ISRAEL
EL PUEBLO ELEGIDO


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Los Profetas (continuación)

El exilio en Babilonia y retorno de los Judíos a Jerusalem

En Babilonia se completa la purificación de la Casa de Judá, que abandona definitivamente la idolatría. Se completan también las Escrituras Hebraicas y se consolida esa cultura y espiritualidad que hoy conocemos como “judaísmo”.


Yehezkel (Ezequiel)

El Profeta Yehezkel era uno de los exiliados de Judá en Babilonia. El Eterno lo manda a profetizar a los ancianos de la Casa de Israel exiliados en Tel-Aviv, en Asiria. Es el único testimonio que tenemos en las Escrituras inspiradas acerca de contactos entre los deportados de Israel y los de Judá – otras informaciones sobre tales encuentros provienen da la literatura apócrifa. La profecía de Yehezkel concierne principalmente a la relación entre la Casa de Israel y Jerusalem, que volverá a ser la capital de un Israel unificado cuando ellos retornarán y se reunirán con la Casa de Judá, en la Era Mesiánica.

3:1 Él me dijo: «Hijo de hombre, come lo que hallas; come este rollo, y ve y habla a la Casa de Israel».
4 Él me dijo: «Hijo de hombre, ve y entra a la Casa de Israel, y habla a ellos con Mis palabras;
5 porque no eres enviado a pueblo de habla profunda ni de lengua difícil, sino a la Casa de Israel»;
15 Y vine a los cautivos en Tel-Aviv, que moraban junto al río Kevar, y me senté donde ellos estaban sentados, y allí permanecí siete días atónito entre ellos.
17 «Hijo de hombre, Yo te he puesto por atalaya a la Casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de Mi boca, y los amonestarás de Mi parte».

El Eterno manda al Profeta a anunciar a la Casa de Israel Su plan para el futuro; el lenguaje es cargado de figuras representativas de la simbología hebraica, palabras que la Casa de Israel podía comprender. Es particular el modo como el Eterno llama al Profeta: “Hijo de hombre”, un título que Yeshua usaba para sí mismo.

4:4 Y tú te acostarás sobre tu lado izquierdo y pondrás sobre él la iniquidad de la Casa de Israel. El número de los días que duermas sobre él, llevarás sobre ti la iniquidad de ellos.
5 Yo te he dado los años de su iniquidad por el número de los días, trescientos noventa días; y así llevarás tú la iniquidad de la Casa de Israel.
6 Cumplidos éstos, te acostarás sobre tu lado derecho segunda vez, y llevarás la iniquidad de la Casa de Judá cuarenta días; día por año, día por año te lo he dado.

Yehezkel, en armonía con todos los otros Profetas, distingue claramente la Casa de Judá de la Casa de Israel, y profetiza especificando una y la otra. La primera particularidad de esta representación es que la Casa de Israel es puesta en relación con Jerusalem, su verdadera capital, de la cual se separó para establecer su propia religión alejándose del Templo – en las profecías no se habla más di Samaria. La iniquidad de la Casa de Israel es contada en 390 años: esta es la cuenta de los años desde cuando Jeroboam estableció el nuevo culto, hasta el momento de la destrucción de la ciudad, cuando el último remanente de las diez Tribus, que habitaban en Jerusalem, fue mandado al exilio junto con Judá.
Después, la iniquidad de la Casa de Judá es contada en 40 años: desde cuando el Libro de la Ley fue hallado durante el reino de Yoshiyahu (Josías) y el ministerio profético de Jeremías (2Crónicas 34:8,15), que el pueblo renovó su Pacto con Elohim. A pesar de esto, y no obstante tuvieran un rey justo y un Profeta que hablaba directamente de parte del Eterno, no se arrepintieron completamente de sus pecados y continuaron en la idolatría, por lo tanto ellos alcanzaron la medida del pecado de la Casa de Israel en un periodo mucho más breve, y sólo 40 años después Jerusalem fue destruida y el pueblo fue deportado.
El significado del lado derecho y del izquierdo es doble: desde el punto de vista puramente geográfico, para los orientales, que miran hacia el este, la derecha es el sur y la izquierda el norte. Desde el punto de vista espiritual, el lado derecho tenía una dignidad superior, y esto se ha verificado en toda la historia de Israel: La dignidad de Judá era superior porque estaba el Templo; esto se manifiesta también en la autoridad profética: muchos Profetas de Judá han ministrado sobre la Casa de Israel, pero ninguno de Israel ha ministrado sobre Judá.

4:13 Y HaShem dijo: «Así comerán los hijos de Israel su pan impuro, entre las naciones a donde los arrojaré Yo».

Yehezkel confirma lo que ya había profetizado Hoshea (ver Oseas 9:3). Se dirige sólo a la Casa de Israel, que come la misma comida de los gentiles. Para los Judíos, incluso la comida que según la Torah es lícita, si ha sido preparada por gentiles es impura.

8:6 Él me dijo: «Hijo de hombre, ¿no ves lo que éstos hacen, las grandes abominaciones que la casa de Israel hace aquí para alejarme de mi santuario? Pero vuélvete aún, y verás abominaciones mayores».
11 Y delante de ellos estaban setenta varones de los ancianos de la Casa de Israel, y Ya’azanyahu hijo de Shafanen medio de ellos, cada uno con su incensario en su mano; y subía una nube espesa de incienso.
14 Y me llevó a la entrada de la puerta de la casa de Adonay, que está al norte; y he aquí mujeres que estaban allí sentadas endechando a Tamuz.

La descripción del tipo de culto corresponde al babilonio, pero también al católico. Las formas de culto de las iglesias históricas, como la romana u ortodoxa, son una exacta copia de la religión babilónica, y en cuanto concierne otros aspectos, también las de extracción protestante están todavía atadas al paganismo. Este es el único pasaje de las Escrituras donde es mencionado Tammuz, aquél dios que es celebrado desde tiempos antiguos en el 25 diciembre, día de su nacimiento, y en el domingo del equinoccio de primavera, día de su mitológica resurrección. En el periodo precedente a esta última fecha, las mujeres acostumbraban a llorarlo ayunando por 40 días... Tammuz era adorado el primer día de la semana, por la mañana, en contraste con el culto establecido por el Eterno, que es el Shabat.
También el número de los ancianos de la Casa de Israel es muy interesante: en la simbología hebraica, 70 es el número de los gentiles, porque 70 son los descendientes de Noé nombrados en Génesis 10, progenitores de todos los pueblos; 70 es en la tradición hebraica el número original de las lenguas de la humanidad cuando ocurrió la dispersión de Babel; 70 eran los escribas que tradujeron las Escrituras al griego para que las pudiesen leer también los gentiles... y 70 eran los descendientes de Yakov cuando entraron en Egipto (Éxodo 1:5). La familia de Yakov entraba en Egipto, donde llegó a ser una nación, preanunciando la entrada de la Casa de Israel en el mundo de los gentiles.
Esta profecía anuncia que la Casa de Israel entra a formar parte de las naciones gentiles, y practicará la misma religión de estos, particularmente aquella de la cual la mayoría de los verdaderos cristianos han sido rescatados.

11:16 Por tanto, dí: “Así ha dicho Elohim, HaShem: Aunque les he arrojado lejos entre las naciones, y les he esparcido por las tierras, con todo eso les seré por un pequeño santuario en las tierras adonde lleguen”.
17 Dí, por tanto: “Así ha dicho Elohim, HaShem: Yo os recogeré de los pueblos, y os congregaré de las tierras en las cuales estáis esparcidos, y os daré la tierra de Israel”.
18 Y volverán allá, y quitarán de ella todas sus idolatrías y todas sus abominaciones.
19 Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne,
20 para que anden en Mis ordenanzas, y guarden Mis decretos y los cumplan, y Me sean por pueblo, y Yo sea a ellos por Elohim.

El mensaje del Eterno a través del Profeta es claro: también en la Diáspora, Él será un santuario para Su pueblo – fue en el exilio que nació la Sinagoga, una alternativa al Templo. Luego, le será restituida la tierra de Israel, que ellos purificarán “para que anden en Mis ordenanzas, y guarden Mis decretos y los cumplan”. Cuando esto sucedió, muchos se sintieron mal, pensando que los Judíos debían antes “convertirse” y “entrar en la gracia” abandonando la Ley, pero el plan del Eterno es diferente, claramente establecido: Él les ha dado la tierra (para que esto ocurriese era necesario primero el arrepentimiento, lo que en los Judíos sucede no según los cánones establecidos por la iglesia, sino según aquellos previstos por Elohim), para que observen la Torah, de modo que puedan seguir siendo Su pueblo. Quien pretende que los Judíos se conviertan a la iglesia quiere que dejen de ser el pueblo elegido!

23:27 Y haré cesar de ti tu lujuria, y tu prostitución de la tierra de Egipto; y no levantarás ya más a ellos tus ojos, ni nunca más te acordarás de Egipto.
31 En el camino de tu hermana anduviste; Yo, pues, pondré su cáliz en tu mano.

Este mensaje se dá en un contexto en el cual se reprocha a Jerusalem el haber seguido los caminos de Samaria, y el exilio es la consecuencia inmediata para ambas.

37:16 «Hijo de hombre, toma ahora un palo, y escribe en él: “Para Judá y para los hijos de Israel sus compañeros”. Toma después otro palo, y escribe en él: “Para Yosef, palo de Efraím y para toda la Casa de Israel sus compañeros”.
17 Júntalos luego el uno con el otro, para que sean uno solo, y serán uno solo en tu mano.
18 Y cuando te pregunten los hijos de tu pueblo, diciendo: “¿No nos enseñarás qué te propones con eso?”
19 diles: Así ha dicho Elohim, Adonay: “He aquí, Yo tomo el palo de Yosef que está en la mano de Efraím, y a las tribus de Israel sus compañeros, y los pondré con el palo de Judá, y los haré un solo palo, y serán uno en Mi mano”.
21 y les dirás: “Así ha dicho Elohim, HaShem: He aquí, Yo tomo a los hijos de Israel de entre las naciones a las cuales fueron, y los recogeré de todas partes, y los traeré a su tierra;
22 y los haré una nación en la tierra, en los montes de Israel, y un rey será a todos ellos por rey; y nunca más serán dos naciones, ni nunca más serán divididos en dos reinos.
23 Ni se contaminarán ya más con sus ídolos, con sus abominaciones y con todas sus rebeliones; y los salvaré de todas sus rebeliones con las cuales pecaron, y los limpiaré; y Me serán por pueblo, y Yo a ellos por Elohim.
24 Mi siervo David será rey sobre ellos, y todos ellos tendrán un solo pastor; y andarán en Mis preceptos, y Mis estatutos guardarán, y los pondrán por obra;
25 habitarán en la tierra que di a Mi siervo Jacob, en la cual habitaron vuestros padres; en ella habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre; y Mi siervo David será príncipe de ellos para siempre.
26 Y haré con ellos pacto de paz, pacto perpetuo será con ellos; y los estableceré y los multiplicaré, y pondré Mi santuario entre ellos para siempre;
27 estará en medio de ellos Mi tabernáculo, y seré a ellos por Elohim y ellos serán Mi pueblo.
28 Y sabrán las naciones que Yo HaShem santifico a Israel, estando Mi santuario en medio de ellos para siempre”».

