el pueblo, hablad». (Hechos 13:14,15)

Cuando los Judíos salían de la Sinagoga, los gentiles les rogaron que el siguiente día de Shabat les hablasen de estas cosas... El siguiente día de Shabat se juntó casi toda la ciudad para oír la palabra de Elohim. (Hechos 13:42,44)

Y de allí fuimos a Filipos, que es la primera ciudad de la provincia de Macedonia, y una colonia romana... Y en el día de Shabat salimos fuera de la puerta, junto al río, donde solía hacerse la oración; y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían reunido... Y ella fue bautizada, y su familia... (Hechos 16:12,13,15)

Y Shaul, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de Shabat discutió con ellos sobre las Escrituras. (Hechos 17:2)

Y discutía en la Sinagoga todos los días de Shabat, y persuadía a Judíos y a Griegos. (Hechos18:4)

Shaul, el apóstol de los gentiles, predicaba también él cada Shabat, y no sólo a los Judíos, sino también a los gentiles! Y predicaba la Torah! A los gentiles! En ningún caso se nos dice que él haya absolutamente sugerido que se deba reemplazar el Shabat por el primer día de la semana. Shaul enseñó también a sus discípulos gentiles a reunirse todos los días de Shabat para el culto, según como había sido ordenado por Elohim. Eran ya varios años que la resurrección de Yeshua había sucedido, pero los apóstoles y todos los discípulos todavía celebraban el culto todos los días de Shabat. Si el apóstol Shaul hubiera querido transmitir un cambo de programa, una innovación, proclamando al primer día de la semana como aquél en que se debía celebrar el culto, ¿qué mejor ocasión que esta para hacerlo? Había sido solicitado por los principales de la Sinagoga de expresar lo que tenía para decir, los gentiles estaban dispuestos a escucharlo, y él persuadía a Judíos y gentiles! ¿Por qué no dió esta orden de reemplazar el Shabat con el primer día de la semana? Evidentemente, porque no era absolutamente en los planes del Eterno. De hecho, en Hechos 13:29-37, él habla sobre la resurrección de Yeshua en manera convincente, pero no hace ninguna mención de la presunta dedicación del primer día de la semana como aquél que los creyentes en el Mesías de Nazaret deban observar en lugar del judaico Shabat. Ni siquiera una palabra. Notar que estas personas que le piden de enseñarles la verdad eran gentiles, no Judíos! No tenían ningún lazo ni religioso ni cultural con el Shabat hebraico. Podían perfectamente ser adoctrinados sin la influencia del judaísmo. Shaul, alias Pablo, listo para discutir ardientemente con Shimon y con todos los apóstoles de Jerusalem para hacer valer su opinión, no dice nada sobre la consagración del domingo! Sigue observando el Shabat, y lo enseña también a los gentiles! Estos le piden expresamente de hablarles del mensaje que él predicaba, estaban realmente deseosos de escucharlo; sin embargo, Shaul no les dice ‹nos vemos mañana en el culto›, sino que les hace esperar hasta el Shabat sucesivo! Cómo, ¿no había reunión también el domingo? ¿No era aquella una iglesia cristiana? Shaul, alias Pablo, el apóstol de los gentiles, el revolucionario predicador del nuevo mensaje, el día domingo probablemente trabajaba o estaba ocupado con sus actividades diarias, porque el día elegido por su Señor para celebrar el culto era el Shabat. Más adelante, en Europa, Shaul encuentra mujeres que se reunían para adorar a Yeshua de Nazaret en el día de Shabat. Ellas eran gentiles, no Judías. El apóstol, si hubieran estado en error, siguiendo una doctrina “judaizante” (así definen hoy los pastores cristianos a aquellos que quieren obedecer a los mandamientos de Elohim), les habría corregido, enseñándoles la sana doctrina, la recta vía, y sin duda les habría dicho ‹hermanas, no observen más este día, ahora estamos en la gracia, no más bajo la Ley›... en cambio, en el día di Shabat, él las bautizó! Hay algo que no cuadra con la enseñanza de la mayoría de los cristianos...
¿De dónde sacan los cristianos su teoría que se deba consagrar el domingo? No de la Biblia! Hay necesidad todavía de mayor confirmación? Leamos lo que escribió el autor de la carta denominada “a los Hebreos” (que no era Shaul, pero de esto hablaremos más adelante):

Por lo tanto, queda el reposo de Shabat para el pueblo de Elohim. (Hebreos 4:9)

Lamentablemente, en la mayoría de las versiones hispanas de la Biblia se ha eliminado de este verso la palabra "de Shabat"... En los originales, como aquí citado, significa que el Shabat es el día reservado al pueblo de Elohim. Yeshua, en su profecía sobre los sucesos de los últimos tiempos, dijo:

«Orad, pues, que vuestra huída no sea en invierno ni en día de Shabat». (Mateo 24:20)

