ISRAEL
EL PUEBLO ELEGIDO


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Los Profetas (continuación)

El ministerio de Hoshea se desarrolló en el periodo de “protesta profética” hacia la monarquía, considerada principal responsable de la crisis espiritual que atravesaba el pueblo, ya sea en Israel como en Judá. Su profecía es fundamental para poder entender lo que se refiere a la Casa de Israel en su colocación histórica desde el exilio hasta la Era Mesiánica, periodo en el cual permanece completamente separada de la Casa de Judá. Esta visión es menos enfática en los otros Profetas, que anuncian una reunificación a través del Mesías, a menudo sin distinguir los dos momentos en que el Mesías viene. Sus contemporáneos Yeshayahu (Isaías) y Mikah (Miqueas) anuncian no sólo el exilio de la Casa de Israel sino también la dispersión de la Casa de Judá y el retorno de ambas a Jerusalem, retorno que en realidad ocurre separadamente: el de Judá ya ha sucedido, el de Israel sucederá sólo en la Era Mesiánica.


Tabla cronológica de los Profetas

PROFETAS

 

 

 

REYES de ISRAEL

 

 

 

REYES de JUDÁ


YOEL

 

 

 

Periodo indefinido, podría ser también post-exílico


YONA

 

 

 

YAROV'AM BEN-YO’ASH
(Jeroboam II)

 

 

 

AMATZYAHU


AMOS

 

 

 

YAROV'AM BEN-YO’ASH

 

 

 

UZZIYAH


YESHAYAHU (ISAÍAS)

 

 

 

YAROV'AM BEN-YO’ASH
6 reyes sucesivos, hasta la caída de Samaria y la deportación de Israel

 

 

 

UZZIYAH
YOTAM
ACHAZ
HIZKIYAHU


HOSHEA

 

 

 

YAROV’AM BEN-YO’ASH
6 reyes sucesivos

 

 

 

UZZIYAH
YOTAM
ACHAZ
HIZKIYAHU


MIKAH

 

 

 

YAROV’AM BEN-YO’ASH
6 reyes sucesivos, hasta la caída de Samaria y la deportación de Israel

 

 

 

YOTAM
ACHAZ
HIZKIYAHU


NAHUM

 

 

 

Casa de Israel en exilio

 

 

 

 


TZEFANYAH (SOFONÍAS)

 

 

 

Casa de Israel en exilio

 

 

 

YOSHIYAHU
(Josías)


YIRMEYAHU (JEREMÍAS)

 

 

 

Casa de Israel en exilio

 

 

 

YOSHIYAHU
YEHOYAKIM
YEHOYAKIN
TZIDKIYAHU
hasta la caída de Jerusalem


HAVAKUK

 

 

 

Casa de Israel en exilio

 

 

 

Casa de Judá en exilio


DANIEL

 

 

 

Casa de Israel en exilio

 

 

 

Casa de Judá en exilio


YEHEZKEL (EZEQUIEL)

 

 

 

Casa de Israel en exilio

 

 

 

Casa de Judá en exilio


OVADIYAH (ABDÍAS)

 

 

 

Casa de Israel en exilio

 

 

 

Casa de Judá de retorno del exilio


HAGGAI (HAGGEO)

 

 

 

Casa de Israel en exilio

 

 

 

Casa de Judá de retorno del exilio


ZEKHARYAH (ZACARÍAS)

 

 

 

Casa de Israel en exilio

 

 

 

Casa de Judá de retorno del exilio


MALAKHI (MALAQUÍAS)

 

 

 

Casa de Israel en exilio

 

 

 

Casa de Judá de retorno del exilio



Los Profetas anuncian la restauración de la Casa de Judá, una plena posesión de la Tierra de Israel, la reconstrucción del Templo, el Reino Mesiánico establecido en Jerusalem sobre todas las naciones. No prevén una futura apostasía, ni un acuerdo con un falso mesías, como pretende la teología de la substitución. Al contrario, los Profetas enfatizan que Judá no se alejará nunca más de la Torah.
Los Profetas anuncian la salvación de la Casa de Israel, su retorno a Sion, no se menciona más a Samaria, que representa su separación del Pacto. Anuncian también el castigo de los reinos gentiles, y la salvación de las naciones a través de Israel disperso en medio a los pueblos. No hay ningún pacto del Eterno con los gentiles, sólo Su Pacto con Israel. Por lo tanto, la salvación de los gentiles no se produce por medio de un pacto separado; el Nuevo Pacto es “con la Casa de Israel y con la Casa de Judá” (Jeremías 31:31), en el cual los gentiles son invitados a entrar.


Yo’el (Joel)

El Profeta Yo’el enfatiza acerca de la restauración de Judá y el castigo de los gentiles que han dispersado a Su pueblo. No hace referencia específica a la Casa de Israel, sino a Israel como pueblo.

2:27 Y conoceréis que en medio de Israel estoy Yo, y que Yo soy HaShem, vuestro Elohim, y no hay otro: y Mi pueblo nunca jamás será avergonzado.
28 Y será que después de esto, derramaré Mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones.
29 Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré Mi Espíritu en aquellos días.
30 Y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo.
31 El sol se tornará en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de HaShem.
32 Y será que todo aquel que invocare el nombre de HaShem será salvo: porque en el monte de Sion y en Jerusalem habrá salvación, como HaShem ha dicho, y en los que quedaren, a los cuales HaShem habrá llamado.

Esta visión concierne principalmente a los últimos tiempos. Anuncia un avivamiento espiritual de Israel ‒no la apostasía, no un pacto con un falso mesías‒, “antes de que venga el grande y terrible día de HaShem”, el día en que las naciones, y no Israel, serán juzgadas. Esta profecía es citada en Hechos 2:17-21, que interpreta el principio de su cumplimiento en el día de Shavu’ot, en medio de un auditorio compuesto completamente por Israelitas. Este argumento será tratado más específicamente a continuación, en el estudio sobre el Nuevo Testamento. Ver también Isaías 44:3 y Ezequiel 39:21-29.

3:1 Porque he aquí que en aquellos días, y en aquel tiempo en que haré tornar la cautividad de Judá y de Jerusalem, 2 Yo reuniré a todas las naciones, y las haré descender al valle de Yehoshafat, y allí entraré en juicio con ellos á causa de Mi pueblo, y de Israel Mi heredad, a quien ellas esparcieron entre las naciones, y repartieron Mi tierra. ...
6 Y vendisteis los hijos de Judá y los hijos de Jerusalem a los hijos de Javán, para alejarlos de su tierra.
7 He aquí los levantaré Yo del lugar donde los vendisteis, y volveré vuestra paga sobre vuestra cabeza.
8 Y venderé vuestros hijos y vuestras hijas en la mano de los hijos de Judá, y ellos los venderán á los Sabeos, nación apartada; porque HaShem ha hablado.

El Profeta habla aquí exclusivamente de la Casa de Judá y del juicio de los gentiles que la han dispersado. Habla específicamente de los “hijos de Yavan”, o sea, Griegos y Romanos. La Casa de Israel no fue deportada por los Greco-Romanos, sino por los Asirios. No se refiere tampoco al exilio en Babilonia, del cual los Judíos retornaron, sino de una futura diáspora de la Casa de Judá causada por los hijos de Yavan. Esta diáspora sucedió después de la venida de Yeshua; sin embargo, Yo’el non hace mención del Mesías en esta fase. En la visión profética, el Mesías de la Casa de Judá vendrá sólo al final de los tiempos, después que habrá reconducido a los Judíos a su tierra, para juzgar a las naciones y para establecer Su Reino en Jerusalem sobre todos los pueblos.

3:16 HaShem bramará desde Sion, y dará su voz desde Jerusalem, y temblarán los cielos y la tierra: mas HaShem será la esperanza de Su pueblo, y la fortaleza de los hijos de Israel.
17 «Y conoceréis que Yo soy HaShem, vuestro Elohim; que habito en Sion, monte de Mi santidad: y será Jerusalem santa, y extraños no pasarán más por ella.
18 Y será en aquel tiempo, que los montes destilarán mosto, y los collados fluirán leche, y por todos los arroyos de Judá correrán aguas: y saldrá una fuente de la casa de HaShem, y regará el valle de Sittim.
19 Egipto será destruído, y Edom será vuelto en asolado desierto, por la injuria hecha á los hijos de Judá: porque derramaron en su tierra la sangre inocente.
20 Mas Judá para siempre será habitada, y Jerusalem por generación y generación.
21 Y limpiaré la sangre de los que no había limpiado»; y HaShem morará en Sion

Probablemente Yo’el era un Profeta post-exílico, porque no tiene en cuenta el retorno de la Casa de Israel, sino solo de Judá y Jerusalem. Las naciones serán castigadas por cómo han tratado a los Judíos. Es probable que a causa de la impenitencia de la Casa de Israel, el Profeta considere sólo a los Judíos como los legítimos “hijos de Israel” en cuanto han mantenido el Pacto, y vea el rescate de la Casa de Israel sólo en la posibilidad de que esta vuelva a reconocer a Jerusalem, donde HaShem ha establecido Su habitación.


Amós

Amós enfatiza más bien la injusticia social en el Reino de Israel y anuncia su fin y el exilio de la población. No menciona específicamente a Judá, de donde él mismo proviene.

5:27 Y os haré trasportar más allá de Damasco, ha dicho HaShem, cuyo Nombre es Adonay Tzevaot.

El exilio “más allá de Damasco” se refiere a Asiria.

7:8 HaShem entonces me dijo: «¿Qué ves, Amós?» Y dije: «Una plomada de albañil». Y HaShem dijo: «He aquí, Yo pongo plomada de albañil en medio de mi pueblo Israel: No le toleraré más;
9 Y los altares de Yitzhak serán destruidos, y los santuarios de Israel serán asolados; y Me levantaré con espada sobre la casa de Yarov’am».

En esta profecía Amós vé que el castigo de la Casa de Israel es inevitable; y confirma las palabras de Hoshea contra la casa real. Yarov’am en este caso es el rey de Israel perteneciente a la dinastía de Yehu; sin embargo, la “Casa de Yarov’am” podría también aludir al origen mismo del Reino de Israel, fundado por Yarov’am ben-Nevat.