Este capítulo inicia con la visión de los huesos secos, y concluye con esta visión de la Era Mesiánica. El Profeta dice claramente que la Casa de Israel, las diez Tribus asociadas a Yosef y Efraím, será entonces reunida a la Casa de Judá, que comprende todos los hijos de Israel asociados a ella (o sea, aquellos de todas las Tribus que se identifican como Judíos). Esta reunificación ocurrirá cuando ambas reconocerán un único Rey y Mesías, cosa que todavía no ha sucedido, y que no será posible hasta que no vendrá el Mesías de la Casa de Judá. El objetivo de esta reunificación es claro: caminar según la Torah.
Este es el estado final en el cual el pueblo de Israel se encontrará para siempre. En el capítulo sucesivo, el Profeta anuncia la invasión de las potencias gentiles y la derrota de las mismas. No prevé ningún acuerdo de Israel con algún falso mesías, ni nada que se parezca a lo que los dispensacionalistas predican. Al contrario, después de esta gran derrota de los enemigos, en los últimos nueve capítulos Yehezkel dá una descripción precisa del Templo Mesiánico, con una total restauración de la Torah y de sus instituciones.

En los capítulos 38 y 39, el Profeta anuncia la derrota final de las potencias gentiles que irán contra Israel (profecía cuyo cumplimiento vemos aproximarse en estos tiempos, con las Naciones Unidas que emanan permanentemente inicuas resoluciones contra el Estado Hebraico). Acerca de la identidad de Gog y Magog existen teorías especulativas sin fundamento, argumento interesante para profundizar pero que está fuera del objetivo de este estudio; es sin embargo importante señalar que se trata de una conspiración universal, no de esta o aquella nación. Después de la batalla final, el Profeta habla de la completa restauración de la Casa de Israel y de su retorno...

39:21 Y pondré Mi gloria entre las naciones, y todas las naciones verán Mi juicio que habré hecho, y Mi mano que sobre ellos puse.
22 Y de aquel día en adelante sabrá la Casa de Israel que Yo soy HaShem, su Elohim;
23 Y sabrán las naciones que la Casa de Israel fue llevada cautiva por su pecado, por cuanto se rebelaron contra Mí, y Yo escondí de ellos Mi rostro, y los entregué en manos de sus enemigos, y cayeron todos a espada.
24 Conforme a su impureza y conforme a sus rebeliones hice con ellos, y de ellos escondí Mi rostro.
25 Por tanto, así ha dicho Elohim Adonay: Ahora volveré la cautividad de Jacob, y tendré misericordia de toda la Casa de Israel, y Me mostraré celoso por Mi santo Nombre.
26 Y ellos sentirán su vergüenza, y toda su rebelión con que prevaricaron contra Mí, cuando habiten en su tierra con seguridad, y no haya quien los espante;
27 cuando los saque de entre los pueblos, y los reúna de la tierra de sus enemigos, y sea santificado en ellos ante los ojos de muchas naciones.
28 Y sabrán que Yo soy HaShem, su Elohim, cuando después de haberlos llevado al cautiverio entre las naciones, los reúna sobre su tierra, sin dejar allí a ninguno de ellos;
29 ni esconderé más de ellos Mi rostro; porque habré derramado de Mi Espíritu sobre la Casa de Israel, dice Elohim Adonay.

Esto marca el principio de la Era Mesiánica. Todas las profecías bíblicas coinciden en que en el “tiempo del fin” las naciones serán juzgadas según su comportamiento hacia Israel; lo que implica que todos aquellos que forman parte de este pueblo, ya sea que lo sepan o no. De hecho, recordemos que hay una Casa de Israel que no sabe de ser Israel, y que sigue siendo inconscientemente infiel ‒porque no observa la Torah‒; sin embargo comparte muchos de los sufrimientos del pueblo Judío y muchas veces tienen los mismos enemigos. En esta batalla final, los verdaderos creyentes en Yeshua estarán seguramente de la parte de los Judíos, y esto les separará del resto de los gentiles –este será el paso final para que las “Tribus perdidas” salgan a la luz. Sólo entonces todo Israel vendrá a conocimiento de su Elohim y será completamente restaurado, porque todavía el palo con el nombre de Efraím está separado del palo con el nombre de Judá (ver arriba, 37:16-23), y los hijos rescatados de la Casa de Israel y los Judíos son todavía dos pueblos que no se reconocen entre sí. El Profeta confirma el concepto que no es la Casa de Judá, sino la de Israel que persiste en la infidelidad. “Y de aquel día en adelante sabrá la Casa de Israel que Yo soy HaShem”: El conflicto de identidad de la Casa de Israel impide que esta pueda conocer verdaderamente su Elohim, porque a pesar de haber creído en Su Palabra, no la observa. “Ahora volveré la cautividad de Jacob, y tendré misericordia de toda la Casa de Israel, y Me mostraré celoso por Mi santo Nombre”: esta palabra no concierne al retorno de la Casa de Judá, que es un hecho que se está ya cumpliendo y precede a aquél de la Casa de Israel, sino a esta última, que retornará al Eterno sólo cuando el Mesías establecerá su reino, no antes.
“Porque habré derramado de Mi Espíritu sobre la Casa de Israel, dice Elohim Adonay”: Elohim revela al Profeta Ezequiel lo que ya ha revelado a los Profetas Joel e Isaías (ver comentario a Yo’el 2:27-32 e Isaías 44:3). Los Profetas confirman que el Espíritu de Elohim será derramado sobre la Casa de Israel, no hay alguna promesa similar para los gentiles, es decir, para aquellos gentiles que no son injertados en Israel – no es Israel que debe ser injertado en la iglesia! Todavía, el don profético sigue siendo una promesa exclusiva para la Casa de Israel... Este argumento será profundizado más adelante, en el comentario sobre Hechos 2:17-21.

En la Era Mesiánica estará de nuevo el Templo, el Beyt HaMiqdash, reconstruido en Jerusalem. ¿Para qué?
Antes de tratar estos capítulos, los cuales constituyen un problema imposible de resolver para los secuaces de la teología dispensacionalista, es oportuno preguntarse si Ezequiel era un verdadero Profeta o uno falso, si su profecía es inspirada por Elohim y las revelaciones que él recibió son verdaderas o no, y por último, si lo que él ha profetizado se cumplirá o no: la profecía de Ezequiel forma parte de las Escrituras inspiradas, la Palabra de Elohim, y sin duda, él es un verdadero Profeta y como tal, las revelaciones que ha recibido fueron dadas por el Espíritu del Eterno. El verdadero Profeta se reconoce porque su profecía se cumple puntualmente (Ezequiel 13:6-9, Jeremías 28:9, Deuteronomio 18:19-22), por lo tanto, el Templo del cual habla el Profeta es real, descrito en todos sus particulares, como lo fueron aquellos construidos por el Rey Shlomoh y por Zorobabel, y desempeñará las mismas funciones, las cuales están explicadas a continuación de la descripción arquitectónica.
Como en el primo Templo, existen reglamentos precisos en cuanto a: 1) quienes deben desempeñar las funciones; 2) el objetivo de tales funciones.

1)

43:19 A los kohanim Levitas que son del linaje de Tzadok que se acerquen a Mí, dice Adonay Elohim...
44:15 Mas los kohanim Levitas, hijos de Tzadok, que guardaron el ordenamiento del santuario cuando los hijos de Israel se apartaron de Mí, ellos se acercarán para ministrar ante Mí, y delante de Mí estarán para ofrecerme la grosura y la sangre, dice Adonay Elohim.
44:16 Ellos entrarán en Mi santuario, y se acercarán a Mi mesa para servirme, y guardarán Mis ordenanzas.

El servicio en el Templo será confiado a los descendientes de Aharon de la estirpe de Tzadok, como instituido por el Rey David y realizado por el Rey Shlomo antes de la construcción del primer Templo (1Reyes 1:32-2:35). De hecho, aunque los Judíos hayan perdido gran parte de sus genealogías durante la Diáspora y difícilmente puedan reconocer con certeza a sus progenitores bíblicos, los descendientes de Tzadok son todavía identificados, y están ya listos para iniciar el servicio en el futuro Templo. Esta es una prueba tangible que la profecía de Ezequiel concerniente al Templo será puntualmente cumplida. ¿Y cuáles funciones deberán realizar estos kohanim Levitas en el Templo de la Era Mesiánica?

2)

42:13 Y me dijo: «Las cámaras del norte y las del sur, que están delante del espacio abierto, son cámaras santas en las cuales los kohanim que se acercan a HaShem comerán las santas ofrendas; allí pondrán las ofrendas santas, la ofrenda y la expiación y el sacrifico por el pecado, porque el lugar es santo.
14 Cuando los kohanim entren, no saldrán del lugar santo al atrio exterior, sino que allí dejarán sus vestiduras con que ministran, porque son santas; y se vestirán otros vestidos, y así se acercarán a lo que es del pueblo».

43:18 Y me dijo: «Hijo de hombre, así ha dicho Adonay Elohim: Estas son las ordenanzas del altar el día en que sea hecho, para ofrecer holocausto sobre él y para esparcir sobre él sangre.
19 A los kohanim Levitas que son del linaje de Tzadok, que se acerquen a Mí, dice Adonay Elohim, para ministrar ante Mí, darás un becerro de la vacada para expiación.
20 Y tomarás de su sangre, y pondrás en los cuatro cuernos del altar, y en las cuatro esquinas del descanso, y en el borde alrededor; así lo limpiarás y purificarás.
21 Tomarás luego el becerro de la expiación, y lo quemarás conforme a la ley de la casa, fuera del santuario.
22 Al segundo día ofrecerás un macho cabrío sin defecto, para expiación; y purificarán el altar como lo purificaron con el becerro.
23 Cuando acabes de expiar, ofrecerás un becerro de la vacada sin defecto, y un carnero sin tacha de la manada;
24 y los ofrecerás delante de HaShem; y los kohanim echarán sal sobre ellos, y los ofrecerán en holocausto a HaShem.
25 Por siete días sacrificarán un macho cabrío cada día en expiación; asimismo sacrificarán el becerro de la vacada y un carnero sin tacha del rebaño.
26 Por siete días harán expiación por el altar, y lo limpiarán, y así lo consagrarán.
27 Y acabados estos días, del octavo día en adelante, los kohanim sacrificarán sobre el altar vuestros holocaustos y vuestras ofrendas de paz; y me seréis aceptos, dice Adonay Elohim».