¿Por qué motivo Yeshua exhorta a orar que no se deba huir durante el Shabat, si este día no es el que se debe observar? ¿Qué sentido tendría una tal oración en un tiempo futuro, si el Shabat no fuese aún el día que se debe dedicar a la adoración de Elohim? Evidentemente, Yeshua no había sido informado que las cosas habrían sido cambiadas, y ha profetizado sin adecuarse a la nueva situación... O bien, se han equivocado aquellos que han decidido sin algún fundamento escritural, de observar el primer día de la semana en lugar del Shabat! ¿Cuál de las dos posibilidades es más creíble?
Yeshua hablaba de la persecución contra el pueblo de Elohim, y avala el Shabat como el día que este debe observar. En el Apocalipsis hay descritas dos características de este pueblo perseguido:

Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Elohim y tienen el testimonio de Yeshua. (Apocalipsis 12:17)

Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Elohim y la fé en Yeshua. (Apocalipsis 14:12)

¿Notan algo particular? ¿Cuáles son las características de los santos? La primera de estas es que observan los mandamientos! Entonces ¿por qué los cristianos insisten en que basta sólo la segunda de estas características? ¿Y cómo pueden estos tener el testimonio de Yeshua, que observó el Shabat y enseñó a observarlo, si ellos no lo hacen? “Quien dice de morar en él [o de tener su testimonio], debe caminar en el mismo modo que él caminó”. Él, Yeshua, caminó observando todos los mandamientos, incluso el “más mínimo”, y nunca ha exonerado a nadie del deber hacerlo.

Sin embargo, hay dos versículos que los cristianos toman como base, buscando las cinco patas al gato, para justificar su posición en defensa del domingo:

El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Shaul les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche. Y había muchas lámparas en el aposento alto donde estaban reunidos; y un joven llamado Eutico,... rendido de un sueño profundo, por cuanto Shaul disertaba largamente, vencido del sueño cayó... Después de haber subido [Shaul], y partido el pan y comido, habló largamente hasta el alba; y así salió. (Hechos 20:7-9,11)

«Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte en su casa lo que pueda, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas». (1Corintios 16:2)

Examinemos primero el pasaje del Libro de Hechos:
Más que todo, es necesario tener presente como se cuentan los días en la Biblia − que es como lo hacen todavía los Judíos: desde la puesta del sol a la puesta del sol; o sea, la primera parte del día es en realidad la noche, y la segunda parte es la mañana y la tarde, hasta la puesta del sol, cuando inicia el día sucesivo. Así leemos en Génesis los días de la Creación: “fue la tarde y la mañana” (Génesis 1:5,8,13,19,23,31), y así es como se cuentan los días en todas las Escrituras. Luego, es necesario considerar los tiempos verbales. Por lo tanto, nosotros podemos fácilmente entender en qué momento se desarrollan los sucesos, y a qué se refieren: “reunidos para partir el pan”, frase que los cristianos sin pensarlo dos veces interpretan como la celebración de la santa cena, en realidad no dice absolutamente que este “partir el pan” tenga que ver con el culto o la adoración (como veremos en el verso 11), sino simplemente con la necesidad fisiológica de la alimentación, visto que Shaul debía partir por la mañana temprano. De hecho, “mientras estábamos reunidos”, como dice en otras traducciones y es correcto, indica continuidad, una acción que se prolonga desde un momento precedente. Es parte de las costumbres judaicas comer juntos después de la celebración del culto, acto que se llama “kiddush”, el equivalente de lo que los cristianos comúnmente llaman “ágape”. Por lo tanto, este primer día de la semana es aquél que para nosotros en occidente se define como "sábado a la noche"; efectivamente, que estaba oscuro se entiende por el hecho que había muchas lámparas donde estaban reunidos, y Shaul continuaba con su enseñanza que había naturalmente iniciado durante el Shabat. La mesa estaba servida porque él debía partir al amanecer del día, o sea a la mañana, y por lo tanto se habían preparado para comer, pero él continuaba con su discurso. Se prolongó hasta la noche, cuando ocurrió lo de Eutico que se había dormido. Finalmente, Shaul rompió el pan, y se nos dice por qué: para comer (no para celebrar la santa cena!), y después, al alba, que era todavía el mismo primer día de la semana, día laborable, él partió. Es inútil que los predicadores insistan en que se trataba del domingo a la noche, porque es simplemente imposible que el autor haya considerado la finalización del día según el concepto moderno occidental, no estando absolutamente en vigor el sistema horario que normalmente conocemos hoy. Además, aquí no dice que haya habido momentos de adoración o de oración, cosa que habían ya hecho durante el día, en el Shabat, sino simplemente que Shaul, debiendo partir, ha querido dar su enseñanza para que estos fieles tuviesen la posibilidad de escuchar lo más posible antes de su partida. En práctica, se trata de un estudio bíblico, no de la reunión principal en la cual la adoración y la oración son los elementos fundamentales. Por lo tanto, este pasaje no dá ninguna sugerencia en favor de un culto dominical, sino más bien lo refuta, porque Shaul partió ese mismo día a la mañana, cosa que no habría hecho si hubiese sido el Shabat, el día en que él celebraba el culto.