7:12 Y Amatzyah dijo á Amós: «Vidente, vete, y huye á tierra de Judá, y come allá tu pan, y profetiza allí;
13 y no profetices más en Beth-El, porque es santuario del rey, y capital del reino».
14 Entonces respondió Amós, y dijo á Amatzyah: «No soy profeta, ni soy hijo de profeta, sino que soy boyero, y recojo higos silvestres.
15 HaShem me tomó de tras el ganado, y me dijo HaShem: “Ve, y profetiza a Mi pueblo Israel”.
16 Ahora pues, oye palabra de HaShem. – Tú dices: “No profetices contra Israel, ni hables contra la casa de Yitzhak!”
17 Por tanto, así ha dicho HaShem: “Tu mujer se prostituirá en la ciudad, y tus hijos y tus hijas caerán a espada, y tu tierra será repartida por suertes; y tú morirás en tierra inmunda, é Israel será llevado cautivo lejos de su tierra”».

La separación entre Israel y Judá se manifiesta claramente en esta confrontación entre Amós y la autoridad espiritual de Israel, Amatzyah. Una característica de la Casa de Israel es su rechazo a reconocer la unción profética de Judá.

8:9 «Acontecerá en aquel día», dice HaShem Elohim, «que haré se ponga el sol al mediodía, y la tierra cubriré de tinieblas en el día claro.
10 Y tornaré vuestras fiestas en lloro, y todos vuestros cantares en lamentaciones; y haré poner cilicio sobre todo lomo, y que se rape toda cabeza; y la volveré como en llanto de unigénito, y su postrimería como día amargo.
11 He aquí vienen días», dice HaShem, Elohim, «en los cuales enviaré hambre á la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oir palabra de HaShem.
12 E irán errantes de mar a mar: desde el norte hasta el oriente discurrirán buscando palabra de HaShem, y no la hallarán».

Esta profecía encuentra su cumplimiento en el día que es el más significativo para la iglesia, “cuando era como la hora de sexta, fueron hechas tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora de nona, y el sol se obscureció” (Lucas 23:44-45) – la hora sexta es el mediodía. Entonces ocurrió la muerte del hijo único, después, la Casa de Israel irá vagando de un mar al otro, de norte a sur, buscando el conocimiento del Eterno. ¿Por qué una tal profecía no ha sido nunca dirigida a la Casa de Judá?

9:7 «Hijos de Israel, ¿no me sois vosotros como hijos de Etíopes?» dice HaShem. «¿no hice Yo subir a Israel de la tierra de Egipto, y a los Filisteos de Kaftor, y de Chîr a los Arameos?
8 He aquí los ojos de HaShem, de Elohim, están contra el reino pecador, y Yo lo asolaré de la faz de la tierra: mas no destruiré del todo la casa de Yakov», dice HaShem.
9 «Porque he aquí Yo mandaré, y haré que la Casa de Israel sea zarandeada entre todas las naciones, como se zarandea el grano en una criba, y no cae un granito en la tierra».

La Casa de Israel es tratada como cualquier pueblo gentil, y será dispersa entre los gentiles. Sin embargo, hay un plan de salvación para ellos cuando serán como los gentiles!

9:11 «En aquel día Yo levantaré el tabernáculo caído de David, y cerraré sus portillos y levantaré sus ruinas, y lo edificaré como en el tiempo pasado;
12 para que aquellos sobre los cuales es llamado Mi Nombre, posean el resto de Edom, y a todas las naciones», dice HaShem que hace esto. ...
15 «Pues los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que Yo les dí», dice HaShem, tu Elohim.

Esta profecía se refiere a la Era Mesiánica, cuando la “tienda de David” será restaurada, con la reunión de todo el pueblo de Elohim, Judá e Israel. Estas palabras son citadas en Hechos 15:15-18 para explicar el hecho que el Nombre del Eterno es invocado por los gentiles, aunque el texto tomado en consideración en el Nuevo Testamento es aquél de la Septuaginta y no cita exactamente lo que ha dicho aquí el Profeta, que es “aquellos sobre los cuales es llamado Mi Nombre posean el resto de Edom, y á todas las naciones” sino que en Hechos dice “Para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los gentiles, sobre los cuales es llamado Mi Nombre, dice el Señor, que hace todas estas cosas”. Es posible que los traductores griegos hayan interpretado “adam” (hombre) en lugar de “Edom”, visto que ambas palabras se escriben casi de la misma manera en hebreo, aunque en Edom hay una letra más, una vav que en adam no está y que difícilmente puede ser pasada por alto y confundir ambos términos. El motivo por el cual en el texto del Nuevo Testamento no se menciona a Edom puede ser también porque en el judaísmo Edom representa a Roma. El texto original, que es el hebreo en que Amós ha escrito, dá la idea que es a causa de Israel que Su Nombre será invocado por los gentiles, porque ha sido dado a Israel de poseer las naciones sobre las cuales Su Nombre será buscado, este acto de posesión es en realidad la autoridad espiritual de Israel en medio de los gentiles, autoridad que se ha atribuido la iglesia.


Yeshayahu (Isaías)

La visión profética de Yeshayahu es muy amplia y de marcado carácter mesiánico; en este aspecto, no siempre es posible distinguir la Casa de Judá y la Casa de Israel, porque este Profeta anuncia la restauración de ambas y en la Era Mesiánica estarán ya reunidas en un único pueblo. Es el Profeta que más menciona la redención de los gentiles. Yeshayahu era contemporáneo de Hoshea, Mikah y Amós, por lo tanto ha visto la destrucción del Reino de Israel y la consecuente deportación de sus habitantes. Prevé que también el Reino de Judá caerá por los mismos pecados de Israel y será mandado en exilio, y en su visión de redención de todos los exiliados no resulta siempre claro que el retorno de la Casa de Judá y el de la Casa de Israel se cumplirán en tiempos distintos, como también el Mesías vendrá para una y para la otra en tiempos diferentes. También los cristianos admiten que las profecías mesiánicas no hacen explícita referencia a dos venidas del Mesías y que aquellas concernientes a Su Reino deben todavía cumplirse.

1:26 Restauraré tus jueces como al principio, y tus consejeros como eran antes; entonces te llamarán Ciudad de justicia, Ciudad fiel.
27 Sion con juicio será rescatada, y los convertidos de ella con justicia.

La salvación de Sion pasa a través de la justicia, el restablecimiento de la Torah, que al principio era administrada por los jueces, de los cuales el primero fue Mosheh. La redención de Sion, o sea de la Casa de Judá, o sea de los Judíos, no depende de sacrificios, sino de la observancia de la Torah. Todos los Profetas coinciden que en la Era Mesiánica habrá una restauración completa de la Torah, no está prevista una abolición!

2:3 Y vendrán muchos pueblos, y dirán: «Venid, y subamos al monte de HaShem, a la casa del Elohim de Yakov; y nos enseñará en Sus caminos, y caminaremos por Sus sendas». Porque de Sion saldrá la Torah, y de Jerusalem la Palabra de HaShem.

Las mismas palabras están escritas también en Mikah 4:1. En la visión de la Era Mesiánica, los Profetas anuncian la salvación de los gentiles que, sin embargo, irán a Jerusalem a aprender la Torah. Esto es confirmado por todos los Profetas, como se verá en el curso de este estudio, que la Torah será para todas las naciones, y no el contrario como los dispensacionalistas pretenden, que sea abolida y que también los Judíos deban abandonarla. Aquellos de entre estos que lograrán entrar en el Reino Mesiánico, en qué embarazo se encontrarán cuando entenderán que deberán observar la Torah, el Shabat, y que además deberán dirigirse a un rabino para aprender la Palabra del Eterno!

7:2 Y vino la nueva a la casa de David, diciendo: «Siria se ha confederado con Efraím». Y estremecióse el corazón de Achâz, y el corazón de su pueblo, como se estremecen los árboles del monte a causa del viento.
5 Por haber acordado maligno consejo contra ti el Sirio, con Efraím y con el hijo de Remalyahu, diciendo:
6 «Vamos contra Judá...».
7 Así dice HaShem Elohim: «No subsistirá, ni será.
8 ... y dentro de sesenta y cinco años Efraím será quebrantado hasta dejar de ser pueblo», ...
17 HaShem hará venir sobre ti, y sobre tu pueblo, y sobre la casa de tu padre, días cuales nunca vinieron desde el día que Efraím se apartó de Judá, es a saber, al rey de Asiria.

El anuncio de la caída del Reino de Israel, aquí denominado Efraím, que no será más un pueblo. Esto significa, no será más identificable como tal – mezclado con los gentiles. Es considerado come Siria, una nación gentil, un enemigo de Judá.

8:13 Santificad á Adonay Tzevaot! sea Él vuestro temor, y Él sea vuestro miedo!
14 Entonces Él será por santuario; mas á las dos Casas de Israel por piedra para tropezar, y por tropezadero para caer, y por lazo y por red al morador de Jerusalem.

Este texto reafirma el concepto que el pueblo de Israel consiste en dos Casas, cuyo nexo es Jerusalem, que ocupa una posición particular en la profecía: aunque perteneciente a la Casa de Judá, representa la unidad de todo Israel y el punto de referencia para todos los pueblos gentiles.

8:23 (9:1) Aunque no será esta oscuridad tal como la aflicción que le vino en el pasado a la tierra de Zabulón, y a la tierra de Neftalí; por la vía de la mar, de aquel lado del Yarden, Galilea de los Gentiles.
9:2 El pueblo que andaba en tinieblas vió gran luz: los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.
9:3 Multiplicaste el pueblo, y aumentaste la alegría. Se alegrarán delante de Ti como se alegran en la siega, como se gozan cuando reparten despojos.
9:6 Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado; y el principado sobre su hombro: y llamaráse su nombre Admirable, Consejero, Elohim fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz,
9:7 Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán término, sobre el trono de David, y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora para siempre. El celo de Adonay Tzevaot hará esto.

La promesa de la venida de este Redentor, que pertenece a la Casa de David, está claramente dirigida a la Casa de Israel! Esta palabra de hecho se encuentra en el contexto en que se reprocha a Israel por su alianza con los gentiles contra Judá, enfatizando que la redención para la Casa de Israel proviene de la Casa de David, de Judá – También Yeshua reafirma esta verdad, cuando declara a una Samaritana, por lo tanto, una persona de la Casa de Israel, que “la salvación viene de los Judíos” (Yohanan 4:22).
En Mateo 4:15-16 se cita este texto confirmando que la misión de Yeshua era dedicada a aquellas Tribus que habían perdido la luz de la Torah, que pasaron a ser como los gentiles, la Casa de Israel. Es significativo que Yeshua desempeñó su ministerio no en Judea, sino en Galilea, y siguiendo la línea de los Profetas de Israel, cumplió milagros en aquella tierra, pero no en Judá, como tampoco los Profetas de Judá habían hecho milagros. Estos de hecho servían a Profetas come Eliyahu y Elisha (Elías y Eliseo) para demostrar al pueblo Quién es el verdadero Elohim, como es necesario demostrarlo también a los gentiles. Los Judíos no tienen dudas acerca de esto. Este argumento será profundizado más adelante, en el estudio sobre el Nuevo Testamento.