45:15 Y una cordera del rebaño de doscientas, de las engordadas de Israel, para sacrificio, y para holocausto y para ofrendas de paz, para expiación por ellos, dice Adonay Elohim.
16 Todo el pueblo de la tierra estará obligado a dar esta ofrenda para el príncipe de Israel.
17 ...él dispondrá la expiación, la ofrenda, el holocausto y las ofrendas de paz, para hacer expiación por la casa de Israel.
19 Y el kohen tomará de la sangre de la expiación, y pondrá sobre los postes de la casa, y sobre los cuatro ángulos del descanso del altar, y sobre los postes de las puertas del atrio interior.
20 Así harás el séptimo día del mes para los que pecaron por error y por engaño, y harás expiación por la casa.

Estas palabras no necesitan comentario, son suficientemente claras. La función principal de los kohanim desde cuando fue instituido su ministerio es aquella de ofrecer los sacrificios y los holocaustos, y esto es precisamente lo que harán en el Templo de la Era Mesiánica! Esta profecía, que ciertamente se cumplirá porque es Palabra del Eterno, resulta incomprensible y desconcertante para aquellos que sostienen el concepto de “gracia” como substitución definitiva de la “Ley”... Y por consiguiente, también se han imaginado el Reino Mesiánico no según las Escrituras sino según sus propios principios, substituyendo a Israel y sus instituciones con un “gobierno de la iglesia”, del cual la Biblia no dá ni el más mínimo indicio. En mérito a los sacrificios, los interpretan como “simbólicos”, como un “recuerdo”, pero la descripción presentada por el Profeta precisa que no son sólo conmemorativos, sino reales. Para conmemorar sería suficiente una celebración con el pan y el vino...
Es evidente que el Mesías vendrá por la Casa de Judá y para reunir con ella a todo Israel, y restaurar las instituciones que Elohim ha establecido en perpetuo según Su elección.

El culto israelita está reglamentado en base a acontecimientos particulares, en cuyo contexto se desarrollan todas las funciones del Templo: las festividades establecidas por el Eterno.

45:17 Al príncipe corresponderá el dar el holocausto y el sacrificio y la libación en las fiestas solemnes, en las lunas nuevas, en los días de Shabat, y en todas las celebraciones de la Casa de Israel.
21 El mes primero, a los catorce días del mes, tendréis Pesaj, fiesta de siete días; se comerá pan sin levadura.

En la Era Mesiánica no se celebrarán las fiestas “cristianas”, ni el culto dominical, sino las festividades judaicas: los Rosh Hodesh (Novilunios), los Shabat, Pesaj (Pascua hebraica), y todas las otras celebraciones así como han sido establecidas por el Eterno. Evidentemente, Elohim no cambia idea, y confirma que Su Palabra y Sus instituciones son eternas, y en Su plan está la restauración de la obediencia a Su Torah.
¿Cuál será una de las acciones del Mesías? “Al príncipe corresponderá el dar el holocausto y el sacrificio y la libación en las fiestas solemnes, en las lunas nuevas, en los días de Shabat, y en todas las celebraciones de la Casa de Israel”: paradójicamente, a Aquél que se ofreció a sí mismo como holocausto, tocará ocuparse de la puntual observancia de las funciones del Templo y de las celebraciones hebraicas que implican sacrificio!

Hay también reglamentos que conciernen a quien podrá tener acceso al Templo:

44:9 Así ha dicho Adonay Elohim: Ningún gentil, incircunciso de corazón e incircunciso de carne, entrará en Mi santuario, de todos los hijos de extranjeros que están entre los hijos de Israel.
10 Y los Levitas que se apartaron de Mí cuando Israel se alejó de Mí, yéndose tras sus ídolos, llevarán su iniquidad;...
14 les pondré, pues, por guardas encargados de la custodia de la casa, para todo el servicio de ella, y para todo lo que en ella haya de hacerse.
15 Mas los kohanim Levitas, hijos de Tzadok, que guardaron el ordenamiento del santuario cuando los hijos de Israel se apartaron de Mí, ellos se acercarán para ministrar ante Mí, y delante de Mí estarán para ofrecerme la grosura y la sangre, dice Adonay Elohim.
16 Ellos entrarán en Mi santuario, y se acercarán a Mi mesa para servirme, y guardarán Mis ordenanzas.

El Profeta precisa que no basta con ser circunciso “de corazón” para poder entrar en el santuario, sino que es necesario ser también circunciso en la carne. Esto implica que los redimidos entre los gentiles tendrán una parte en el Reino Mesiánico separada y distinta del pueblo de Israel, así como el plan de redención para ellos es diverso de aquél que el Eterno ha designado para los Judíos. También la doctrina de la salvación según la iglesia no coincide con estas revelaciones proféticas, que implican que todos los Israelitas tendrán una parte en el Reino, incluso los desobedientes! De hecho, es propiamente el Eterno que habla diciendo: “los Levitas que se apartaron de Mí cuando Israel se alejó de Mí, yéndose tras sus ídolos, llevarán su iniquidad;... les pondré, pues, por guardas encargados de la custodia de la casa, para todo el servicio de ella, y para todo lo que en ella haya de hacerse” – se entiende que la resurrección de los muertos ha ya ocurrido, porque habla de aquellos Levitas que en el pasado se desviaron; estos incluso tendrán una participación, aunque “humilde”, en el servicio del Templo. De hecho, las Escrituras afirman repetidamente que todo Israel será salvado, es decir, tendrá una participación en el Reino. Cómo esto se verificará, no es deber nuestro determinarlo, pero debemos atenernos a lo que el Eterno ha revelado en Su Palabra.

Por último, el objetivo fundamental del Templo es que en él habita la Shekhinah:

43:2 He aquí, la gloria del Elohim de Israel, que venía del oriente; y su sonido era como el sonido de muchas aguas, y la tierra resplandecía a causa de su gloria.
4 La gloria de HaShem entró en la casa por la vía de la puerta que daba al oriente.
5 Y me alzó el Espíritu y me llevó al atrio interior; y he aquí que la gloria de HaShem llenó la casa.
7 Y medujo: «Hijo de hombre, este es el lugar de Mi trono, el lugar donde posaré las plantas de Mis pies, en el cual habitaré entre los hijos de Israel para siempre.
9 ... y habitaré en medio de ellos para siempre».

El Eterno se identifica como “el Elohim de Israel” y Aquél que habita en medio de este pueblo para siempre. Como en el primer Templo -y a diferencia del segundo-, Su Presencia estará nuevamente en el santuario.
En armonía con todos los otros Profetas, y con todas las Escrituras, Yehezkel confirma la Eternidad del Pacto y de todas las instituciones y celebraciones establecidas en la Torah, que será finalmente observada en el Reino Davídico del Mesías.


Daniel

Daniel, de la Tribu de Judá y de linaje real, fue el primero de los Profetas* que fue deportado a Babilonia, cuando el Rey Nabucodonosor sitió a Jerusalem y efectuó la primera deportación. En su profecía hay un amplio espacio para los gentiles, e incluso contiene un entero capítulo escrito por un gentil, el mismo Rey Nabucodonosor (el capítulo 4). Una particularidad de este libro es que las profecías concernientes a los gentiles están escritas en arameo, mientras que aquellas referidas a Israel están escritas en hebreo.
El libro inicia en hebraico, hasta 2:4 “Entonces hablaron los Caldeos al rey en lengua aramea: «O Rey, para siempre vive; di el sueño a tus siervos, y te mostraremos la interpretación»”. Este verso está mitad en hebreo “Entonces hablaron los Caldeos al rey en lengua aramea”, y luego continúa, como el mismo verso lo dice, en arameo, hasta 8:27 “Y yo Daniel quedé quebrantado, y estuve enfermo algunos días, y cuando convalecí, atendí los negocios del rey; pero estaba espantado a causa de la visión, y no la entendía”. Desde 9:1 hasta el final del libro, está escrito en hebreo.

* Aunque el Libro de Daniel no está en la sección de los Profetas (Nevi'im) sino de los Escritos (Ketuvim) por cuanto no fue un Profeta en el sentido estricto del término, sin embargo, la mayor parte de su libro es de contenido profético.

Las visiones apocalípticas de Daniel han sido siempre objeto de controversias teológicas y especulaciones escatológicas que no son atinentes a este estudio, por lo tanto no haremos un análisis profundo sobre este tema, sino sólo algunos puntos que conciernen al argumento que nos interesa.
Del sueño de Nabucodonosor en el capítulo 2 a las visiones de Daniel en los capítulos 7 y 8, los reinos gentiles son representados por diversas figuras, y a estimativamente pueden ser identificados en diversos periodos históricos, coincidiendo que el primero de estos reinos es Babilonia misma.

7:23 Dijo así: “La cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra, el cual será diferente de todos los otros reinos, y a toda la tierra devorará, trillará y despedazará.
24 Y los diez cuernos significan que de aquel reino se levantarán diez reyes; y tras ellos se levantará otro, el cual será diferente de los primeros, y a tres reyes derribará.
25 Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos designados y la Ley; y serán entregados en su mano hasta tiempo, y tiempos, y medio tiempo.
26 Pero se sentará el Juez, y le quitarán su dominio para que sea destruido y arruinado hasta el fin.
27 y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán”.

