Entre Génesis y Éxodo
La conclusión del libro de Génesis -Bereshyit- en términos cronológicos culmina en Éxodo 1:6, y el período del cual trataremos en este estudio consiste en tres siglos y medio que se expresan en manera sumaria en un solo versículo: Éxodo 1:7, que introduce al lector en los eventos relatados en el resto del Pentateuco, los cuales se desarrollan a partir de Éxodo 1:8.
Génesis 50:25 Luego Yosef hizo jurar a los hijos de Israel, diciendo: Elohim ciertamente os cuidará, y llevaréis mis huesos de aquí. 26 Y murió Yosef a la edad de ciento diez años; y lo embalsamaron y lo pusieron en un ataúd en Egipto.
Éxodo 1:1 Estos son los nombres de los hijos de Israel que fueron a Egipto con Yakov; cada uno fue con su familia: 2 Reuben, Shim’ón, Leví y Yehudah; 3 Yissaskar, Zevulon y Benyamín; 4 Dan, Neftalí, Gad y Asher. 5 Todas las personas que descendieron de Yakov fueron setenta almas. Pero Yosef estaba ya en Egipto. 6 Y murió Yosef, y todos sus hermanos, y toda aquella generación.Éxodo 1:7 Y los hijos de Israel fueron fecundos y aumentaron mucho, y se multiplicaron y llegaron a ser poderosos en gran manera, y la tierra se llenó de ellos.
Éxodo 1:8 Y se levantó sobre Egipto un nuevo rey que no había conocido a Yosef.
En Éxodo 1:7 Israel, de ser una familia de más de un centenar de personas –porque el número de setenta sólo cuenta a los varones (cf. Génesis 46:16)– pasó a ser un pueblo numeroso en una tierra extranjera. En ese solo pasaje hay un volumen de historia egipcia que podemos conocer a través de los restos arqueológicos, pero de la historia hebrea sólo tenemos indicios. Durante el tiempo transcurrido en ese breve enunciado, siete dinastías reinaron en Egipto: una que concluiría el llamado Imperio Medio, cinco que le sucedieron en el Segundo Periodo Intermedio, y la del “nuevo rey que no había conocido a Yosef”, que fue la primera del Imperio Nuevo y que ya había llegado a su apogeo.
Para introducirnos en esta etapa es necesario iniciar desde Avraham y su viaje a Egipto. Si bien entre las distintas cronologías egipcias convencionalmente aceptadas y la cronología bíblica habría una variación de alrededor de cincuenta años –teniendo en cuenta los eventos relacionados con la Batalla de Siddim, que colocarían ese suceso hacia fines de la Dinastía XI de Egipto–, las evidencias de mayor peso nos indican que esa visita de Avraham a Egipto ocurrió cuando comenzaba a reinar la Dinastía XII. En primer lugar, porque los reyes de la Dinastía XI residían en Waset –Tebas–, en el Alto Egipto, y fue Amenemhat I quien trasladó la capital a Itytawy, en el Bajo Egipto, al principio de su gobierno. A este mismo faraón se le atribuye la fundación de Dya’ānet –Tanis–, la cual es Tzoán, que el mismo Avraham habría erigido como punto de intercambio comercial con la región de Canaán. También durante este reinado los textos egipcios mencionan por última vez a Šutum, que es Sodoma, nombre que sucesivamente es reemplazado por Mwebu, Moab, en armonía con el relato bíblico. Por lo tanto, el rey de Egipto que acordó un pacto con Avraham fue Sehetepibrā Amenemhat, fundador de la Dinastía XII, quien se destacó también por su intensa actividad edilicia en la región del Delta del Nilo y por haber introducido la corregencia en el trono, compartiéndolo hacia el final de su reinado con su hijo y sucesor Jeperkarā Senwoseret –Sesostris I–.