En cuanto al segundo pasaje, 1Corintios 16:2, es puntualmente interpretado como una recolección de la ofrenda durante el culto, como es costumbre en las iglesias cristianas. Si los predicadores prestaran un poco más de atención a lo que está escrito, considerando las palabras en el modo correcto, no haría falta mucho para llegar a la conclusión justa: “cada uno de vosotros ponga aparte en su casa lo que pueda” − en casa o durante el culto?... (notar que en la mayoría de las versiones hispanas de la Biblia no especifica con la frase “en su casa”, como en cambio en la mayoría de las traducciones a otros idiomas está especificado). En realidad, no se hace ninguna referencia a una reunión, ni que esta recolección forme parte de la adoración. Lo que Shaul aconseja es muy claro: que se ponga a parte lo que cada uno siente de ofrecer ya en el primer día laborable, para que no se gaste durante la semana, como normalmente sucede si no se separa el dinero para ahorrar. En este modo, cuando él vendrá, cada uno tendrá ya preparada la propia ofrenda, sin necesidad de deber hacer una recolección a último momento. No hay en este pasaje alguna referencia al día en que se celebra el culto − de todas maneras, cuando el día en el cual se reunían los discípulos para la adoración está especificado, en todo el Nuevo Testamento dice claramente que era el Shabat. Ciertamente, este pasaje no es suficiente para justificar el culto dominical, del cual ni siquiera habla. En realidad, los predicadores, muy ocupados en enseñar al pueblo que se deben dar muchas ofrendas, y también el diezmo (un mandamiento de la “Ley”, del cual el Nuevo Testamento no dice una palabra!) utilizan también este verso para matar dos pájaros de un tiro: convencer a la gente de celebrar el culto el domingo, y de dar muchas ofrendas − las cuales, tomando literalmente la enseñanza de Shaul, deberían recogerse sólo en ese día, “para que... no se recojan entonces ofrendas”, sin embargo, en las iglesias cristianas se recoge la ofrenda cada vez que hay culto, en cualquier día de la semana... Y además, la importancia de dar el diezmo es un claro ejemplo que para los cristianos la “Ley” a veces es válida, depende si conviene o no.

También hay otros versos en el Nuevo Testamento que los cristianos usan en defensa de su culto dominical, pero esto indica sólo que estos exegetas tienen grandes problemas con la matemática:

Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los Judíos, vino Yeshua, y puesto en medio, les dijo: «Shalom aleijem!»... Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Yeshua, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: «Shalom aleijem!» (Yohanan 20:19,26)

El primer episodio sucedió en la tarde del día en que los discípulos descubrieron que había resucitado, o sea, el primero de la semana, hacia el final de aquel día (porque, siendo tarde, debía iniciar a la puesta del sol el segundo día). De todos modos, no dice que ellos estaban celebrando algún culto en el momento en que Yeshua apareció, sino simplemente que estaban encerrados en casa porque tenían miedo. Agregar a las palabras de la Biblia situaciones que pensamos que sean probables no son seguramente el modo correcto de establecer una certeza sobre la cual fundar una doctrina. Podían, quizás, encontrarse en oración, pero no se nos dice. Era domingo por la tarde, hacia el final del día, cuando Yeshua se presentó. El segundo episodio sucedió ocho días después, y aquí parece que para los exegetas cristianos la matemática improvisamente es una opinión, porque: ¿cómo puede este también ser el primer día de la semana? La primera aparición fue el domingo a la tarde, ocho días después, era también domingo? Increíble! Me recuerda al cuento del Judío que, habiendo encontrado una bolsa llena de dinero justo en un día de Shabat, oró a Elohim y Él transformó aquél día en domingo, de modo que este Judío pudiera llevar el dinero sin violar el mandamiento... de hecho, ocho días después del domingo es lunes, y tomando en consideración que era ya hacia el final del día, podía incluso ser un martes. En la Biblia las matemáticas son una ciencia exacta. El séptimo día es aquél que precede al octavo, y el octavo es aquél que viene después del séptimo:

«Siete días estará con su madre, y al octavo día me lo darás» (Éxodo 22:30)

«Siete días estará mamando de su madre; mas desde el octavo día en adelante será acepto para ofrenda de sacrificio» (Levítico 22:27)

“... será impura siete días... y al octavo día se circuncidará al niño”. (Levítico 12:2,3)

“Por siete días harán expiación por el altar... Y acabados estos días, del octavo día en adelante,...” (Yehezkel 43:26,27)

Hay muchos otros ejemplos como estos en las Escrituras, en los cuales las teorías de la matemática no son desmentidas. Sin embargo, si alguien tiene dudas sobre cómo se cuentan los días, es interesante considerar los siguientes dos pasajes:

“... Shlomo celebró una fiesta, y con él todo Israel... por siete días, y aún por otros siete días, esto es, por catorce días”. (1Reyes 8:65)

“Comenzaron a purificarlo el primero del mes primero. El octavo día del mismo mes entraron en el Pórtico de Adonay y purificaron la casa de HaShem en ocho días. Y acabaron el día décimosexto del mes primero”. (2Crónicas 29:17)

Así es como se cuentan los días! No hay ningún misterio, ni fórmulas cabalísticas: 7+7=14; 8+8=16. Por lo tanto, el mismo criterio matemático es válido siempre, y si Yeshua se presentó a los discípulos el domingo a la tarde, ocho días después era forzosamente el lunes, o bien, si aquella primera vez se quedó con ellos y cuando se fue era ya lunes, ocho días después era martes. Ésto los exegetas que defienden la observancia del domingo no lo llegan a entender. Estoy seguro que, si en el texto de Yohanan 20:26 estuviese escrito “siete días después”, estos no habrían interpretado que se trataba del sábado, sino que habrían hecho bien las cuentas y hubiera quedado siempre, como les gusta a ellos, domingo.