9:20 Menasheh devora á Efraím, y Efraím á Menasheh, y entrambos contra Judá. Ni con todo esto ha cesado su furor, antes todavía extendida su mano.

El pueblo de la Casa de Israel está dividido; en el exilio no se reconocen más e incluso luchan entre sí, sin embargo, permanece en ellos la hostilidad hacia Judá – comparable a la perpetua hostilidad de los gentiles hacia los Judíos.

11:10 Y acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Yishai, la cual estará puesta por estandarte a los pueblos, será buscada por las naciones; y su casa será gloriosa.
11 Asimismo acontecerá en aquel tiempo, que HaShem talzará otra vez Su mano para recobrar el remanente de Su pueblo que aún quede en Asiria, y en Egipto, y en Patros, y en Etiopía, y en Persia, y en Caldea, y en Hamath, y en las Islas del mar.
12 Y levantará estandarte a las naciones, y juntará los desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro cantones de la tierra.
13 Y se disipará la envidia de Efraím, y los enemigos de Judá serán talados. Efraím no tendrá envidia de Judá, ni Judá afligirá a Efraím.

Esta palabra es pronunciada en un contexto concerniente a la Era Mesiánica. Las naciones gentiles forman parte de la escena general, pero los protagonistas absolutos son los exiliados de Israel y los dispersos de Judá. Se note la diferencia: el remanente de Israel son “exiliados” y deben ser “rescatados”, los de Judá son solamente “dispersos” que deben ser “reunidos”. El remanente de Israel es claramente definido como el pueblo “que quedó en Asiria y en Egipto”, donde efectivamente la Casa de Israel se encontraba en el periodo sucesivo al fin del Reino de Israel: cuando comenzaron las deportaciones a Asiria y la caída de Samaria era inminente, muchos se refugiaron en Egipto, donde fundaron colonias y luego se esparcieron por toda África, principalmente en Nubia (Patros) y Etiopia, y hacia el occidente. Aquellos que fueron deportados por los Asirios en cambio, poblaron Asia siguiendo la vía del oriente. Estos son aún hoy aquél pueblo llamado “las Tribus perdidas de Israel”. La ausencia de mención de Babilonia como tierra de exilio demuestra que el remanente de Israel no incluye los Judíos.
“Y se disipará la envidia de Efraím” – cuando las dos Casas serán reunidas, cosa que no ha sucedido aún porque esto ocurrirá al principio de la Era Mesiánica. ¿Quién es celoso de Judá? ¿Quién siente envidia por los Judíos? ¿No son quizás aquellos que hoy son gentiles? Evidentemente, la unidad de los Judíos y la solidaridad hacia el propio pueblo es una de sus principales virtudes que a menudo causa la envidia de los demás, al punto de llegar a ser incluso un motivo de acusación contra ellos! Se los culpa de ser “lobbystas”, de ayudarse entre ellos a desventaja de los otros, etc. Ciertamente, no se puede decir que aquél Efraím que envidia a Judá es hoy una parte de los Judíos, ni tampoco se puede aseverar quiénes de los Judíos pertenece a la Tribu de Efraím. ¿Quién es entonces Efraím?... ¿Cuál pueblo comparte con los Judíos el mismo fundamento, las Escrituras, y como el antiguo Reino de Israel tiene una relación de amor/odio, rivalidad/envidia hacia los Judíos que perdura desde hace siglos? Hay sólo una respuesta: los cristianos. Este comportamiento, que muchas veces se ha transformado en verdadera persecución, ha provocado en los Judíos la desconfianza y la hostilidad, y ha aumentado la distancia entre los dos pueblos. En la Era Mesiánica, cuando “los enemigos de Judá serán talados; Efraím no tendrá envidia contra Judá, ni Judá afligirá á Efraím” – son los enemigos de los Judíos que serán aniquilados (no los enemigos de la iglesia), entonces esa parte de los cristianos que ama a los Judíos será rescatada, y es entre estos “gentiles” que se encuentra Efraím. De otra manera, ¿dónde puede estar escondida la Casa de Israel? Por lo tanto, cesará finalmente el enfrentamiento entre los Judíos y aquellos de de Israel que junto a los gentiles redimidos forman parte de la Asamblea; ¡Baruj HaShem!

27:6 Días vendrán cuando Jacob echará raíces, florecerá y echará renuevos Israel, y la faz del mundo se henchirá de fruto. ...
12 Y acontecerá en aquel día, que herirá HaShem desde el álveo del río Eufrates hasta el torrente de Egipto, y vosotros, hijos de Israel, seréis reunidos uno a uno.
13 Acontecerá también en aquel día, que se tañerá con gran trompeta, y vendrán los que habían sido esparcidos en la tierra de Asiria, y los que habían sido sido desterrados a Egipto, y adorarán a HaShem, en el monte santo, en Jerusalem.

También esta palabra concierne a la Casa de Israel, aquellos que han cubierto la faz de la tierra partiendo desde Asiria y de Egipto.

28:9 «¿A quién se enseñará ciencia, ó á quién se hará entender doctrina? ¿A los destetados? ¿a los arrancados de los pechos?
10 Porque mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá»
11 Porque en lengua de tartamudos, y en extraña lengua hablará a este pueblo.

El capítulo 28 es una profecía contra Efraím, o sea la Casa de Israel. Porque no han oído la Palabra del Eterno y no han observado Sus preceptos cuando estaban aún en su tierra, serán dispersados, y cuando serán gentiles y hablarán otras lenguas (porque habrán olvidado la propia), el Eterno les hablará de nuevo. El mensaje de Yeshua ha alcanzado toda la tierra, en todas las lenguas, y millones lo han oído.
Esta profecía no está dirigida a los Judíos, no sólo porque en el contexto del capítulo 28 está dirigida específicamente a Efraím, sino también porque los Judíos han siempre leído y oído la Palabra en hebraico, no en lenguas extranjeras. Aunque durante siglos el hebreo no fue la lengua de uso corriente, en las sinagogas la Torah ha sido siempre leída rigurosamente en hebreo. Si el Eterno hubiese decidido hablar a los Judíos en otras lenguas, seguramente ya se habrían convertido (si es que debieran convertirse). Pero Yeshua mismo dijo “id más bien a las ovejas perdidas de la Casa de Israel” (Mateo 10:6) y declaró “Yo no he sido mandado sino a las ovejas perdidas de la Casa de Israel” (Mateo 15:24). Cuando él dijo estas cosas, no mandó a sus discípulos a Judea, ni tampoco desempeñó su ministerio entre los Judíos. ¿Quiénes son las “ovejas perdidas” de la Casa de Israel? Ciertamente, esta definición no se puede aplicar a los Judíos.

43:1 Ahora, así dice HaShem, tu Creador, oh Yakov, tu Hacedor, oh Israel! porque Yo te redimí; te puse nombre, Mío eres tú!
3 porque Yo soy HaShem, tu Elohim, el Santo de Israel, tu Salvador: a Egipto he dado por tu rescate, a Etiopía y a Seba por ti.
4 Porque en Mis ojos fuiste de grande estima, fuiste honorable, y Yo te amé: daré pues hombres por ti, y naciones por tu alma.
5 No temas, porque Yo soy contigo; del oriente traeré tu generación, y del occidente te recogeré.
6 Diré al aquilón: «Da acá!» y al mediodía: «No detengas»; trae de lejos mis hijos, y mis hijas de los términos de la tierra,
7 Todos los llamados de Mi Nombre; para gloria Mía los he creado, los formé y los hice.

Indudablemente, Elohim ha dado precedencia a Israel en Su plan de redención. Ha dado pueblos gentiles en cambio. Cierto, esto parece “favoritismo” según los parámetros del pensamiento humano, pero ¿quién puede contender con el Creador? Si Él ha decidido salvar primero a Israel y después a las naciones a través de Israel, y las juzgará según como estas hayan tratado a Israel, ningún teólogo puede cuestionar Sus decisiones.

43:9 Congréguense a una todas las naciones, y júntense todos los pueblos: ¿quién de ellos hay que nos dé nuevas de esto, y que nos haga oir las cosas primeras? Presenten sus testigos, y justifíquense; oigan, y digan: «¡Es verdad!»
10 Vosotros sois Mis testigos, dice HaShem, y Mi siervo que Yo escogí; para que Me conozcáis y creáis, y entendáis que Yo mismo soy; antes de Mí no fue formado Elohim, ni lo será después de Mí.
11 Yo, Yo soy HaShem, y fuera de Mí no hay quien salve.

Este texto introduce un argumento controvertido que opone el judaísmo al cristianismo, y en cuanto concierne a la Casa de Israel, un elemento importante para su identificación en medio a los gentiles. El Eterno desafía a las naciones a dar testimonio, a demostrar si tienen Profetas. Reafirma que sólo los Hebreos son Sus testigos, solamente ellos han recibido el don de la profecía. Elohim invita a la Casa de Israel a retornar a Él, porque no hay otro pueblo al cual Él haya dado Sus revelaciones: “Vosotros sois Mis testigos, dice HaShem, y Mi siervo que Yo escogí”; ¿quién es aquél que Elohim llama “Mi siervo que Yo he elegido”? La respuesta a esta pregunta se encuentra en este mismo capítulo y en el sucesivo:

43:28 Por tanto, Yo profané los príncipes del santuario, y puse por anatema a Jacob, y por oprobio a Israel.
44:1 Ahora pues oye, Jacob, siervo Mío, y tú, Israel, a quien Yo escogí!
2 Así dice HaShem, Hacedor tuyo, y el que te formó desde el vientre, el cual te ayudará: No temas, siervo Mío Jacob, y tú, Yeshurun, á quien Yo escogí!
3 Porque Yo derramaré aguas sobre el secadal, y ríos sobre la tierra árida: Mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y Mi bendición sobre tus renuevos:
4 y brotarán entre hierba, como sauces junto a las riberas de las aguas.
5 Este dirá: “Yo soy de HaShem”; el otro se llamará del nombre de Jacob; y otro escribirá con su mano: “de HaShem”, y se apellidará con el nombre de Israel.
6 «Así dice HaShem, Rey de Israel, y su Redentor, Adonay Tzevaot: Yo soy el primero, y Yo el postrero, y fuera de Mí no hay Elohim.
7 ¿Y quién proclamará lo venidero, lo declarará, y lo pondrá en orden delante de Mí, como hago Yo desde que establecí el pueblo antiguo? Anúncienles lo que viene, y lo que está por venir!
8 No temáis, ni os amedrentéis: ¿no te lo hice oir desde la antigüedad, y te lo dije? Luego vosotros sois Mis testigos. No hay Elohim sino Yo. No hay Fuerte: no conozco ninguno».