A Sesostris I siguieron otros cinco faraones y, por último, con la reina Sebekkarā Neferusobek, sin sucesores masculinos, la Dinastía XII llegó a su fin, y con ella el Imperio Medio. Egipto se dividió y dos o más dinastías reinaban contemporáneamente en distintas regiones del país: la Dinastía XIII en un principio se estableció en Ankhtawy –que es Menfis– y posteriormente se trasladó a Waset –Tebas–. Mientras tanto, en el Delta del Nilo tomó el poder la Dinastía XIV, cuyos reyes eran semitas cananeos –aunque no se los considera Hicsos– y a su vez probablemente divididos en dos dominios, uno cuya sede habría sido Jasut –Xois– en el centro-oeste del Delta del Nilo, y otro en Hutwaret –Avaris–, en el este de la misma región, cerca de Tanis. En esa época, la población de origen semítico era numerosa en toda el área del Delta, y de este contingente surgió la poderosa Dinastía XV de los Hicsos, quienes desde Avaris controlaron casi todo Egipto, desplazando a la Dinastía XIII hacia el sur y relegando a la Dinastía XIV a gobernar en la parte occidental del Delta manteniendo una cierta autonomía, aunque probablemente sujeta a tributo. Algunas décadas más tarde surgiría en Tebas la Dinastía XVI, que según la mayoría de los eruditos pertenecía también a los Hicsos – hipótesis que sería sustentada, entre otros indicios, por los nombres semíticos de algunos de los reyes, aunque podría tratarse en realidad de los mismos soberanos de la Dinastía XV reinante en Avaris, o de príncipes Hicsos que ejercieran efectivamente el gobierno en Tebas sin constituir en sí una dinastía como tal, sobre reyes vasallos locales. Hacia el final de este periodo se afianzó en Tebas la Dinastía XVII, de la cual emergería la XVIII que logró expulsar a los Hicsos y unificar Egipto dando lugar al Imperio Nuevo.
Este es el panorama general que necesitamos ilustrar para poder estimar lo ocurrido con respecto a los Hebreos en Egipto en esa época, a partir de aquél viaje de Avraham y su encuentro con Amenemhat I. Tres generaciones más tarde, un biznieto de Avraham, Yosef, es elevado al cargo de ṯȝty, dignatario equivalente a visir o primer ministro, y este hecho debe haber ocurrido en el reinado de Nimaatrā Amenemhat –Amenemhat III–, considerando los siguientes factores: fue el último soberano importante de la Dinastía XII, con un reinado de más de cuatro décadas, mientras que sus sucesores gobernaron por poco tiempo, primero su hijo -o nieto- Maajerurā Amenemhat y luego su hija -o nieta- Sebek-Neferu, ambos reinaron en paz y el fin de la dinastía resultó de la ausencia de herederos al trono. Este es el único contexto en el cual se explica que repentinamente y sólo en la región del Delta del Nilo surja, sin violencia ni oposición, una dinastía semítica originaria de Canaán, es decir, hebrea. Y unos cincuenta años más tarde, en la misma región se levantó una poderosa estirpe de “pastores” que dominaron sobre Egipto: los Hicsos. ¿Eran ellos Israelitas? Según Manetón (historiador egipcio) y Flavio Josefo (historiador judío), sí. Sin embargo, conviene analizar más detalladamente los datos de los que actualmente disponemos para poder recomponer las piezas en manera armoniosa y tratar de determinar las identidades correctas.
Génesis 47:5 Y Faraón dijo a Yosef: Tu padre y tus hermanos han venido a ti; 6 la tierra de Egipto está a tu disposición. En lo mejor de la tierra haz habitar a tu padre y a tus hermanos; que habiten en la tierra de Goshén, y si sabes que hay hombres capaces entre ellos, ponlos a cargo de mi ganado.