Entonces, ¿no hay en la Biblia ningún orden que establezca la solemnidad del primero o del octavo día? Cierto que hay! Cómo no! Justamente en la Torah! Además, son días en los cuales se debe proclamar santa convocación y congregación solemne! Leamos:

“Siete días comeréis panes sin levadura... desde el primer día hasta el séptimo... El primer día habrá santa convocación, y asimismo en el séptimo día tendréis una santa convocación; ninguna obra se hará en ellos, excepto solamente que preparéis lo que cada cual haya de comer. En el mes primero comeréis los panes sin levadura, desde el día catorce del mes por la tarde hasta el veintiuno del mes por la tarde”. (Éxodo 12:15,16,18)

“En el mes primero, a los catorce del mes, entre las dos tardes, Pesaj es de HaShem; y a los quince días de este mes es la fiesta solemne de los panes sin levadura .. El primer día tendréis santa convocación; ningún trabajo de siervos haréis.... el séptimo día será santa convocación; ningún trabajo de siervo haréis”. (Levítico 23:5-8)

“En el mes séptimo, al primero del mes tendréis día de Shabat, una conmemoración al son de trompetas, y una santa convocación. A los quince días de este mes séptimo será la fiesta solemne de Sukkot para Adonay por siete días. El primer día habrá santa convocación; ningún trabajo de siervos haréis... el octavo día tendréis santa convocación... ningún trabajo de siervos haréis”. (Levítico 23:24,34-36)

Hay sólo un detalle: estos “primer día” y “octavo día” no son los de la semana, sino los de las festividades. De hecho, estos son determinados por el mes − el primero del mes, el decimocuarto, el vigesimoprimero... Los primeros dos pasajes se refieren a Pesaj y a la celebración de Matzah, del 14 al 21 de Nisán/Aviv; el tercer pasaje regula las festividades de Yom Teruah (Rosh HaShanah), el primero de Tishri/Etanim, y Sukkot, del 15 al 23 de Tishri/Etanim. Por lo tanto, primer día del mes no es lo mismo que primer día de la semana; en el calendario hebraico, como en el occidental que conocemos, los días del mes no coinciden con el orden semanal, y por lo tanto, este “primer día” de la festividad puede ser cualquier día de la semana. Quizás los cristianos a los cuales el domingo es tan querido se habían hecho un poco de ilusiones, pero lamentablemente para ellos, no hay esperanza alguna de santificar el domingo, a menos que sea justo en coincidencia con un día de festividad judaica.

Visto que de las Escrituras no se puede ni siquiera tomar un indicio para explicar el por qué los cristianos − salvo raras excepciones − observan el primer día de la semana en lugar del día ordenado por Elohim, nos preguntamos cuál puede ser el origen de tal innovación, y cuándo esta haya sido introducida. La tradición del cristianismo en su forma actual data en realidad de siglos antes del nacimiento de Yeshua di Nazaret; los días festivos y las ceremonias relacionadas con éstos existían ya en el antiguo Egipto, en Babilonia, en la India, en Grecia y Roma. Es de estas antiguas tradiciones que han sido transmitidos símbolos tales como el árbol de navidad y la cruz, características arquitectónicas como rosones, ojivas, torres y obeliscos, y fiestas como la navidad, la pascua, y la observancia del domingo. Exponer todos estos elementos requeriría un estudio aparte, que no es el propósito de este ensayo; sin embargo, trataremos sumariamente algunos de estos puntos cuando será oportuno si tiene que ver con argumentos de los que nos ocupamos en este estudio, como por ejemplo en este caso, el origen del culto dominical.

“La cuarta bestia será un cuarto reino sobre la tierra... Y hablará palabras contra el Altísimo, y quebrantará a los santos del Altísimo, y pensará en cambiar los tiempos y la ley”. (Daniel 7:23,25)