Esta cuarta bestia representa al enemigo final del pueblo de Elohim, y es generalmente identificada con el Imperio Romano, del cual todos los imperios mundiales sucesivos son herederos y por consiguiente, esta bestia multiforme representa no sólo a Roma sino también a todos sus sucesores, hasta el último imperio gentil. No es objeto de este estudio detenernos en las características descritas de esta bestia, sino sobre un particular: “pensará en cambiar los tiempos designados y la Ley”. Esto es precisamente lo que el cristianismo heredero de Roma ha hecho, y que ninguno de los reformadores ha corregido: ha reemplazado el Shabat con el día del sol, las celebraciones judaicas con aquellas paganas, el calendario bíblico con el romano (a esto se refiere el término “tiempos designados”, a las celebraciones instituidas según el calendario hebreo).
Hay suficiente evidencia de que los primeros discípulos de Yeshua de Nazaret observaban ya sea el Shabat que las festividades judaicas. ¿Quién ha cambiado estas cosas?
Hasta el tercer siglo de la Era común, los cristianos gentiles observaban el séptimo día de la semana como día de reposo y de culto; sin embargo, la contaminación producida por las costumbres paganas ya estaba actuando y algunos observaban también el día sucesivo, o sea el domingo (como hacen todavía los coptos). A establecer definitivamente la prohibición del Shabat y oficializar el día del sol como aquel que debe ser observado por los cristianos fueron los “padres de la iglesia” en el Concilio de Laodicea (364 e.c.). ¡Qué coincidencia! ¿No es justamente Laodicea el símbolo de la iglesia apóstata? (Apocalipsis 3:14-19). Este concilio estableció que los cristianos deben trabajar el séptimo día, y que reposarse en Shabat era “anatema a Cristo”. El solo hecho de que tal decreto haya sido emanado por el concilio constituye una evidencia de que los cristianos, hasta entonces, observaban el Shabat.
Anteriormente, el emperador Constantino -personaje considerado por los cristianos sinceros como el principal responsable de la paganización del cristianismo- proclamó un edicto prohibiendo el Shabat y ordenando que “en el venerable día del sol los magistrados y la gente residente en las ciudades deben reposarse, y cerrar todos los negocios”. El día del sol, o sea el domingo, era el día principal de culto para casi todos los paganos, y sobre todo en el panteón romano.
Los Romanos odiaban particularmente a los Judíos; por tres veces los Judíos habían osado rebelarse contra el imperio, y esto produjo una particular aversión de la sociedad romana hacia todo lo que fuese hebraico, comenzando por el Shabat y las festividades. El emperador Adriano declaró al judaísmo fuera de la ley, poniendo énfasis en el prohibir el reposo sabático. La misma gente che odiaba a los Judíos por motivo de su fé es aquella que ha establecido los cánones del culto cristiano, y con el fin de evitar cualquier semejanza con el culto de los Judíos, ha reemplazado las observancias bíblicas con las paganas.
Un precedente fue marcado por el antisemita por antonomasia, Antioco Epímanes, que prohibió el Shabat y las festividades hebraicas. Este es el “hombre despreciable” del cual habla el Profeta Daniel en 11:21, un precursor de los emperadores romanos.
A este punto los sostenedores del culto dominical levantarán algunas objeciones citando un verso del Nuevo Testamento que aparentemente legalizaría la posición de ellos, tema que exponemos en el estudio del Nuevo Testamento aquí.
Para concluir con el examen de la frase “pensará en cambiar los tiempos designados y la Ley”, obra de un inicuo, los cristianos deberían preguntarse seriamente quién ha hecho esto, y por qué ellos observan el calendario romano, el día de culto romano y las fiestas romanas...

Pasamos ahora a ocuparnos de lo que Daniel ha profetizado acerca de Israel.

9:20 Aún estaba hablando y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de HaShem, mi Elohim, por el monte santo de mi Elohim.
21 aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gavriel, a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde.
24 Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.
25 Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la palabra para restaurar y edificar a Jerusalem hasta un ungido príncipe [un ungido, un príncipe], habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos.
26 Y después de las sesenta y dos semanas un ungido será despojado, y no tendrá nada; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.
27 Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.

Las 70 semanas son un argumento del cual se habla mucho y sobre el cual se elaboran las teorías más absurdas en modo tal de poder acomodar esta profecía a las ideas de los dispensacionalistas y otros teóricos del cristianismo.
Si el cumplimiento de esta profecía concierne al menos parcialmente a tiempos pasados, se debe partir justamente del momento en que estas 70 semanas deberían comenzar a contarse: “desde la salida de la palabra para restaurar y edificar a Jerusalem” – Esta “palabra” no es una orden (como está mal traducido en algunas versiones) ni tampoco un edicto. Las fechas propuestas por la escatología cristiana no tienen fundamento ninguno, pues toman como base la cronología griega, ignorando el calendario hebreo sobre el cual se fundamentan Daniel y toda la Biblia. En base a estas incomprensibles fechas que no coinciden con eventos históricos que muchos quisieran hacer coincidir, se ha construido una especulación teológica inaceptable. Pero debido a la extensión que merece el desarrollo de esta profecía, la trataremos aparte, en el estudio sobre “Las Setenta Semanas”.

10:5 Y alcé mis ojos y miré, y he aquí un varón vestido de lino, y ceñidos sus lomos de oro de Ufaz.
10:6 Su cuerpo era como de berilo, y su rostro parecía un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como de color de bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud...
10:13 Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Mikhael, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia...
12:1 En aquel tiempo se levantará Mikhael, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo.

En esta visión, ante el Profeta se presenta un hombre que por su aspecto se puede definir como un ángel ‒probablemente el mismo Gabriel que le había revelado las visiones precedentes‒, el cual ha tenido un combate con “el príncipe del reino de Persia”, una entidad espiritual que domina sobre esa nación. Luego fue asistido por Mikhael, “uno de los principales príncipes”, el arcángel (término de origen griego que en hebreo corresponde a “príncipe”), que es “el defensor de los hijos de tu pueblo”. Éstas definiciones nos llevan a una reflexión: todas las naciones, reinos y pueblos están bajo autoridades espirituales (ver Lucas 4:5-6; Efesios 6:12), agentes del enemigo, ángeles “caídos” que combaten contra los mensajeros del Eterno, como en este caso el príncipe espiritual de Persia. También Israel, como todos los pueblos, tiene un príncipe espiritual, pero a diferencia de las naciones gentiles, éste es Mikhael.

12:1 En aquel tiempo se levantará Mikhael, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro.
2 Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua.
3 Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad.

Daniel, en plena armonía con todo el mensaje profético de las Escrituras, anuncia la salvación del pueblo de Israel, después de tiempos de angustia, persecuciones y masacres perpetradas por las naciones gentiles – ningún indicio de la presunta apostasía, como ciertos teólogos deliran, ni tampoco de una tribulación posterior a la resurrección de los muertos, sino precedente. Israel estará junto con todos los gentiles que se despertarán para entrar en su destino final. No existe ningún fundamento escritural para sostener que habrá una resurrección (y consiguiente “rapto” o “arrebatamiento”) precedente a la tribulación del pueblo del Eterno. ¿O los redimidos entre los gentiles no pertenecen al pueblo del Eterno? Aquí “tu pueblo” es identificado con “todos los que serán hallados escritos en el libro”, por lo tanto, si alguno piensa de concluir la propia historia ‒o sea, ser “arrebatado”‒ antes que todo Israel sea salvado, seguramente esta persona no se identifica con aquellos que serán hallados escritos en el libro!
Este pasaje también es uno de los pocos de las Escrituras Hebreas que menciona claramente que hay una resurrección de los muertos y un juicio hacia un destino definitivo. No existen cosas tales como el “gilgul” ni otras aberraciones similares que se desarrollaron en sectores del judaísmo durante la tarda Edad Media y que han alejado a gran parte del judaísmo actual de la verdad revelada en la Torah, los Profetas y los Escritos.


Zekharyah (Zacarías)

Zekharyah era contemporáneo del Profeta Haggai (Hageo), en el periodo en que el retorno de los Judíos de Babilonia a Jerusalem había comenzado y la reconstrucción de la ciudad y del Templo estaba en acto, unos veinte años después del edicto de Ciro.

1:1 En el octavo mes del año segundo de Dareyavesh, vino palabra de al profeta Zekharyah, hijo de Berekyah, hijo de Iddo, diciendo:

Habían transcurrido exactamente dos siglos desde que la Casa de Israel había sido deportada por los Asirios. También después de haber convivido 70 años de exilio con sus hermanos Judíos, no se arrepintieron y no se reunieron con ellos, sino que permanecieron separados hasta nuestros días. Todavía, el recuerdo estaba presente en el corazón de los Profetas Judíos, y Zekharyah habla aún, muy claramente, de estas dos Casas, y profetiza separadamente para una y la otra.

1:19 Y dije al ángel que hablaba conmigo: «¿Qué son estos?» Y me respondió: «Estos son los cuernos que dispersaron a Judá, a Israel y a Jerusalem».
20 HaShem me mostró luego cuatro carpinteros.
21 Y yo dije: «¿Qué vienen éstos a hacer?» Y me respondió, diciendo: «Aquéllos son los cuernos que dispersaron a Judá, tanto que ninguno alzó su cabeza; mas éstos han venido para hacerlos temblar, para derribar los cuernos de las naciones que alzaron el cuerno sobre la tierra de Judá para dispersarla».

El Profeta distingue con precisión tres unidades definidas: Judá, Israel y Jerusalem. La comprensión de la especificidad de cada una de ellas es esencial para entender el Nuevo Testamento y principalmente el ministerio de Yeshua:
1) Judá son los Judíos, el pueblo de la Torah, aquellos que han mantenido la fidelidad al Pacto Sinaítico.
2) Israel son las “Tribus perdidas”, aquellos que Oseas definió como “Lo-Ruhamah” y “Lo-Ammi”, aquél pueblo que se alejó del Pacto en modo irreversible, fue excluido del mismo y está todavía disperso entre los gentiles sin más distinguirse de ellos.
3) Jerusalem, aunque es parte de Judá, representa la unión de todo el pueblo de los elegidos; debe volver a ser el punto de referencia para la Casa de Israel y no sólo para ésta, sino también para todos los gentiles (ver comentario a Isaías 56:3-8). Jerusalem es la ciudad que David fundó para que no fuese sólo de Judá, sino para reunir a ambos pueblos en uno solo.
El Profeta luego sigue enfatizando la importancia particular de la Casa de Judá, y la culpa de las naciones hacia ella.

1:14 Y me dijo el ángel que hablaba conmigo: «Clama diciendo: Así ha dicho Adonay Tzevaot: “Celé con gran celo a Jerusalem y a Tzion;
1:15 Y estoy muy airado contra las naciones que están reposadas; porque cuando Yo estaba enojado un poco, ellos agravaron el mal.
1:16 Por tanto, así ha dicho HaShem: “Yo me he vuelto a Jerusalem con misericordia; en ella será edificada Mi casa”, dice Adonay Tzevaot, “y la plomada será tendida sobre Jerusalem”.
1:17 Clama aún, diciendo: Así dice Adonay Tzevaot: “Aún rebosarán Mis ciudades con la abundancia del bien, y aún consolará HaShem a Tzion, y escogerá todavía a Jerusalem”».
2:7 «Oh, Tzion, la que moras con la hija de Babilonia, escápate!»
2:8 Porque así ha dicho Adonay Tzevaot: «Tras la gloria me enviará Él a las naciones que os despojaron; porque el que os toca, toca a la niña de su ojo».