Antes de responder a la pregunta sobre la identidad del “siervo”, es interesante reflexionar sobre el don profético de Israel. El Profeta se dirige a la Casa de Israel, que se encuentra ya en exilio, destinada a desaparecer (en su identidad, no físicamente). El Eterno dice “Mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y Mi bendición sobre tus renuevos”, palabras reveladas también a los Profetas Yo’el y Yehezkel (ver Yo’el 2:28-29; Yehezkel 39:21-29), y como se ha ya anticipado, en Hechos 2:17-21 se interpreta como el principio de su cumplimiento en el día de Shavu’ot, en medio a un auditorio compuesto completamente por Israelitas. Aquí Yeshayahu reafirma que tal promesa concierne a la descendencia de Israel, no a los gentiles. El término traducido “descendencia” en hebreo es “zera”, que implica exclusivamente una progenie física, no espiritual. De hecho, en el Nuevo Testamento dice que los gentiles recibieron también ellos el Espíritu Santo, pero no tenemos testimonio que alguno de ellos haya recibido también el ministerio de profeta. Ninguno de los Apóstoles o Profetas del Nuevo Testamento era gentil. ¿Quiénes son entonces, aquellos que en el seno de la “iglesia” han recibido el ministerio profético? ¿En qué modo ha sido la Casa de Israel el instrumento portador de salvación a los gentiles, sino justamente a través de sus mensajeros? Este argumento será profundizado más adelante, en el estudio sobre el Nuevo Testamento.

En cuanto concierne a la identidad del “siervo”, el elegido, en el libro de Isaías, el argumento constituye una de las más grandes controversias entre Judíos y cristianos, sin embargo, el Profeta lo identifica claramente: “Ahora pues oye, Jacob, siervo Mío, y tú, Israel, á quien Yo escogí! Así dice HaShem Hacedor tuyo, y el que te formó desde el vientre, el cual te ayudará: No temas, siervo Mío Jacob, y tú, Yeshurun, a quien Yo escogí!”; este concepto se repite contextualmente en todo el libro, por ejemplo:
41:8 Mas tú, Israel, siervo Mío eres, tú, Jacob, á quien Yo escogí, simiente de Avraham Mi amigo; 9 Porque te tomé de los extremos de la tierra, y de sus principales te llamé, y te dije: “Mi siervo eres tú”, te escogí, y no te deseché.
44:21 Acuérdate de estas cosas, oh Jacob, Israel, pues que tú Mi siervo eres: Yo te formé; siervo Mío eres tú: Israel, no Me olvidaré de tí.
45:4 Por amor de Mi siervo Jacob, y de Israel Mi escogido, te llamé por tu nombre; púsete nombre, aún cuando no me conocías.
49:3 Y me dijo: «Mi siervo eres, oh Israel, que en ti manifestaré Mi gloria».

El clímax de la controversia se alcanza en el capítulo 53; sin embargo, no es el objeto de este estudio y por lo tanto será tratado brevemente, tomando en consideración los aspectos relevantes según el argumento principal, o sea, la identidad de la Casa de Israel. No obstante, es útil a este punto hacer una premisa: El error exegético más común entre los cristianos es que interpretan las Escrituras Hebraicas, impropiamente denominadas “Antiguo Testamento” (¿ha quizás muerto Aquél que lo ha escrito?), según la óptica del Nuevo Testamento, cuando el procedimiento correcto es exactamente el contrario. No es el Nuevo Testamento que convalida las Escrituras Hebraicas, sino que son las Escrituras Hebraicas que convalidan el Nuevo Testamento. Invito por lo tanto a los cristianos a interpretar el Nuevo Testamento en base a las Escrituras que lo han precedido y sobre las cuales se funda. A menudo se usa el término “la iglesia del Nuevo Testamento” para denominar a la asamblea de los discípulos de Yeshua en el periodo apostólico, en realidad, un ente que no existió, no en aquél tiempo: ¿Cuáles Escrituras leían los primeros creyentes en Yeshua? Las únicas que conocían; no se reunían a leer el Nuevo Testamento en la iglesia, sino a leer la Torah en la sinagoga! Y así hacían también los primeros creyentes gentiles. ¿Con cuáles Escrituras los creyentes de Berea comparaban las palabras de Shaul para verificar su veracidad (Hechos 17:11)? Naturalmente, con la Torah, los Profetas y los Escritos!
Aunque muchos aspectos que describen al “siervo” son evidentemente comparables a la vida de Yeshua, el Profeta se refiere con este término a Israel. De hecho, algunas características del “siervo” pueden difícilmente ser atribuidas a Yeshua, por ejemplo: 42:18 «Sordos, oid; y vosotros ciegos, mirad para ver! 19 ¿Quién ciego, sino Mi siervo? ¿quién sordo, como Mi mensajero que envié? ¿quién ciego como el perfecto, y ciego como el siervo de HaShem? 20 que ve muchas cosas y no advierte, que abre los oídos y no oye?». 43:8 Sacad al pueblo ciego que tiene ojos, y á los sordos que tienen oídos!
El Profeta reafirma varias veces que el “siervo”, el “elegido”, el “mensajero” que llevará luz a las naciones es Israel. Si se estima que Yeshayahu era un escritor coherente, no se puede pensar que improvisamente haya cambiado el significado de los términos que ha cuidadosamente identificado. El “siervo” del capítulo 53 debe ser el mismo del cual habla en todo el libro, visto que no ha explicado que se trate de otro siervo. Sin embargo, es posible que una profecía tenga un doble cumplimiento, es más, es justamente el carácter dinámico de la Palabra que trasmite el mensaje específico a cada destinatario. La Profecía de Isaías es principalmente dirigida a la Casa de Israel, y como tal contiene un fuerte carácter mesiánico. El mismo mensaje, para la Casa de Judá asume un significado diverso: los Judíos son hoy los únicos legítimos representantes de todo Israel, ye como tales, los únicos que han conservado la Torah como auténtica fuente de luz para todos aquellos que buscan la verdad. Esto les ha hecho un pueblo que ha cargado sobre sí el pecado de la humanidad, el odio de los gentiles. Yeshayahu identifica al siervo sufriente con un pueblo, Israel, y no con el Mesías – la única vez que el término “mesías” está escrito en el libro de Isaías se refiere a Koresh, rey de Persia!: 45:1 “Así dice HaShem á su ungido (mashiaj), á Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha, para sujetar gentes delante de él y desatar lomos de reyes; para abrir delante de él puertas, y las puertas no se cerrarán”. Koresh fue un mesías para la Casa de Judá, porque decretó el fin de su exilio (ver más adelante, en 44:26-28). Por lo tanto es justa la interpretación que los Judíos dan a las palabras del Profeta, porque son según el plan del Eterno para la Casa de Judá.
También es justa la interpretación mesiánica para la Casa de Israel, que ya no era más un pueblo identificable, y que junto a su Mesías es la luz de las naciones. De hecho, en Hechos 8:32-33, las palabras de Isaías son interpretadas en referencia a Yeshua – esta interpretación, sin embargo, es dada a un Etíope, no a un Judío. El mensaje de salvación para un gentil (¿era de verdad un gentil, o era uno de los miembros de la Casa de Israel, muy numerosa en Etiopia?) necesariamente pasa ya no a través de la Torah, como Hoshea había profetizado (ver comentario sobre Hoshea en la página anterior), sino en virtud de la gracia de Elohim que le concede la posibilidad de arrepentimiento.

44:26 Yo, el que despierta la palabra de Su siervo, y cumple el consejo de Sus mensajeros; que dice a Jerusalem: “Serás habitada”; y a las ciudades de Judá: “Reedificadas serán”, y sus ruinas levantaré.
27 Yo digo al abismo: “Sécate, y tus ríos haré secar!”
28Yo digo de Ciro: “Es Mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero, diciendo a Jerusalem, «Serás edificada!»; y al Templo: «Serás fundado!»”

Cuando esta palabra fue escrita, la Casa de Judá estaba aún en la propia tierra (Isaías no vivió hasta la deportación a Babilonia) y Jerusalem y el Templo estaban en su lugar, lo mismo que las otras ciudades de Judá. El Profeta anuncia una futura destrucción de Judá y la reconstrucción ordenada por Koresh, que en su tiempo fue para los Judíos “Mi pastor”. Es significativo que los títulos aplicados a Yeshua -“ungido”, o sea, mesías, y “pastor”- en Isaías son atribuidos a un rey de los gentiles!

45:13 «Yo lo desperté [a Ciro] en justicia, y enderezaré todos sus caminos; él edificará Mi ciudad, y soltará Mis cautivos, no por precio ni por dones», dice Adonay Tzevaot.
14 Así dice HaShem: «El trabajo de Egipto, las mercaderías de Etiopía, y los Sabeos, hombres de elevada estatura, se pasarán a ti, y serán tuyos; irán en pos de ti, pasarán con grillos: a ti harán reverencia, y a ti suplicarán, diciendo: “Ciertamente Elohim está en tí, y no hay otro fuera de Elohim”».
15 Verdaderamente Tú eres Elohim que Te encubres, oh Elohim de Israel, que salvas!
17 Israel es salvo en HaShem con salvación eterna; no os avergonzaréis, ni os afrentaréis, por todos los siglos.