Esta figura de la cuarta bestia es universalmente identificada con el Imperio Romano en sus varias formas, que se presenta nuevamente en el final de los tiempos − en práctica, representa a todos los imperios del occidente, los cuales han en un modo o el otro recibido la heredad de Roma, principalmente en el ámbito religioso. Este sujeto usa su poder político para “cambiar los tiempos y la ley”, que en el lenguaje del Profeta se puede parafrasear como “cambiar el sistema ordenado por el Altísimo alterando el calendario y substituyendo los mandamientos”; de hecho, este acto de cambiar los tiempos y la ley no es una cosa ligera, sino que ha sido hecha directamente contra el Altísimo y contra Sus santos, como el Profeta nos explica claramente. Existen, además del Nuevo Testamento, diversos documentos y pruebas históricas que en los primeros cuatro siglos sucesivos a la era apostólica, los cristianos observaban el Shabat en el séptimo día de la semana, y era el día elegido para celebrar el culto principal. El historiador Flavio Josefo, en referencia a la expansión del mensaje evangélico en el primer siglo escribió: “Non hay alguna ciudad de los Griegos, ni de los bárbaros, ni de cualquier nación, en la que nuestra usanza de reposar el Shabat no haya sido introducida”.
El Shabat representaba para los Romanos una odiosa práctica de los Judíos, pueblo que se rebeló varias veces contra la autoridad imperial y que, irreducible, llevó a los Romanos a destruir Jerusalem y expulsar a los Judíos de su propia tierra, dando inicio a la Diáspora. El hecho que los discípulos del Nazareno, aun no siendo Judíos, tuvieran la misma Ley que ellos, daba profundo fastidio al imperio. Así Vespasiano y Domiziano impusieron tasas adicionales a todos aquellos que observaban el Shabat. Después Adriano, en el 135 CE prohibió el reposo sabático; y a pesar de eso, Judíos y cristianos continuaron siendo fieles al mandamiento de Elohim.
Sin embargo, debieron aún pasar dos siglos de persecuciones por parte del imperio para que, en el ámbito cristiano, el Shabat fuese gradualmente reemplazado por el día sacro del sol, impuesto por el poder político-religioso imperial. En el 321 CE, el famoso Constantino, el emperador "cristiano", ferviente adorador del sol, el cual, después de su "conversión" al cristianismo cometió diversos crímenes y homicidios atroces incluso contra miembros de su familia, decretó: “En el venerable día del sol, los magistrados y el pueblo residente en las ciudades deberán reposar, y todos los negocios serán cerrados. Sólo en la campaña los agricultores podrán trabajar porque el día sucesivo podría no ser idóneo para sembrar y plantar”. − Codex Justinianus, lib. 3, tit. 12, 3.
Luego, en el 325 CE fue instituido el concilio de Nicea, en el cual el emperador impuso cambiar en todo el Imperio Romano el día de culto reemplazando el Shabat, observado por los cristianos, con el día del sol (domingo), por condescendencia con los paganos, los cuales por ley debían aceptar el cristianismo, nueva religión oficial del imperio. Desde ese momento en adelante, miles de cristianos fueron condenados a muerte porque seguían observando el Shabat y no el domingo. Otros comenzaron a dedicar ambos días al culto, para no abandonar el Shabat instituido por Elohim y no desobedecer a la autoridad política. La historia nos atestigua que en el curso de los siglos, millones de personas fueron ejecutadas por oponerse a los dictámenes de la iglesia católica romana, los cuales eran impuestos por la autoridad civil. En este mismo concilio de Nicea, la celebración de Pesaj cristiana fue reemplazada con la pascua romana que se festeja todavía − veremos este argumento más adelante, en el capítulo acerca de la última cena y la resurrección.
A este concilio siguió el de Laodicea en Frigia Pacatiana en el 363-364 CE. ¿El nombre "Laodicea" les dice algo? En el canon XXIX el concilio decretó: “Los cristianos no deben judaizar reposando el Shabat, sino deben trabajar ese día y reposar el domingo. Si alguien es sorprendido en el acto de judaizar, sea declarado anatema a Cristo”. La iglesia determinó que fuesen ejecutados. Las leyes llegaron a ser tan severas, que nadie podía tener un trabajo, ni emprender una actividad comercial o concluir un negocio si no aceptaba trabajar durante el Shabat y reposar el domingo. Justamente como está profetizado en el Apocalipsis: “Y hacía que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca” (13:16,17). Es interesante el hecho que esta marca debe ser puesta sobre la mano derecha o sobre la frente, así como el día solemne ordenado por el Eterno debía ser “como una señal sobre tu mano, y como un memorial delante de tus ojos, para que la ley de HaShem esté en tu boca” (Éxodo 13:9). El concilio de Laodicea fue el principio del cumplimiento de esta profecía, introduciendo el primer elemento que puede identificarse como uno de los componentes de la marca de la bestia romana, una señal que reemplaza a aquella establecida por Elohim − aunque no es la marca en su complejo, que es más bien un conjunto de elementos, leyes y costumbres.
Este mismo decreto constituye una prueba de que hasta aquél momento, los cristianos observaban el Shabat, si no, ¿qué sentido tendría emanar una ley contra algo que nadie hace? De hecho todos los documentos de la época y aquellos precedentes nos confirman que los cristianos nada sabían del domingo como día de culto hasta cuando los paganos introdujeron sus leyes, fiestas y costumbres, oficializadas por el poder político.