El Eterno confirma Su elección. Jerusalem, como ya se ha dicho, tiene un valor universal, y reúne la Casa de Israel con la de Judá; Sion en cambio, aunque a veces ambos términos parecen sinónimos, se refiere más específicamente a los Judíos, la Casa de David, como el pueblo que posee el cetro en Jerusalem. De hecho, de Sion el Eterno dice: “tú que moras con la hija de Babilonia”, referencia específica a la Casa de Judá, que fue deportada a Babilonia – como se verá más adelante, la Casa de Israel es mencionada en relación con Asiria, no con Babilonia. Los Judíos llaman “Tzion” a toda su tierra; de aquí el término “sionismo”. Tzion es la Jerusalem judaica.

2:11 «Y se unirán muchas naciones a HaShem en aquel día, y Me serán por pueblo, y moraré en medio de ti; y entonces conocerás que Adonay Tzevaot me ha enviado a ti».
12 Y HaShem poseerá a Judá Su heredad en la tierra santa, y escogerá aún a Jerusalem.

El Profeta extiende la promesa de redención a los gentiles... “muchas naciones se unirán a HaShem y Me serán por pueblo”, lo que Oseas había profetizado sobre la Casa de Israel! (ver comentario a Hoshea 1:10). ¿Quiénes son estas “muchas naciones”? El Profeta lo sugerirá más adelante. No obstante, el Eterno confirma che Su elección cae sobre Casa de Judá.

4:2 Y me dijo: «¿Qué ves?» Y respondí: «He mirado, y he aquí un candelabro todo de oro, con un depósito encima, y sus siete lámparas encima del candelabro, y siete tubos para las lámparas que están encima de él;
3 y junto a él dos olivos, el uno a la derecha del depósito, y el otro a su izquierda».
11 Y le dije: «¿Qué significan estos dos olivos a la derecha del candelabro y a su izquierda?»
12 Hablé aún de nuevo, y le dije: «¿Qué significan las dos ramas de olivo que por medio de dos tubos de oro vierten de sí aceite como oro?»
13 Y me respondió diciendo: «¿No sabes qué es esto?» Y dije: «No, Adonay mío!»
14 Entonces él dijo: «Estos son los dos ungidos que están delante del Elohim de toda la tierra».

Estas palabras contienen un profundo significado. El candelabro de siete brazos, o sea, la “Menorah”, es por excelencia el símbolo del judaísmo. El olivo también representa al pueblo Hebreo, Israel. Aquí el Profeta vé dos de cada uno: dos pueblos, y dos “ungidos”. ¿Por qué dos? En la óptica de las Escrituras Hebraicas, naturalmente se refiere a la Casa de Israel y la Casa de Judá, pero en el Nuevo Testamento encontramos que el candelabro representa también a otra realidad: “El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete asambleas, y los siete candeleros que has visto, son las siete asambleas” (Apocalipsis 1:20) – Por lo tanto, el candelabro representa también a la asamblea de los redimidos por Yeshua. El mismo símbolo que representa a Israel representa también a la asamblea de los discípulos de Yeshua, dos candelabros! Y también hay dos olivos, Israel y Judá – ¿a cuál de éstos dos se refiere Shaul de Tarso en la carta a los Romanos, capítulo 11? “Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo? (Romanos 11:24). Resulta claro que el olivo silvestre se refiere a los gentiles, pero quiénes son aquellos que han sido “cortados del propio olivo” (el buen olivo) siendo “las ramas naturales”? No ciertamente los Judíos, sino la Casa de Israel! De hecho, el apóstol habla justamente de Israel, que a través de la gracia puede entrar de nuevo en el Pacto y reunirse al olivo original, del cual la raíz, el tronco y las ramas no cortadas son los Judíos. Este argumento será profundizado más adelante, cuando trataremos la carta a los Romanos.
El Profeta dice también que estos dos olivos son dos “ungidos”, y también esto está en armonía con el Nuevo Testamento: “Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Señor de toda la tierra” (Apocalipsis 11:4), una referencia a Zekharyah 4:14. Los dos olivos son también dos “ungidos”, que en hebreo se dice: dos “Mesías”! ¿Hay entonces dos Mesías? Ciertamente, el Mesías ben-Yosef, Yeshua de Nazaret, que ha venido para rescatar la Casa de Israel, según su propia declaración “Yo no soy enviado sino a las ovejas perdidas de la Casa de Israel” (Mateo 15:24); y el Mesías ben-David, aquél que vendrá por la Casa de Judá y reunirá finalmente con ella a la Casa de Israel. Dos pueblos, dos Mesías, pero estos dos pueblos son en realidad uno, como los dos Mesías son uno. Elohim es Uno, y ha elegido un pueblo, con el cual ha sellado un Pacto con la promesa de un Mesías; parte de este pueblo se apartó del Pacto y se separó de sus hermanos, así se diversificaron el plan de redención y la misión del Mesías: él debe antes rescatar aquellos que fueron excluidos del Pacto, y esta es la primera parte de su ministerio; luego vendrá a cumplir lo que las Escrituras describen más específicamente como su misión, aquella que concierne a la Casa de Judá, como sigue:

6:12 Y le hablarás, diciendo: Así ha hablado Adonay Tzevaot, diciendo: “He aquí el varón cuyo nombre es el Renuevo, el cual brotará de sus raíces, y edificará el Templo de HaShem;
13 él edificará el Templo de HaShem, y él llevará gloria, y se sentará y dominará en su trono, y habrá kohen a su lado; y consejo de paz habrá entre ambos”.

Este es el Mesías que los Judíos esperan, porque así es como es presentado en las Escrituras. Él “edificará el Templo de HaShem” y “se sentará y dominará en su trono”. Él establecerá el Reino Davídico en Jerusalem y reunirá a todos los redimidos:

8:7 Así ha dicho Adonay Tzevaot: «He aquí, Yo salvo a Mi pueblo de la tierra del oriente, y de la tierra donde se pone el sol;
8 y los traeré, y habitarán en medio de Jerusalem; y Me serán por pueblo, y Yo seré a ellos por Elohim en verdad y en justicia».

El plan de salvación para el pueblo elegido se completa con el retorno a Sion, la Tierra de Israel. En los pasajes sucesivos, el Profeta expone cómo este retorno sucede antes para la Casa de Judá, precedente a la venida del Mesías; él hará luego regresar también la Casa de Israel.

8:13 Y sucederá que como fuisteis maldición entre las naciones, oh Casa de Judá y Casa de Israel, así os salvaré y seréis bendición. No temáis, mas esfuércense vuestras manos».

El Profeta introduce su exposición sobre la promesa de salvación, que comprende ambos pueblos, los Judíos por una parte, y la Casa de Israel por la otra. Sucesivamente, se dedica particularmente a la Casa de Judá:

8:15 Así al contrario he pensado hacer bien a Jerusalem y a la Casa de Judá en estos días; no temáis!
19 «Así ha dicho Adonay Tzevaot: “El ayuno del cuarto mes, el ayuno del quinto, el ayuno del séptimo, y el ayuno del décimo, se convertirán para la Casa de Judá en gozo y alegría, y en festivas solemnidades. Amad, pues, la verdad y la paz”».

La celebración de las solemnidades bíblicas es una característica de la Casa de Judá ‒de hecho, en este pasaje la Casa de Israel no es mencionada‒, y la fidelidad en observarlas será premiada en la Era Mesiánica, cuando los ayunos se transformarán en festividades de júbilo. Evidentemente, las solemnidades que el Eterno ha ordenado en la Torah se celebrarán en perpetuo, como Él mismo ha establecido, y aquellos que las observan en el presente recibirán la recompensa.

8:22 Y vendrán muchos pueblos y fuertes naciones a buscar a Adonay Tzevaot en Jerusalem y a implorar el favor de HaShem».
23 Así ha dicho Adonay Tzevaot: «En aquellos días acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un Judío, diciendo: “Iremos con vosotros, porque hemos oído que Elohim está con vosotros”».

Así como la Shekhinah habitaba en el primer Templo, la Presencia del Eterno estará en Jerusalem en el Reino Mesiánico. Los pueblos irán allá a buscar al Eterno y a “implorar Su favor”. ¿Por qué motivo tendrá que ser así, si la salvación se ha esparcido por toda la tierra, en medio a todos los pueblos, naciones y lenguas? No se podrá buscar Su favor quedándose en casa?... Lo que el Profeta escribe tiene un significado preciso; en las Escrituras hay detalles que no deben ser descuidados o minimizados, por eso es importante reflexionar sobre esta frase: “diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un Judío” – ¿Dónde encontramos en las Escrituras esta misma relación “manto/diez/uno”? En el siguiente pasaje:

1Reyes 11:30 Y tomando Ahiyah la capa nueva que tenía sobre sí, la rompió en doce partes,
31 y dijo a Yarov’am: «Toma para tí diez partes, porque así dijo HaShem, Elohim de Israel: “He aquí que Yo rompo el reino de la mano de Shlomoh, y a ti te daré diez tribus;
32 y él tendrá una tribu por amor a David Mi siervo, y por amor a Jerusalem, ciudad que Yo he elegido de todas las tribus de Israel».

El número de las naciones en las Escrituras es, come ya hemos explicado, el setenta (ver comentario a Yehezkel 8:6-14), así como el doce representa a Israel. Por lo tanto, el diez no es un número que se aplique particularmente a los gentiles, sino que representa a las Tribus de la Casa de Israel, las cuales se encuentran en medio a todas las lenguas y naciones. ¿Quiénes son entonces estos diez hombres? Los redimidos de la Casa de Israel, salvados por gracia, que conocerán entonces su verdadera identidad y deberán finalmente observar la Torah, por eso deberán reconocer al pueblo que ha conservado el Pacto, los Judíos, como a sus maestros.
En el Nuevo Testamento encontramos ejemplos similares: diez vírgenes (Mateo 25:1-13), diez leprosos (Lucas 17:11-19), diez siervos (Lucas 19:12-27). Son diez las vírgenes que esperan al esposo, y son diez las Tribus que esperan la redención; son diez los siervos a los cuales el patrón ha encargado de multiplicar sus bienes, y son diez las Tribus de los hijos de Israel que recibirán potestad de gobernar en el Reino al tiempo de su retorno; son diez los leprosos sanados por Yeshua, y éstos estaban “en el confín entre Samaria y la Galilea de los gentiles”. Estos episodios serán tratados con mayor profundidad en el estudio del Nuevo Testamento, sin embargo, es interesante notar algunos particulares sobre el pasaje de los diez leprosos sanados: estos eran de hecho no Judíos, sino de los pueblos que resultaron de la mixtura entre los descendientes de las diez Tribus y pueblos gentiles (en medio de los cuales Yeshua desempeñó su ministerio), en la condición en que estaban eran literalmente cortados del pueblo, como la Casa de Israel fue cortada del olivo y excluida de las bendiciones reservadas a los Judíos. La sanidad de ellos operada por Yeshua les permitió de ser nuevamente admitidos, y representa la salvación recibida por gracia, sin embargo, Yeshua les ordenó de “presentarse a los kohanim”, ésto significa que la salvación tiene un propósito: hacerles regresar a la observancia de la Torah. Por este motivo, estos diez hombres que habrán entrado en la Era Mesiánica porque salvados a través de Yeshua, deberán cumplir el propósito de su salvación, y volver a observar el Pacto, por eso tomarán del manto a un Judío para que les guíe.