La tierra de Goshén es el Delta del Nilo. Allí es donde los documentos egipcios confirman que había una numerosa población de origen semita y cananeo. Naturalmente, Jacob y sus hijos no fueron los únicos que descendieron de Canaán a Egipto para comerciar o establecerse allí (Génesis 41:57). La afluencia de “asiáticos” –como denominaban los Egipcios a esos pueblos– fue constante a lo largo de la Dinastía XII, y notablemente en aumento durante el reinado de Amenemhat III – hecho que coincide con el relato bíblico de los años de escasez, en los cuales Jacob y su familia se radicaron en Egipto. La posición que había obtenido Yosef y el vacío de poder que ocurrió pocas décadas más tarde con el fin de la sucesión dinástica habría creado las condiciones ideales para que los inmigrantes que habitaban en el Delta del Nilo se organizaran y formaran su propio gobierno, surgiendo así la Dinastía XIV. Los nuevos faraones podrían haber pertenecido a la familia del recordado visir que salvó a Egipto, pero no necesariamente. Los nombres de esos reyes, sin embargo, indicarían que efectivamente podían haber sido descendientes de Jacob, particularmente tres de ellos: Yakbim o Yakbmu, probable fundador de la dinastía; Qareh, cuyo nombre es el mismo de Koraj, hijo de Esaú (Génesis 36:14) y del levita que se sublevó contra Moisés (Números 16:1), y el último de esa línea según los registros hallados, Yaqub-Her, nombre idéntico a Yakov-El – puesto que en lengua egipcia no existía el fonema “l”, éste se representaba como “r”. Los demás reyes de la Dinastía XIV también tienen nombres de origen hebreo/arameo.
Los Hicsos
La identidad de los Hicsos es un enigma todavía no esclarecido y es objeto de variadas teorías. Entre las diversas opiniones también se formula la probabilidad de relacionarlos con los Israelitas, si bien los relatos de la salida de ambos pueblos son completamente distintos y no podrían considerarse dos versiones de un mismo evento adaptadas al punto de vista de los cronistas. Según los documentos egipcios –los únicos que se conocen hasta el momento acerca de este suceso– cuentan que los Hicsos fueron expulsados, perseguidos hasta Sharuhen, y derrotados allí por el ejército egipcio, para desaparecer de la historia. Los Israelitas, por el contrario, salieron voluntariamente y la persecución iniciada por los Egipcios cuyo desenlace ya conocemos, tenía como objetivo impedirles de emigrar y hacerlos volver a Egipto. Son dos informes completamente opuestos e irreconciliables entre sí, porque se trata de dos acontecimientos distintos. Además, en las Tablillas de la Correspondencia de Amarna se narra la invasión de Canaán por el pueblo de los Habiru/Apiru –es decir, Hebreos– como un hecho ocurrido casi dos siglos después de la expulsión de los Hicsos, y se refiere a la conquista dirigida por Josué.
De la misma manera, había sido un misterio para los investigadores cómo llegaron los Hicsos a Egipto, puesto que al parecer surgieron improvisamente y, sin embargo, no fue a través de alguna incursión – como siglos más tarde hicieron los “Pueblos del Mar”. Una prueba contundente de que los Hicsos eran inmigrantes y no invasores es que tenían sus propias mujeres, las cuales habían venido con ellos desde su tierra de origen y superaban en número a los hombres, mientras que un ejército que conquista un territorio consiste solamente de hombres que luego toman para sí a las mujeres del país invadido. Además, no eran guerreros ni particularmente belicosos, sino más bien pastores y comerciantes, una población civil que se multiplicó naturalmente. Los Hicsos se mantuvieron como un pueblo separado de los Egipcios incluso hacia el final de su dominio, cuando sus reyes y su élite habían adoptado costumbres y usanzas egipcias.