El papel de Koresh, este rey de Persia, es de gran importancia en la profecía de Isaías, al punto tal de parecer más exaltado de lo debido. En realidad, el plan de redención del entero pueblo de Israel inicia con su decreto. La Casa de Judá retorna del exilio, reconstruye las ciudades, y es puesta a prueba: finalmente ha consolidado su fidelidad a la Torah. La Casa de Israel, aún en idolatría, es libre de moverse, de emigrar, de mezclarse con los pueblos... para cumplir con su futura misión de bendecir a las naciones. La salvación de todo Israel y la de los gentiles tiene sus raíces en este doble acontecimiento: el retorno de los Judíos a Jerusalem y la dispersión de la Casa de Israel en toda la tierra. Koresh representa verdaderamente lo que el Mesías es para una Casa y para la otra: para los Judíos, el Mesías es aquél que reconducirá el pueblo a la propia tierra, reconstruirá el Templo y reinará sobre todas las naciones; para la Casa de Israel y sus asociados gentiles, es aquél que les ha hecho libres, los ha redimido, salvado...
Surge aquí una pregunta: en virtud del decreto de Koresh, que decía “¿Quién hay entre vosotros de todo su pueblo? Sea Elohim con él, y suba a Jerusalem que está en Judá, y edifique la casa a HaShem Elohim de Israel, la cual está en Jerusalem.” (Esdras 1:3) y por lo tanto siendo dirigido a quienesquiera fuesen del pueblo de Israel, ¿no podían también retornar los exiliados de la Casa de Israel? Sì, ciertamente habrían podido hacerlo, pero no lo hicieron; simplemente porque, como el Eterno había emitido la sentencia por medio de Hoshea, no eran más “pueblo Mío”; habían violado el Pacto, no eran más capaces de observar la Torah, habían llegado a ser como los gentiles y habían perdido el derecho de regresar a su tierra hasta que no se haya cumplido su redención. Solo una ínfima minoría volvió, porque en el plan del Eterno tenían un propósito preciso: eran los Galileos del tiempo de Yeshua, aquellos que habrían llevado a sus hermanos en la diáspora el mensaje de redención para las “ovejas perdidas de la Casa de Israel”.

49:3 Y me dijo: «Mi siervo eres, oh Israel, que en tí Yo manifestaré Mi gloria».
6 Y dijo: «Poco es para Mí que tú seas Mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures el remanente de Israel; también te di por luz de las naciones, para que seas Mi salvación hasta lo postrero de la tierra».
8 Así ha dicho HaShem: «En tiempo aceptable te oí, y en el día de salvación te ayudé; y te guardaré, y te daré por Pacto al pueblo, para que restaures la tierra, para que heredes asoladas heredades,
12 He aquí estos vendrán de lejos; y he aquí otros del norte y del occidente, y otros de la tierra de Sinim».

En esta palabra se concilian los dos aspectos del “siervo” y de su misión: levantar a las Tribus de Yakov y ser la luz de las naciones y el instrumento de salvación para toda la tierra, “en el tiempo de la gracia”. El “siervo-Mesías” de la Casa de Israel, que rescata las Tribus para que éstas, que son el “siervo” Israel, lleven el mensaje de salvación a todos los pueblos donde ellos están dispersos. La misión de llevar el mensaje del Evangelio fue confiada a la Casa de Israel. El mensaje alcanzó incluso el “país de Sinim”, la China! ¿Quién ha llevado la Palabra del Eterno a los chinos? En estos tiempos los investigadores están descubriendo algunos pueblos que son presuntos descendientes de las míticas “Tribus perdidas”, radicados desde la antigüedad en el Asia oriental, China, India, etc., y curiosamente, estos pueblos son en su mayoría cristianos.

54:1 «Regocíjate, oh estéril, la que no daba a luz; levanta canción, y da voces de júbilo, la que nunca estuvo de parto: porque más son los hijos de la dejada que los de la casada», ha dicho HaShem.
2 «Ensancha el sitio de tu cabaña, y las cortinas de tus tiendas sean extendidas; no seas escasa; alarga tus cuerdas, y fortifica tus estacas;
3 porque a la mano derecha y a la mano izquierda has de crecer; y tu simiente heredará naciones, y habitarán las ciudades asoladas».

Esta profecía se pronuncia con una representación de la Casa de Israel como “la abandonada” y la Casa de Judá como “la casada”, anunciando la numerosa descendencia de la primera, y su heredad extendida en toda la tierra. Se reafirma el concepto que los Judíos mantienen su relación con Elohim como la mujer que está casada con su marido.

54:6 Porque como a mujer dejada y triste de espíritu te llamó HaShem, y como a mujer moza que es repudiada, dijo tu Elohim.
7 Por un breve momento te abandoné; mas te recogeré con grandes misericordias.
8 Con un poco de ira escondí Mi rostro de ti por un momento; mas con misericordia eterna tendré compasión de ti, dijo tu Redentor HaShem.
13 Y todos tus hijos serán enseñados por HaShem; y multiplicará la paz de tus hijos.

Un renuevo de la promesa de redención que el Eterno había pronunciado también por medio del Profeta Hoshea.

55:3 Inclinad vuestros oídos, y venid a Mí; oid, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros Pacto eterno, las misericordias firmes a David.
4 He aquí, que Yo lo dí por testigo a los pueblos, por jefe y por maestro a las naciones.
5 He aquí, llamarás a gente que no conociste, y naciones que no te conocieron correrán a ti; por causa de HaShem, tu Elohim, y del Santo de Israel que te ha honrado.

56:3 Y el extranjero que sigue a HaShem no diga: «Me apartará totalmente HaShem de Su pueblo». Ni diga el eunuco: «He aquí yo soy árbol seco».
4 Porque así dijo HaShem a los eunucos que guardaren Mis Sábados, y escogieren lo que Yo quiero, y abrazaren Mi Pacto:
5 «Yo les daré lugar en Mi casa y dentro de Mis muros, y nombre mejor que el de hijos e hijas; nombre perpetuo les daré que nunca perecerá.
6 Y a los hijos de los extranjeros que sigan a HaShem para mservirle, y que amen el nombre de HaShem, para ser Sus siervos; a todos los que guardaren el Sábado para no profanarlo, y abrazaren Mi Pacto,
7 Yo los llevaré al monte de Mi santidad, y los recrearé en Mi casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre Mi altar; porque Mi casa, será llamada casa de oración para todos los pueblos».
8 HaShem, Elohim, el que reúne a los dispersos de Israel, dice: «Aún juntaré sobre él a sus congregados».

La profecía de Isaías se aproxima hacia su conclusión con la promesa de redención extendida a los gentiles, a través de Israel. La visión, sin embargo, se refiere más bien a los tiempos relativos a la Era Mesiánica, cuando David (el Mesías de Judá) será efectivamente príncipe y gobernador de los pueblos. En aquél tiempo será requisito para los gentiles redimidos “abrazar el Pacto”, “observar el Shabat” – un duro golpe para aquellos que creen que la Ley ha sido abolida! Isaías presenta una visión de la Era Mesiánica en pleno acuerdo con aquella del Profeta Yehezkel, con la total restauración de las funciones del Templo. Esto será tratado más adelante en el estudio del libro de Ezequiel.

65:9 Mas sacaré simiente de Jacob, y de Judá heredero de Mis montes; y Mis escogidos poseerán por heredad la tierra, y Mis siervos habitarán allí.
10 Y será Sharon para habitación de ovejas, y el valle de Achôr para majada de vacas, para Mi pueblo que Me buscó.

Profecía en pleno proceso de cumplimiento en nuestros días, presenta dos promesas: a Yakov una descendencia, la numerosa Casa de Israel, pero a Judá la heredad de Sus montes, la propiedad de la tierra de Israel.

66:7 Antes que estuviese de parto, dió a luz; antes que le viniesen dolores dió a luz un hijo.
8 ¿Quién oyó cosa semejante? ¿quién vió cosa tal? ¿Concebirá la tierra en un día? ¿nacerá una nación de una vez? Pues en cuanto Sion estuvo de parto, dió a luz sus hijos.

¿Podía el Profeta dar una descripción más precisa del nacimiento del presente Estado de Israel? El Eterno ha iniciado la fase conclusiva en la cual establecerá el Reino Mesiánico partiendo precisamente de aquel Estado fundado por los Judíos, y nos anuncia su futuro:

66:21 Y tomaré también de ellos para sacerdotes y Levitas, dice HaShem.
22 «Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra, que Yo hago, permanecen delante de Mí», dice HaShem, «así permanecerá vuestra simiente y vuestro nombre.
23 Y será que de mes en mes, y de Sábado en Sábado, vendrán todos a adorar delante de Mí», dice HaShem.

Evidentemente, no se pueden elegir Levitas ni sacerdotes sino de la Tribu de Levi, que pertenece a la Casa de Judá. Y así como Su Creación durará por la eternidad, del mismo modo será vigente la Torah, que todos deberán observar, incluyendo los días que Él ha establecido como especiales. Es difícil conciliar las Escrituras con la teología dispensacionalista, más bien es imposible...


Mikah (Miqueas)

Profeta de Judá contemporáneo de Yeshayahu, profetizó principalmente sobre la Casa de Israel y acerca de la Era Mesiánica. Durante su ministerio cayó Samaria y los Asirios invadieron también Judá.

1:6 «Haré, pues, de Samaria montones de ruinas, y tierra para plantar viñas; y derramaré sus piedras por el valle, y descubriré sus cimientos.
7 Y todas sus estatuas serán despedazadas, y todos sus dones serán quemados en fuego, y asolaré todos sus ídolos; porque de dones de rameras los juntó, y a dones de rameras volverán».

Mikah, como Hoshea, acusa a Samaria de prostitución, figura frecuente en las Escrituras para representare la idolatría.

1:9 Porque su llaga es dolorosa, que llegó hasta Judá; llegó hasta la puerta de Mi pueblo, hasta Jerusalem.
13 Uncid al carro bestias veloces, oh moradores de Lachîs, que fuisteis principio de pecado a la hija de Sion; porque en vosotros se hallaron las rebeliones de Israel.

El Profeta anuncia la inminente deportación de la Casa de Israel, y teme que Judá siga el mismo destino. La mención de Lakhish es significativa porque cuando Sinakh’erib tomó las ciudades de Judá y sitió Jerusalem estableció su cuartel general en Lakhish (2Reyes 18:14). Entonces reinaba Hizkiyahu (Ezequías), y Judá fue salvada del exilio porque él era un rey justo.

4:1 Y acontecerá en los postreros tiempos, que el monte de la Casa de HaShem será constituído por cabecera de montes, y más alto que los collados, y correrán a él los pueblos
2 Y vendrán muchas naciones, y dirán «Venid, y subamos al monte de HaShem, a la casa del Elohim de Yakov; Él nos enseñará en Sus caminos, y andaremos por Sus veredas»; porque de Sion saldrá la Torah, y de Jerusalem la palabra de HaShem.