9:1 ...porque a HaShem deben mirar los ojos de los hombres, y de todas las tribus de Israel.

Para confirmar lo que se ha apenas dicho (recordemos que las Escrituras no estaban divididas en capítulos y versículo cuando fueron escritas), el Profeta explica el motivo por el cual estos diez hombres buscarán la guía de un Judío, porque el Eterno “es a Quien deben mirar todos los hombres y todas las Tribus de Israel”.

9:9 Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalem; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.
10 Y de Efraím destruiré los carros, y los caballos de Jerusalem, y los arcos de guerra serán quebrados; y hablará paz a las naciones, y su señorío será de mar a mar, y desde el río hasta los fines de la tierra.
11 Y tú, Israel, por la sangre de tu pacto serás salva; yo he sacado tus presos de la cisterna en que no hay agua.

La referencia a la entrada de Yeshua en Jerusalem es clara. Nótese que aquí no habla más de Judá, sino de Efraím, o sea, de la Casa de Israel. La “hija de Sion” de hecho, quién es sino aquella que fue engendrada de Sion, la asamblea de los redimidos?
Y tú, Israel, por la sangre de tu Pacto serás salva” – La sangre del Pacto de Israel! Por lo tanto, este es el Pacto al cual Yeshua se refiere: “De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: «Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama»” (Lucas 22:20). Este no es el Pacto de Judá, sino de Israel. El Pacto de rescate del cual la Casa de Israel, excluida del Pacto Mosaico, necesita.

9:13 Porque he entesado para Mí a Judá como arco, e hice a Efraím su flecha, y despertaré a tus hijos, oh Sion, contra tus hijos, oh Yavan, y te pondré como espada de valiente.

Los dos pueblos del Eterno combaten juntamente, aunque no se reconocen entre ellos; ambos son hijos de Sion y el arma de Elohim.

10:3 ... Adonay visitará Su rebaño, la Casa de Judá, y los pondrá como su caballo de honor en la guerra.

Sin embargo, el rebaño del Eterno de los Ejércitos es la Casa de Judá; Él combate sus batallas, como nosotros mismos somos testigos desde que el Eterno ha establecido el Estado de Israel – aunque se llama Israel, veremos más adelante cómo el Profeta se refiere a este Estado llamándolo “Judá”.

10:6 Porque Yo fortaleceré la Casa de Judá, y guardaré la Casa de Yosef, y los haré volver; porque de ellos tendré piedad, y serán como si no los hubiera desechado; porque Yo soy HaShem su Elohim, y les oiré.
7 Y será Efraím como valiente, y se alegrará su corazón como a causa del vino; sus hijos también verán, y se alegrarán; su corazón se gozará en Adonay.
8 Yo los llamaré con un silbido, y los reuniré, porque los he redimido; y serán multiplicados tanto como fueron antes.
9 Bien que los esparciré entre los pueblos, aun en lejanos países se acordarán de Mí; y vivirán con sus hijos, y volverán.
10 Porque Yo los traeré de la tierra de Egipto, y los recogeré de Asiria; y los traeré a la tierra de Galaad y del Líbano, y no les bastará.

Es importante notar la precisión con la que el Profeta se expresa: “fortaleceré” la Casa de Judá y “guardaré” la Casa de Yosef – el término fortalecer significa confirmar, consolidar, apoyar a alguien o algo que ya ha sido establecido; los Judíos serán fortalecidos en su fidelidad al Pacto, mientras la Casa de Yosef, o sea de Israel, debe ser guardada, salvada, rescatada, porque se encuentra fuera del Pacto, debe ser reconducida a la condición en la cual los Judíos se encuentran. Entonces serán plenamente restablecidos, y se alegrarán.
“Yo los traeré de la tierra de Egipto, y los recogeré de Asiria”; ya hemos visto en Zacarías 2:7 que los Judíos son identificados con Su pueblo que regresa de Babilonia, mientras aquí nos habla de Egipto y Asiria, y esto no puede referirse a los Judíos ‒los cuales no han sido exiliados en Asiria‒, sino que refiere a la Casa de Israel. En el segundo libro de los Reyes leemos que hubo tres deportaciones efectuadas por los Asirios: las primeras dos por Tiglat-Pileser III y la última por Sargón II; el tiempo transcurrido entre la primera y la última fue de unos veinte años, en los cuales muchos de los Israelitas, viendo aproximarse el fin de su Reino, se refugiaron en Egipto. Por lo tanto, la Casa de Israel se esparció hacia el oriente, aquellos deportados a Asiria, y hacia el occidente, aquellos que huyeron a Egipto. Estos se mezclaron entre los pueblos gentiles, y de ellos se han perdido los rastros, justamente, son las “Tribus perdidas”, aquellas que Yeshua vino a rescatar.

11:10 Tomé luego mi cayado Gracia, y lo quebré, para romper mi pacto que concerté con todos los pueblos.
11 Y fue deshecho en ese día, y así conocieron los pobres del rebaño que miraban a mí, que era palabra de HaShem.
12 Y les dije: «Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata.
13 Y me dijo HaShem: «Échalo al tesoro; ¡hermoso precio con que me han apreciado!» Y tomé las treinta piezas de plata, y las eché en la casa de HaShem al tesoro.
14 Quebré luego el otro cayado, Vínculos, para romper la hermandad entre Judá e Israel.

Estas palabras son profundamente significativas. Treinta siclos de plata es el precio con que Yeshua fue apreciado; leemos como está escrito en el Evangelio: “y les dijo: «¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? » Y ellos le asignaron treinta piezas de plata... Y después de consultar, compraron con ellas el campo del alfarero, para sepultura de los extranjeros... Y tomaron las treinta piezas de plata, precio del apreciado, según precio puesto por los hijos de Israel; y las dieron para el campo del alfarero, como me ordenó Adonay” (Mateo 26:15; 27:7,9,10). Es interesante lo que agrega el evangelista: “según precio puesto por los hijos de Israel”, frase que no se encuentra en el texto original de las Escrituras Hebraicas, sino que probablemente fue añadida para evidenciar que la profecía concierne no a los Judíos, sino a la Casa de Israel.
Después de esta clara referencia a Yeshua, hay una declaración desconcertante: “Quebré luego el otro cayado, Vínculos, para romper la hermandad entre Judá e Israel” – ¿qué puede significar esto? Los hechos históricos demuestran el cumplimiento de esta profecía: después de la controversia que surgió entre los Judíos y los discípulos de Yeshua, no hubo nunca en la historia una separación tan neta y larga cuanto aquella entre Judíos y cristianos! Por lo tanto, ¿qué tiene que ver Israel? ¿Por qué el Profeta dice que este precio pagado por alguien habría roto la hermandad entre Judá e Israel? ¿Quién es entonces, Israel? La conclusión natural es que la Casa de Israel de alguna manera tiene que ver con los discípulos de Yeshua.

12:1 Profecía de la palabra de HaShem, acerca de Israel. HaShem que extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él, ha dicho:
2 «He aquí Yo pongo a Jerusalem por copa que hará temblar a todos los pueblos de alrededor contra Judá, en el sitio contra Jerusalem.
3 Y en aquel día Yo pondré a Jerusalem por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados, bien que todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella».

Profecía sobre el tiempo presente! Jerusalem ha llegado a ser realmente una caja de Pandora para todos los pueblos a su alrededor, piedra pesada para todos, y todos aquellos que se la cargan son malamente desgarrados... justamente esta ciudad es la manzana de la discordia, todas las naciones se ocupan de ella, y quieren mezclarse en sus asuntos, dividirla, internacionalizarla, regalarla a los musulmanes, etc., y no logran jamás concluir nada, al contrario, gobiernos de potencias han caído por causa de pretender de resolver la cosa no según la voluntad de Elohim, que es que esta ciudad sea reconocida como capital de Israel. Muchos han sido malamente heridos por esto, y todos están contra ella – basta considerar las inicuas resoluciones de la ONU y los fracasados absurdos planes de paz!
“Todos los pueblos de alrededor contra Judá”; ciertamente, Judá, nombre con el cual el Profeta justamente define al Estado de Israel, es el principal interesado.

12:4 «En aquél día», dice HaShem, «Yo heriré con pánico a todo caballo, y con locura al jinete; mas sobre la Casa de Judá abriré Mis ojos, y a todo caballo de los pueblos heriré con ceguera.
5 Y los capitanes de Judá dirán en su corazón: “Tienen fuerza los habitantes de Jerusalem en Adonay Tzevaot, su Elohim”.
6 En aquel día pondré a los capitanes de Judá como brasero de fuego entre leña, y como antorcha ardiendo entre gavillas; y consumirán a diestra y a siniestra a todos los pueblos alrededor; y Jerusalem será otra vez habitada en su lugar, en Jerusalem.
7 Y librará las tiendas de Judá primero, para que la gloria de la Casa de David y del habitante de Jerusalem no se engrandezca sobre Judá.
8 En aquél día HaShem defenderá al morador de Jerusalem; el que entre ellos fuere débil, en aquel tiempo será como David; y la Casa de David como Elohim, como el ángel de HaShem delante de ellos.
9 Y en aquél día, Yo destruiré a todas las naciones que vinieren contra Jerusalem».

En el principio del estudio de este libro se ha precisado la especificidad de Jerusalem, la cual aunque pertenece a Judá, representa la unión de todo el pueblo de los elegidos y es la ciudad que David fundó para que no fuese solo de Judá, sino para reunir a ambos pueblos en uno solo. Por este motivo aquí el Profeta aclara que la “Casa de David” no se engrandezca sobre Judá. Elohim confirma que Él combate por los Judíos, por Israel, y los protegerá. No se halla ni el más mínimo indicio para colocar algún presunto “acuerdo” de los Judíos con ningún líder mundial, o sea, el famoso anticristo, como algunos enseñan – definitivamente, quien predica tales teorías, sepa que está enseñando una falsa doctrina.

12:10 «Y derramaré sobre la Casa de David, y sobre los moradores de Jerusalem, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a Mí, a quien traspasaron, y harán llanto sobre él, como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito».