Los Hicsos eran semitas, pero tenían algunos conocimientos y ciertas características que los relacionan también con los Hurritas y los Hititas. Al ser expulsados de Egipto huyeron hasta el Negev, no prosiguieron hacia Canaán, ni hacia Arabia. ¿Por qué motivo no irían más lejos, sino porque habían llegado al que era su país de origen? Con la destrucción de Sharuhen este poderoso pueblo se desvanece de los registros históricos, al menos bajo el nombre que le dieron los Egipcios, pero indudablemente siguió existiendo con el nombre por el cual ya era conocido en su propia tierra: Edom. David J. Gibson en su obra “Edom and the Hyksos” propone esta identificación, que parece ser la más coherente y podría también explicar el motivo por el cual los Edomitas no permitieron a los Israelitas pasar por su territorio (Números 20:14-21): algo debió haber sucedido en Egipto que distanció a ambos.Entre los inmigrantes semitas que habitaban en el Delta del Nilo había no sólo Hebreos sino también otros pueblos (Éxodo 12:38), y asimismo habría expatriados provenientes de Edom. Gracias al prestigio del primer ministro Yosef, la familia de Israel habría adquirido importancia y, al terminar la Dinastía XII sin sucesor legítimo y quedar vacante el gobierno de Egipto, habrían tomado la iniciativa de crear un estado autónomo en la región de Goshén. De este modo, se puede inferir que los reyes de la Dinastía XIV hayan sido Israelitas. Mientras tanto, el contingente de Edomitas mantendría contactos con su país de origen y se habrían fortalecido hasta llegar a conquistar Egipto y constituir la Dinastía XV, sin despojar del trono a sus afines semitas de la Dinastía XIV, quienes por un tiempo continuaron reinando sobre la región occidental del Delta.
Con respecto a los reyes Hicsos subsisten todavía perplejidades debido a la información fragmentaria de la cual se dispone, pero es interesante considerar algunos de ellos.
Según Manetón, el primer soberano de la Dinastía XV fue Salitis, aunque no se ha hallado aún ningún documento arqueológico relativo a ese nombre, ni similar. Podría tratarse de Šamuqēnu –Semqen–, indudablemente semítico, en cuyo escarabeo se le da el título de “ḥqꜣw-ḫꜣswt”, es decir, Hicsos. También se le ha asociado a Yakbim, fundador de la Dinastía XIV. El segundo rey en la lista de Manetón se llama Bnon, que tampoco se ha encontrado en otros registros y que correspondería a Aper-Anat, o bien a Sheshi – aunque Sheshi también es identificado con Salitis, con un rey de los Hicsos entre Khyan y Apopis, y con Yakub-Her de la Dinastía XIV –o con otro Yakub-Her, ya que este nombre figura en varias inscripciones y en distintas colocaciones–. Su nombre completo Maaibrā Sheshi podría ser idéntico a los de dos personajes bíblicos de Hevron: Mamre, el amorreo amigo de Avraham, y el anaceo Sheshai citado en Números 13:22, el cual es mencionado en relación con Tzoán (Tanis), aunque indirectamente. Siendo que estos reyes indicados por Manetón no tienen conexión con los hallados en documentos egipcios, David J. Gibson sugiere que el historiador haya interpretado como Salitis y Bnon los nombres de Shaul y Baaljanán, respectivamente sexto y séptimo rey de Edom (Génesis 36:37-38). Ésta hipótesis parecería tener sustento considerando que el tercer rey de esa dinastía fue Seker-Her, versión egipcia del nombre semítico Sikru-Haddu, “Memoria de Hadad”, y éste sería efectivamente el nombre del octavo rey de Edom, que es Hadar en Génesis 36:39 y Hadad en 1Crónicas 1:50, cuya ciudad es Pa’u o Pa’i, sin registro de su existencia en el área de Edom y Canaán pero identificable en el Delta del Nilo, más conocida a través de su nombre griego, Buto. Esto explicaría también por qué se interrumpe la lista de reyes de Edom, puesto que habrían pasado a ser soberanos de Egipto. La particular mención de la esposa de este rey, y del linaje de ella, indicaría que se trataba de una persona conocida para los Israelitas, que entonces se encontraban en Egipto, y muy probablemente pertenecería a la descendencia de Jacob.