Para concluir con este capítulo, quisiera agregar algunos datos históricos para ulterior confirmación de lo que ha sido expuesto. Naturalmente, el Evangelio fue predicado también fuera de los confines imperiales. Muchos de los apóstoles se dirigieron hacia Oriente: Nataniel, Taddai y Tomás predicaron en Asiria, Shimon escribió desde Babilonia (1Shimon 5:13) − la interpretación que esta pueda referirse a Roma es puramente especulativa, de hecho, si Shimon Kefa (más conocido como Pedro) hubiese estado alguna vez en Roma, el apóstol Shaul, alias Pablo, lo habría seguramente nombrado entre aquellos que él saluda en su carta a los Romanos. Asiria fue la primera nación que aceptó en masa el Evangelio, como predicho por Yeshua (Mateo 12:41; Lucas 11:32) y los misioneros Asirios llevaron el mensaje hasta la China. Tomás llegó hasta la India, donde existe una comunidad de creyentes en Yeshua desde el primer siglo. En el libro de los Hechos 8:27-39 tenemos el testimonio de que fue transmitido también en Etiopía. En todas estas naciones, los cristianos observaban el Shabat antes que los misioneros occidentales impusiesen sus nuevas teorías y prácticas.
Cuando los brutales jesuitas llegaron a la India, su jefe pidió al obispo católico de Roma (cuyo título es "pont-max", heredado de los emperadores), que instaurase en India la inquisición para extirpar el “judaísmo”, refiriéndose a la observancia del Shabat. Cientos de personas fueron condenadas a la hoguera, casi la totalidad de ellos no eran de ninguna manera Judíos, sino declararon haber sido siempre cristianos, desde siglos! Sin embargo, no se plegaron a la imposición de los pagano-cristianos europeos, y sufrieron el suplicio por fidelidad al Evangelio.
Esta misma institución criminal, los jesuitas, en el 1604 CE ejercitaron fuertes presiones sobre el rey de Etiopía para que se uniera a Roma y prohibiese a sus súbditos cristianos de observar el Shabat.

A las pruebas históricas se suma también una evidencia lingüística: los nombres de los días de la semana provienen de aquellos de los planetas, los cuales son nombres de divinidades paganas. En todas las lenguas europeas a excepción de las germánicas, el séptimo día es llamado con un nombre derivado directamente de Shabat, lo que demuestra cuán importante ha sido la influencia de los primeros cristianos en esta elección. De hecho, así tenemos en español y portugués sábado, en italiano sabato, en rumano sâmbata, en griego sabbaton, en ruso y serbio subbota, en las otras lenguas eslavas sobota, en húngaro szombat, etc. El hecho que en cambio en las lenguas germánicas no sea así es muy significativo, y tiene una explicación: los pueblos germánicos abrazaron el cristianismo en el Medioevo, cuando ya estaba en plena apostasía y ya se habían introducidos todos los elementos paganos greco-romanos (a los cuales los germánicos agregaron los suyos propios, para completar), por lo tanto, los nombres de los días siguieron siendo aquellos de los dioses germánicos, incluso el primer día, consagrado al llamado culto cristiano, que sigue llamándose Sun-day/Sonn-tag, o sea, "día del sol".
Hemos dicho que gran parte de las tradiciones cristianas son originadas en el antiguo Egipto, una de estas es denominar los días según los planetas, a los cuales a su vez se atribuía una característica. Así como el primer día era dedicado al sol, el séptimo estaba en cambio bajo el nefasto Saturno, en honor al cual nadie celebraba ninguna fiesta. Así el día bendito por el Eterno en la Creación, fue ofuscado por los paganos bajo un signo negativo − y todavía los cristianos británicos y norteamericanos, aquellos que se reputan los misioneros del mundo, llaman a su séptimo día Satur-day!

Para concluir, presento algunos datos históricos y citaciones de personajes con reconocida autoridad, todos los cuales, a pesar de haber observado el domingo, han reconocido su error dando testimonio que en origen este proviene del paganismo y que el único día que Elohim nos ha dado para dedicar especialmente a la adoración es el Shabat bíblico. (En las citaciones, lógicamente, no transcribo los nombres hebreos como Yeshua o Mosheh, sino el nombre traducido, según como ha sido escrito por los autores).