Visión de la Era Mesiánica, las mismas palabras están también escritas en Isaías 2:3. Anuncia la salvación de los gentiles que aprenderán a vivir según la Torah. Ver comentario a Isaías 2:3.

4:10 Duélete y gime, hija de Sion como mujer de parto; porque ahora saldrás de la ciudad, y morarás en el campo, y llegarás hasta Babilonia; allí serás librada, allí te redimirá HaShem de la mano de tus enemigos.
11 Ahora empero se han juntado muchas naciones contra ti, y dicen: «Sea profanada, y vean nuestros ojos su deseo sobre Sion»
12 Mas ellos no conocieron los pensamientos de HaShem, ni entendieron Su consejo; por lo cual los juntó como gavillas en la era.
13 «Levántate y trilla, hija de Sion, porque tu cuerno tornaré de hierro, y tus uñas de metal, y desmenuzarás muchos pueblos; y consagrarás a HaShem su botín, y sus riquezas al Señor de toda la tierra».

La redención de los Judíos ocurre en el exilio en Babilonia, donde el Profeta anuncia que Sion será liberada – es efectivamente en Babilonia que el actual pueblo Judío fue formado, donde el judaísmo fue finalmente consolidado. Es en Babilonia que los Judíos abandonaron la idolatría y se convirtieron en fieles a la Torah hasta nuestros días.

5:2 «Mas tú, Beth-lehem Efratah, pequeña para ser en los millares de Judá, de ti Me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días del siglo.
3 Empero los dejará hasta el tiempo que conciba la que ha de parir; y el resto de sus hermanos se volverá con los hijos de Israel».

Profecía rica de elementos: de una ciudad de Judá proviene el Señor de la Casa de Israel. No implica a la Casa de Judá. ¿Quién es “la que debe parir”? ¿Y quiénes son “el resto de sus hermanos”? En armonía con la profecía de Isaías 66:8, la que debe parir es Sion; hasta aquél momento, los Judíos han sido víctimas de sus enemigos. El resto que tornará es un anuncio de la reunión final de todo Israel.

5:7 Y será el resto de Jacob en medio de muchos pueblos, como el rocío de HaShem, como las lluvias sobre la hierba, las cuales no esperan varón, ni aguardan a hijos de hombres.

Reafirma el concepto que la Casa de Israel será de bendición a los gentiles, cuyo reino no es de este mundo – y este es el sentido de la expresión “no ser del mundo”, el no depender de los hombres ni de sus instituciones, sino directamente del Eterno. Así debería ser la Asamblea de los redimidos.

7:18 ¿Qué Elohim como Tú, que perdonas la maldad, y olvidas el pecado del resto de Su heredad? No retuvo para siempre Su enojo, porque se deleita en misericordia.
19 Él volverá a tener misericordia de nosotros; Él sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.
20 Otorgarás a Jacob la verdad, y a Avraham la misericordia, que Tú juraste á nuestros padres desde tiempos antiguos.

El Profeta concluye con una palabra de esperanza en la misericordia del Eterno sobre el resto de Su heredad, por fidelidad a Sus juramentos.


Tzefanyah (Sofonías)

Profeta de Judá, su profecía concierne principalmente al tiempo que precede la Era Mesiánica.

2:4 Porque Gaza será desamparada, y Ashkelon asolada; saquearán a Ashdod en pleno día, y Ekrón será desarraigada.
5 ¡Ay de los que moran en la costa del mar, del pueblo de los cereteos! La palabra de HaShem es contra vosotros, oh Canaán, tierra de los filisteos, y te haré destruir hasta no dejar morador.
6 Y será la costa del mar praderas para pastores, y corrales de ovejas.
7 Será aquel lugar para el remanente de la Casa de Judá; allí apacentarán; en las casas de Ashkelon dormirán de noche; porque HaShem, su Elohim, los visitará, y levantará su cautiverio.
8 Yo he oído las afrentas de Moab, y los denuestos de los hijos de Amón con que deshonraron a Mi pueblo, y se engrandecieron sobre su territorio.

Una descripción precisa del estado en que se encontraba la tierra de Israel en el periodo precedente a la inmigración sionista: el estado de desolación descripto por los viajeros de la época y el testimonio de escritores como Mark Twain confirman plenamente esta profecía.
Esta tierra fue conquistada por los Judíos, que fundaron el moderno Estado de Israel. El Profeta anuncia específicamente que “será aquel lugar para el remanente de la Casa de Judá – no para la Casa de Israel. La precisión de detalles es sorprendente. Apenas el Estado de Israel fue creado, Moab y Ammon, la presente Jordania, “se engrandecieron sobre su territorio”, invadiendo gran parte de Samaria y de Judea, territorios todavía pretendidos por los árabes.

3:18 «Yo reuniré a los fastidiados por causa del largo tiempo; tuyos fueron, para quienes el oprobio de ella era una carga.
19 He aquí, en aquel tiempo Yo apremiaré a todos tus opresores; y salvaré a la que cojea, y recogeré la descarriada; y os pondré por alabanza y por renombre en toda la tierra.
20 En aquel tiempo Yo os traeré, en aquel tiempo os reuniré Yo; pues os pondré para renombre y para alabanza entre todos los pueblos de la tierra, cuando levante vuestro cautiverio delante de vuestros ojos», dice HaShem.

Esto sucedió ante los ojos de todo el mundo, los Judíos retornaron del exilio, y se han hecho gloriosos en todos los países donde han habitado. No es necesario en este estudio enumerar cuántos grandes científicos, artistas, escritores y personalidades de todo tipo de disciplina han sido o son Judíos.


Yirmeyahu (Jeremías)

Jeremías fue el último de los profetas de Judá antes del exilio en Babilonia, el testigo más acreditado de la caída del Reino de Judá y del fin político de la dinastía de David. La Casa de Israel estaba ya en exilio desde hacía más de un siglo. Su profecía concierne principalmente a Jerusalem.

1:5 «Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones».

La visión de Jeremías se refiere a los tiempos mesiánicos, su mensaje se dirige a todos los pueblos; este título de “Profeta de las naciones” es comparable con el de Shaul, Apóstol de los gentiles.

3:6 Me dijo HaShem en días del rey Yoshiyahu: «¿Has visto lo que ha hecho la rebelde Israel? Ella se va sobre todo monte alto y debajo de todo árbol frondoso, y allí se prostituye.
7 Y dije: Después de hacer todo esto, se volverá a Mí; pero no se volvió, y lo vio su hermana la rebelde Judá.
8 Ella vio que por haber fornicado la rebelde Israel, yo la había despedido y dado carta de repudio; pero no tuvo temor la rebelde Judá su hermana, sino que también fue ella y se prostituyó.
9 Y sucedió que por juzgar ella cosa liviana su fornicación, la tierra fue contaminada, y adulteró con la piedra y con el leño;
10 Con todo esto, su hermana la rebelde Judá no se volvió a mí de todo corazón, sino fingidamente», dice HaShem.

La imagen de la infidelidad de la Casa de Israel es una vez más la de una prostituta. Hacía ya un siglo que había sido “divorciada” por causa de su desobediencia, y el Profeta anunciaba que Judá corría peligro de tener el mismo fin.

3:17 En aquel tiempo llamarán a Jerusalem: Trono de HaShem; y todas las naciones vendrán a ella en el nombre de HaShem, en Jerusalem; ni andarán más tras la dureza de su malvado corazón.
18 En aquellos tiempos irán de la Casa de Judá a la Casa de Israel, y vendrán juntamente de la tierra del norte a la tierra que hice heredar a vuestros padres.

Sin embargo, el Profeta anuncia la redención de Judá, aún antes de su caída, y la posición privilegiada de Jerusalem en la Era Mesiánica. En aquel tiempo será reunida con la Casa de Israel.

5:11 Porque resueltamente se rebelaron contra mí la Casa de Israel y la Casa de Judá, dice HaShem.

El Profeta enumera los pecados de Judá y los compara con los de Israel.

7:12 Andad ahora a Mi lugar en Shiloh, donde hice morar Mi Nombre al principio, y ved lo que le hice por la maldad de Mi pueblo Israel.
15 Os echaré de Mi presencia, como eché a todos vuestros hermanos, a toda la generación de Efraím.

Judá confiaba en el Templo como una garantía del favor del Eterno; pero el Eterno advierte a la Casa de Judá, recordándole que un tiempo Su santuario estaba en la Casa de Israel, y a pesar de eso, fueron deportados.

13:11 Porque como el cinto se junta a los lomos del hombre, así hice juntar a Mí toda la Casa de Israel y toda la Casa de Judá, dice HaShem, para que Me fuesen por pueblo y por fama, por alabanza y por honra; pero no escucharon.

La Casa de Israel y la Casa de Judá: en el origen eran un mismo pueblo y fueron elegidos conjuntamente; sin embargo, son definidas como dos unidades distintas. La insistencia del Profeta en el recordarlo a Judá puede significar que ya en aquel tiempo, a sólo un siglo después de la deportación de la Casa de Israel, sus hermanos en el exilio eran ya considerados por los de Judá como otro pueblo.

16:14 «No obstante, he aquí vienen días», dice HaShem, «en que no se dirá más: “Vive HaShem que hizo subir a los hijos de Israel de tierra de Egipto”,
15 sino: “Vive HaShem que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra del norte, y de todas las tierras adonde los había arrojado”. Y los volveré a su tierra, la cual di a sus padres.
16 He aquí que Yo envío muchos pescadores», dice HaShem; «y los pescarán, y después enviaré muchos cazadores, y los cazarán por todo monte y por todo collado, y por las cavernas de los peñascos».

Esta palabra es generalmente interpretada como concerniente al retorno de los Judíos de lo que somos testigos en este tiempo. Ciertamente, el término “hijos de Israel” no es equivalente a “Casa de Israel”, sino que se refiere al pueblo Hebreo en su totalidad, a los descendientes de Yakov. Los Judíos se llaman aún hoy “B’ney Yisrael”, y el nombre que el Eterno ha dado a su Estado es Israel. En estos últimos años, algunas organizaciones se ocupan de localizar personas, familias o pueblos enteros que en el pasado eran Hebreos; estos “cazadores” obtienen resultados sorprendentes: varios pueblos, sobre todo del Asia y del África, han sido ya reconocidos como descendientes de las “Tribus perdidas”, y repatriados al Estado de Israel. El Eterno está preparando la Casa de Israel para reunirse con la de Judá.