Acerca del que pareciera ser el siguiente rey de la Dinastía XV, Seuserenrā Khyan, existe mucha más información, incluso fuera de Egipto, en Cnossos (Creta) y Hattuša (Imperio Hitita). Sus escarabeos son notablemente similares a los de Yakub-Her, por lo que se deduce que ambos reyes tenían alguna relación directa o eran contemporáneos. Su hijo Yanassi es mencionado como príncipe heredero, aunque no hay certeza de que haya llegado a reinar. Aparentemente, su sucesor fue el más conocido de los reyes Hicsos: Apopis, quien abandonó el título de “ḥqꜣw-ḫꜣswt” y solamente usó sus nombres de trono egipcios, Nebjepeshrā Aqenenrā Auserrā Apepi. En una estela egipcia es llamado “jefe de Reṯenu”, designación que daban los Egipcios al área de Canaán, lo cual confirma que los Hicsos y los Israelitas compartían el mismo origen.
El último rey de la dinastía de los Hicsos fue Khamudi, cuyo nombre es evidentemente semítico y significa “deseado”, “amado”. Es interesante notar que la sucesión de reyes Hicsos no parece haberse transmitido de padre a hijo sino de alguna otra manera, lo cual coincide con el sistema aplicado por los reyes de Edom.A partir de estos datos podemos elaborar una hipótesis sobre el origen del conflicto entre los Israelitas y los Edomitas, considerando que no hay certeza sobre lo ocurrido sino solamente una posibilidad todavía no verificada por medio de evidencias.
La Dinastía XIV del Delta –posiblemente israelita– parece haber llegado a su fin en concomitancia con el reinado de Apopis, y asimismo la Dinastía XVI de Tebas, quedando al poder sobre casi todo Egipto sólo la Dinastía XV –de linaje edomita–. Hasta ahora se desconocen las circunstancias bajo las cuales la dinastía hebrea del Delta se extinguió, dando lugar al dominio de los Hicsos sobre todo el territorio.
En Tebas, a la obscura Dinastía XVI sucedió la XVII, cuyos reyes eran, de la misma manera que sus predecesores, vasallos de los Hicsos de la Dinastía XV, a quienes debían pagar tributo. Sus últimos faraones sostuvieron una lucha constante contra los soberanos de Avaris, y generaron una fuerte animadversión de los Egipcios hacia los Hicsos, los cuales a su vez se habían aliado con el reino de Nubia, al sur, manteniendo así al Alto Egipto bajo control.El Imperio Nuevo
Finalmente, Nebpehtyrā Ahmose, fundador de la Dinastía XVIII –que en realidad era una continuación de la XVII, puesto que él pertenecía a la misma estirpe del último rey de ésta, Kamose, de quien probablemente era hermano– logró derrotar a los Hicsos y unificar todo Egipto bajo su dominio. Éste fue un evento decisivo que afectó la situación de los Israelitas en Egipto.
Éxodo 1:8 Y se levantó sobre Egipto un nuevo rey que no había conocido a Yosef; 9 y dijo a su pueblo: He aquí, el pueblo de los hijos de Israel es más numeroso y más fuerte que nosotros. 10 Procedamos, pues, astutamente con él no sea que se multiplique, y en caso de guerra, se una también con los que nos odian y pelee contra nosotros y se vaya de la tierra.
Este pasaje nos presenta varios interrogantes: ¿Quién sería el “faraón que no había conocido a Yosef”? ¿Por qué temía que el numeroso pueblo que habitaba en Egipto pudiera aliarse con los enemigos, para luego emigrar? ¿Quiénes eran esos enemigos? ¿Por qué lucharían contra Egipto para irse del país, y no para dominarlo?
Presumiblemente, ese faraón debía ser Ahmosis I, aquél que había crecido combatiendo contra los señores Hicsos y había logrado triunfar sobre ellos. Es probable que el contexto en el cual este faraón pronunció esas palabras haya sido durante el asedio de Avaris, que duró algunos años, o inmediatamente después de la caída de la ciudad. Estando los Hicsos sitiados en su capital, toda la población de la región del Delta podía acudir en su ayuda, o unirse a ellos en su retirada y mantener la amenaza sobre la frontera oriental de Egipto – por ese motivo Ahmosis no sólo los expulsó, sino que los persiguió hasta destruir Sharuhen, mientras redujo a servidumbre a todos los habitantes semitas que permanecieron en Egipto. La política de Ahmosis fue de represalia contra aquellos extranjeros que habían gobernado Egipto, y con el fin de asegurar que no pudieran regresar para reconquistar el país, también los abatió en su propia tierra, en Edom.