Aquí el Eterno Bendito sea dice: “mirarán a mí, a quien traspasaron” y no hay otra traducción posible:
אלי את אשׁר־דקרו “elay et asher dakaru”, es exactamente “a mí, a quien traspasaron”, y el verbo indica horadar, hacer una herida profunda, atravesar las carnes. Quien dice esto es YHVH!
El Profeta habla del tiempo de la batalla final de las naciones contra Israel, cuando vendrá el Mesías, pero antes de eso, los Judíos lo llorarán como se llora a un hijo único y reconocerán que es el mismo Mesías que había venido a rescatar la Casa de Israel.

14:14 Y Judá también combatirá en Jerusalem. Y serán reunidas las riquezas de todas las naciones de alrededor: oro y plata, y ropas de vestir, en gran abundancia.

El Profeta dá una descripción de la batalla final de “Judá”, o sea, el Estado de Israel, contra todas las naciones que irán a quitarle la ciudad de Jerusalem. Esta es una situación completamente plausible en nuestros días, cuando es imaginable una resolución de las Naciones Unidas contra Israel declarando a Jerusalem parte de otro estado o territorio internacional; en tal caso, el Estado de Israel seguramente se rehusará, y la ONU estará lista para intervenir. Entonces Judá combatirá en Jerusalem, y vencerá.

14:16 Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalem, subirán de año en año para adorar al Rey, a Adonay Tzevaot, y a celebrar la festividad de Sukkot.
17 Y acontecerá que los de las familias de la tierra que no subieren a Jerusalem para adorar al Rey, Adonay Tzevaot, no vendrá sobre ellos lluvia.

Una descripción de la realidad en la Era Mesiánica. Todos los gentiles que habrán entrado, deberán observar las festividades judaicas! Pena la sequía. ¿Cómo harán aquellos que predican que la Torah no debe ser observada, porque es un “viejo pacto” que ha sido reemplazado por uno nuevo? ¡Sufrirán la sed!

14:21 Y toda olla en Jerusalem y Judá será consagrada a Adonay Tzevaot; y todos los que sacrificaren vendrán y tomarán de ellas, y cocerán en ellas; y no habrá en aquel día más cananeo en la casa de Adonay Tzevaot.

¡Y se ofrecerán sacrificios! Por lo tanto, el Templo descrito por el Profeta Ezequiel, con todas sus funciones, está profetizado también por Zacarías. Quiere decir que será verdaderamente así. La Torah será restablecida a nivel universal.


Malakhi (Malaquías)

El Profeta Malakhi, cuyo nombre significa “Mi Ángel”, o “Mi Mensajero”, es probablemente del periodo post-exílico, pero no hay certeza. No nos dice ni siquiera su familia de pertenencia, ni en qué tiempo ha profetizado. Su libro inicia así: “Profecía de la palabra de HaShem contra Israel, por medio de Malaquías”. Es posible que Malakhi no sea su verdadero nombre, sino que él simplemente se identifica como un mensajero del Eterno. En hebreo no existen mayúsculas y minúsculas para distinguir si una palabra es un nombre propio o común, por lo tanto, esta introducción podría muy bien traducirse así:

1:1 Profecía de la palabra de HaShem contra Israel, por medio de Mi mensajero.

De hecho, el mandado del “mensajero” es un elemento distintivo de su profecía.

3:1 «He aquí, Yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a Su Templo HaShem a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene», ha dicho Adonay Tzevaot.
2 ¿Y quién podrá soportar el tiempo de Su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando Él se manifieste? Porque Él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores.
3 y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a HaShem ofrenda en justicia.
4 Y será grata a HaShem la ofrenda de Judá y de Jerusalem, como en los días pasados, y como en los años antiguos.

El anuncio de la venida del mensajero precede a aquella del Mesías, que vendrá a afinar a los “hijos di Levi”, o sea, a los kohanim, aquellos que ofrecen las ofrendas de “Judá y Jerusalem”. El Profeta nos confirma que el oficio levítico estará en plena función en la Era Mesiánica, y que ya sea Judá (los Judíos) que Jerusalem (punto de referencia de todos los elegidos), ofrecerán “como en los días pasados, y como en los años antiguos”.

3:8 «¿Robará el hombre a Elohim? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: “¿En qué Te hemos robado?” En vuestros diezmos y ofrendas.
9 Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, Me habéis robado.
10 Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en Mi casa; y probadme ahora en esto», dice Adonay Tzevaot; «veréis si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde».

Curiosamente, este argumento del cual en el Nuevo Testamento no hay escrita ni siquiera una palabra, es muy querido para tantos cristianos que sostienen que “la Ley es pasada, y no hay más necesidad de observarla porque ahora estamos en la gracia”... Tantos predicadores insisten tenazmente sobre el “deber cristiano” de dar el diezmo, además de las ofrendas. ¿Por qué esta parte de la Torah debe ser observada, mientras todo el resto no? Un misterio al cual deberían responder aquellos que predican estas cosas. En el Nuevo Testamento está escrito: “Porque cualquiera que guardare toda la Ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos” (Yakov 2:10), con mayor razón, ¿para qué sirve observar un solo punto, y transgredir todo el resto?...

4:4 «Acordaos de la Ley de Moisés Mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel.
5 He aquí, yo os envío el Profeta Eliyahu, antes que venga el día de HaShem, día grande y terrible.
6 El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición».

Esta es la conclusión del libro, y de toda la sección de los libros Proféticos, los “Nevi’im”. Una exhortación para todo Israel a observar la Torah. El Profeta revela quién es el mensajero que vendrá antes que el Mesías, el Profeta Eliyahu, un Profeta de la Casa de Israel, y vendrá a “volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres”, o sea, a convertir a su pueblo, la Casa de Israel – recordemos que Eliyahu no ha ministrado nunca en Judá; como Profeta de la Casa de Israel no era su misión hacerlo. Como el Mesías pertenece a Judá, es necesario que Eliyahu venga a preparar a la Casa de Israel para la reunificación de todo el pueblo en la Era Mesiánica.
Eliyahu vendrá “antes que venga el día de HaShem, día grande y terrible”, por lo tanto, el día en el cual será el juicio, la próxima venida del Mesías. Este no ha sido el día en que Yohanan “el bautista” ha desempeñado su ministerio precediendo a Yeshua. Yohanan era un Levita, no pertenecía a la Casa de Israel, y nosotros no creemos en la reencarnación... Sobre él hablaremos en el estudio del Nuevo Testamento.



Resumen de los libros de los Profetas

El mensaje de todos los Profetas está en perfecta armonía, y establece las bases sobre las cuales se funda todo el edificio teológico neo-testamentario. Prescindir de estas bases significa construir sobre la arena.
El Autor de las Escrituras Proféticas es Uno, Elohim, por lo cual todos los Profetas, aún viviendo en realidades diversas el uno del otro, tienen un único pensamiento. Por ejemplo, consideremos Hoshea y Zekharyah, dos Profetas que vivieron en situaciones y momentos diametralmente opuestos:
* En orden cronológico, Oseas es uno de los primeros Profetas escritores, Zacarías es uno de los últimos; hay más de dos siglos de distancia entre uno y otro;
* Oseas pertenecía a la Casa de Israel, Zacarías a la Casa de Judá;
* Oseas desempeñó su ministerio en la propia tierra; Zacarías, en el exilio;
* Cuando Oseas profetizó, tanto Israel como Judá eran Reinos independientes; en tiempos de Zacarías el pueblo de Israel estaba en exilio y no se había arrepentido, mientras que el de Judá estaba regresando a Jerusalem.
Sin embargo, estos Profetas, como todos los otros, tienen una única visión acerca del Pueblo Elegido que se puede sintetizar como sigue:

* Hay dos familias: la Casa de Judá y la Casa de Israel;
* Ambas han recibido una promesa de redención, pero diversificada;
* Judá permanece en el Pacto, mientras Israel ha sido excluida y debe ser rescatada;
* Judá e Israel permanecerán separadas hasta la venida del Mesías de la Casa de Judá, que será quien les reunirá nuevamente en la Era Mesiánica;
* Mientras tanto, Judá no se apartará nunca del Pacto, y triunfará sobre todos sus enemigos en el “tiempo del fin”, que en realidad precede a la Era Mesiánica;
* La Casa de Judá retornará del exilio antes de la venida del Mesías, la Casa de Israel permanecerá dispersa entre los gentiles hasta la Era Mesiánica;
* No habrá ninguna apostasía de los Judíos, ningún acuerdo con algún líder mundial, al contrario, todas las naciones irán a combatir contra Judá por causa de su fidelidad a la Torah – por lo tanto, los Judíos no aceptarán a ningún "anticristo";
* En el Reino Mesiánico la Torah será completamente restaurada, y deberá ser observada no sólo por los Judíos sino también por la Casa de Israel (y los gentiles "injertados" en ella), que ha sido rescatada por medio de la sangre del Nuevo Pacto para que pueda ser plenamente restablecida y capaz de cumplir con lo que hasta aquel momento habrá fallado en cumplir.
* En el Reino Mesiánico el Templo será reconstruido y la Shekhinah habitará en él como en el primer Templo; estarán también los kohanim y los Levitas para desempeñar sus cargos como establecido en la Torah.
* Los gentiles redimidos irán a adorar en Jerusalem, y deberán reconocer la Torah.

Antes de concluir con ésta sección sobre las Escrituras Hebraicas y pasar al Nuevo Testamento, es importante considerar que no sólo en la Torah y en los Profetas se puede encontrar la distinción entre Israel y Judá, sino también en los Escritos, aunque con menos énfasis; por este motivo, no es necesario detenerse sobre estos últimos. No obstante, el Salmo 78 es particularmente explícito en su reproche hacia la Casa de Israel, lo que llevó a la elección de Judá. De este Salmo se puede deducir que la rebelión de la Casa de Israel comenzó en el desierto durante el Éxodo de Egipto, que hayan sido estas Tribus las que se rebelaron mayormente contra Mosheh, mientras Judá se condujo fielmente. Sería oportuno leer todo el Salmo, del cual los pasajes más relevantes para el fin de este estudio son los últimos versos:

Salmo 78:56-60; 67-72

78:56 Mas tentaron y enojaron al Elohim Altísimo, y no guardaron Sus testimonios;
57 Sino que se volvieron, y se rebelaron como sus padres: Volviéronse como arco engañoso.
58 Y enojáronlo con sus altos, y provocáronlo á celo con sus esculturas.
59 Elohim oyólo, y enojóse, y en gran manera aborreció á Israel.
60 Dejó por tanto el tabernáculo de Shiloh, la tienda en que habitó entre los hombres;...
67 Y desechó el tabernáculo de Yosef, y no escogió la tribu de Efraím;
68 sino que escogió la tribu de Judá, el monte de Sión, al cual amó.
69 Y edificó Su santuario a manera de eminencia, como la tierra que cimentó para siempre.
70 Y eligió á David Su siervo, y tomólo de las majadas de las ovejas;
71 de tras las paridas lo trajo, para que apacentase a Yakov Su pueblo, y a Israel Su heredad.
72 Y apacentólos con entereza de su corazón; y pastoreólos con la pericia de sus manos.