22:28 ¿Es este hombre Konyahu una vasija despreciada y quebrada? ¿Es un trasto que nadie estima? ¿Por qué fueron arrojados él y su generación, y echados a tierra que no habían conocido?
29 ¡Tierra, tierra, tierra! oye palabra de HaShem!
30 Así ha dicho HaShem: «Escribid lo que sucederá a este hombre privado de descendencia, hombre a quien nada próspero sucederá en todos los días de su vida; porque ninguno de su descendencia logrará sentarse sobre el trono de David, ni reinar sobre Judá».

Konyahu, o sea Yekonyahu (Jeconías), llamado también Yehoyakin, era el rey de Judá hijo de Yehoyakim (Jeremías 24:1; 27:20, 28:4; 1Crónicas 3:16). Esta profecía es particular, porque afirma que “ninguno de su descendencia reinará sobre Judá”. Según el Evangelio de Mateo, Yeshua era legalmente un descendiente de Yekonyahu! (Mateo 1:11,12). Considerando que la genealogía presentada en Mateo es inusual e inexacta –faltan cuatro generaciones: entre Yehoram y Uzziyahu (Mateo 1:8) faltan Ahazyahu, Yo’ash y Amatzyahu (1Crónicas 3:11-12), y falta Yehoyakim entre Yoshiyahu y Yekonyahu (Mateo 1:11; 1Crónicas 3:15-16)–, si Mateo tenía motivos de tipo cabalístico para contar 14 generaciones entre David y la deportación a Babilonia, cierto es que la línea genealógica real no es presentada en modo exacto. No es el objetivo de este estudio analizar más detalladamente la genealogía según el Evangelio, sino mostrar un particular interesante: ningún descendiente de Yekonyahu habría reinado sobre Judá, lo que no excluye la posibilidad que alguno de ellos pudiese reinar sobre Israel... Siendo legalmente hijo de Yosef y descendiente de Yekonyahu, Yeshua no podía ser Rey de Judá. De hecho, en el Evangelio él es llamado por sus discípulos “Rey de Israel” (Mateo 27:42; Marcos 15:32; Yohanan 1:49; 12.13), nunca Rey de Judá. Fueron los Romanos que lo llamaron irónicamente “Rey de los Judíos”, título que no fue aceptado por parte de los Judíos. Naturalmente, los Romanos no conocían la diferencia entre Israel y Judá y para ellos eran todos Judíos, habitantes de la Judea, porque Israel no existía como realidad política.

23:5 «He aquí que vienen días», dice HaShem, «en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra.
6 En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le llamarán: HaShem-Tzidkeynu.
7 Por tanto, he aquí que vienen días», dice HaShem, «en que no dirán más: “Vive HaShem que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra de Egipto,
8 sino: “Vive HaShem que hizo subir y trajo la descendencia de la casa de Israel de tierra del norte, y de todas las tierras adonde yo los había echado” y habitarán en su tierra».

Esta profecía concierne a la Era Mesiánica, cuando Judá e Israel serán nuevamente un pueblo único. Muchos interpretan que la Casa de Israel que retorna del país del norte se refiera a los Judíos de Rusia, pero una tal interpretación no tiene en cuenta lo que un Profeta Hebreo de aquel tiempo está diciendo: en todo el libro el Profeta llama a las cosas por su nombre, la Casa de Israel no es la Casa de Judá, y el país del norte en las Escrituras es generalmente Asiria. El retorno del cual habla en esta profecía concierne a la Casa de Israel que estaba en Asiria en el tiempo en que el Profeta escribió, y en los países donde los Asirios les habían deportado (Halah, Havor, Gozan, Media ‒ 2Reyes 17:6). El retorno de los Judíos es anterior a la Era Mesiánica; pero sólo cuando los enemigos de Israel serán aniquilados por el Mesías, se hallará lugar para la Casa de Israel.

24:4 Y vino a mí palabra de HaShem diciendo:
5 Así ha dicho HaShem, Elohim de Israel: «Como a estos higos buenos, así miraré a los transportados de Judá, a los cuales eché de este lugar a la tierra de los caldeos, para bien;
6 porque pondré Mis ojos sobre ellos para bien, y los volveré a esta tierra, y los edificaré, y no los destruiré; los plantaré y no los arrancaré.
7 Y les daré corazón para que Me conozcan que Yo soy HaShem; y serán Mi pueblo, y Yo les seré a ellos Elohim, porque se volverán a Mí de todo su corazón».

El Eterno anuncia Su promesa para la Casa de Judá. De hecho, fueron deportados a Babilonia como un pueblo rebelde que había repetidamente desobedecido al propio Elohim y a la Torah, y retornaron de allí como “Judíos” observantes. Ha sido después del exilio en Babilonia que se ha dado la forma definitiva al judaísmo y se compilaron las Escrituras que constituyen el fundamento del ser Judío. El Eterno declara: “les daré corazón para que Me conozcan” –¿quién puede entonces conocerlo mejor que los Judíos?; “serán Mi pueblo”– si los Judíos son Su pueblo, ¿quién les puede despojar de tal privilegio?; “porque se convertirán a Mí con todo su corazón” – y finalmente, ¿por qué los cristianos quieren convertirlos, si los Judíos son ya convertidos?...

25:11 «Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años.
12 Y cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación por su maldad», ha dicho HaShem, «y a la tierra de los Caldeos; y la convertiré en desiertos para siempre».

29:10 Porque así dijo HaShem: «Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, Yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros Mi buena palabra, para haceros volver a este lugar.
11 Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros», dice HaShem: «pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.
12 Entonces Me invocaréis, y vendréis y oraréis a Mí, y Yo os oiré.
13 y Me buscaréis y Me hallaréis, porque Me buscaréis de todo vuestro corazón;
14 y seré hallado por vosotros», dice HaShem; «y haré volver vuestra cautividad, y os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os arrojé», dice HaShem; «y os haré volver al lugar de donde os hice llevar».

El Profeta confirma la redención de la Casa de Judá durante los 70 años de exilio; anuncia que su arrepentimiento será tal que buscarán sólo a Elohim y permanecerán fieles a Sus preceptos por siempre. En todo aquel periodo no habían tenido más la posibilidad de ofrecer los sacrificios, por lo tanto su salvación no dependía verdaderamente de éstos, sino de la sinceridad de sus corazones.

30:3 Porque he aquí que vienen días, dice HaShem, en que haré volver a los cautivos de Mi pueblo Israel y Judá, ha dicho HaShem, y los traeré a la tierra que dí a sus padres, y la disfrutarán.

En sus profecías, Jeremías alterna las promesas inmediatas para Judá con aquellas relativas a los tiempos mesiánicos, cuando estas se extienden también a la Casa de Israel. Primero las anuncia en modo general como introducción, y luego las explica más específicamente.

31:15 Así ha dicho HaShem: «Voz fue oída en Ramáh, llanto y lloro amargo; Raquel que lamenta por sus hijos, y no quiso ser consolada acerca de sus hijos, porque perecieron».

Los hijos de Raquel representan a la Casa de Israel, que no están más. Ramah en Efraím era la ciudad del Profeta Shmuel, el centro espiritual de la Casa de Israel. Raquel fue sepultada en Beth-lehem, donde nacieron el Rey David y Yeshua. Este pasaje es citado en Mateo 2:18.

31:16 Así ha dicho HaShem: «Reprime del llanto tu voz, y de las lágrimas tus ojos; porque salario hay para tu trabajo», dice HaShem; «y volverán de la tierra del enemigo;
17 esperanza hay también para tu porvenir», dice HaShem; «los hijos volverán a su propia tierra».

La esperanza para el futuro de Raquel y el nacimiento de Yeshua en Beth-lehem son señales para la Casa de Israel, que recibe una promesa de rescate y del retorno de sus hijos. Evidentemente, no se refiere al retorno de los Judíos, que ya está en pleno cumplimiento sin que ellos, como esperaban los cristianos, hayan reconocido a Yeshua como el Mesías. La redención de la Casa de Israel debe aún completarse, y sólo cuando vendrá el Mesías de Judá a establecer su Reino todo Israel será reunido.

31:18 Escuchando, he oído a Efraím que se lamentaba: Me azotaste, y fui castigado como novillo indómito; conviérteme, y seré convertido, porque Tú eres HaShem, mi Elohim.

En el verso 24:7 se habla de la conversión de Judá, la cual sucedió en Babilonia por voluntad del Eterno, porque Él decidió de convertirles. Aquella de Efraím, la Casa de Israel, vendrá porque serán ellos que la querrán.

31:20 ¿No es Efraím hijo precioso para Mí? ¿no es niño en quien Me deleito? pues desde que hablé de él, Me he acordado de él constantemente. Por eso Mis entrañas se conmovieron por él; ciertamente tendré de él misericordia, dice HaShem.

La misericordia del Eterno se manifiesta en Su voluntad de rescatar la Casa de Israel. El Profeta alterna los destinatarios de sus profecías porque estas son específicas para el uno o para el otro; en el v. 23 vuelve a hablar a Judá, luego inicia una nueva introducción:

31:27 He aquí vienen días, dice HaShem, en que sembraré la casa de Israel y la casa de Judá de simiente de hombre y de simiente de animal.
31 He aquí vienen días, dice HaShem, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá;
32 no como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron Mi pacto, aunque fui Yo un marido para ellos, dice HaShem;
33 pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice HaShem: Daré Mi Torah en su mente, y la escribiré en su corazón; y Yo seré a ellos por Elohim, y ellos Me serán por pueblo.

Es importante tener en cuenta la precisión del Profeta: primero introduce su profecía sobre el nuevo Pacto que será hecho con la Casa de Israel (primero), y con la Casa de Judá (después). En el v. 33, describe cómo será el nuevo Pacto solamente con la Casa de Israel, no nombra más a la de Judá – ¿Por qué? Porque el Pacto con la Casa de Judá se hará cuando será establecido el Reino Mesiánico. Yeshua ha expresado esta verdad muy explícitamente, en la celebración de la última cena: generalmente los cristianos no están muy informados acerca del modo en que esta cena se realizó, en la cual se debían beber cuatro cálices, y fue cuando se bebió el tercero que Yeshua declaró «Este cáliz es el nuevo pacto en mi sangre» (Lucas 22:20), y ha reservado el cuarto para beberlo cuando será establecido el Reino (Mateo 26:29). El Mesías de la Casa de Israel es el siervo sufriente, el Mesías de la Casa de Judá es el Rey de todas las naciones, aquél que establecerá la paz en Jerusalem.