Entre Éxodo 1:11 y 1:22 transcurre aproximadamente un siglo y medio y el reinado de seis faraones, periodo en el cual la opresión sobre los Israelitas fue en aumento y Egipto se hizo poderoso, sometiendo también a Canaán y otros territorios en el área del Mediterráneo Oriental. A partir de esta dinastía, y en las dos sucesivas, se popularizaron en Egipto los nombres propios compuestos por el vocablo “ms” (hijo, nacido), tales como jꜥḥ·ms (Ahmose), ḏḥwty·ms (Tutmosis), pr·ms·w (Paramesu, Ramsés), o el mismo Moisés.La salida de Egipto habría acontecido durante el reinado de Aajeperurā Amenhotep –Amenhotep II–, cuyo hijo primogénito y príncipe heredero murió repentinamente. Amenhotep II vivía en Menfis, a diferencia de sus predecesores que habían residido en Tebas. Cuando los Israelitas llegaron a los confines de Edom, lo que allí ocurrió puede tener alguna relación con Éxodo 1:10 y el final del dominio de los Hicsos:
Números 20:14 Moisés envió mensajeros desde Kadesh al rey de Edom, diciendo: Así ha dicho tu hermano Israel: «Tú sabes todas las dificultades que nos han sobrevenido; 15 que nuestros padres descendieron a Egipto, y estuvimos por largo tiempo en Egipto, y los Egipcios nos maltrataron a nosotros y a nuestros padres. 16 Pero cuando clamamos al Eterno, Él oyó nuestra voz y envió un ángel y nos sacó de Egipto. Ahora, mira, estamos en Kadesh, un pueblo de la frontera de tu territorio. 17 Permítenos, por favor, pasar por tu tierra. No pasaremos por campo labrado ni por viñedo; ni siquiera beberemos agua de pozo. Iremos por el camino real, sin volver a la derecha ni a la izquierda hasta que crucemos tu territorio». 18 Pero, Edom le respondió: Tú no pasarás por mi tierra; para que no salga yo con espada a tu encuentro. 19 Entonces los hijos de Israel le contestaron: Iremos por el camino principal, y si yo y mi ganado bebemos de tu agua, entonces te pagaré su precio. Solamente déjame pasar a pie, nada más. 20 Pero él dijo: Tú no pasarás. Y Edom salió a su encuentro con mucha gente y con mano fuerte. 21 Rehusó, pues, Edom dejar pasar a Israel por su territorio, así que Israel tuvo que desviarse de él.
Moisés da a entender que los Edomitas conocían todas las vicisitudes de los Israelitas en Egipto, y que entre ambos pueblos había comunicación. El rechazo del rey de Edom de permitirles pasar por el camino real puede tener antecedentes en hechos que desconocemos, pero que podemos aventurarnos a suponer teniendo en cuenta que los Edomitas habían reinado sobre Egipto hasta que fueron expulsados, mientras los Israelitas eran retenidos y sujetos a servidumbre. ¿Por qué no se aliaron, como temía el faraón, para combatir juntos cuando los Hicsos eran asediados en Avaris? ¿Tiene la desaparición de la Dinastía XIV en favor del dominio completo de la Dinastía XV alguna relación con esta falta de colaboración? ¿O logró el faraón realmente impedir que tal asociación se diera, habiendo ya conquistado el Delta y aislado a los Edomitas en su capital? Hasta el momento sólo podemos proponer conjeturas como respuestas a estas preguntas. Las desavenencias entre ambos deben haber surgido en Egipto. Edom dejó de ser importante para la historia de aquel tiempo, sin embargo, siglos después volvió a conquistar Egipto, y se llevó muchos de sus obeliscos y tesoros a su nueva y lejana capital. (ver: Edom)