• “Los cristianos antiguos eran muy celantes en la observancia del Shabat, el séptimo día. Está claro que todas las iglesias orientales y la mayor parte del mundo observaban el Shabat como día festivo. En la misma manera, Atanasio nos atestigua que tenían asambleas de culto durante el Shabat, no porque fuesen influenciados por el judaísmo, sino para rendir adoración a Jesús, Señor del Shabat. Epifanio dice lo mismo”. − Antiquities of the Christian Church, vol. II, book XX, cap. 3, sec. 1, 66.1137, 1138.
• “Observarás el Shabat, en obediencia a Aquél que terminó Su obra de Creación, pero que no ha cesado Su obra de providencia: es un reposo para la meditación de la Torah, no para el ocio de las manos”. − Constitución de los Santos Apóstoles, los padres Anti-Nicenos, vol. 7, pág. 413; un compendio de documentos del tercer y cuarto siglos.
• “Ya en el año 225 CE existían patriarcados y concilios de la iglesia de Oriente, observante del Shabat, desde Canaán hasta la India”. − Mingana, Early Spread of Christianity, vol. 10, pág. 460.
• “Ninguno de los padres antes del cuarto siglo ha identificado al primer día de la semana con el Shabat; ni la observancia del primer día tiene algún fundamento en el cuarto mandamiento ni en los preceptos o en el ejemplo de Cristo y de sus apóstoles. Es indiscutible el hecho que la primera ley, ya sea eclesiástica que civil, por la cual la observancia sabática ha sido transferida al primer día de la semana es el edicto de Constantino en el 321 CE”. − Chamber’s Encyclopædia, vol. VIII, pág. 401, ed. 1882, artículo "Sabbath".
• “La primera vez que la observancia del domingo es reconocida data de una constitución de Constantino del año 321 CE, que decreta que todas las cortes de justicia y todos los habitants de las ciudades y los negocios estaban obligados a reposar en el día del sol”. − Encyclopædia Britannica, 11th edition, vol. 26, pág. 95, artículo: "Sunday".
• “La observancia del Shabat era práctica general en las iglesias orientales, y también en algunas occidentales. En la iglesia de Milán el Shabat era tenido en gran estima. No porque las iglesias orientales o cualquier otra del resto del mundo observase el Shabat era inclinada hacia el judaísmo, pero estas se reunían en ese día a adorar a Jesucristo, Señor del Shabat”. − History of the Sabbath, part II, par. 5, págs. 73,74, Londres, 1636, Dr. Heylyn. Esta particularidad de la iglesia de Milán es notoria, de hecho Ambrosio, el más célebre de los obispos de esta ciudad, declaró que él en Milán observaba el Shabat, pero cuando iba a Roma, observaba el domingo.
• “Hasta el quinto siglo la observancia del Shabat judaico fue practicada en la iglesia cristiana”. − Ancient Christianity Exemplified, Lyman Coleman, cap. 26, sec. 2, pág. 527.
• “Desde la institución del Shabat en la Creación... ha habido una línea continua de hombres fieles a Dios que han observado el séptimo día de la semana... en la iglesia de Occidente el séptimo día seguía siendo observado hasta el quinto siglo”. − Schaff-Herzog Encyclopædia of Religious Knowledge.
• “Los cristianos antiguos tenían una gran veneración del Shabat, y pasaban ese día con adoración y sermones. No es de dudar que ellos tomaron esta práctica de los apóstoles mismos, como resulta de diversas Escrituras concernientes a este argumento”. “El domingo era el primer día en el cual los paganos solemnemente adoraban al sol y por eso lo llamaron sunday. En parte por la influencia de este astro especialmente en ese día, y en parte por respeto a este cuerpo divino, como ellos lo concebían, los cristianos pensaron en mantener el mismo día con el mismo nombre, para no parecer intolerantes y no evitar la conversión de los paganos”. − Dialogues on the Lord’s Day, pág. 189, Londres, 1701, by Dr. T. H. Morer (teólogo - Church of England).
• “Ellos [los católicos romanos] afirman que el Shabat ha sido reemplazado por el día del Señor [domingo], contrariamente al Decálogo, como es evidente. No hay ni siquiera un ejemplo al cual puedan hacer referencia para actuar tal cambio. Grande es, dicen, el poder de la iglesia, que ha abolido uno de los Diez Mandamientos!”. − Confesión de Fe de Augsburgo, art. 28, escrito por Philipp Melanchton y aprovado por Martin Luther, 1530.
• “La Ley moral contenida en los Diez Mandamientos, confirmada por los Profetas, Él, Jesús no canceló. No fue el designio de su venida abolir alguna de las partes. Ésta es una Ley que no debe ser jamás infringida... Cada parte de esta Ley debe permanecer vigente sobre toda la humanidad en todas las edades; porque no depende ni del tiempo ni del lugar, ni de alguna circunstancia que pueda cambiarla, sino que está en la naturaleza del hombre y en la inmutable relación entre estas partes”. − John Wesley, Sermons on Several Occasions, vol. 1, N° 25.
• “El Shabat en el séptimo día era vigente en el Edén, y lo ha sido siempre desde entonces. Este cuarto mandamiento inicia con la palabra ‹recuerda›, demostrando que el Shabat ya existía cuando Dios escribió la Ley sobre tablas de piedra en Sinaí. ¿Cómo pueden los hombres pretender que este mandamiento haya sido anulado mientras admiten que los otros nueve están aún vigentes?”. − “Dwight L. Moody, Weighed and Wanting”, 1898, págs. 46-47. D.L. Moody fue el más famoso evangelista de su tiempo, y fundador del Instituto Bíblico Moody.
• “Nosotros debemos por lo tanto, reconocer un Dios, Infinito, Eterno, Omnipresente, Omnisciente, Omnipotente, el Creador de todas las cosas, el más Sabio, el más Justo, el más Bueno, el más Santo. Nosotros debemos amarLo, temerLo, honrarLo, tener confianza en Él, orarLe a Él, darLe gracias, loarLo, santificar Su Nombre, obedecer a Sus mandamientos, y dedicar tiempo para Su adoración, como nos dicen el tercero y cuarto mandamiento, porque este es el amor de Dios, que nosotros observemos Sus mandamientos, y Sus mandamientos no son gravosos. Y ésta es la parte más importante de la religión. Ésta ha sido siempre, y será siempre la religión del pueblo de Dios, desde el principio hasta el fin del mundo”. − Isaac Newton, citado en “Sir David Brewster, Memoirs of the Life, Writings, and Discoveries of Sir Isaac Newton”, 2 vols., Edinburgh, 1885.