Este Salmo recuerda que la morada del Eterno era antes en Shiloh, en la Tribu de Efraím, que había recibido la primogenitura, pero la infidelidad de la Casa de Israel llevó a la elección de Judá y de Sion.



¿Regresaron alguna vez las Tribus Perdidas?

Actualmente dentro del judaísmo (y no sólo dentro del judaísmo) hay quienes niegan la existencia de la Casa de Israel y por ende de las “Diez Tribus Perdidas”. Ellos toman como base para esta posición un pasaje del Libro de Esdras:

Ezra 6:14 Y los ancianos de los Judíos edificaban y prosperaban, conforme a la profecía de Haggeo profeta, y de Zacarías hijo de Iddo. Edificaron pues, y acabaron, por el mandamiento del Elohim de Israel, y por el mandamiento de Ciro, y de Darío, y de Artajerjes rey de Persia.
6:15 Y esta casa fue acabada al tercer día del mes de Adar, que era el sexto año del reinado del rey Darío.
6:16 Y los hijos de Israel, los sacerdotes y los Levitas, y los demás que habían venido de la trasportación, hicieron la dedicación de esta casa de Elohim con gozo.
6:17 Y ofrecieron en la dedicación de esta casa de Elohim cien becerros, doscientos carneros, cuatrocientos corderos; y machos de cabrío en expiación por todo Israel, doce, conforme al número de las tribus de Israel.
6:18 Y pusieron a los sacerdotes en sus clases, y a los Levitas en sus divisiones, sobre la obra de Elohim que está en Jerusalem, conforme a lo escrito en el libro de Moisés.
6:19 Y los de la transmigración hicieron Pesaj a los catorce del mes primero.
6:20 Porque los sacerdotes y los Levitas se habían purificado a una; todos fueron limpios: y sacrificaron la pascua por todos los de la transmigración, y por sus hermanos los sacerdotes, y por sí mismos.
6:21 Y comieron los hijos de Israel que habían vuelto de la transmigración, y todos los que se habían apartado a ellos de la inmundicia de las gentes de la tierra, para buscar a YHVH Elohim de Israel.
6:22 Y celebraron la solemnidad de los panes ázimos siete días con regocijo, por cuanto YHVH los había alegrado, y convertido el corazón del rey de Asiria a ellos, para esforzar sus manos en la obra de la casa de Elohim, del Elohim de Israel.

Aparentemente, aquí Esdras afirmaría que “todo Israel”, las “Doce Tribus” volvieron del exilio.
Las objeciones que presentan son las siguientes:
- Que se usa la expresión “hijos de Israel” y “todo Israel” (6:16,17,21)
- Que nombra a las Doce Tribus (6:17)
- Que menciona al Rey de Asiria, que es quien deportó a las Tribus del Reino de Israel (6:22)
Daremos respuesta a estas objeciones con las Escrituras mismas:
¿Por qué en 6:16,21 y otros pasajes dice “hijos de Israel”? ¿Y por qué se hace expiación por las Doce Tribus? Porque en ese primer retorno de la cautividad se consolidaba la esperanza del regreso de todo Israel, y proféticamente se realiza una conmemoración en nombre de “todo Israel”, de los cuales en ese momento los que volvieron a Jerusalem eran los representantes. Ese grupo de familias que regresaron del exilio lo hizo en nombre de “los de cerca y los de lejos”, como también Daniel en 9:4-20 confiesa en su oración el pecado de todo Israel y no sólo de Judá, como leemos:

Daniel 9:4 Y oré a YHVH mi Elohim, y confesé, y dije: Ahora Señor, Elohim grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos;
9:6 No hemos obedecido a tus siervos los profetas, que en tu Nombre hablaron a nuestros reyes, y a nuestros príncipes, a nuestros padres, y a todo el pueblo de la tierra.
9:7 Tuya es, Señor, la justicia, y nuestra la confusión de rostro, como en el día de hoy a todo hombre de Judá, y a los moradores de Jerusalem, y a todo Israel, a los de cerca y a los de lejos, en todas las tierras a donde los has echado a causa de su rebelión con que contra ti se rebelaron.
9:11 Y todo Israel traspasó tu Ley apartándose para no oir tu voz: por lo cual ha fluído sobre nosotros la maldición, y el juramento que está escrito en la Ley de Moisés, siervo de Elohim; porque contra Él pecamos.
9:15 Ahora pues, Señor Elohim nuestro, que sacaste tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa, y te hiciste nombre cual en este día; hemos pecado, impíamente hemos hecho.
9:20 Aun estaba hablando, y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de YHVH mi Elohim por el monte santo de mi Elohim;

Sabemos que Daniel era de los deportados de Judá por Nabucodonosor, sin embargo él pide perdón a Elohim por los pecados de todos los Israelitas, y lo hace por los de “Judá, Jerusalem y todo Israel”, reconociendo la distinción entre ellos, “los de cerca y los de lejos”, y “en todas las tierras” donde fueron esparcidos porque todo Israel traspasó la Torah, y no obedeció a los profetas que hablaron a los padres y a los reyes y príncipes de “todo el pueblo de Eretz”, que Elohim “sacó de la tierra de Egipto”, y por eso recibieron el castigo anunciado en la Torah de Moisés, que fue dada a todo Israel. Daniel incluye a todos los deportados en su oración, aunque él mismo participó sólo del exilio de Judá y quizás nunca vio a algún descendiente de los exiliados de Israel, que estaban en otras tierras y habían sido deportados 120 años antes que él.
Con este mismo espíritu, los que regresaron con Esdras y Zorobabel celebraron ese retorno en nombre de todos los dispersos, con la esperanza de que Judá e Israel se reunirían otra vez, como ya había sido anunciado por los Profetas (ver Ezequiel 37:16-28).
Lo mismo ocurrió cuando se volvió a establecer el moderno Estado de Israel, se le dió ese nombre con la esperanza de reunir otra vez a todos los Israelitas dispersos – y hay quienes en Israel se dedican activamente a buscar las “Tribus Perdidas” para hacerlas regresar a su tierra.

Si leemos todo el Libro de Esdras, y de Nehemías, encontraremos que sólo los de Judá y Benjamín, y los Levitas, formaron parte de ese “todo Israel” que regresó a Jerusalem, de los cuales se enumeran las listas completas de familias. En el siguiente pasaje, leemos que “todos los hijos de la transmigración” son convocados, bajo pena de perder la heredad y ser declarados anatema en caso de no presentarse, y solamente los hombres de Judá y Benjamín asistieron:

Ezra 10:7 Hicieron pasar pregón por Judá y por Jerusalem a todos los hijos de la transmigración, que se juntasen en Jerusalem:
10:8 Y que el que no viniera dentro de tres días, conforme al acuerdo de los príncipes y de los ancianos, perdiese toda su hacienda, y él fuese apartado de la compañía de los de la transmigración.
10:9 Así todos los hombres de Judá y de Benjamín se reunieron en Jerusalem dentro de tres días, a los veinte del mes, el cual era el mes noveno; y sentóse todo el pueblo en la plaza de la casa de Elohim.

Las expresiones que encontramos en Esdras, Nehemías y Esther son diferentes a todo el resto de los libros de las Escrituras, porque pertenecen al lenguaje post-exílico y establecen la división que actualmente existe entre los Judíos: “Kohanim”, “Levi’im” y “B’ney Yisrael” (6:16). Nada tiene que ver esta nomenclatura con las Tribus de Israel. Por otra parte, los que volvieron del exilio fueron una minoría, pues la gran mayoría de los Judíos prefirieron quedarse en las tierras donde ya se habían establecido (como por ejemplo Mordejai y Esther). Leemos en Esdras y Nehemías cuántos fueron los que regresaron:

Ezra 2:1 Y estos son los hijos de la provincia que subieron de la cautividad, de la transmigración que Nabucodonosor rey de Babilonia hizo traspasar a Babilonia, y que volvieron a Jerusalem y a Judá, cada uno a su ciudad:
2:64 Toda la congregación, unida como un solo hombre, era de cuarenta y dos mil trescientos y sesenta,
2:65 Sin sus siervos y siervas, los cuales eran siete mil trescientos treinta y siete: y tenían doscientos cantores y cantoras.
Nehemiyah 7:66 La congregación toda junta era de cuarenta y dos mil trescientos y sesenta,
7:67 Sin sus siervos y siervas, que eran siete mil trescientos treinta y siete; y entre ellos había doscientos cuarenta y cinco cantores y cantoras.

Incluyendo siervos y cantores, el total es de 49.697 personas. ¿Serían todos los exiliados, de Judá y de Israel, tan poca gente? O serían ya algunos millones? Hubo otros regresos posteriores, pero no fueron mucho más numerosos.

Otra objeción que presentan aquellos que creen que los que volvieron pertenecían a las dos Casas de Israel, es que en el edicto de Ciro no se especifica, sino que invita a todos los del pueblo:

Ezra 1:3 ¿Quién hay entre vosotros de todo su pueblo? Sea Elohim con él, y suba a Jerusalem que está en Judá.

Sin embargo, Jerusalem ya hacía más de tres siglos que no significaba nada para la Casa de Israel, y Ciro no habla de reconstruir Samaria. La Casa de Israel no se identificaba con Jerusalem.

Por último, la mención del “rey de Asiria” en 6:22, no significa que se trate de un rey Asirio. Los reyes heredaban el título del soberano del país conquistado, y así los reyes de Persia a partir de Ciro también se llamaban “rey de Babilonia” y “rey de Asiria”. Por otra parte, está claro quién es este “rey de Asiria” del cual habla Esdras: «YHVH ha convertido el corazón del rey de Asiria a ellos, para esforzar sus manos en la obra de la casa de Elohim, del Elohim de Israel» ¿Hubo algún rey Asirio que se haya convertido y ordenado la reconstrucción del Templo? Evidentemente, este “rey de Asiria” es Ciro de Persia, y no otro.

Por otra parte, hay testimonio suficiente de historiadores (Josefo, Plinio el Viejo, etc.) y de sabios Judíos (Maimónides, Rashi, Rabí Eliezer, Rabí Shimón ben-Yehuda, Rabí Meir Leibush ben-Yehiel Mijal, Rabí Mordejai Eliyahu Shelita, etc.) y de la Mishnah y la Gemarah, que afirman que la Casa de Israel nunca regresó. Más sobre este argumento aquí.