31:35 Así ha dicho HaShem, que da el sol para luz del día, las leyes de la luna y de las estrellas para luz de la noche, que parte el mar, y braman sus ondas, Adonay Tzevaot es su nombre.
36 «Si faltaren estas leyes delante de Mí», dice HaShem, «también la descendencia de Israel faltará para no ser nación delante de Mí eternamente».
37 Así ha dicho HaShem: «Si los cielos arriba se pueden medir, y explorarse abajo los fundamentos de la tierra, también yo desecharé toda la descendencia de Israel por todo lo que hicieron», dice HaShem.

El Eterno enfatiza que Su elección de Israel es eterna, no existe ningún pueblo que pueda tomar su lugar, no hay ninguna entidad que pueda reemplazarlo.

32:36 «Y con todo, ahora así dice HaShem, Elohim de Israel, a esta ciudad, de la cual decís vosotros: “Entregada será en mano del rey de Babilonia a espada, a hambre y a pestilencia”:
44 Heredades comprarán por dinero, y harán escritura y la sellarán y pondrán testigos, en tierra de Benjamín y en los contornos de Jerusalem, y en las ciudades de Judá; y en las ciudades de las montañas, y en las ciudades de la Sefela, y en las ciudades del Negev; porque Yo haré regresar sus cautivos, dice HaShem».

El Profeta vuelve a hablar a la Casa de Judá para anunciar su retorno a su tierra. Lo que sucedió entonces, cuando retornaron de Babilonia, se ha repetido en los años precedentes a la restauración del Estado de Israel.

33:7 Y haré volver los cautivos de Judá y los cautivos de Israel, y los restableceré como al principio.
14 «He aquí vienen días», dice HaShem, «en que Yo confirmaré la buena palabra que he hablado a la casa de Israel y a la casa de Judá.
15 En aquellos días y en aquel tiempo haré brotar a David un Renuevo de justicia, y hará juicio y justicia en la tierra.
16 En aquellos días Judá será salvo, y Jerusalem habitará segura, y se le llamará: HaShem-Tzidkeynu».
17 Porque así ha dicho HaShem: «No faltará a David varón que se siente sobre el trono de la casa de Israel,
18 ni a los kohanim y levitas faltará varón que delante de Mí ofrezca holocausto y encienda ofrenda, y que haga sacrificio todos los días».
20 Así ha dicho HaShem: «Si pudiereis invalidar Mi pacto con el día y Mi pacto con la noche, de tal manera que no haya día ni noche a su tiempo,
21 podrá también invalidarse Mi pacto con Mi siervo David, para que deje de tener hijo que reine sobre su trono, y Mi pacto con los Levitas y sacerdotes, Mis ministros».

Esta profecía concierne a la Era Mesiánica, cuando Judá e Israel serán nuevamente un pueblo único, y asevera las palabras ya pronunciadas en 23:5-6 (ver comentario). Después confirma Su promesa a David: recordemos lo que este mismo Profeta ha anunciado anteriormente: “ninguno de su descendencia logrará sentarse sobre el trono de David, ni reinar sobre Judá” (22:30 – ver comentario), en apariencia es una contradicción, si no se tiene en cuenta que Israel y Judá son dos realidades distintas. De hecho, aquí el Eterno dice: “no faltará a David varón que se siente sobre el trono de la Casa de Israel. David pertenecía a la Casa de Judá, y llegó a ser Rey de Israel. Este Pacto con David es colocado en el mismo nivel de otro Pacto: “ni a los kohanim y Levitas faltará varón que delante de Mí ofrezca holocausto y encienda ofrenda, y que haga sacrificio todos los días”. Si una cosa es verdadera, lo es también la otra; si una es real, lo es también la otra. Aquí surge un problema para los dispensacionalistas y sus secuaces: según la teología cristiana, Yeshua es espiritualmente el Rey de Israel (pero según ellos, el “Israel espiritual” es la iglesia), ¿pero quiénes serían los sacerdotes y los Levitas? Yeshua puede ciertamente ser considerado el Rey de la Casa de Israel, de aquella física y espiritual, y el Mesías que vendrá a establecer el Reino, manifestándose entonces como Rey de la Casa de Judá, dándose a conocer a los Judíos como Yosef se reveló a sus hermanos. Mientras tanto los Judíos tienen la salvación a través del Pacto eterno que Elohim ha hecho con ellos, como las Escrituras repiten infinidad de veces. Sin embargo, en este Reino Mesiánico, está de nuevo el Templo, los sacerdotes, los Levitas, el Shabat, las festividades judaicas, toda la Torah. Resulta insostenible la teoría de la “dispensación de la gracia” cuando se deberá retornar a la “Ley”, como los cristianos definen a la Torah, que en realidad no significa Ley, sino “Instrucción”.

33:24 «¿No has echado de ver lo que habla este pueblo, diciendo: “Las dos familias que HaShem escogiera ha desechado”? Y han tenido en poco a Mi pueblo, hasta no tenerlo más por nación.
25 Así ha dicho HaShem: “Si no permanece Mi pacto con el día y la noche, si Yo no he puesto las leyes del cielo y la tierra,
26 también desecharé la descendencia de Jacob, y de David Mi siervo, para no tomar de su descendencia quien sea señor sobre la posteridad de Avraham, de Yitzhak y de Yakov. Porque haré volver sus cautivos, y tendré de ellos misericordia”».

El Eterno confirma una vez más la naturaleza eterna e irreversible de Su Pacto con Su pueblo. Un pueblo que consiste en dos familias, que el Profeta cuidadosamente distingue y que ha nombrado muchas veces, especificando lo que concierne a una y a otra. Judá e Israel, Israel y Judá... Sin embargo, en la teología cristiana esta realidad no se toma en consideración; parecería que en veinte siglos de historia del cristianismo, no se haya leído jamás el libro de Jeremías!

46:27 «Y tú no temas, siervo Mío Jacob, ni desmayes, Israel; porque he aquí Yo te salvaré de lejos, y a tu descendencia de la tierra de su cautividad. Y volverá Jacob, y descansará y será prosperado, y no habrá quién lo atemorice.
28 Tú, siervo Mío Jacob, no temas», dice HaShem; «porque Yo estoy contigo; porque destruiré a todas las naciones entre las cuales te he dispersado; pero a ti no te destruiré del todo, sino que te castigaré con justicia; de ninguna manera te dejaré sin castigo».

Yakov es definido, como en Isaías, “Mi siervo”. El Eterno le asegura Su favor, Su protección en el momento en que las naciones serán juzgadas. No hay ningún indicio de una “tribulación” mientras que algún otro pueblo ha desaparecido improvisamente para ser liberado de los juicios que vendrán sobre la tierra. Así como Israel no fue quitado de Egipto mientras las diez plagas azotaban al país, así serán protegidos aquellos que en esos días serán parte del pueblo de los redimidos.

51:5 Porque Israel y Judá no han enviudado de su Elohim, Adonay Tzevaot; aunque la tierra de los Caldeos fue llena de pecado contra el Santo de Israel.
6 Huid de en medio de Babilonia, y librad cada uno su vida, para que no perezcáis a causa de su maldad; porque el tiempo es de venganza de HaShem; Él le dará su pago.
7 Copa de oro fue Babilonia en la mano de HaShem que embriagó a toda la tierra; de su vino bebieron los pueblos; se aturdieron, por tanto, las naciones.
8 En un momento cayó Babilonia, y se despedazó; gemid sobre ella; tomad bálsamo para su dolor, quizá sane.
13 Tú, la que moras entre muchas aguas, rica en tesoros, ha venido tu fin, la medida de tu codicia.
45 Salid de en medio de ella, pueblo Mío, y salvad cada uno su vida del ardor de la ira de HaShem!

La profecía de Jeremías concluye en modo apocalíptico; el juicio contra Babilonia, símbolo de las potencias gentiles que seducen a Su pueblo. Está claro que para el Profeta la llamada a salir de Babilonia es dirigida a Israel. Y las palabras de Yohanan, el escritor del Apocalipsis, concuerdan plenamente con las de Jeremías: “Él clamó con voz potente, diciendo: «Ha caído, ha caído Babilonia la grande!»”; “Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su prostitución”; “«Salid de ella, pueblo Mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas»” y otras palabras que se leen en Apocalipsis 18. El autor del Apocalipsis y el Profeta Jeremías están de acuerdo, hablan del mismo argumento, del mismo pueblo, del mismo periodo histórico, usan las mismas palabras. Babilonia en tiempos del Profeta representaba la sociedad gentil con todas sus instituciones, sociales, políticas, religiosas. Todos los pueblos del Medio Oriente estaban bajo su dominio, inclusa la Casa de Israel. Todos se adecuaron al sistema babilónico, que se ha difundido en variadas formas y versiones, hasta nuestros días. Paradójicamente, la Casa de Judá justamente en Babilonia se “separó del mundo” y se aferró a la Torah del Eterno, y así permanece aún, un pueblo distinto. La Casa de Israel en cambio, fue absorbida por el sistema, y por esto surgió la necesidad de rescatarla. El Eterno llama a Su pueblo a salir del sistema impuesto por Babilonia, sus instituciones y tradiciones.
Es importante considerar cómo era la ciudad de Babilonia, para entender qué significa salir de ella. La ciudad propiamente tal era cuadrangular, protegida con murallas dobles, y alrededor de la misma había un gran parque, más extenso que la ciudad misma. En torno a este parque, había otra muralla, y después, el desierto. En el aspecto espiritual, muchos han salido de la ciudad, de sus calles y palacios, han pasado las murallas y están fuera de la ciudad. Están convencidos de estar ya fuera de Babilonia, pero en realidad están en el parque circunstante. El lugar es placentero, fresco, y no se ven las otras murallas que hay que pasar para salir verdaderamente... cuando habrán salido, se encontrarán en el desierto. ¿Cuál es la situación de aquellos que, habiendo abandonado los caminos del mundo, se reposan en los frescos jardines de Babilonia creyendo de haber salido de ella? ¿Cuántos siguen observando las leyes de este sistema, y sus fiestas paganas, creyendo de encontrarse en la gracia? Cierto, observando la Ley del Eterno se encontrarían en el desierto, pero finalmente, fuera de Babilonia.

Con Jeremías termina el periodo profético precedente al exilio en Babilonia.