Hemos leído la opinión de personajes importantes del ambiente protestante-evangélico. Leamos ahora lo que han dicho los directos responsables de la apostasía:

• “No podemos encontrar en ninguna parte de la Biblia que Jesús o los apóstoles hayan ordenado que el Shabat fuese transferido del sábado al domingo. Nosotros tenemos el mandamiento de Dios dado a Moisés de santificar el Shabat, que es el séptimo día de la semana, el sábado. Hoy, la mayoría de los cristianos observa el domingo porque esto ha sido revelado a nosotros por la iglesia [romana] fuera de la Biblia”. − Catholic Virginian, octubre 3, 1947.
• “¿Dónde se nos dice en las Escrituras que debemos observar el primer día? Nosotros fuimos ordenados de santificar el séptimo día, pero en ninguna parte nos ha sido comandado de observar el primer día. La razón por la cual nosotros santificamos el primer día en lugar del séptimo es la misma razón por la cual observamos tantas otras cosas: no porque lo dice la Biblia, sino porque la iglesia lo ha comandado”. − Isaac Williams, Plain Sermons on the Catechism, vol. 1, págs. 334,336.
• “El domingo es una institución católica, y la pretensión de observarla puede fundarse sólo sobre principios católicos. Desde el inicio hasta el fin de las Escrituras no hay un solo pasaje que pueda justificar el traslado de la adoración del último día de la semana al primero”. − The Catholic Press, Sydney, Australia, agosto 26, 1900.
• “Pregunta: «¿Existe algún modo de probar que la iglesia tiene el poder de instituir fiestas o preceptos?»
Respuesta: «Si no tuviese tal poder, no podría haber hecho aquello en lo que todas las religiones modernas están de acuerdo con la iglesia - no podría haber reemplazado la observancia del Shabat, séptimo día de la semana, con la observancia del domingo, el primer día de la semana, lo que es un cambio para el que no existe ninguna autoridad escritural»”. − Stephen Keenan, A Doctrinal Catechism, 3rd. ed. pág. 174.
• “Pregunta: «¿Cómo se puede probar que la iglesia tiene autoridad para establecer fiestas y días festivos?»
Respuesta: «Del mismo hecho de haber transferido la observancia del Shabat al domingo, cosa también los protestantes permiten; por lo tanto ingenuamente se contradicen ellos mismos, observando atentamente el domingo, mientras rechazan la mayoría de las otras fiestas impuestas por la misma iglesia»”. − Henry Tuberville, An Abridgement of the Christian Doctrine (1833), pág. 58 − La misma afirmación se encuentra en Manual of Christian Doctrine, Daniel Ferris, 1916, pág. 67.
• “Es oportuno recordar a los presbiterianos, bautistas, metodistas y todos los otros cristianos, que en la Biblia no encontrarán ningún apoyo a su observancia del domingo. El domingo es una institución de la iglesia católica romana, y aquellos que observan ese día siguen un mandamiento de la iglesia católica”. − El sacerdote Brady, en un artículo publicado en el Elizabeth, New Jersey News, marzo 18, 1903.
• “Si los protestantes quieren seguir la Biblia, deben adorar a Dios en el día de Shabat. Al observar el domingo, ellos están siguiendo una ley de la iglesia católica”. − Albert Smith, canciller de la archidiócesis de Baltimore, en una respuesta al cardenal, febrero 10, 1920.
• “La observancia del domingo por parte de los protestantes es un homenaje que ellos hacen, a pesar de ellos mismos, a la autoridad de la iglesia católica”. − Louis Segur, Plain Talk About Protestantism of Today, 1868, pág. 213.
• “La iglesia católica, de más de mil años antes de la existencia del protestantismo, en virtud de su divina misión, ha transferido el día del Shabat al domingo... el domingo es, por lo tanto, hasta hoy, hijo reconocido de la iglesia católica, sin alguna palabra de queja del mundo protestante”. − El cardenal James Gibbons, Catholic Mirror, septiembre 23, 1893.
• “Puedes leer la Biblia del Génesis al Apocalipsis, y no hallarás el más mínimo indicio que pueda autorizar la santificación del domingo. Las Escrituras afirman con fuerza la observancia del Shabat, un día que nosotros jamás hemos santificado”. − El cardenal James Gibbons, The Faith of Our Fathers, ed. 1917, págs. 72-73; 110th edition, pág. 89.

Hay muchos otros testimonios concernientes a este argumento, pero estos pueden ser suficientes para ilustrar la verdad en cuanto al día que los cristianos deberían observar para estar de acuerdo con la voluntad de Elohim. El antiguo pueblo de Israel muchas veces ha sido juzgado, mandado en exilio o castigado en distintas maneras por haber violado el Shabat. Por esta razón, al retorno del exilio en Babilonia, los jefes de Israel establecieron más de 1500 reglas para evitar que el pueblo profanase el Shabat. Estaban determinados a no hacer caer la nación otra vez por el mismo motivo. ¿Es posible que Elohim sea tan voluble, que una transgresión que Le disgustaba tanto en un periodo, al siglo siguiente no signifique nada para Él? Parece más bien improbable...